TV-3 dedicó ayer su espacio ’30 Minuts’ a analizar la situación de la SGAE, esa que lleva la institución constantemente a la portada de Menéame, empuja a 200.000 personas a apuntarse a grupos de Facebook tipo «ya no canto en la ducha ni silbo por la calle porque tengo miedo de la SGAE» o la que la ha proclamado recientemente la institución más odiada de España por encima de Hacienda. El documental lo podéis ver online.
El reportaje ‘Històries de la SGAE’, realizado por Santiago Torres y Ramon Vallès, ha podido llegar a Pablo Hernández Arroyo, subdirector de la Sociedad General de Autores y Editores, para retratarle hablando de la «profunda tristeza y pena» que siente de saber esta institución, que trabaja en relación a las artes, y por tanto debería transmitir «emociones y respeto», tan rechazada. Es interesante la recopilación de los datos recogidos por este programa. Vemos a Víctor Manuel asegurando que en España las bolsas de recaudación de la SGAE recopilan mucho menos dinero que las equivalentes en Italia, Alemania o Francia; y por otro se nos recuerda que la SGAE se lleva un 10% de la taquilla de cada concierto, cuando este porcentaje oscila entre un 2% y un 5% en otros países europeos.
El reportaje recuerda algunos de los momentos más casposos de la historia de los derechos de autor, como la grabación con cámara oculta por parte de la SGAE de locales en los que hay una televisión o una radio sin que se pague nada por la música que suena en ellos. En ese sentido, se retrata además un caso muy interesante a través del cual un restaurante denunció a la SGAE por grabar una boda con cámara oculta, y se llegó a condenar a esta al pago de 60.000 euros, si bien finalmente se desestimó la sentencia porque la institución no cuenta con «los vídeos grabados catalogados». En el otro extremo, miembros de la institución o el gobierno recuerdan muy pacíficamente que la música no tiene por qué ser gratis, ya que es un bien como otro cualquiera. Si el pan no es gratis, no tiene por qué serlo la música, añadiríamos nosotros.
El caso de la peluquería de L’Hospitalet que instaba a sus clientes a llevar la música puesta, o el de los Stormy Mondays, que decidieron borrarse de la SGAE y se llevaron un poco de promoción gratis en el camino, también aparecen en el documental, que también cuestiona las prácticas monopolísticas, las investigaciones de la Comisión Nacional de la Competencia, los bares que sólo pinchan música Creative Commons o nos obsequia, como curiosidad, con el programa El Mánager realizado por Derivart para detectar si una canción pertenece a la SGAE o no.
‘Històries de la SGAE’ se cierra refiriéndose al caso de la tienda Traxtore, a la que la SGAE reclama pasta por el canon de sus productos, que cuenta con su propio portal de información y que ha llegado a Luxemburgo este mes de marzo. La redacción parece enviar el mensaje de que de esta sentencia dependerá el futuro y la imagen de esta institución, aunque es inevitable pensar que, al margen de esto, el futuro esté en una institución que sepa venderse mejor y en una sociedad que, en su consecuencia, comprenda mejor cuál es su cometido.