‘Submarine’: el discreto encanto de lo hipster

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‘Submarine’: el discreto encanto de lo hipster

A Richard Ayoade se le ve venir de lejos, y no solo por su voluminoso peinado. Su debut en la dirección de largometrajes rezuma hipsterismo por los cuatro costados. Conocido por su papel en la estupenda telecomedia ‘Los informáticos’, y curtido en la dirección de videos musicales para Arctic Monkeys, The Last Shadow Puppets o Vampire Weekend, Ayoade ha elegido la adaptación de ‘Submarino’ (ed. Suma de Letras), la primeriza novela de Joe Dunthorne, para estrenarse en el cine.

Oliver Tate, el protagonista de ‘Submarine’ (¿por qué no han traducido el título como en la novela?), es otro más de los hijos (o nietos) de Holden Caulfield. Para realizar el diario sentimental y existencial de este nuevo “guardián entre el centeno”, el director ha echado mano de referentes estéticos que van desde la inevitable Nouvelle Vague (esos planos en la playa que recuerdan al Antoine Doinel creado por Truffaut) al Free Cinema británico, pasando por la ‘Academia Rushmore’ (1998) de Wes Anderson. Todo ello acompañado por las canciones de Alex Turner, el vocalista de Arctic Monkeys.

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¿Pose y afectación cool? Mucha. ¿Estiloso, preciosista y autoconsciente déjà vu? Sin duda. Pero Richard Ayoade consigue que el envoltorio -de irresistible encanto, todo hay que decirlo- sí nos permita ver el regalo que hay en su interior: la emotiva crónica de un primer amor ambientado en el invernal Gales de mediados de los 80. Un bello romance, teñido de fatalismo y melancolía, entre el vulnerable y sensible protagonista y su compañera de clase, una chica alérgica al romanticismo y aficionada a quemar el vello de las piernas de sus parejas.

En los detalles –las miradas en el pasillo en un rápido plano-contraplano, el primer beso iluminado por el flash de una polaroid, los melancólicos paseos por la playa desierta- es por donde emerge ‘Submarine’ de las profundidades del mar de la autocomplacencia estilística. 7.

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