Aun a riesgo de que esto parezca un site monográfico sobre Britney Spears dada la cantidad de posts que nos está dando esta jovenzuela, Brit siempre está de actualidad para bien o para mal, de manera que a mí no me queda más remedio que dar cuenta de sus últimas hazañas porque van de friki a frikérrimo.

Desde su separación ya la hemos visto con las peores pintas que se puedan llevar día sí y día también. Tocó fondo en aquella famosa noche maquinilla de afeitar en mano, más tarde le hicieron su propia muñeca al respective y terminó internándose en una clínica de desintoxicación de la cual salió con regulares resultados. Después de infinidad de rumores, esta semana Britney ha reaparecido con su peluquita en una minigira de conciertos en locales pequeños en Los Ángeles y San Diego para demostrarle al mundo y a sí misma que sigue siendo la reina (o princesa o condesa o whatever, hay tantas…) del pop.

Un grupo muy reducido de fans ha pagado entre 90 (precio de venta al público) y 500 (precio en la reventa) euros para ver a la diva y, como era de esperar, los resultados han sido bien poco satisfactorios. Con un par, Brit ha hecho playback en todos los shows; esto no tendría la mayor importancia si no fuera porque tampoco era capaz de seguir los pasos de la coreografía, y aparecía errática entre los bailarines. Además, para horror de los asistentes fervorosos defensores de la moral, la cantante bromeó sobre sus adicciones cuando «cantó» ‘Toxic’, haciendo como que esnifaba por la nariz. ¡Cuánta desfachatez! Del estilismo no hay nada que decir; es infame lo cojas por donde lo cojas. Todo este despropósito sucedía, eso sí, en quince o veinte minutos, por lo que llamar a estos pequeños bolos «conciertos» es mucho decir. ¡Pero Britney! ¿Es que no respetas ni a tus fanes de base?

No hay imágenes oficiales de los eventos, sólo unas pocas grabaciones de los aficionados hechas con los móviles, así que para ver el desastre hay que afinar un poco la vista pero aquí se puede constatar. Nada, que no levanta cabeza.