Nunca he sido un gran conocedor de la música que se hace en Argentina. Como tantos otros, comencé a saber algo gracias a artistas como Andrés Calamaro o Fito Páez, quienes gozan de gran éxito tanto en su país como en el nuestro. Pero gracias a diversos intercambios de discos con un familiar que tengo en Buenos Aires, empecé a interesarme más y más por el arte que emana del Cono Sur. Y todo por un primer CD que llegó a mi buzón, ‘Para Los Árboles’, de Luis Alberto Spinetta, apodado ‘El Flaco’ por razones más que obvias.
Letras difíciles de descifrar envueltas por un ecléctico manto, entreverado de jazz, rock, blues, funk y elementos electrónicos. Desde luego no era fácil de etiquetar (si es que hay que hacerlo), pero el magnetismo era brutal. Poco a poco iría descubriendo que aquello era solamente la punta del iceberg, la faceta más reciente de alguien que ha tenido muchas otras en diferentes proyectos a lo largo de más de cuatro décadas. Y es que Spinetta ha probado con todo: desde el pop cristalino de Almendra, su primera banda (y ese ‘Muchacha (Ojos De Papel)’, uno de sus primeros éxitos), pasando por el blues rock de Pescado Rabioso, los aires progresivos de Invisible (imposible olvidar ‘El Anillo Del Capitán Beto’ o ‘Durazno Sangrando’), el jazz-fusión de Spinetta Jade o el rock enérgico de Spinetta y Los Socios Del Desierto.
Aún con la pena de ver cómo Gustavo Cerati, líder de Soda Stereo, sigue postrado en una cama sin despertar del coma al que le indujo un accidente cerebrovascular que tuvo en 2010 tras un concierto en Caracas, se conoció ayer la noticia de la muerte de Spinetta, quien llevaba luchando contra un cáncer de pulmón que se le diagnosticó desde el pasado mes de julio. En enero de este año se sometió a una operación quirúrgica y todo apuntaba a una recuperación lenta pero segura, truncada por la fatal noticia.
Otros grandes mitos como Litto Nebbia o Charly García siguen en activo, aunque este último a trancas y barrancas, pero eso no empequeñece el tremendo vacío que deja El Flaco a partir de ahora. A diferencia de grandes artistas que con el paso de los años se quedan viviendo de las rentas y siendo en definitiva un recuerdo de lo que fueron, Luis Alberto Spinetta seguía en plenas facultades, tanto vocales como en todo lo demás, sin perder un ápice de habilidad a las seis cuerdas y sacando discos muy competentes (el último, ‘Un Mañana’, data de 2008). Tal vez tuvo una visión del futuro en 2009, y para rematar una carrera de matrícula de honor, protagonizó un mastodóntico concierto de más de cinco horas en el que se rodeó de todos los grupos que lideró para repasar sus grandes éxitos. Aquello vería la luz un año después bajo el nombre de ‘Spinetta y Las Bandas Eternas’.
Ahora que ya no está entre nosotros, ¿quién recogerá su testigo? Su hijo Dante lleva años envuelto en interesantes proyectos, como Illya Kuriaki and the Valderramas, pero dudo que alguien llegue o haya llegado a hacer sombra a sus inimitables maneras. Queda pues, mantenerle vivo en el recuerdo a través de sus canciones, que seguro nos harán olvidar por un instante lo injusta que es la vida a veces. Buen viaje, Flaco.