Los Enemigos: «Hay demasiada tendencia a seguir la tendencia»

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Los Enemigos: «Hay demasiada tendencia a seguir la tendencia»

Diez años después de su último concierto juntos, Josele Santiago, Fino Oyonarte, Chema ‘Animal’ Pérez y Manolo Benítez han regresado recientemente para pasárselo bien. Recuperar sus clásicos y la energía que tenían en conjunto, hacer disfrutar a la gente y volver cada uno a sus proyectos habituales. Josele lo sentencia de esta manera: «Volvemos por dinero, pero cómo me apetece». Con un panorama en el que la palabra rock, sin prefijos, está cada vez más ausente de las agendas y los carteles de los festivales, el regreso de Los Enemigos, por pocas pretensiones que tenga, es todo un acontecimiento.

Ya han pasado por el Actual de Logroño y el Festival do Norte de Vilagarcía de Arousa. Su próxima parada es el Territorios Sevilla, donde actuarán el viernes 18 de mayo. Además, está a punto el lanzamiento de una caja recopilatoria, ‘Desde El Jergón’, de seis CDs, con remasterizaciones, rarezas y un DVD de su concierto de despedida en 2002, así como un libreto de 114 páginas con textos de Josele Santiago y César Luquero y fotos inéditas.

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Charlamos con Fino, bajista de la banda desde la publicación de su primer LP, ‘Ferpectamente’ (1986), también miembro de Clovis y Los Eterno y productor mítico del pop español de las últimas dos décadas (sí, el ‘Super 8’ de Los Planetas, pero también ha trabajado con Lagartija Nick, Mercromina, Los Deltonos, Meteosat…) sobre la vuelta de su banda de toda la vida.

Vuestro primer concierto de la gira fue en enero, en el Actual de Logroño.
Sí, en principio íbamos a empezar en verano pero surgió este y fue una manera de ponerlo todo a punto. Adelantamos la preparación, los ensayos, etc. y el resultado fue cojonudo, mucha gente de toda España se movilizó para venir a vernos. En el casco viejo ya al mediodía parecía que había un partido de fútbol, con mogollón de gente de cachondeo… Fue muy emocionante, estábamos un poco nerviosos pero en cuanto arrancamos el público disfrutó al máximo. Las canciones son las mismas de siempre, no hay ninguna revisión ni transformación, pero de pronto las tocas diez años después y siguen estando vivas, manteniendo su fuerza.

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¿Qué sensación tuviste al juntaros por primera vez después de mucho tiempo en el local de ensayo?
Fue curioso. Personalmente, no había preparado nada porque había estado desconectado de Los Enemigos. De hecho, cuando escuché el último directo me sentía como si fuera otra persona quien tocaba. Incluso la forma que tengo de tocar con Los Eterno es diferente, pero fue conectar todo y el haber tocado diecisiete años juntos se notó; aunque nos hayamos tirado diez años sin hacerlo. Nos colocamos en el sitio y sabíamos los matices de cada uno. Hubo que estudiar algunas canciones, porque tienen sus complicaciones, pero la energía funcionó a la primera. Decíamos «vamos a tocar esta», no la habíamos tocado en diez años y salía de arriba abajo, increíble. Cuando pensábamos era cuando nos equivocábamos [risas].

Josele dijo en una entrevista que, en sus conciertos en solitario, había chavales jóvenes que le pedían canciones de Los Enemigos. ¿Qué edades os habéis encontrado entre el público?
Había de todo, gente que conoció a Los Enemigos en los 90 y significaron algo para ellos, muchos ya con críos y menos pelo [risas]. Pero también había gente nueva, no nos hemos quedado estancados en el público de los 90.

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Cuando os separasteis, dijisteis que ya habíais recorrido todo el camino que teníais en cuanto a gustos musicales comunes. ¿Habéis descubierto cosas nuevas al volver a tocar juntos?
No ha dado mucho tiempo a hacerlo porque nos hemos centrado en ensayar las canciones, preparar los conciertos… En principio siempre queda la puerta abierta de poder hacer algo, una improvisación, una canción, pero cada uno tiene sus proyectos personales. Josele hace sus discos, yo tengo mis historias con Cristina, con Clovis, aunque ahora lo tengamos un poco parado, y con Los Eterno; Manolo tiene sus historias con Los Freedom y Chema también, con ‘Sensormen’ [proyecto teatral de la compañía Yllana]. De pronto, por una casualidad, pensamos en hacer unos conciertos, además había demanda por parte de algunos promotores que hablaron con Josele y conmigo, y juntamos la banda que estuvo la mayor parte del tiempo.

