Baño de masas de todos los tipos para Battiato

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Baño de masas de todos los tipos para Battiato

Puede parecer que en España todo el mundo se ríe de Franco Battiato o, por lo menos, que es tomado un poco a la ligera. El recuerdo de sus actuaciones en televisión durante los ochenta como un freak simpático -que le llevó hasta a ser parodiado por Martes y 13– tiene mucho que con eso de que digas que vas a un concierto de Battiato y la gente se sonría.

Sin embargo, el cantante italiano no deja de colgar el cartel de «no hay entradas» en todas sus visitas a nuestro país, vaya al recinto que vaya y tenga la entrada el precio que tenga. Cada uno o dos años que tiene a bien hacer un concierto en Madrid, una extrañísima mezcla de personas de todas las edades y pelajes -nostálgicos maduros, poperos modernillos, amantes de la cultura italiana, pijos sensibles, nerds irredentos… gente rara de verdad y también pura common people- acudimos a la cita.

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Y, no nos engañemos, todos vamos a ver a un señor cuya madurez artística quizá no sea tan brillante como la de los grandes referentes anglosajones. Pese a todos sus esfuerzos, los discos del último Battiato distan mucho de esos sorprendentes trabajos recientes de un Leonard Cohen o un Tom Waits (pese a su inevitable sobrevaloración como «vacas sagradas»). Si a eso le sumamos el frenesí creador al que nos acostumbra el siciliano en todas sus diferentes facetas -cineasta, autor de óperas, cantante pop, guía espiritual new age- nos queda la imagen de uno de esos artistas consagrados que, en su lucha por no quedarse atrás, se van dispersando y desorientando.

El disco que vino a presentar, ‘Ábrete Sésamo’ (adaptación al español de ‘Apriti Sesamo’, que ha contado con Jota y Manu Ferrón en la adaptación de las letras) es un nuevo intento por acercarse a tiempos mejores. Durante toda la primera parte del concierto Battiato confirmó esa impresión desgranando las canciones de este nuevo álbum junto a una formación (cuarto de cuerda, teclados, piano, guitarra, bajo, batería) correcta pero algo anodina en la que destacaba -por lo curioso- la presencia de Simon Tong -ex de The Verve, miembro de The Good, The Bad and The Queen y colaborador de Gorillaz- que también ha participado en el disco.

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Pese al buen recibimiento de algunas de las canciones más animadas y que más pueden recordar a antiguos éxitos (caso de ‘Pasacalle’) y a un bonito puente entre fases en la que sonó la ‘Danza’ de su ópera Telesio y brilló la interpretación ‘Lode all’inviolato’, no fue hasta la fabulosa ‘Prospettiva Nevskij’ cuando comenzó lo que muchos estábamos deseando: un más que digno rescate muchos de sus mejores clásicos.

Y es que uno no puede escuchar ‘Mesopotamia’ -y de ver el maravilloso vídeo que proyectaron en el escenario- y dejar de pensar en que Battiato merece ser reconocido como uno de los grandes de la música pop de todos los tiempos. Una inspiradísima mezcla de contrarios basada en melodías pegadizas y arreglos no convencionales, letras que de tan pedantes son totalmente populares y un acercamiento claramente anglosajón a unas temáticas indudablemente mediterráneas, hacen que, si hoy en día alguien apareciese con una propuesta así, ésta seguiría siendo única y novedosa. Pero, con lo que ha costado que el mundo anglosajón consiga, por lo menos, reconocer a Gainsbourg, mucho me temo que Battiato (por mucho que Jim O’Rourke sea fan) seguirá siendo un tesoro privado, fuera de su alcance. Aprovechémosnos.

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Solo la interpretación metalera de ‘Il mantello e la spiga’ y la apertura del bis recuperando ‘Propiedad prohibida’, a medio camino entre Kraftwerk y Can, interrumpieron un hit after hit entre los que destacaron ‘Nómadas’, ‘La estación de los amores’ el medley de ‘Bandiera bianca’ y ‘Up Patriots to Arms’, ‘Cuccurucucù’, ‘L’era del cinghiale bianco’, una apropiada y muy aplaudida ‘Povera Patria’ y, por supuesto, los cierres. Primero con una apoteósica ‘Voglio vederti danzare’ -con locura generalizada, banderas sicilianas en la pista, gente bailando en el graderío como si no hubiera mañana- y, ya en el bis, con un catárquico ‘Centro di Gravità Permanente’ que, si bien no lo ha interpretado durante esta gira en Italia, Battiato sabe que en España es de rigor.

Un final propio de una fiesta de pueblo de un lugar mucho más pop y mejor que el nuestro que hace que -mientras esperamos a que Franco Battiato se tope con su Rick Rubin particular para ofrecernos su gran obra tardía- no dejemos de sentirnos un poquito mejor tras cada una de sus visitas. 7,5.

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