A Rafael Berrio no le tiembla la voz para hablar de sí mismo. El donostiarra nos cita en una cafetería de Alonso Martínez para conversar sobre ‘Diarios’, su relación con Twitter o lo que para él significa la alegría de vivir. “Yo pensaba que iba a hacer un gran disco pero he fallado de nuevo”, reconoce. Sin embargo, no se da por vencido y asegura que lo próximo será un buen trabajo de rock.
Por tus canciones da la sensación de que prefieres el pasado. ¿Significa que tienes miedo al futuro?
(Risas) Bueno, más que miedo al futuro, igual desagrado con el presente. El presente siempre me parece como desagradable, y es verdad que el pasado se puede idealizar más. Es más interesante hablar del pasado en las canciones. Es un truco también. Y en cuanto al futuro… No sé, es una cosa que nunca acaba de llegar. No me interesa mucho el futuro como tal, creo que el futuro y el presente no existen. Por eso hablo de pasado en las canciones.
Entonces, ¿te consideras nostálgico?
No, en absoluto. Tengo muchos amigos que me hablan de batallitas del pasado de los grupos de rock de los 80 y me desagrada hablar eso. No es que no me guste, lo que pasa es que no le encuentro gracia hablar de ese pasado de cada cual. En todo caso me gusta idealizar un pasado, pero no el mío. Siempre pienso que sería mucho mejor vivir en 1930. Por eso titulé ‘1971’ el otro disco. Me gusta el sabor que tienen esos años.
‘Diarios’ parece una extensión de ’1971’. La portada y la relación con Warner es la misma. En una entrevista en junio nos comentabas que tenías dos canciones que no entraron en ‘1971’ y que forman parte de tu nueva obra. En pocas palabras, ¿lo consideras un disco continuista?
Sí, claro. Indudablemente es como la segunda parte de ‘1971’. Cuando acabamos el disco, yo tenía ganas de seguir trabajando con Joserra, y pensé «¿por qué no?» Junté unas canciones más y se las pasé. Ahora lo considero como un díptico. Le hemos hecho una portada parecida. Me decía un amigo que igual en el futuro alguien sacaría este disco como doble y que se vendiera conjuntamente.
¿Y te gustaría que se vendiese así?
No me importaría, podía ser. Aunque son diferentes. Diferentes en cuanto a producción, me refiero. Sobre todo porque en el disco anterior era la guitarra la que en muchos casos llevaba la base y en este no hay guitarra pero sí piano. Pero ha sido la misma dinámica: yo le he pasado los temas a Joserra, él los ha arreglado orquestalmente. Ha sido muy parecido.
En el videoclip ‘La Alegría de vivir’ aparecen dos Berrio. Uno que mira en la distancia a quien pasea por Jardín Botánico o lee ‘La busca’ de Pío Baroja. Aunque ‘Diarios’ también parece autobiográfico con esa mirada a los ochenta en ‘Santos mártires yonkis’.
Me resulta curioso que todo el mundo resalte esa canción, aunque yo pensaba que era una canción menor en el disco. Debe chocar mucho que yo hable de eso. ‘Santos mártires yonkis’ es esa generación perdida de los años ochenta que fue diezmada por la heroína. Me parecía una justicia poética hacerles una canción. No desde un ángulo humorístico pero sí irónico haciendo un remedo de esas jaculatorias que hacen cuando rezan el rosario. Esa cosa un poco cristiana. Y bueno, muchísimos amigos murieron y nadie ha hablado de eso.
A pesar de ese declive y decadencia que parece impregnar el disco, ¿qué es para ti la alegría de vivir?
(Risas) El realizador de ese videoclip (NdE: el de ‘La alegría de vivir’) puso escenas de amigos brindando con vino, que es precisamente lo que en el disco se refleja como “placeres vedados” para quien le caen los años como losas. Es de lo que habla un poco el disco. En ‘Saturno’, el placer del vino es vedado por la salud. En ‘La alegría de vivir’ ves que la alegría se va perdiendo por los años. Pero no hay que confundir el personaje con el autor. Yo puedo tener alegría de vivir y sentirla como cualquier hijo del vecino. Pero cuando uno compone, ahí está el autor y el personaje.
Por su carrera, da la impresión de que siempre ha estado en el lugar y tiempo inadecuado. En los 80 en plena explosión del rock radical vasco estaba influido por la nueva ola. Quizá Madrid hubiera sido una buena opción. Luego, hacías rock con Amor a traición con influencias de Lou Reed y Bob Dylan mientras en San Sebastián nacían grupos como Le Mans o Family.
