Algo inevitable que pasa en el mundo de la música, así como en la vida, es que año tras año nos van dejando músicos que más allá de su maestría como compositores o instrumentistas se han convertido en verdaderos héroes para muchos, en una razón de peso para seguir adelante cuando las cosas no marchan bien. Este año, sin siquiera llegar a su ecuador, se me ha llevado a dos tótems, dos personas que han ejercido una influencia importante y positiva en lo que a mis gustos se refiere. En febrero, Luis Alberto Spinetta, el Flaco, quien profundizó mi interés por el pop y el rock que se factura en Sudamérica. Maldito cáncer de pulmón. Y es de nuevo el cáncer, de garganta en esta ocasión, quien se lleva a otro de mis héroes personales, nada menos que a Adam «MCA» Yauch, MC, bajista y artista multidisciplinar en definitiva, sobradamente conocido por su pertenencia a los Beastie Boys.
Como oriundo de Zaragoza, me inicié en la cultura hip hop con las maquetas de Kase-O y por supuesto, a posteriori con los LPs de Violadores Del Verso, grupo al que se uniría a finales de los 90, pero la banda que definitivamente me abrió los ojos, como a tantos otros, tanto al panorama internacional como a este mundillo en general fueron Beastie Boys y el genial vídeo que hicieron para ‘Intergalactic’, que se coló en la pantalla de mi televisor mientras veía la Viva una tarde después de volver del colegio. Algo que siempre hizo ganar puntos a Beastie Boys fue su faceta audiovisual, con unos videoclips de lo más interesante y divertido, como el citado, o los realizados para grandes temas como ‘Sabotage’, ‘Sure Shot’, ‘(You Gotta) Fight For Your Right (To Party)’ o ‘Three MC’s and One DJ’.
Otra de las grandes bazas de la banda de Nueva York fue su heterodoxia: junto con The Roots son de los pocos que tocan sus propios instrumentos, pero no se limitan al mundo del hip hop. No debemos olvidar que comenzaron como una formación de hardcore punk al estilo de Minor Threat, pero ya centrados estilísticamente se han permitido desviarse del camino y llevar a cabo colaboraciones como la que hicieron al tocar ‘Radio Radio’ junto a Elvis Costello en un programa especial de Saturday Night Live (recordando así el incidente que tuvo Costello con los productores de dicho programa cuando a finales de los 70 se le prohibió tocar esa canción y él hizo caso omiso).
Está claro que en los Beastie Boys nadie era más que nadie y la pérdida de cualquiera de sus miembros habría sido igual de dolorosa, pero la de Yauch es, tal vez, especialmente triste, ya que fue responsable de muchos de los elementos más reconocibles del trío: además de su provocador doppelgänger tirolés Nathaniel Hornblower, era el más activo políticamente hablando, estando involucrado en el movimiento de liberación del Tíbet y organizando eventos como el Tibetan Freedom Concert (él era budista, así que la causa estaba más que justificada). Su voz, más grave y con un punto ronco (especialmente en los últimos años), contrastaba con los agudos de Mike D y Ad Rock y por ello era más fácilmente identificable. Pero al aspecto que más cariño le tengo es, gracias a su destreza con las cuatro cuerdas, al repetitivo riff de bajo de ‘Sabotage’, otro ejemplo de esa heterodoxa genialidad que tanto éxito les dio. Con solo 47 años y un reciente y notable álbum (‘Hot Sauce Committee Part Two‘, publicado el año pasado), a Adam le quedaban muchas cosas por hacer, entre ellas, por hablar de posibilidades, volver a girar con su grupo por nuestro país y darme la oportunidad de verlos en vivo, espina que se me quedará clavada por siempre. Dicen que siempre queda la música, algo evidentemente cierto, pero no por ello da menos rabia.