BRUSELAS: Centro neurálgico del país y ciudad donde se concentran todas las instituciones europeas. Es famosa por su Art Nouveau, aunque desgraciadamente, no es algo que los belgas exploten en exceso. La mayoría de las casas provenientes de esta época están mucho menos cuidadas que la Casa Lis de Salamanca, y algunas necesitarían una restauración de lo más urgente. Sin embargo, merece la pena pedir un plano o una guía en la oficina de turismo (que está en la Grand Place, muy facilita de encontrar) y darse un paseo. Lo más interesante de la ciudad está en pleno centro, y eso es la Grand Place. Merece la pena caminar por allí y ver la inmensa cantidad de turistas que hay. Especialmente recomendable, además, la iluminación que le ponen en Navidad, que puede hacer que más de uno se sorprenda por lo en serio que se la toman los belgas, nada que ver con Madrid, por ejemplo. De hecho, mi época favorita en Bruselas, es la Navidad.
Muy cerquita, justo en las traseras, encontramos otro de los edificios más emblemáticos de la ciudad: La Bolsa. Es el centro neurálgico y comercial de la capital belga, así que conviene recorrerlo y entrar en alguna tienda para tratar de encontrar alguna ganga. Recomendamos especialmente las de segunda mano y sobre todo Esprit, que es como el Zara en Europa. Desde la Grand Place, basta con seguir el reguerillo de turistas para acercarse a ver al Manneken Pis, esa fuente tan pequeña pero tan famosa a la vez. Probablemente te decepcione un poco, por pequeña y porque es imposible acercarse, pero tiene su gracia. Importante es, también, pegar el oído a la gente de alrededor, porque todos contarán una historia diferente acerca del porqué de esa fuente. Que si fue un niño apagando un incendio, que si fue un rico que perdió a su hijo y se lo encontró en esa esquina en susodicha posición… En este plan. Es divertido también ver el museo de los trajes del Manneken Pis, enfrente del ayuntamiento, al que visten periódicamente en plan conmemoración. En Navidad, por ejemplo, lo visten de Sinterklaas (el Papá Noël belga, que recorre los tejados de Bélgica en su caballo junto a Pepe el Negro y que viene desde España en barco de vapor cargado de regalos y mandarinas).
Hay otros monumentos y lugares que no deberías perderte: la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, la Galerías St. Hubert y, ya en la zona alta de la ciudad, el barrio de Sablon y el mirador del Palacio de Justicia, desde donde te puedes hacer una foto con toda la ciudad detrás. Justo ahí es donde se concentran las tiendas de categoría (Gucci, Cartier, etc.). Para finalizar, puedes acercarte a ver la Comisión Europea y el Parlamento, que siempre son interesantes si eres especialmente eurófilo. No te pierdas tampoco el Parc du Cinquantenaire, donde podrás disfrutar de la Gran Mezquita o del Pabellón de las Pasiones Humanas realizado por Víctor Horta. Y si te gusta el cómic, es conveniente no olvidar que Bruselas es la ciudad de Tintín y que cuentan con el Centre Belge de la Bande Desinée, que lo mismo os interesa. Si os queda tiempo, son muy importantes el barrio de Les Marolles (donde poder disfrutar de los mercados callejeros y admirar los carteles de las calles, que también aparecen escritos en Bruselaar -un idioma que se hablaba antes en Bruselas, mezcla de francés y flamenco-) y el Atomium, que ya está abierto, restaurado y reluce como nunca.
Para comer…
Aquí me habéis pillado un poco más. Este punto me cuesta un poco, porque yo iba de pobre y siempre comía en los sitios más típicos. Sin embargo, la mayoría de los cafés tienen un menú bastante decente a un precio de lo más interesante, donde degustar los platos típicos de Bélgica (los caracoles y los mejillones, fundamentalmente). Como en España, los encontraréis escritos en una pizarra a la entrada. Si os tengo que recomendar un restaurante bueno, ese sería Le Hasard des Choses. No excesivamente caro y muy bonito. Eso sí, no piquéis en la Rue des Bouchers, que es muy bonita de ver, pero increíblemente cara.
