Fernando Alfaro acaba de publicar ‘La vida es extraña y rara’, uno de los mejores discos de su carrera, el mejor regreso que podía tener después de varios años de retiro obligado. El año pasado hablamos con él por teléfono sobre la preparación de este álbum y ahora que ya todo el mundo puede escucharlo, le preguntamos por el resultado en un bar frente a las oficinas de su propio sello, Marxophone, esa especie de cooperativa compartida con Nacho Vegas y Refree, que cuenta con la ayuda de la promotora I’m An Artist.
Veo la producción de Refree muy contenida en este disco, para lo que suele hacer con otros artistas. Evidentemente este es un disco muy tuyo, pero me pregunto si has tenido que contener a Raül en la producción.
No realmente. Él me conoce, conoce mi música hace mucho tiempo, no podía ser igual que otras producciones que hace más delicadas, que necesitaban más arreglos, con un tono más monocorde, digamos. Hablamos mucho antes del disco. Cuando hablé con él al principio, tenía el brazo roto, escayolado hasta el codo y no podíamos hacer otra cosa que hablar. Podía haberme no hecho ni caso y llevarse el disco a un terreno. Estaba preparado para la lucha pero hubo mucho más entendimiento del que me esperaba. No he tenido que contener ningún impulso, más bien al revés. Tanto yo como él o el ingeniero de sonido hemos estado en esto como un astronauta: si alguien te critica es problemático. Llegamos a sitios que compartíamos.
¿Qué tipo de cosas concretasteis mientras tenías el brazo escayolado?
La visión general del disco, la génesis de las canciones. Por circunstancias, había compuesto sin otra cosa que la voz y en un momento posterior, la base armónica. Nunca lo había hecho así, fue así porque estaba conduciendo o en un hotel o por la calle y volvía varias veces a la canción en cuestión. La trabajaba mentalmente, como el ‘Himno del caminante kamizake’, que es una marcha de un caminante que no sabe muy bien adónde se dirige y la escribí porque tenía que caminar a menudo a un sitio que estaba lejos. Otra de las cosas que hablábamos era el plano de la voz, la melodía era muy importante y también las letras. Si siempre han sido importantes, esta vez quería que fueran más claras para que se vieran los claroscuros. También quería un carácter acústico para guitarras y batería y a la vez más natural, con referencias al pop más clásico. No quería que el disco sonara a determinados momentos históricos de la música pop. Quería que todos los extremos de las letras estuvieran en la producción. En cuanto a las guitarras, hay acústicas o con muchos efectos y eso genera una tensión importante para el disco. Quería que cada canción tuviera su carácter. Tenía canciones que eran distintas entre sí y los arreglos ya lo eran en su forma primitiva, pero quería que estuvieran subrayados.
¿Por qué querías que cada canción tuviera un carácter tan personal? ¿Buscabas que no hubiera relleno?
Yo he intentado siempre hacer discos así. He tenido suerte de ser, lo que suelen decir, prolífico, siempre me han salido muchas canciones. En este caso también. A la hora de elegirlas, tuve en cuenta que completaran una especie de puzzle, que fueran como todas las caras, lo que ha sido mi vida en los últimos tiempos. Todo lo que he grabado es una selección de canciones. Esta vez, para distinguir de discos anteriores, quería que me dijera Raül si era uno de mis mejores discos o si no, no quería grabar. Yo estaba demasiado dentro para saberlo. Había tocado algunas y veía que a la gente le gustaban, pero quería asegurarme. Cuando me pude curar y enseñárselas, me fue empujando para que lo hiciéramos.
Aunque en tu discografía hay temas con arreglos muy diferentes, en este disco es divertido imaginar qué ha añadido Raül. Por ejemplo, ‘Hijo de perra’ empieza como una canción con tu sonido de siempre, pero de repente se transforma. ¿Esos arreglos los metiste tú?
Los metales son como de Tequila clásico, y fue idea mía meterlos.
¿Y el piano de ‘Camisa hawaiana de fuerza’?
El piano es de los cortes calypso que arregló Raül.
