En plena vorágine de los estrenos mundiales de ‘Piratas del Caribe 2’, la británica Keira Knightley me provoca emociones encontradas. Mientras que en el estreno en Los Ángeles me dejó epatada con un vestido de Chanel en blanco y negro tipo babydoll finísimo, en Londres esta mujer me ha dejado medio en coma ante el número de desastres estilísticos que dominan su imagen. Para empezar, el traje en sí (lo firma Gucci, me ha parecido leer) no es ni mucho menos feo, pero sí es una pieza muy complicada de llevar y con un escote muy arriesgado que sólo se debería lucir con un mínimo de talla 85 de sostén. Keira llega difícilmente al 80, y lo que sobresale entre las tiras doradas es una suerte de costillar excesivamente marcado y nada de carne. Gran fallo de la estilista, y no el primero.
El pelo también tiene miga: ¿se lo han peinado realmente? Da la impresión de que lleva una semana sin lavárselo y que se lo ha atusado un poquito para el estreno y hala, a pasar por la alfombra roja. Vale que esta chica no tiene precisamente un melenón, pero con tan poco volumen y un corte tan feo hay que buscar otras opciones de peinado. Hubieran acertado mucho más poniéndole algo en la cabeza (diadema, tocado, flor) o pegándole todo el pelo con gomina, pero el estropajo cuchifrito ese desde luego que no le hace justicia.
El tercer error de traca es el maquillaje. Una chica tan delgada (famélica, tanto que se pasa el día desmintiendo que no tiene anorexia) y que se supone que es tan fan de salir por la noche como aseguran muchos, debe lucir un maquillaje más sencillo que muestre su cara más lozana. Con esos ojos tan oscuros parece una muerta viviente, por no hablar de la expresión de macarra que ya remata del todo el look. La pátina brillante que le han extendido por toda la piel tampoco ayuda nada y parece, más que un favorecedor y festivo brillito, que lleva dos horas sudando en una húmeda sauna.
Si el/la estilista quería crear una imagen del tipo ‘Zombies Party’ le doy un 8, pero si quería sacar la cara más elegante y sensual de Keira, le doy un 2. Así es cómo se carga uno un vestido precioso y una chica atractiva en tres sencillos pasos.