El, dicen, irregular concierto que ofrecieron Stephin Merritt y sus Magnetic Fields en el pasado SOS 4.8, comparado con lo que se vio anoche en el madrileño Teatro Rialto parece demostrar que las delicatessen pop del quinteto neoyorquino no están hechas para degustar en un entorno festivalero, por más que actuaran también en un auditorio cerrado. Máxime cuando, como ya habíamos visto en anteriores visitas, el despliegue que realizan sigue siendo eminentemente acústico, justo cuando presentan un ‘Love At The Bottom Of The Sea‘ que suponía su regreso al uso de sintetizadores. Pero, indudablemente, la clave es la empatía y complicidad que se crean entre un público que sabe lo que espera ver y una banda que sabe lo que sus fans desean.
En este sentido, las novedades del set presentado ayer, con respecto a lo visto en anteriores ocasiones, se reducen en gran parte a meros detalles: Merritt está más majo y afable de lo acostumbrado (apenas alguna queja inicial sobre alguna cámara suelta, estaba prohibidísimo hacer fotos hasta el punto de que la organización te apuntaba con un láser si sacabas el móvil); su instrumento principal es un desvencijado harmonium (además de la melódica y un pequeño tecladito); y Shirley Simms ha adquirido un mayor protagonismo, con armonías muy trabajadas entre las tres voces y haciendo de solista más de lo esperado. Por lo demás, Merritt y Claudia hicieron sus ya tradicionales y divertidos diálogos, aludiendo a lo curioso de actuar en un teatro («es nuestro primer show en Broadway», dijo) y dando jocosos detalles sobre lo dramático de algunos de sus nuevos temas.
El resto ya lo conocíamos: un setlist nutrido casi totalmente por su último álbum y el extenso, querido e inagotable ’69 Songs Of Love’, con una cuidada selección de muestras de otros álbumes, de la que celebramos especialmente ‘Swinging London’, ‘Smoke & Mirrors’, ‘Fear Of Trains’ o ‘It’s Only Time’. Tampoco es una novedad que uno, de entre un cancionero tan amplísimo y con tantas joyas, eche de menos esta o aquella otra favorita, pero las que estuvieron (‘The Book of Love’, ‘All My Little Words’, ‘Come Back From San Francisco’, entre casi una treintena), merecieron la pena. Y, como siempre, fueron ejecutadas por el quinteto con una pulcritud, elegancia y exquisitez a la altura. Como mayor pero, cabría citar que el marco teatral quizá resultó ser demasiado solemne, al menos lo suficiente como para impedir que banda y público llegaran a desmelenarse más de la cuenta y crear cierto feedback. Y ni así creo que hubiera uno solo de los espectadores que llenaban la platea y (quizá) los palcos, pudiera salir decepcionado de otra magnífica representación de The Magnetic Fields. 8
Hidrogenesse, admiradores del grupo, fueron invitados por la propia banda a ejercer de teloneros. Carlos y Genís no perdieron la ocasión de presentar al completo ‘Un dígito binario dudoso. Recital para Alan Turing‘, en un escenario que se antoja como el más apropiado para este álbum temático. Uno no imagina una actuación así en un bar de copas. No en vano, sugirieron a cualquier productor presente su perfecta adecuación para un musical. El dúo de Barcelona desplegó su parafernalia electrónica y expuso en las ocho escenas que componen su nueva obra la vida, los sueños y las visiones futuristas de Alan Turing, de una manera didáctica, lúdica y artística a partes iguales. Hidrogenesse pueden parecerlo, pero no son ninguna broma, y así quedó demostrado con el número final, una estremecedora ‘Historia del mundo contada por las máquinas’. 7,8
Foto: Equipo Helmet para SOS 4.8, Murcia, aunque no lo parezca.