[Rec] 2

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[Rec] 2

rec2-posterEl cine español, porque mal que les pese a algunos aquí también hacemos cine, tenía una asignatura pendiente: las segundas partes. El mito maldito del celuloide, la temida continuación, nunca ha tenido buenas críticas, aunque como bien decía Kevin Williamson en boca de un personaje en ‘Scream 2’, en la Historia son varias las que se han salvado de la quema. Títulos como ‘El Padrino 2’, ‘El Imperio Contraataca’ o ‘Aliens’ superan a la original y eso es indiscutible. Pero por estos lares todavía teníamos clavada ésa espina, ya que si hacemos memoria, en nuestro país las secuelas se han limitado a aprovechar cuanto antes un éxito de taquilla (todos lo hacen, tampoco es un reproche) en lugar de preocuparse por dar una continuación artísticamente digna a un producto que ha calado. La lista de decepciones y desatinos es larga: ‘La familia y uno más’, ‘El Lute 2: mañana seré libre’, ‘Solo quiero caminar’, ‘Perros callejeros II: Busca y captura’, ‘El Pico 2’, ‘Semos peligrosos (useáse Makinavaja 2)’, ‘Torrente 2 Misión en Marbella’… ¿Seguimos? Pues sí, ya que con ‘[Rec] 2’ ha llegado por fin la excepción que confirma la regla.


Que en JNSP somos fans del universo zombie tampoco es ningún secreto. Entre nuestras películas favoritas se encuentra en puesto de honor ‘Shaun of the Dead’ (traducida en España como ‘Zombies Party’) y uno de nuestros festivales fetiches es el Primavera Sound. Creo que esto lo dice todo. Así que con razón lo pasamos tan mal, en el mejor sentido de la palabra, con la primera parte de ‘Rec’, que llegó a provocar la noche que la vimos ataques de ansiedad y nos tuvo durante meses impidiéndonos subir a ninguna casa si no había luz en el portal. Somos así de excesivos, qué le vamos a hacer. Sin duda ayudó a alimentar nuestra particular obsesión, y mucho, el impagable factor sorpresa del filme, el mismo que Paco Plaza y Jaume Balagueró no podían utilizar para su secuela y que, afortunadamente, les ha obligado a exprimirse la cabeza lo suficiente como para ofrecernos una impredecible vuelta de tuerca al género que, si te la crees, te hará disfrutar tanto o más que la anterior. Que las cámaras en primera persona y los vecinos con la cara sangrienta ya no eran suficientes. Por eso sólo os voy a decir que, en cierto modo, Enjuto Mojamuto también mentía.

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Aunque la verdadera inteligencia de esta segunda parte radica, más que en su giro de guión, en que sin repetir fórmulas anteriores no traiciona para nada el espíritu de la original. Vale que en lugar de bomberos hay G.E.O., y que en lugar de una periodista profesional obsesionada con grabarlo todo (joder) los que informan son un grupo de chavales fans del fenómeno ‘Callejeros’. Pero sólo son distintos personajes en un mismo escenario. Lo importante es aquello que les hace reaccionar y actuar como lo hacen. El por qué detrás de ese infierno vecinal. Descubrir que el viento que se aleja del universo George A. Romero lo hace, no por capricho, sino para soplar con más fuerza en la cara de William Friedkin. ¡Zas, en toda la boca!

Y escalón arriba, escalón abajo, la película se va terminando. Es entonces cuando te asustas al comprobar que a lo largo del metraje el miedo irracional ha compartido espacio con la carcajada y que tampoco te ha importado. Que ni siquiera te ha dado vergüenza aplaudir, sobre todo cuando (esto no es ningún spoiler) Manuela Velasco, algo así como la Teniente Ripley del cine patrio, hace su aparición estelar. Que ese final pensado para una tercera parte, lejos de molestarte, te gusta por irracional y porque abre la puerta a más diversión en el futuro. Pero sobre todo, y esto sí que es del género fantástico, que por una vez has pagado una entrada y nadie te ha tomado el pelo. Suspiros de España. Y olé. 8,5

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