Uno de los temas dice un festivo «Enterradme con dinero» que resulta patético, en contradicción con los arreglos que suenan, que son muy bonitos, ¿cómo surgió este tema, ‘El último crooner santo’?
Los metales los metió Raül. Toda la estructura, la melodía ya era de la canción. Los coros son a medias. Íbamos haciendo cosas, construyendo.
Esta canción, que tiene un punto muy años 50, ¿es de las últimas que compusiste o de las primeras? Parece de las más de «pop clásico» que comentabas.
Es de las últimas, si no se hubiera retrasado el disco, no habría entrado y sí, es un ejemplo de lo que te decía. Quería que sonara pop con ese tipo de arreglos atemporales.
‘Teléfono de los atropellados’, una de las que tocas hace más tiempo, es de las que tiene más detalles, ¿ha cambiado mucho respecto a la maqueta?
Si es que maquetas no hubo. No he hecho maquetas previas en los últimos discos. No me apetecía obligarme a grabar dos veces una canción. Me da mucha rabia. La sensación de urgencia de darla a conocer por primera vez la pierdes, se convierte en algo programado.
¿Entonces las ensayas en casa sin más hasta llegar al estudio?
Sí, las toco en casa, las toco en directo, las mezclo con antiguas, a veces inconscientemente, no para quedarte con la peña, sino que hay una conexión que te hace tocarlas seguidas una después de la otra.
¿Y las letras las escribes en papel? ¿O se te olvidan?
Sí, con las letras sí que escribo.
‘Los héroes podridos’ contiene una mención a los mineros de Chile, ¿eres de los que terminó harto de su exposición mediática?
¿Del culebrón? No quiero entrar a criticar algo que no conozco de primerísima mano. Pero cuando salieron, no querían hablar y era, claro, para vender la exclusiva. Están en su derecho, es la cultura del espectáculo. En la canción quería hablar de la tendencia de los seres humanos a idealizar a los demás, a convertirlos en héroes cuando en realidad la canción va de los miserables. Hay un guiño a ‘Golden Brown’ una canción de los Stranglers, que a su vez tienen una canción llamada ‘No More Heroes’ que habla sobre prácticamente lo mismo. La tendencia a idealizar habla sobre la condición humana. Y la canción también menciona al profesor Neira, que también sufrió un proceso parecido de mitificación y luego cayó en desgracia absoluta. Pero no me gusta criticar, porque termino poniéndome bajo el foco. Yo también me reflejo como ser humano en esa vorágine.
El disco se abre con ‘Extintor de infiernos’, ¿te parece una canción clave en este disco?
Sí, por eso está puesta la primera. En un momento determinado estuve inclinado a llamar así al disco, aunque hace tiempo que decidí que se llama como se llama. Es una canción que en una secuencia clásica, iría la última, pero dice mucho sobre la concepción de la portada, con un tipo que no se sabe si está cayendo o ascendiendo. Es un rollo circular y paradójico. La clave del disco es una paradoja, como ‘Camisa hawaina de fuerza’, desde su propio título. Esta canción fue el momento fundacional del disco, la primera o segunda que hice. Podría ser un adelanto, un single póstumo para el disco.
Siempre has hablado de la muerte, pero no sé si en este disco más que en los demás. La primera canción habla sobre la muerte y el disco se cierra con una frase abrumadora sobre lo mismo. ¿Te parece que este es tu disco que más habla sobre la muerte?
No lo sé, no sabría decir, lo tendría que analizar bien. Yo sé que hablo de la muerte, pero también hablo del amor. Una cosa es imposible sin la otra. Si no existiera la muerte, no seríamos capaces de enamorarnos. A eso me refería con los contrastes. El amor tiene una especie de esencia efímera. El amor es para evitar la muerte. Yo hago canciones para evitar la muerte… diaria. Son actos de rebeldía contra la muerte. Primero porque aunque estés en el momento que estés, si estás sacando fuera un momento difícil, ya es un acto optimista coger la guitarra y hacer algo. El puro hecho de buscar que quede para la posteridad. Yo me considero un optimista.
