Feist / Metals

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Feist / Metals

Suena tan romántico que casi parece el argumento de una tragicomedia hollywoodiense: Leslie Feist, tras mucho tiempo involucrada en múltiples proyectos musicales de modesto éxito más allá de medios especializados y público enterado, se da de bruces con un repentino pelotazo a nivel mundial gracias a una canción incluida en su tercer álbum en solitario, ‘The Reminder‘, y su vida da un vuelco. La propia Feist lo ha explicado en una interesante entrevista con Pitchfork al hablar sobre ‘1234’ (entre muchas otras cosas, canción del año 2007 para JNSP): «Se convirtió en una supernova, le salieron alas de ave fénix, se elevó por los aires y me llevó con ella». Comenzó así esa irrefrenable locura de apariciones estelares aquí y allá, anuncios televisivos, giras inacabables… hasta que la locura de amanecer cada día en una ciudad, repetir el mismo show una y otra vez, ‘1234’ una y otra vez, casi acaban con ella. Y tuvo que parar. Leslie se tomó un año sabático alejada de la música y, cuando pasó, se vio incapaz de coger una guitarra, y tuvo que darse otro año más, hasta que un día cogió su guitarra, apuntó algunas ideas y, en solo un par de meses, escribió todo este ‘Metals’. Realmente, debe de ser duro que se cumplan según qué sueños. Por todo eso Feist no se avergüenza en decir que ha hecho todo lo que ha podido para que no hubiera en ‘Metals‘ nada remotamente parecido a ‘1234’, canción que, paradójicamente, ni siquiera fue compuesta por ella (es obra de la cantautora Sally Seltmann). Esto, que es claramente un suicidio comercial, obedece a la necesidad de la artista canadiense de ser fiel a sí misma y encontrarse haciendo en cada momento lo que quiere hacer. ¿Acaso no es ese el sueño de cualquiera?

‘Metals’ fue grabado la pasada primavera en el Big Sur californiano junto a sus productores habituales Gonzales y Mocky en una casa aislada en las montañas, lo cual influye decisivamente en una ambientación que apuesta por la pureza y naturalidad del sonido. De modo que los ecos y la reverberación propios de grandes salas acabadas en maderas son casi tan protagonistas de estas canciones como lo son también las cuidadas intervenciones de vientos y cuerdas, de arreglos clásicos y discretos, que evitan la invasión total de la canción para aportar, a cambio, un aire soul y blues eminentemente clásico. Sentir en el pecho la cercanía de la increíble voz de Leslie, que pasa de lo dulce a lo amargo en solo un giro, percibir la pulsión de las cuerdas de las guitarras o el retumbar de las percusiones es algo usual en la discografía de Feist. Pero en ‘Metals’, lejos de ser puntual se convierte en su misma esencia.

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Así, el single de adelanto ‘How Come You Never Go There‘ se convierte en una perfecta representación del contenido de ‘Metals’: una canción rica en arreglos de piano (a cargo de Brian LeBarton, colaborador de Beck), coros y saxos, de inspiración soul pero sin caer en lo manido, con unas percusiones especialmente orgánicas, que abundan en palmadas y otros golpeos corporales. Con esa exquisita y confortable fórmula, Feist nos mece y balancea una y otra vez, como si fuéramos de vacaciones a esa cabaña en la montaña y ella quisiera ser la mejor anfitriona: ‘The Circle Married The Line’, ‘Bittersweet Melodies’, ‘The Bad In Each Other’, ‘Get It Wrong, Get It Right’ (glorioso final del álbum) e incluso ‘Graveyard’, con ese puente de vientos y cuerdas que conduce a una emotiva coda a capella, son un puro deleite por más que no nos muestren nada que no supiéramos ya.

Infiltrados en ese apacible marco también hay momentos abruptos e inesperados, aunque en ningún momento desentonen de la dulzura y delicadeza general. El más claro es ‘A Commotion’, marcada por la violenta irrupción de un grave coro masculino que grita el título de la canción, un recurso similar al usado en ‘Comfort Me’, esta vez con un coro femenino rompiendo la calma. Pero igualmente destacable es la profunda tristeza que transmite ‘Caught A Long Wind’ con su expresividad instrumental, semejante a la que alberga ‘Anti-pioneer’ y su ritmo marcial, con esa guitarra eléctrica capaz de dejarte helado. También hay espacio para el blues más puro y feroz, aunque contenido, en ‘Undiscovered First’, mientras que ‘Cicadas And Gulls’ es un sencillo y eficaz corte acústico.

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En cuanto al mensaje lanzado, Feist recurre a figuras y elementos tan naturales como lo es su sonido, mencionando continuamente animales, vientos del este, tormentas, montañas y horizontes. Pero no esconde más (ni menos) que las reflexiones que la han devuelto a la actividad tras su retiro, explicando que añorar el pasado puede hundirte y que solo podrás esquivar ese abismo pensando en el futuro. Los más perfectos ejemplos son ‘The Circle Marries The Line’ («Living in the past begins the ending first, all I want is a horizon line, get some clarity following signs») y ‘Anti-pioneer’, una premonitoria canción que solía tocar ya en 2007 pero nunca grabó («And for a year she was an anti-pioneer, singing sappy songs about what went wrong, two years before»).

Puede que haya quien elija obviar este álbum por esa falta de ambición de Feist (o como se llame esa ausencia de algo parecido a un single radiable), o considerarlo una anomalía en su discografía. Precisamente, son canciones como ‘So Sorry’, ‘Lonely Lonely’ o ‘The Water‘ de sus antiguos discos las que mejor han resistido el paso del tiempo y hoy conservan un mayor valor sentimental, por encima de ‘Mushaboom’, ‘My Moon My Man’ o ‘1234’. Por tanto, este nuevo álbum es una clara apuesta de Feist por la atemporalidad, y está creado para ser consumido con el cuidado y la atención que requieren las obras que perduran.

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Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘The Bad In Each Other’, ‘Caught A Long Wind’, ‘How Come You Never Go There’, ‘Comfort Me’.
Te gustará si te gustan: la Cat Power de ‘The Greatest’, Fleet Foxes, Joni Mitchell.
Escúchalo: web oficial.

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