(Risas) No lo había pensado, pero sí. Es una buena reflexión. Siempre he ido al sentido contrario y he hecho lo que me ha dado la gana. No es una contracorriente meditada. Es lo que me gustaba en esos momentos. La verdad es que nunca he dado en el clavo con nada y siempre he estado equivocado con todo. Incluso ahora creo que también estaré equivocado. Pero bueno, la vida es así.
¿Cómo surgió versionar ‘Guillermine’ de La Buena Vida con Rosa Martí? Ese comienzo tan solemne parece desnudar la canción.
Cuando hicimos el festival Pedro San Martín, hubo una cierta descoordinación en cuanto a las canciones. Tres grupos hicimos la misma canción que fue ‘Tormenta en la mañana de la vida’. Yo le dije a Rosa: “qué pena, yo quería haber hecho ‘Guillermine’». Pero me dijeron que ya estaba cogida, no voy a decir por quién. Al final no la tocaron y le propuse hacerla. Mejor dicho, fue ella. Nos intercambiamos unos audios vía mail. Yo llevé la canción a mi terreno, me gusta esa cosa solemne y muy desnuda. Iñaki de Lucas hizo una gran labor de producción y le cambió creo que de forma muy acertada la estructura: hizo estrofa, estrofa, estribillo, estribillo en vez de estrofa, estribillo, estrofa, estribillo. La lástima fue no tocarla en directo. Yo estoy muy contento cómo quedó y me alegro por Rosa porque era emocionante verla cantar.
Hemos visto en tu Twitter que hace nada que tienes Internet en casa. ¿Cómo lo llevas?
Mis cosas las llevaba desde el locutorio de debajo de mi casa. Ahora con la promoción he abierto Internet y me he hecho un Twitter. Y creo que estoy arrepentido de tener Internet en casa porque me absorbe mucho tiempo y adictivo. He puesto de broma: “yo era un hombre que antes leía en la cama y ahora solo estoy delante de la pantalla”.
Incluso pedías músicos para tu gira y gente que tocase el fagot. ¿Te contestó mucha gente?
No, nadie. Bueno, dos pero que ni siquiera eran fagotistas. Tampoco era el sitio adecuado. Ya tengo fagotista, una trompa y un chico que toca el contrabajo. Ese es el trío que me acompaña a los próximos conciertos puntuales.
¿Has cogido un pedacito de orquesta?
Sí, no puedo ir con una orquesta entera. En muchas ocasiones iré solo. No hay dinero para llevar a una banda de gira por ahí.
Bueno, en canciones como ‘Saturno’ te vemos en el escenario únicamente con la guitarra. ¿En canciones como esa te gusta ir solo en formato cantautor?
Me gusta ir solo. Lo prefiero porque me siento más seguro que acompañado de una banda. Tienes esa cosa de la coordinación, de que nadie falle. Esa tensión suplementaria. Pero comprendo que a la gente le guste, a mí también me gusta. Queda bien. Pero haré canciones yo solo aunque vaya acompañado.
Hablemos de ‘Diarios’. A rasgos generales se trata de un disco más afrancesado con la inclusión de hasta cuatro valses. ¿Estás de acuerdo con esto?
Es verdad que hay más valses, está bien observado. ‘Insomne’, ‘Las pequeñas cosas’, ‘María Inmaculada’… ¿Más afrancesado? Sí, no lo había pensado. Hay más valses aunque hay dos canciones en clave más pop o rock que son ‘Sé libre, sé mía’ y ‘Santos mártires yonkis’. Mikel compone en una clave más pop y ‘Santos mártires yonkis’ está compuesta en acordes mayores de rock en vez de en clave francesa o italiana que son acordes menores.
De hecho con ‘Sé libre, sé mía’ consigues no solo tonalidades diferentes, sino también una especie de pausa en el disco.
Sí, está bien mirado. Me di cuenta que casi no había nada en acordes mayores, un poco más luminoso. Joserra también me lo dijo. Y me di cuenta que no había escrito nada dirigido a una mujer, nada de amor. Esta canción la había escrito para Mikel. Y como estaba en acordes mayores, pensé que podría versionarla y hacer ese descanso o intervalo. Comprendo que hay gente que dice que no pega en el disco, que son canciones de relleno, no me cuesta decirlo. Yo sé cuáles son las buenas del disco.
¿Cuáles son?
Hay una sola canción buena en el disco, las demás no valen gran cosa. Es ‘La desgana’. Para mí es la única que merece la pena y me alegro de haberla escrito. No te diré que mi disco es muy grande ni que sea el mejor.