Algo optimista serás si no ves en la portada alguien cayendo claramente.
(se ríe) Cuando abres el disco, se ve como un torbellino con una tonalidad celeste y el personaje se ve envuelto como en algo más de luz. Queríamos el punto de ambigüedad.
Has estado bastante tiempo retirado y después te rompiste el brazo dos veces. Te quería preguntar simplemente si ahora mismo estás bien, si eres feliz. Mucha gente que te sigue se lo pregunta.
Sí, si no, no habría podido hacer el disco y estar al pie del cañón. He pasado momentos muy, muy, muy complicados pero ahora por fin me he librado de muchos problemas graves personales. He tenido un cambio en mi vida radical, me he cambiado de ciudad, vivo con mi novia, que la conocí y a la semana me fui a vivir con ella. Bueno… siempre intentamos buscar el orden en nuestra vida y encontramos desorden. Pero el desorden también es necesario.
¿Quizá por haberlo pasado tan mal necesitabas hacer un disco que fuera perfecto, como comentabas antes?
Siempre me he exigido mucho, y a los que estaban a mi alrededor, y en este disco en concreto, por el tiempo que había pasado desde el último disco… Cada paso que he dado ha sido necesario, pero este disco para que fuera necesario tenía que ser muy buen disco.
Este disco lo firmas como Fernando Alfaro. ¿Te quedarás ya así? Es un poco rallante el asunto para la gente que tiene los discos ordenados alfabéticamente o está enganchada a Last.fm…
Supongo que sí. El otro día hablando con Joaquín Pascual, le decía Carlos Cuevas de Surfin Bichos: «has sido ex Travolta, ex Surfin Bichos… ¿ahora vas a ser ex Joaquín Pascual?». Ahora me siento cómodo y con más sensación de control.
Tampoco te veo muy convencido, me extraña que tengas tus dudas una vez que firmas un disco como Fernando Alfaro.
Nunca digo «de este agua no beberé».
¿Qué te ha parecido lo último que está haciendo Joaquín Pascual?
Me encanta, el primero que ha hecho solo es probablemente lo mejor que ha hecho. Y la última idea loca de girar con el disco antes de hacerlo me parece genial. No pude ir a verlo en Barcelona por una serie de circunstancias, pero tenía muchas ganas.
En todas las entrevistas que os hago os pregunto por el DVD del regreso de Surfin Bichos. He leído en otras entrevistas que tenéis problemas para editarlo, ¿por qué no usáis internet como herramienta de presión? ¿No eres muy usuario?
Sí, como herramienta me gusta, no como medio, no como fin. Procuro poner en un contexto las «ideologizaciones» cuando estamos hablando de las herramientas. Tampoco tengo gran capacidad de aglutinar… Me dedico a otras cosas, me dedico a estar escondido por ahí. Pero precisamente hemos estado hablando con la compañía esta mañana. Había un problema de comunicación, he hablado personalmente con ellos y yo creo que se va a arreglar.
¿Habrá vídeo? ¿Nunca te ha interesado mucho el tema, verdad?
Es algo que tenemos que ver. No, nunca he prestado atención, es que hago música, no vídeos. Me han parecido una herramienta promocional. He trabajado con gente en la que he confiado artísticamente y me ha dado buenos resultados, pero no es algo en lo que yo me haya volcado.
Finalmente, una de mis canciones favoritas del disco, ‘Un viaje largo, largo’, parece como inspirada en un tema popular o una melodía infantil, quizá por los coros, ¿es así?
Las partes que tienen una respuesta de una niña tienen un origen curioso. Mis hijas de 11 y 13 años iban al conservatorio a estudiar piano, y tenían que repetir patrones rítmicos de oído. Yo usaba esta melodía que formaba parte de la canción, la idea es que yo cantara y ella respondiera y finalmente creció como canción. Para mí tenía ese punto en el que en muy pocos segundos se cuenta la vida de una persona. Al final quería una voz muy infantil para la canción, así que cogí a otra cría, porque mis hijas ya tienen voz de chica.