Dejen paso a la Autoridá

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Dejen paso a la Autoridá

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En el último Salón del Cómic de Barcelona, hace apenas un mes, Norma Cómics se estrenó con los derechos de la editorial Wildstorm reeditando en un tomo los doce primeros números de ‘The Autority’, el cómic que encumbró a Warren Ellis y a Brian Hitch como fan favourite del cómic americano.

Como suele pasar con algunas obras maestras de éste y del pasado siglo (‘Daredevil’, ‘Jimmy Olsen’, ‘La Patrulla-X’), Ellis heredó una colección moribunda, con apenas público, e hizo de ella la más vendida de la editorial. ‘Stormwatch’ evolucionó de una manera inteligente y madura, se eliminaron personajes completamente previsibles y se llevó a cabo un cambio de guardia que desembocó en el cierre del título, aunque sólo para recuperarlo poco después con una nueva cabecera que hiciera honores a su nuevo plantel.

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‘The Authority’ nació con una voluntad claramente provocadora, igual que su líder, la británica Jenny Sparks, icono de la colección y columna vertebral del grupo. Fumadora compulsiva, bisexual y con un vocabulario que haría sonrojar a un camionero, resulta difícil no caer rendido a sus pies. La acompañan las versiones gays que siempre quisiste ver de Supermán (Apollo) y Batman (Midnighter) –aunque Ellis asegura que no fue algo buscado y que sólo respondió al ataque de los grupos de presión conservadores–; un hechicero tan poderoso como heroinómano; una chicana convertida en máquina; una seductora y violenta tibetana y un hombre que asegura ser «el espíritu de las ciudades».

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authoritytext.jpgEl despliegue de violencia verbal y física –que el espléndido dibujo de Brian Hitch potencia– encendió las alarmas de los guardianes de la moral, cuya campaña en contra sólo sirvió para aumentar las ventas. Las historias, que no dejan de ser tópicos de los cómics de superhéroes macerados con la mala leche de Ellis, desbordan por su grandiosidad y nihilismo.

Ellis se retiró del proyecto y lo dejó en manos de otro amante de la sal gorda, el también británico Mark Millar, y el dibujo pasó a ser competencia del solvente aunque irregular Frank Quitely. Lejos de perder calidad, la serie fue ganando con el paso de los meses, hasta que los atentados en Nueva York del 11 de septiembre hicieron que la editorial se replanteara dar salida a la segunda etapa del grupo. Con toda probabilidad veremos en breve un segundo volumen con los episodios de Millar y Quitely.

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Hace un par de años se recuperó la colección, pero de una manera desangelada y tristona, llena de tópicos y marcada por la vampirización de las ideas de Ellis y Millar.

El volumen de Norma Cómics, además de ser una edición exquisita, cuenta con la acertada decisión de ofrecer toda la primera etapa completa, cuya continuidad gráfica y argumental hacen de ella un bloque compacto. Vale la pena.

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