Josele, Artemio, el primer batería, y tú os juntasteis en 2006.
Sí, en un concierto homenaje a Kike Turmix. Tocamos tres o cuatro canciones prácticamente sin ensayar, una tarde, y también hicimos una girilla de diez conciertos en homenaje a los veinte años de nuestro primer LP, ‘Ferpectamente’ (1986), en la que tocamos ese disco y alguna versión, porque el álbum original duraba treinta y cinco minutos. Los cuatro que estamos ahora llevábamos sin vernos juntos diez años, desde el 7 de abril de 2002, en nuestro último concierto, [en la sala La Riviera de Madrid]. No acabamos peleados, nos separamos llevándonos bien, pero ya no había ganas de seguir. Era un buen momento para nosotros pero mantener un grupo simplemente por eso hubiera sido terrible.

¿Cuándo comenzasteis a vivir de la música?
Creo que después de ‘La Cuenta Atrás’ (1991) fue cuando empezamos a tener más público. Es el disco que sonó más, en el primer mes ya vendimos 15.000 copias cuando de los anteriores habíamos vendido 2.000 o 3.000. Tampoco era mucho pero te permitía moverte más. Y a partir del cuarto disco pudimos vivir discretamente. No parábamos de tocar, estábamos girando todo el día, pero era lo que nos gustaba. Fue a partir de ‘Gas’ (1996), del séptimo disco, cuando veíamos que teníamos ya previstos al menos quince conciertos y podíamos hacer el cartel de una gira. Fuimos muy cabezones, queríamos tocar e intentar vivir de ello, aunque teníamos nuestros trabajos paralelos, y lo conseguimos.

Con todo lo que cuentas es loable tener la honestidad de separarse en vuestro momento más álgido: llenasteis tres días La Riviera.
Al fin y al cabo no estás por la pasta. Lo suyo es que puedas vivir de esto pero lo más importante es que estés a gusto haciendo música y sintiendo las canciones que haces, le das más importancia a eso que a cualquier otra cosa. De hecho, para hacer el último disco, en directo en un teatro, en plan acústico, pedimos la carta de libertad a Virgin y lo sacamos con un sello pequeñito que tenemos porque sabíamos que nadie iba a cuidarlo como nosotros. Lo editamos en vinilo doble, CD, DVD con un libreto de cuarenta páginas… Pedimos la carta de libertad para sacar ese material como nosotros queríamos sacarlo.

Ahora vais a publicar el DVD del último concierto de la gira de despedida.
Unos amigos gallegos grabaron nuestro último concierto con cuatro MiniDVs y nuestro técnico grabó el audio, aunque sin unidad móvil ni nada. Eso se quedó ahí para los nietos, guardado en el armario. Cuando nos juntamos, pensamos qué hacer con ese material y me dijo Josele: «Tú empiezas y al final te lías». Total, que llevo cuatro meses con ello, es una locura. Se nos ocurrió incluir tres recopilatorios que recogen nuestra discografía con todos los sellos con los que hemos trabajado. Para colmo, a mí me gusta que las cosas estén hechas lo mejor posible y he buscado todos los másters, todas las bobinas. No sabes la locura que es encontrar el material, porque cuando ya has sacado el disco las cosas se olvidan, las compañías no guardan los archivos… Pero merecía la pena. Hemos intentado hacer una cosa bonita para que la gente se lleve una revisión de Los Enemigos lo más cercana a lo que fue y con algún material nuevo.

¿Qué sensación tuviste al mirar atrás y revisar esos diecisiete años de carrera?
Ha sido una sensación muy fuerte, al principio no me quería acercar y de pronto fue ir sacando cosas… Me daba un poco de vértigo pero llegó un momento en que me dije que si he estado diecisiete años de mi vida en esto no tenía que entrarle con miedo, incluso he contactado con los fotógrafos de cada época que nos hicieron las fotos de promo para que nos dieran otras versiones. Todo eso ha sido un pequeño viaje del que he salido sano y salvo [risas]. Ha sido muy intenso pero es que yo también soy muy obsesivo cuando me meto en un proyecto, descuido a los amigos y no salgo los fines de semana. Espero que el esfuerzo sirva para que la gente lo disfrute.