Al hilo de esto, en junio nos comentabas que este iba a ser tu disco definitivo.
Yo pensaba que iba a hacer un gran disco pero he fallado de nuevo. Bueno, creo que es necesario que pase eso para seguir componiendo. Ensayo, error. Nunca se acaba del aprender.
‘María Inmaculada’ es el final perfecto del disco con esa forma de tratar el tema de la muerte con ironía.
Me alegro de que te guste. ‘María Inmaculada’ habla de una historia real. Es una amiga mía que trabajaba en un burdel de San Sebastián. Desgraciadamente murió y fui a verla al tanatorio. Estuve a punto de no meterla. Para tratar estos temas tienes que tener cierta ironía o humor tierno. Creo que en el fondo soy un clown. Hay que poner un poco de humor en esos temas tremendistas que a mí me gusta tocar. El nihilismo sin humor es un poco estúpido.
Esto también se ve en ‘La alegría de vivir’. Al final no sabes muy bien cómo acaba la canción…
Es muy irónica… Cuesta abajo como vas. Es una segunda persona pero me lo digo a mí mismo. Es el tú que es soy yo. Todas las canciones están recorridas con ironía y humor. ‘En las lindes del fin’, a pesar de hablar de de los últimos momentos que nos tocará vivir, está llena de humor. En ‘Santos mártires yonkis’ el humor está en que la madre no sabe dónde están guardadas las joyas. Es un poco nihilismo con mezcla de ironía. Igual que ‘1971’, aunque este igual era más grotesco. Aquí las letras son más finas.
La duración de ‘Amanece’, apenas dos minutos, y los doce versos que la componen parece liberar de alguna forma la carga emocional el disco. ¿Era esta tu intención? A veces no hace falta nada más para decir lo que se quiere expresar.
Siempre me gusta hacer una mini canción con la mínima expresión, con una sola frase o con tres versos. Siempre lo he hecho. Esas mini canciones estupendas como, por ejemplo, la de la Velvet ‘That’s The Story Of My Life’. Son canciones menores pero que son encantadoras. Hay que saber cuando la escritura no da de sí y basta con lo que estás diciendo. Queríamos hacer ese pequeño break que viene bien para separar una pieza larga de otra.
En ‘Las mujeres de este mundo’ de tu anterior disco estabas acompañado de una voz femenina. ¿No pensaste que este formato encajase en ’Diarios’?
Esa voz que dices es Virginia Pina, la mujer de Iñaki. Me ha hecho coros en el pasado. En este disco, la verdad, fue una cuestión de producción y de economía. Había que hacer el estudio en poco tiempo. Por economizar tampoco metí guitarras españolas. No quisimos meter arreglos suplementarios para economizar tiempo. En otros discos seguro que cuento con ella.
Apenas han transcurrido dos años desde la publicación de ‘1971’. Por el tiempo, parece que el disco está hecho más rápido, ¿se debe a que ya tenías material hecho de antemano?
Curiosamente, no. Ha sido más rápido porque yo he trabajado más. Para hacer otros discos, no me he dado nunca prisa. Lo hacía a lo largo de meses con intervalos en los que ni tocaba la guitarra ni escribía. Con Joserra funcionó muy bien la cosa. Me dije que tenía que ir al local de ensayo y trabajar. Siempre me ha dado mucha pereza y me parece desagradable el hecho de ponerme a hacer canciones. Como te puedes imaginar, prefiero ir a darme una vuelta a beber vinos que ir al local de ensayo a hacer canciones. Luego da mucha satisfacción pero hay que ponerse.
Por último, hace poco comentabas que te costaba mucho trabajo hacer canciones que no sonasen a rock. ¿Habrá rock en tu nuevo disco?
Claro. Bueno, más bien cuando compongo canciones me salen temas que suenan a rock pero no quiero seguir adelante con ellas. Ahora mismo esa rueda de acordes mayores de rock no me hace gracia. Pero es verdad que tengo prometido a mis amigos hacer un disco de rock. Ellos me dicen: “Rafa, te has amariconado. Pareces un cantante de música ligera”. Por complacerlos voy a hacer un disco con dos guitarras, bajo y batería. No sé lo que me va a salir pero ya lo estoy haciendo. Intentaré hacer un gran disco de rock. Voy a demostrar a mis amigos que dicen que me he endulzado que sé hacer rock mejor que muchos otros. A ver si dentro de año y medio lo saco.
[Fotografía: Nerea Lizarralde]