Varios pueden ser los motivos que nos lleven a ver la primera película de Óscar Santos. Por un lado una Belén Rueda que se prodiga poco en la cartelera y de la que últimamente apenas hemos podido contemplar un cameo en ‘Spanish Movie‘, en un papel secundario; por otro la aparición estelar de Eduardo Noriega o el galán más deseado por el mundo femenino y que esperemos no se convierta en el relevo de Arturo Fernández. Y por último que estemos hablando de una producción del niño mimado, para nada en sentido peyorativo, del cine español Alejandro Amenábar.
‘El mal ajeno’ habla del día a día de Diego, un médico que se encuentra inmerso en el drama de tratar a pacientes en la Unidad de Dolor de un hospital. A medida que transcurre el tiempo el dolor ajeno inmuniza a Diego de la tortura diaria, hasta que su vida se ve amenazada por el familiar de uno de sus pacientes que le culpabiliza de todos sus males. Es a partir de este instante cuando las situaciones más dramáticas se mezclan con un componente fantástico y pequeñas dosis de humor. Memorables son los momentos de la exploración de la próstata del padre de Diego o las visitas a uno de sus pacientes que ha perdido una pierna.
El guión de Daniel Sánchez Arevalo (‘Azuloscurocasinegro‘ y ‘Gordos‘), sobre las dificultades de pareja de un padre cuarentón y la responsabilidad de tener una hija en edad adolescente, tiene algunas similitudes con la filmografía de Night Shyamalan, en particular con ‘El protegido’. En el camino, la película cuenta con varios aciertos, desarrollados con sus peros: Belén Rueda tiene un personaje prometedor que se desinfla a medida que transcurre el metraje, Eduardo Noriega está más o menos creíble a pesar del factor edad, la fotografía es solvente aunque esté demasiado visto el uso de tonos azul-verdoso-casi-negro… A pesar de todo, una historia en la que se sabe pasar de la sonrisa a las lágrimas con facilidad, con un final resuelto con cierta destreza. 5,5.