El género musical goza de una vida irregular en la Gran Vía de Madrid. Desde que a finales de los 90 se decidiera, con atino, convertir la calle en el Broadway español, son muchos los montajes que han pasado por allí con más éxito de público que de critica. ‘El Hombre de la Mancha’, con Paloma San Basilio y José Sacristán, que casi inauguraron esta tendencia, ‘La Bella y la Bestia’, ‘Rent’, ‘Grease’, ‘El Fantasma de la ópera’, ‘Mamma Mia’ o el ‘Jeckyll & Hyde’ de Raphael… todos demostraron que el principal problema del teatro anglosajón traducido es que juega con la desventaja de que el espectador conoce las canciones previamente y el cambio de idioma chirría. Aunque insistimos, la venta de entradas normalmente ha sido buena, más por formar parte de otra oferta turística de los que en autobús llegan a visitar la ciudad que otra cosa. Claro, que mejor esto de adaptar que no ponerse a crear desde cero cosas como ‘Hoy no me puedo levantar’, ejemplo de cómo aquí, por muy rentable que haya resultado la idea, todavía tenemos mucho que aprender en lo que a grandes montajes se refiere. Hay que trabajar más el guión, señores, que en el fondo no somos tan tontos. Ahora se estrena ‘Chicago’, precedido por la casi insuperable calidad de su versión cinematográfica, a ver si nos pueden hacer olvidar a Catherine Zeta Jones en el papel que le valió el Oscar. Ángels Gonyalons, en el montaje que hubo en la capital en 1999, no tuvo este problema.
Por si no habéis vivido en la Tierra últimamente, la obra está ambientada en medio de la extravagante decadencia de los años 20 tomando una historia real como referencia. En ella se cuenta la historia de Roxie Hart, ama de casa y bailarina de un club nocturno, que asesina con malicia a su amante cuando él amenaza con abandonarla. Desesperada por evitar la condena, Roxie engaña al público, a los medios de comunicación y a su compañera de celda y rival, Velma Kelly. Incluso contrata al abogado más famoso de la ciudad de Chicago, Billy Flynn, que convertirá su premeditado crimen en una cortina de humo de titulares sensacionalistas que guardan cierto paralelismo con el mundo de los medios de comunicación actuales en los que hasta el más tonto puede convertirse en estrella.
Para el reparto español se ha escogido a Natalia Millán como Velma Kelly, actriz curtida en esto desde que protagonizó ‘Cabaret’ hace no mucho en otro teatro madrileño. Se le notan las tablas en el escenario, canta muy bien y se mueve algo peor, aunque supongo que es más por culpa de no haber realizado las suficientes funciones como para bailar de forma natural. Su compañero de entonces, Manuel Bandera, también se deja caer en esta ocasión para dar vida, en un tono mucho menos amanerado que Richard Gere, a Billy Flynn. El señor, su dentadura perfecta y su planta pegan al personaje, aunque cuando habla la caga un poco, pero es en números como ‘Lo que importa es el amor’ donde demuestra que su elección ha sido la acertada. No tanto la de la argentina Marcela Paoli, cuya comicidad roza el histrionismo de una estrella de varietés antigua que sólo funciona en el número de las marionetas.
En resumen el espectáculo funciona, claro que con esta partitura lo tenían demasiado fácil. La adaptación de las letras es bastante fidedigna, el cuerpo de bailarines (no así su estética), cumple con el papel que se espera, la sencillez de la puesta en escena esconde un trabajo complejo, y la idea de poner la banda en un destacado lugar es acertada y honesta. Si seguimos por este camino, quién sabe lo que nos espera… 6