Sin muchas ganas y por hacer algo, fui a ver ‘Alatriste’ al cine completamente predispuesta a que no me gustara nada. Como rectificar es de sabios (o de gente como yo, con demasiados prejuicios) salí de la sala sorprendentemente contenta a pesar de haber salido de ver una película -glups- española; después de la rachita que llevamos de fiasco tras fiasco. Unos días después, con la película bien rumiada, concluyo que está bastante bien aunque, como todo, tiene sus cositas.
A favor
Sin duda, lo mejor de ‘Alatriste’ es la ambientación que han logrado de la España del siglo XVII. El Rey Planeta (Felipe IV) gobernaba un país triste, paupérrimo, muy cutre, harapiento y desdentado. Ése es el gran imperio español de los libros, con un campo que se moría de hambre, al igual que esos pobres Tercios de Flandes que no sólo no recibían su soldada, sino que ni siquiera tenían uniformes o comida. Incluso Madrid, ya capital del reino, era un poblacho lleno de ladrones y pícaros que te podían asaltar por cualquier esquina. Esa España tan deprimente aparece fielmente reflejada en el film, incluyendo un vestuario magnífico y unos decorados extremadamente reales. A toda esta parte técnica le pondría un nueve sin dudarlo.
El reparto también es antológico, y la mayoría de los actores borda sus papeles haciendo que el espectador -el que se haya leído alguno de los libros, claro- vea a los personajes tal y como él los concebía en su imaginación. Todo el peso recae en Viggo Mortensen, y lo cierto es que el neoyorquino sale muy bien parado con su actuación. Lo único que chirría es el acento tan neutro que el pobre hombre tiene que poner para que no le salga el deje argentino; con esto, se elimina cualquier casticismo, todos los dichos y frasecillas hechas que podía haber adoptado el personaje, para hablar casi como un presentador de telediarios. No entona, no modula; sólo pone una especie de voz ronca con la que parece querer disimular a toda costa el acento argentino. Yo no sé si es que no le pudieron pagar un logopeda o un doblador o algo, pero esto era lo más comentado a la salida del cine.
De los secundarios, brilla especialmente Eduard Fernández, que interpreta a Sebastián Copons, y clava su personalidad introvertida y su carácter fiel. Es como lo imaginaba. Muy destacable también la labor de dirección con actores a quienes otros directores no consiguen sacar nada, como es el caso de Eduardo Noriega, Ariadna Gil y, sobre todo, Unax Ugalde, que por una vez deja de actuar como si estuviera en ‘Al salir de clase’.
Juan Echanove y Javier Cámara no podían estar mejor caracterizados como Quevedo y el Conde Duque de Olivares, respectivamente, pero la que pone los pelos de punta es Blanca Portillo interpretando al inquisidor Bocanegra. Se te olvida completamente que esa misma persona dio cuerpo a la dulce y torpona Carlota en ‘7 vidas’ para transmitir todo lo que representaba la Inquisición con las pocas escenas que tiene. Inmejorable.
En contra
Si no te has leído los libros, es posible que algún personaje choque un poco y no se entienda muy bien qué pinta ahí y por qué. Tal es el caso de Angélica de Alquézar (Elena Anaya), que aparece como por arte de magia y en ningún momento se termina de comprender, salvo que lo supieras de antes, qué hace ahí y por qué.
También encuentro un poco flojo el hilo argumental, en algunos momentos inexistente: en vez de ser una historia con la estructura clásica de presentación, desarrollo y desenlace, son distintas situaciones puestas una detrás de otra, a veces sin mucho sentido. Bien es cierto que hay un hilo central, pero lo que va sucediendo entre el principio y el final no está bien hilvanado. Quizá esto se deba a que han intentado compilar los cinco libros en una sola película: ahora imaginad que Peter Jackson hubiese hecho lo mismo con ‘El señor de los anillos’. Pues, evidentemente, hubiese salido un guión bastante parecido a este y quizás algo anárquico si el espectador no se ha leído los cinco libros de Alatriste.
Por último, lo que verdaderamente me ha parecido malo en esta película es la interpretación de Elena Anaya. Ella, eso sí, está preciosa, guapísima, muy bien vestida y maquillada, pero su personaje no se lo cree nadie. Se supone que Angélica es malísima y pérfida, y en la película simplemente parece una chica un poco confundida. No es capaz de expresar nada más allá de su típico rictus virginal, ni odio ni pasión ni nada. Además, la voz de pito la pronunciación exageradamente correcta hacían pensar que por qué a ella no le habían puesto un doblador también.
Pero, por lo demás, ‘Alatriste’ está muy bien para pasar una agradable tarde de domingo. Tarde-noche, porque dura casi tres horas. 6