Emoción y crudeza con Daniel Johnston

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Emoción y crudeza con Daniel Johnston

«Are you ready?», preguntó Daniel Johnston antes de comenzar con ‘Hi, How Are You?’, mientras sus temblorosas manos intentaban rasgar la guitarra. Jamás he visto un público tan preparado para lo que iba a ver. Cada canción era escuchada en un silencio solemne; cada gesto, aplaudido. Todos sabíamos que, con toda probabilidad, dada la poca simpatía que el autor le tiene a esto de viajar, será la única vez que le veamos en España. Las entradas para su concierto en La Casa Encendida de Madrid se agotaron en minutos.

La minigira española del texano aterriza hoy en Barcelona y en los días sucesivos parará en Valencia y Valladolid. Los conciertos coinciden con el lanzamiento de la banda sonora de ‘Space Ducks’, cómic que ha publicado el pasado mes de marzo, en la que también participan Eleanor Friedberger (The Fiery Furnaces), Deer Tick, Unknown Mortal Orchestra, Fruit Bats y Lavender Diamond. Además, en La Casa Encendida se puede ver ‘Visiones simbólicas. Una mirada al universo de Daniel Johnston’, una muestra de los dibujos de Johnston cedida por su ex manager Jeff Tartakov que permanecerá hasta el día 10 de junio.

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Solo con su guitarra, la música de Johnston tiene una crudeza mágica y una espontaneidad muy acorde a sus melodías naif. Sin embargo, Betunizer le acompañó como banda de apoyo en la mayor parte de la actuación, captando a la perfección el mensaje de las canciones y subrayando su música con guitarra, bajo, batería y armonio. Una pena, ay, que se equivocaran mientras interpretaban ‘True Love Will Find You In The End’, con la que se cerró el concierto. No importó: dudo que hubiera una sola persona a la que no se le hubieran saltado ya las lágrimas.

Quizá lo que nos gusta de Johnston es su capacidad para expresar las emociones más básicas sin ningún rubor. Estamos tan acostumbrados a ocultarnos bajo todo tipo de máscaras y de excusas para no decir lo que pensamos que alguien que no tiene ninguna, alguien cuya sinceridad se le escapa cada vez que habla, nos desarma. Porque sus melodías, infantiles de tan tarareables, son igualmente sinceras. No podían dejar de sonar sus himnos ‘The Beatles’, ‘Speeding Motorcycle’ (recibida con una inmensa ovación), ‘Casper, The Friendly Ghost’ (ídem) y otras canciones tan significativas como dolorosas como ‘There Is A Sense Of Humour Way Beyond Friendship’ o ‘Sweetheart’.

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Sin apartar la mirada del atril donde se acumulaban papeles con las letras de las canciones y echando mano de las botellas de agua que tenía a su lado, despachó una hora de concierto que se hizo tan corta como un capítulo de una sitcom, en el que te da tiempo a reír y llorar y acabas empatizando con cada gesto de los actores. Cuando se despidió, la primera palabra que vino a la cabeza para describir lo que acabábamos de presenciar fue «emocionante».

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