¿Cómo ves la discografía de Los Enemigos, ahora que la tienes reciente, con el paso del tiempo? Por ejemplo, ‘La Vida Mata’, que es vuestro disco más popular.
Fue el posicionamiento de Los Enemigos, Josele ya se consolidó como un compositor y letrista excelente. Con la distancia, ver cómo suenan los discos, tan diferentes entre sí, cómo están cantados o tocados, me ha resultado chocante, pero me ha hecho gracia porque evolucionamos para acabar sonando como suenan Los Enemigos en directo. No hay truco ni artificio. Con el paso del tiempo tienes otra visión, crees que se podían haber cambiado cosas pero salió así y eso es lo importante. Por ejemplo, con ‘Sursum Corda’ (1994) piensas cómo puede sonar tan sucio, pero es que así era nuestra vida en ese momento. Grabando de noche, saliendo a las siete de la mañana del estudio, estábamos bastante perjudicados, yo haciendo a la vez el ‘Super 8’ de Los Planetas… Ese disco, aunque lo remasterices, no va a sonar limpio en la vida [risas]. Salimos vivos de milagro. Con ‘Gas’ (1996) fue diferente pero también muy divertido, muy refrescante salir de Madrid, de estar todo el día en los bares, bebiendo y llevando una vida muy nocturna -con todo lo que conlleva-, y estar de pronto en medio del campo, asalvajados, comiendo de puta madre, tocando en directo desde las cinco de la tarde hasta las cinco de la mañana… Personalmente, después de todos los discos que he grabado o producido, es de los que más contento estoy.

A Los Enemigos se los asocia mucho al barrio de Malasaña (Madrid), desde finales de los 80 hasta principios de la década pasada. ¿Cómo era aquel barrio, cuando la Movida ya era algo del pasado?
Yo llegué en abril del 86 a tocar con Glutamato Yeyé, estuve con ellos ese verano nada más, y con Josele empezamos en septiembre u octubre, cuando acababan de grabar ‘Ferpectamente’ (1986) y se quedaron sin bajista. Yo estaba recién llegado de Almería, imagínate lo que era meterme en Malasaña… No viví la Movida, ya estaba cayendo y salía nueva gente, que le gustaba mucho la música, veías a Kike Turmix, por ejemplo, todos los días con singles, con vinilos, los bares -el King Creole, la Vaca Austera, la Vía Láctea…- eran como una ruta en que te encontrabas a todo tipo de gente, se hablaba mucho de música, había mucha cultura musical. Para mí fue un pelotazo en la cabeza, y con Josele y Artemio salía prácticamente todas las noches, de cachondeo, bebiendo y escuchando buena música, que es lo que siempre ha tenido Malasaña.

¿Tú crees que sería posible que un grupo como Los Enemigos naciera en la Malasaña de hoy?
¿Por qué no? Tampoco había muchos grupos como Los Enemigos en la Malasaña del 86. No sé qué decirte, es posible que sí pero ahora mismo hay demasiada tendencia a seguir la tendencia [risas]. También hay mucha más cultura musical, mucho más acceso, pero tampoco me sorprenden demasiadas cosas. Hay demasiados grupos con influencias «externas» y Los Enemigos eran un grupo de la calle, muy autóctono, con sus referencias americanas -rythm’n’blues, rock’n’roll, punk- pero a nivel de textos y demás era diferente.

Me contabas antes que salíais todos los días. Hace no mucho, Josele dijo que habíais abandonado el estilo de vida del rock’n’roll. La pregunta es, ¿el estilo de vida es básico para el rock’n’roll o es algo que está asociado y punto?
Estaba asociado en el momento, pero ¿sólo puedes hacer rock’n’roll de los veinte o a los treinta? Lo sigues haciendo a los setenta años, tío, si sigues teniendo inquietudes, si sigues queriendo contar cosas. El momento que nosotros tuvimos, finales de los 80 y los 90, fue así para nosotros pero no se tiene que extrapolar a nadie: porque estés saliendo todas las noches y poniéndote hasta las cejas no vas a hacer rock’n’roll. Ahora, no creo que sea muy fácil hacer rock metidito en casa todo el día con veinte años [risas]. Hay que tener un contacto con la calle, está claro.