Alójate y muévete
Moverse no es difícil en Bruselas. Las tres estaciones centrales (Nord, Central y Midi) conectan la capital con el resto de los sitios que te interesan (Gante, Amberes, Brujas…) en menos de una hora, a través de trenes Intercity. El transporte es tirando a caro, pero funciona bastante bien, sobre todo los trenes. Sin embargo, puedes comprar un Go Pass en cualquier estación si tenéis menos de 26 años. Por 45 euros tienes 10 viajes sencillos (no son ida y vuelta) que puedes gastar como sea, incluso si tienes que hacer transbordo de un tren a otro. Es un billete individual pero también colectivo, que puedes usar entre varios a la vez, tan sólo rellenando tantas líneas como personas viajéis. Esto te lo explican mejor en las estaciones, de todos modos. Para alojarse, yo recomiendo encarecidamente los Bed&Breakfast. Hay algunos que son incluso casas que no tienes que compartir con nadie. Si buscas un hotel, los Bancotel y el Weekend Plan tienen algunos en Bélgica. El Ibis de la Gare du Midi tiene fama de ser confortable y barato, y si para el fin de semana quieres soltarte un poco el pelo, en la zona Europea los hoteles bajan muchísimo de precio porque no hay nadie. Eso sí, por las noches hay que volver en taxi y es especialmente solitaria. El resto del sistema de transporte está muy bien explicado aquí y conviene recordar que los Noctis (Búhos o Nitbuses) sólo funcionan hasta las 3.00.
Vete de clubbing
El clubbing en Bruselas es, quizá, una de las partes más complicadas del asunto. Me acabo de enterar de que mi fiesta preferida de todos los tiempos, la Next Party se ha acabado, pese a que era una de las mejores que podías encontrar un sábado al mes, celebrada en una antigua refinería de cerveza. Sin embargo, la fiesta de público indie gay más famosa de Amberes, Los Niños del Parque, se ha trasladado desde la ciudad norteña hasta la capital, y ahora se celebra en uno de los barcos del canal de Bruselas. Aquí te podrás encontrar de todo, pero conviene avisar que es una fiesta bastante electrónica y experimental, con algunos ramalazos de pop concentrado. Es fácil encontrarse a Big Willy (el organizador) por los bares de Bruselas y Amberes repartiendo flyers, pero sólo te los dará si realmente tienes pinta de moderno, es un tipo peculiar. Para este tipo de fiestas, conviene hacerse con cualquier guía local gratuita y buscar la sección Holebi (Homosexual Lesbian Bisexual). Cualquier noche conviene visitar Chez Maman (de verdad, es un local mítico), donde hay actuaciones de drag queens y travestis, pero en plan bien, que se suben a la barra a cantar. El plato grande es Maman, la dueña, y su Bonne Soireé, Goedenavond, Good evening que dice cuando actúa por primera vez. Es difícil de encontrar y ¡atención! porque hay que llamar a la puerta para entrar. Si lo que quieres es una cervecita o una copa tranquila a primera hora, lo mejor es pasarse por el Café Central y sus aledaños, todos con un rollo modernuqui y buena música. Para el que quiera una música un poco más electrónica pero en plan comercial o incluso algo de house algunas noches, tienen el Dirty Dancing, que es también menos gay. Eso sí, tienen un dresscode súper estricto y los puertas son medio bobos y cambian las reglas de entrada a su antojo, pero el sitio merece la pena. Para los domingos, a partir de las 20 se celebra un Tea Dance en You. Allí suele haber petardeo del clásico, como el que había en el antiguo Shangay Tea Dance y acaban prontito, a la una. Suele estar bastante concurrido, aunque últimamente no paraba de haber fiestas de mensajes, que están excesivamente trilladas ya. Cuando salgas de cualquier local, busca un puesto de fritos y hazte belga por un rato: adoran las patatas fritas. Así que pídete un buen cucurucho con bien de mahonesa por encima, que tanta grasa ayuda a que al día siguiente, la resaca sea mucho menor. Mencionaré que estas fiestas son sólo recomendaciones. Tenéis una amplia selección de todos los estilos de fiestas que se os ocurran en la sección ‘Clubbing’ de Agenda.be.
