Primavera Club 2011: Madrid, miércoles

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Primavera Club 2011: Madrid, miércoles

Tras el aperitivo del martes, con Little Barrie y Charles Bradley en la sala Caracol, el San Miguel Primavera Club ha arrancado motores en Madrid en dos de las salas que presumiblemente tienen mejor sonido de la ciudad: Siroco y Joy Eslava. La propuesta de la segunda nos pareció en un primer momento la más interesante al conjuntar un notable grupo nacional, Los Eterno; una joven promesa inglesa, Spectrals; y un músico de culto, R. Stevie Moore. Os recordamos que durante esta semana podéis seguir la capacidad de los aforos en directo a través de la web oficial.

Los Eterno comenzaron su actuación poco después de las siete y media de la tarde. Unas horas antes, vía Facebook, contaban que una ley no escrita de la banda era la de lanzar una nueva canción con cada concierto, y debe de ser cierto ya que no reconocía varios temas desde que les había visto en agosto. Muy compactos y concentrados, tienen un sonido espléndidamente rico muy deudor de los Yo La Tengo más tranquilos. La veteranía es un grado y a pesar de los continuos cambios de instrumentos entre Fino (Los Enemigos, Clovis), Cristina (Clovis), Nacho y Jaime (ambos ex Lou Anne), en ningún momento perdieron la cohesión y el ritmo. Un ritmo pausado, eso sí, con breves estallidos de energía. Y ‘Rompehielos’, su buque insignia, sigue sonando impecable. El público, a esas horas algo escaso pero muy atento a todo lo que hacían. Ideales para comenzar un festival.

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Si Los Eterno son veteranos, Spectrals son unos jovenzuelos amantes del pop de aires retro que también practica gente como Best Coast. Daban la impresión de ser un grupo de instituto, con el batería llevando la camiseta de Villa de la selección española, el teclista con la gorra hacia atrás y el líder y cantante, Louis Jones, con su look imberbe y sus rizos pelirrojos. La pena es que se mostraron bastante torpes en el directo, con un sonido bastante desperdigado y sin chicha. Jones, además, no tuvo un día muy fino cantando y su fuerte acento se hacía difícil de digerir. En conclusión, las canciones de su debut en largo, ‘Bad Penny’, sonaron bastante deslucidas. Subirse a un escenario no es algo fácil e intentar transmitir emociones lo es menos todavía.

A R. Stevie Moore, sin embargo, le sobran tablas sobre el escenario. Apareció en formato trío vistiendo una especie de pijama raro y con una botella de vino El Coto en la mano. Su guitarrista tenía un look parecido, que redondeaba con unas enormes gafas de pega. En su actuación, el artista demostró que era de Nashville, es decir, un músico de una solidez impresionante: hacía complejas líneas de bajo y cantaba a la vez con total naturalidad. Y a pesar de tener la voz cascada no tanto por el paso de los años como por el paso de los vicios, podía modularla estupendamente, desde unos graves de ultratumba a unos graciosos agudos. Es una pena que se mostrara más preocupado por hacer el ganso que por dar un concierto. En cierto momento retó a los grandes nombres de lo underground, pero me parece que Daniel Johnston tiene una actitud mucho más sincera y menos consciente de sí misma y de su lugar dentro de los artistas raros del pop, evitando convertirse en una caricatura. A R. Stevie Moore se le nota que se las sabe todas y por eso, por mucho que haga, no sorprende realmente. Su repertorio debería bastar por sí solo.

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