En esa misma entrevista decía Josele que el discurso de Los Enemigos era muy negativo y que ahora no lo comparte. ¿Estás de acuerdo con él? ¿Es consecuencia de la madurez, de que nos volvemos más «conformistas»?
‘Hienas’ o ‘Desde El Jergón’ no tienen ninguna esperanza, o ‘Septiembre’, claro, cómo la va tener una canción sobre un tío que se quita la vida. No son esperanzadoras pero el enfoque general de Los Enemigos creo que sí lo era, no era destructivo. Decíamos lo que estábamos viendo, lo que sentíamos en el momento en que estamos viviendo. El poder expresar las cosas de esa manera ya era una forma de vivir. Por lo menos podemos decir que tuvimos la suerte de poder hacer lo que hicimos, que no es fácil. Me tengo que sentir, por cojones, orgulloso de ello. Sigo haciendo lo que me da la gana y mira los años que llevamos, luchando y sin perder la esperanza, con otros grupos, otros proyectos y otras historias, con las dificultades que hay. Vale que hay mucha crisis en la música pero desde que llegué aquí nunca vi que esto fuera de puta madre, sabíamos que lo que queríamos hacer en la vida estaba bastante jodido, pero luchando día a día estamos ahora donde estamos. Hay que sentirse afortunado. Decías que no era muy esperanzador el mensaje de Los Enemigos pero nuestra actitud era positiva, creo.

Estuviste compaginando Los Enemigos con tu faceta de productor para grupos como Los Planetas o Lagartija Nick. ¿Qué opinaban tus compañeros de banda de los grupos a los que producías?
Yo no tenía mi estudio pero me gustaba mucho observar el proceso de grabación. Me interesaba palpar la interpretación: No es lo mismo grabar a un mismo grupo un día y al día siguiente, no tiene nada que ver, y eso era algo que me atraía mucho. En cuanto tuve oportunidad, empecé a colaborar y dirigir grabaciones de gente que quizá no tenía tanta experiencia y, con lo poco que sabía, sacamos adelante esos discos. El primero de Deltonos, el de Lagartija Nick, el de Los Planetas… No podíamos imaginar lo que significaría el ‘Super 8’ para un generación. A mis compañeros les gustaban algunos y otros no. Tenemos un sitio en común donde todo fluye y después cada uno tiene unos gustos muy variados e incluso opuestos. Hombre, los que eran más rockeros le gustaban más a Josele, los que eran más indies los entendía menos, le gustaba menos esa música tan cíclica y que no tiene riffs… No recuerdo que dijeran de ningún disco que fuera la hostia [risas]. Producir era una válvula de escape que yo tenía y además aprendía muchísimo de los grupos a los que producía. Tengo cintas dibujadas de Florent con sus grupos favoritos del momento. Me intento informar de los gustos musicales de los grupos a los que produzco, aunque ya sean perros viejos y hayan grabado un montón de discos es una forma de romper el hielo.

Hablando de grupos, ¿qué discos te han llamado la atención últimamente?
Estos tres o cuatro meses han sido muy duros, chico, aparte de los másters de Enemigos, de maquetas, reescucharlo todo, etc. no he tenido demasiado tiempo y estoy volviendo a la realidad de la mano del último disco de M. Ward, me ha gustado mucho, siempre lo ha hecho; me gustó el penúltimo de Cass McCombs, de Vetiver, Bill Callahan… Ahora necesito escuchar música porque después de estar meses con la de Los Enemigos estoy un poco saturado, como cuando sales de una producción, de estar escuchando todo el rato lo mismo. Me compré el otro día uno de Lee Hazlewood, un clásico. Y de aquí me ha encantado el de Joaquín Pascual, el de Jonston, La Estrella de David, el Grupo de Expertos Solynieve, que han hecho una adaptación súper chula de una canción de Kevin Ayers…

Has puesto en marcha una editorial de libros sobre música, Libros de Ruido.
Sí, aunque con la crisis se ha retrasado un poco. Íbamos a lanzar el primer libro en mayo pero seguramente sea al final en septiembre u octubre, se trata de las memorias de Dean Wareham, de Galaxie 500, se llama ‘Black Postcards’, y además Dean nos ha hecho un capítulo extra para la edición española. Al ser novatos en esta aventura nos lo estamos tomando con tiempo, queremos hacerlo lo mejor posible y si todo va bien saldrá después de verano. La editorial será un complemento al sello Sones.

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