Frente a todos esos que se quejan de que Javiera Mena no ha parado de dar conciertos este año por España –como si eso fuera algo malo-, la virtud de ofrecer el recital más perfecto posible. Ayer Mena volvió a Madrid para, dentro de la gira de Son Estrella Galicia, presentar en el Teatro Lara los temas que le han servido para ganarse, por lo menos, un espacio destacado dentro de nuestro iPhone (hoy sería sacrilegio hablar de cualquier otro dispositivo).
Con el patio de butacas y los palcos llenos, y vestida con una capa de riguroso negro, Javiera comenzó su concierto al teclado apostando por el tempo relajado de canciones como ‘Perlas’, ‘Un audífono tú, un audífono yo’, ‘Está en tus manos’ o ‘Esquemas juveniles’. Temas muy adecuados para introducir al público en el ambiente que se merecía el recinto en el que sonaron, a pesar de que las caras de los que allí estaban dejaban bastante claro que muchos habían acudido para escuchar el tecnopop de su segundo trabajo. Los que no, de momento, encantados con el repertorio.
Estática y fría al principio, Javiera poco a poco fue animándose con la incorporación del resto de la banda (teclado, bajo y batería) para seguir desgranando títulos de su primer disco como ‘Sol de invierno’ o ‘Como siempre soñé’, que calentaron el ambiente lo suficiente para preparar la llegada de ‘Primera estrella’, que ya con la capa quitada, coreó el público todavía pensando si levantarse o no de los asientos para bailar. Triunfó el no.
Este giro hacia la fiesta contenida siguió con ‘Hasta la verdad’ y, especialmente, ‘Cuando hablamos’, que con sus arreglos tropicales recordó por momentos lo bien que lo hemos pasado en algún concierto de Vampire Weekend. Claro que no fue éste el único déjà vu del concierto, ya que después de ‘Al siguiente nivel’, Javiera salió del escenario e hizo aparición La Flequi, una personaja que bailó vestida con chándal de lentejuelas y Converse de plataforma y que podría llegar a tener su gracia de no ser porque lo suyo ya lo inventaron La Menor y, sobre todo, las travestis de Fangoria. Pero oye, que a la gente le gustó lo suficiente como para decidir que era hora de levantarse del asiento y ponerse a bailar por mucho que lo que seguía era ‘La comida’, el bonus track de ‘Esquemas juveniles’, que la chilena cantó ya de vuelta vestida, esta vez, a juego con su nueva amiga.
Lo cierto es que con lo que quedaba por escuchar no habría hecho falta tanta lentejuela amarilla, ya que cuando suenan ‘Sufrir’, ‘El amanecer’, ‘Ahondar en ti’ o ‘Yo no te pido la luna’ sus fanes no necesitamos nada más. A ver de qué si no se pidió con insistencia un bis que comenzó con una versión acústica de ‘Acá entera’ dedicada a Carlos Díez, responsable de su vestuario; continuó con otra versión del ‘Oye papá, oye mama’ de Jeanette dedicada a Borja Prieto y a su mujer, que acababan de ser padres; y terminó con ‘Luz de piedra de Luna’.
Al salir del teatro, los comentarios eran unánimes y algunos se lanzaron a comprar las últimas 63 copias (así lo anunciaba un cartel) que quedaban de la edición en vinilo de ‘Mena‘. Por eso podríamos afirmar sin miedo que poca gente se había arrepentido de haber pagado una entrada. Y es que el buen sonido, su voz una vez que la calentó, la coherencia del espectáculo a pesar de La Flequi y la calidad del repertorio confirmaban que la evolución de Javiera sobre las tablas va por muy buen camino. Lo suficiente como para que no se haya ido todavía y estemos deseando que vuelva.