En teoría, y más para alguien que ha tenido la oportunidad de sentarse a hablar con medio Hollywood y parte del extranjero, lo natural sería pensar que el hecho de tener cara a cara a una mindundi como Paris Hilton no debería suponer ningún problema. Y digo bien, en teoría, ya que como nunca he creído que Paris sea un personaje que debamos tomarnos a risa, tenía mucho miedo de que esta particular idealización se fuera a la mierda en tan sólo unos minutos de conversación. Lo reconozco, me gusta su primer disco, me divierten sus apariciones públicas, su falta de bragas me parece arte moderno y su total falta de vergüenza para mofarse de sí misma la siento como una manifestación exclusivamente inherente a personas que gozan de una inteligencia superior a la media. Y es que la ironía es un arma al alcance de muy pocos. Pero vamos, que al final por culpa de unos condones y unos enfados, la charla privada que tenía prevista se tornó en una rueda de prensa llena de perlitas. Vamos, que no tuve ocasión de preguntar todo lo que me habría gustado. A pesar de todo, y tras su movidita primera visita a Madrid para promocionar la red social Keteke.com, tengo la respuesta a la pregunta que todos nos hemos formulado alguna vez. ¿De verdad es Paris Hilton tan tonta como parece?
Pues a riesgo de ganarme una colleja, la respuesta es no. Paris es lista, muy lista, lo suficiente como para que después de haber tenido esperando a los periodistas más de dos horas todo el mundo haya salido encantado con la chica. Un milagro que hoy por hoy no consigue ni el mismísimo Leonardo DiCaprio, que sufrió un motín en su última visita a Madrid por comparecer con bastante retrasillo ante los plumillas de pro de este país. Sólo los famosos inteligentes hacen lo imposible por tener a la prensa de su lado, y la Hilton, que nos mareó toda la mañana con exigencias de diva tipo «que nadie me toque» o «que nadie me hable alto porque me agobio», al final nos metió en su bolsillo con un gesto tan absurdo como contestar mirando a los ojos. Porque creedme, de famosos que pidan absurdeces está el mundo lleno, pero lo del contacto visual es algo que ya no se lleva para nada. Pero oye, para que no digáis que nos conformamos con cualquier carantoña, apoyemos esta información analizando alguna de sus respuestas.
«Vivo en Los Ángeles y allí hay un montón de paparazzi siguiéndome a todas horas. Si quieres ser una celebrity tienes que aceptar este juego, así que no me voy a quejar ahora de ellos».
¿Cuántas famosas son tan coherentes como para reconocer que les encanta tener a los fotógrafos todo el día detrás?
«No me arrepiento de nada del pasado. Soy una buena persona, mi familia y amigos saben que tengo un gran corazón y que me preocupo mucho por los demás. Los que piensen que soy superficial se equivocan».
Vamos, que no borraría de su currículum ni el vídeo porno que la catapultó a la fama. ¿Cuántos grandes de hoy están orgullosos de su pasado? ¿Acaso estaría Alberto Comesaña dispuesto a volver a Semen Up, Alaska a cantar ‘A quién le importa’, Marta Sánchez a posar desnuda en Interviú, Nicole Kidman a protagonizar ‘Los Bicivoladores 2’ o Robbie Williams a salir de gira con los Take That, por poner sólo algunos ejemplos? ¿Lo harían?
«Me encantaría ser madre, pero ahora estoy centrada en mi trabajo y con mis horarios sería totalmente irresponsable traer a alguien al mundo».
¿Britney, lo has oído?
«Hay muchas rubias tontas por el mundo, pero yo soy la prueba de que no todas somos así. En la serie The Simple Life interpretaba un papel. Yo trabajo muy duro. Me gusta que me vean como actriz y cantante, pero sobre todo como una marca y una mujer de negocios. Estoy trabajando para crear mi imperio, es un objetivo empresarial y eso es lo que más me importa en este mundo».
Y tiene toda la razón. Tamará Falcó no es rubia y ahí la tenemos… La hija de la Preysler, a pesar de ser también una rica heredera, no ha rentabilizado su privilegiada situación ni el 90 por ciento de lo que lo ha hecho Paris. No nos equivoquemos, Paris sigue fiel al espíritu Hilton de amasar fortunas. Ella hace valer su apellido, sólo que como empresaria con visión se ha adelantado a su tiempo y, en lugar de dedicarse a los hoteles, ha preferido liderar el mercado del futuro: hacer de tu nombre una marca. El mejor ejemplo lo tenemos en los perfumes… Todos, desde Mariah Carey a Aída Nizar, pasando por Bisbal, Banderas y Joaquín Cortés, tienen una colonia propia y suelen ser las más vendidas de las tiendas. Apliquemos eso a cualquier producto de consumo…
«Para superar la crisis económica que estamos teniendo aconsejo no gastar dinero en artículos que no necesitamos de verdad».
Y lo dijo después de afirmar que lo último que se había comprado era un coche Bentley de color rosa. Alguien le señaló que estaba siendo incoherente, que para qué necesitaba ella un coche nuevo.
«Bueno, he trabajado mucho este año y simplemente quería darme un capricho. Es el coche de la Barbie y lo he querido desde que era niña».
Toma respuesta. El que tiene dinero se lo gasta, así que basta ya de doble moral. Cada uno hace lo que quiere con su fortuna. Ella por lo menos tiene el valor de reconocerlo. ¿Alguien le dice a la Reina de España que dé su fortuna en lugar de pedir al ciudadano anónimo unas monedas para Cruz Roja? ¿O quién es el guapo que no se gasta la paga extra en algo totalmente innecesario? ¿Tú? Vamos, qué valor…
«Mi próximo disco está muy inspirado en la música de Kylie Minogue. Admiro a esa mujer».
La pregunta, realizada por nuestros amigos de El Cliché, tiene miga. Que una americana conozca a la Minogue es señal de buen gusto. Que la tome como inspiración en lugar de a Beyoncé o Rihanna, una decisión inteligente. Y aquí sí que estoy siendo soy totalmente subjetivo.
Larga vida a Paris, esa Madonna del siglo que viene que en JNSP siempre hemos defendido. ¿Stars Are Blind?. Nosotros no.