Nuestro agradecimiento por la buenísima foto a Miguel Pellitero, de su Flickr.
Ramos de flores, algunas jaulitas llenas de pequeñas bombillas, una gigantesca lona con más motivos florales de fondo y una iluminación tenue eran suficiente puesta en escena para dar ambiente al pop gótico de Florence Welch y su máquina, en una sala Heineken absolutamente abarrotada, bien caldeada por el indie rock atmosférico de Sian Alice Group (que, lamentablemente, no llegamos a tiempo de ver) y algo más de media hora de espera adicional que nos regaló la joven pelirroja, que arrancó su set enlazando ‘Howl’ y ‘Kiss With A Fist‘ (sacándosela pronto de encima) con ‘Hurricane Drunk’ (para mí su corte más blando y convencional) y ‘My Boy Builds Coffins’. Con ellos sí pudo mostrar su portentoso chorro de voz, pero un sonido inicial bastante pobre conseguía que el griterío generalizado del público, capitalizado por guiris con pocos escrúpulos ante el precio de la priva y avezados lectores postadolescentes de revistas de tendencias (dicho esto sin ninguna acritud, lo juro), eliminara cualquier posibilidad de percibir los matices que presumiblemente ofrecían el giganteso arpa de pie de Tom Monger y la guitarra de Robert Ackroyd.
Florence, que comenzó un tanto anquilosada con estudiadas poses de artistona, fue poco a poco soltándose y encontrándose más cómoda, merced a la entrega del respetable que cantaba casi cada canción de pe a pa y a la paulatina mejora del sonido que, aun sin sacar brillo a los arreglos de la competente banda, al menos sí consiguió que ‘Between Two Lungs’ o ‘Hardest Of Hearts’ dieran la misma medida (o quizá más) que en disco, con unas subidas de intensidad realmente impresionantes merced, especialmente, a la batería de Chris Hayden. En la segunda mitad del set, que incluyó prácticamente ‘Lungs‘ al completo, ya sí encontramos a una Florence totalmente entregada, una verdadera y carismática entertainer que saltando de un lado a otro y a golpe de melena (guás, guás) consiguió enardecer del todo al público con ‘Drumming Song‘ y emocionar con temas aparentemente más inofensivos como ‘Cosmic Love’ y, sobre todo, ‘Blinding’. Ya con el último tema pre-bis, ‘Dogs Days Are Over‘, logró hacer saltar a toda la sala, literalmente.
Reservó para el postre dos de sus temas más celebrados, ‘You Got The Love‘ y ‘Rabbit Heart (Raise It Up)’, pero la vocalista parecía ya un poco desfondada, y pese al ímpetu del personal no resultaron todo lo épicas que cabía esperar. En fin, con algún borrón, el recital de Florence + The Machine resultó realmente divertido y a menudo daba la sensación de que la sala Heineken se quedaba pequeña para su pop expansivo. No me extrañaría en absoluto ver a Florence haciendo un Palacio de los Deportes o un Sant Jordi en dos o tres años. Para nada. 7