Y el resto de Bélgica…
Como Bélgica es pequeño, una vez que lo visitas es una pena no pasearse por el resto de sus ciudades. Aquí se desgranan las que creemos que son más interesantes, aunque pertenecen todas a Flandes. En principio, es la parte más bonita de visitar, ya que la zona valona, excepto Lieja, deja un poquito que desear, y sus ciudades son mucho más feas y -definitivamente- mucho menos conocidas.
Para salir, después de que Los Niños del Parque se mudase a Bruselas y el Fanklub cerrase (qué cantidad de disgustos me estoy llevando al escribir esta entrada, en serio), nos quedan otras opciones, como por ejemplo el Café d’Anvers, el Café Capital (en el centro del Stadspark, abierto por la noche) y otros lugares que no son tan interesantes pero que son de obligada visita, como el Hessenhuis (muy bonito pero musicalmente muy desaprovechado) y el Red&Blue, que de vez en cuando tiene alguna fiesta interesante. Atención porque en este último hay que hacerse socio para entrar por primera vez, y te darán una tarjeta magnética a modo de carnet después de hacerte una foto vía webcam. Nos os preocupéis, porque todo esto merece la pena cuando entras y ves que cientos de holandeses guapos, sobre todo provenientes de Rotterdam y Maastricht pueblan este club.
BRUJAS: No te puedes ir de Bélgica sin visitar esta archiconocida ciudad, ni sin darte una vuelta en barca por sus canales (sí, es muy turístico, pero es indispensable). Es cierto que está llena de turistas, pero merece la pena subir todos los escalones de la torre del Ayuntamiento para ver el mar. En calidad de salir y tal, no os puedo recomendar nada. Sé que hay sitios, pero la mayoría cierran pronto y desde allí es prácticamente imposible volver a partir de las 0.00, algo que se repite en toda Bélgica. Si salís por otra ciudad, diferente a donde os alojáis, tened muy claro que tendréis que volver en el primer tren, a la mañana siguiente. Eso sí, merece la pena. LOVAINA: Quizá se trate de la ciudad estudiantil por antonomasia de Bélgica, y esto se deja notar en septiembre, al empezar el curso. El ambiente juvenil, los cientos de bicicletas que surcan las calles y las terrazas de sus cafés son un gran aliciente para todos los estudiantes. Hay muchas cosas que ver, aunque sea una ciudad pequeña. El Gran Beaterio, La Iglesia de San Pedro, el Ayuntamiento y sus cientos de estatuas, de construcción flamígera pura son, junto con el Colegio Van Dale, la facultad de arquitectura, la biblioteca central y el Oude Markt (destruido completamente tras la Segunda Guerra Mundial y restaurado con exactitud después) los puntos fuertes de la ciudad. Por su carácter joven, no puedes dejar de salir por el Oude Markt o por alguna de sus magníficas fiestas, en la que destaca la abiertamente indie Phenomena, que se realiza mensualmente en el Rumba&Co. Importante también disfrutar de la que quizás sea la mejor mousse de chocolate que hayas probado jamás en el restaurante del Bed&Breakfast Dewerf. ¡ATENCIÓN! No confundáis esta ciudad con Louvain-la-neuve, que es otra diferente. Esta se llama Leuven o Louvain a secas.Y por supuesto… la cerveza
No podemos dejar esta oportunidad sin dedicarle un capítulo a la cerveza que se bebe en Bélgica, uno de los países con mayor tradición en este campo. Además de la Stella Artois, la que es quizá más conocida en este mundillo, hay que recomendar tres: Kriek Liendemans (cerveza de sabores, entre los que destaca el de cereza), la Hoegaarden y la Duvel, que es una de las más fuertes que se venden. En casi cualquier local tendrán una carta de cervezas extensísima, y es interesante ver cómo todas te las ponen en su correspondiente vaso o copa, que son siempre diferentes. Intenta probarlas todas: es barato y merece la pena.
¡Pero es que no conozco el idioma!
No te preocupes. La lucha entre el francés y el flamenco se queda para los oriundos. Allí, casi cualquiera en cualquier sitio, te hablará en inglés sin despeinarse. Incluso la persona de la que estés seguro que no hablará inglés, lo hace. O al menos se esfuerza.