Que la explosión de la música chilena en 2010 iba a ser un fenómeno irrepetible era algo evidente en su momento (y después de haber visto a sus protagonistas en directo, y ya con una cierta distancia temporal, no podemos más que confirmarlo). Pero esto no significa que en 2011 no haya existido una notable producción que apoya a esa corriente de opinión que sostiene que en la actualidad las propuestas musicales más interesantes en castellano vienen de Chile. Entre todos ellos, la revelación del año ha sido el debut de Fakuta, que editó, ya en verano, Michita Rex, pero que llega ahora a España de la mano de Discos FUP.
Bajo el nombre de Fakuta se esconde en realidad Pamela Sepúlveda Ariza, quien, después de curtirse en diferentes formaciones de estilos radicalmente opuestos, ha decidido emprender vuelo en solitario con este proyecto de pop vaporoso, entre electrónico y orgánico, solo en apariencia ingenuo, que de alguna manera, y salvando las distancias, cubre el hueco que dejaron Entre Ríos y que ni siquiera estos fueron capaces de llenar, tras la marcha de Isol, con su nueva formación. En la producción, como nexo de unión con la producción del año anterior, Milton Mahan (Dënver), mano a mano con Pablo Muñoz, ambos componente de De Janeiros.
‘Al vuelo’ tendría que empezar a escucharse por el final. ‘Aeropuerto’, la canción que sirve de epílogo al largo, y que de hecho ha sido segundo single, es una invitación a entender la música más como algo sensorial que racional. Funciona, al mismo tiempo, como resumen de la filosofía de Fakuta, como justificación de intenciones y como manual de instrucciones para el oyente. La música (o su ausencia, el silencio) es, precisamente, uno de los tres hilos en torno a los que se construye temáticamente el disco. Junto a las relaciones personales (sentimentales en ‘Armar y desarmar’ o ‘Imprecisa’, sexuales en ‘Al vuelo’, maternales en ‘Estrella’ o con uno mismo en ‘Mi casa’) y a la pertenencia del ser humano a la Naturaleza, y no al revés (en ‘Las partes’ escuchamos “No somos humanos humanos. No somos solo, solo estamos”), forma un discurso unitario que salpica las letras de todas las canciones y que alcanza su cima creativa en ‘Virreinatos’, la canción que acaba por destacar entre un conjunto que, a pesar de mantener un nivel constante, acaba por caer en alguna obviedad prescindible (‘Imprecisa’ o ‘Mi casa’).
Musicalmente, en paralelo a lo anterior, ‘Al vuelo’ se levanta alrededor de otro tres elementos: los sintetizadores y las bases electrónicas, la voz y el contrapunto del uso de elementos orgánicos (la base rítmica de palmas y chasquidos de ‘Armar y desarmar’, por ejemplo). El resultado es un disco de melodías sencillas, revestidas solo con lo básico y necesario, que en ocasiones trata de ser experimental pero se queda a medias en el camino de la novedad. Sin intención de ser bailable, sino más bien pausado y reflexivo, deja sin embargo abierta para el futuro esa puerta con ‘Mil veces vuelvo’ y la del ruidismo más vanguardista en ‘Las partes’.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Virreinatos’, ‘Armar y desarmar’, ‘Las partes’
Te gustará si te gustan: Entre Ríos, Javiera Mena, Dënver
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