Hace unos días visité la exposición ‘Vanguardias Rusas’ en el Museo Thyssen-Bornemisza. Era domingo y estaba muy lleno de gente. Y eso que no es gratis, como el Reina Sofía. La exposición se divide en cinco partes. Las cuatro primeras se centran en los artistas rusos prerrevolucionarios y muestran los movimientos artísticos que surgieron en las dos primeras décadas del siglo XX y que, inspirándose en las técnicas desarrolladas por los autores occidentales más modernos, encontraron formas de expresión nuevas.
Así, en ‘La Lección De Los Bárbaros’ se muestran obras de Kandinsky, Malèvich o Goncharova que aún presentan ciertas características del arte tradicional ruso. Estampas de señores bigotudos con su familia, luchadores de wrestling ruso, y campesinos. A mí me pareció un poco rollete, la verdad, pero como introducción para mostrar el arte existente entonces en Rusia vale.
Continúa la exposición con ‘Un Torbellino de Energía’. En esta parte, donde se reconocen claramente los rasgos del cubismo y el expresionismo, destacaría la obra de Goncharova, verdaderamente innovadora, creadora de movimientos como el cubofuturismo (impresiona el reconocible ‘El Ciclista’) o el rayonismo (impresionante un cuadro de un bosque que no recuerdo cómo se llama). También incluye algunas esculturas de Tatlin o Gabo, como su conocida ‘Maqueta para cabeza construida nº3’, realizada en cartón.
La tercera parte, ‘Experimentos individuales’, es para mí la más bonita de la exposición, y se centra en Kandinsky, Chagall y un desconocido (para mí) Filónov. La selección de obras de Chagall muestra su evolución durante estos años, que culmina con obras a la vez realistas y oníricas, como ‘El Paseo’, que fue el que más me gustó. De Kandinsky se incluyen algunos dibujos, obras abstractas y representaciones de paisajes de un Moscú brillante y lleno de color. Finalmente, el gran descubrimiento de la exposición es Pável Filónov, un pintor que va más allá del expresionismo, ya que compone sus imágenes de una Rusia deprimida haciendo pequeñas obras en miniatura dentro del mismo cuadro, pequeñas obras dentro de la obra. Muy, muy bonito.
La cuarta parte, y la última que puede verse en el Thyssen, se llama ‘El Modelo Orgánico’, un movimiento representado por Matiushin, que supone una reivindicación de los elementos naturales frente a la pujante tecnología. Entre esculturas hechas con raíces de árbol y cosas así, se pueden ver algunas obras que yo calificaría de «cósmicas», como ‘Construcción Pictórico-musical’ o el precioso ‘Movimiento En El Espacio’ (¿precusor de Rothko?), de Matiushin. Quizá esta última parte es la que menos me gustó. Quizá porque ya estaba harto de ser empujado por señoronas que sacaron a pasear sus gorros de pelo para la ocasión (lo juro).
La quinta parte de la exposición es ‘La Construcción Del Hombre Nuevo’, está en la Fundación Caja Madrid y se centra en el diseño gráfico e industrial y la fotografía. Y aún no la he visto. 7