El pasado fin de semana falleció el compositor madrileño Alfonso Santisteban a los 69 años, tras varios padeciendo cáncer y diversas enfermedades cardíacas. Fue una estrella mediática en las décadas de los 60 y 70 sobre todo, en las que se hizo popular como compositor de bandas sonoras (más de 130, decía él) para filmes de dudosa categoría que hoy nutren programas como ‘Cine de barrio’, además de por su matrimonio con la entonces conocidísima presentadora Marisa Medina (fallecida hace poco más de año). Junto a Augusto Algueró o Waldo de los Ríos, fueron aquellos «directores de orquesta» que entonces poblaban la televisión en programas como estrellas (aunque ahora algo así parezca imposible), la respuesta cañí a Burt Bacharach o Henry Mancini. Pero por lo que será recordado siempre por la gran mayoría es por las indelebles sintonías televisivas que compuso durante años, como la de ‘Aplauso’, ‘300 millones’ o ‘Bla, Bla, Bla‘.
Su íntima relación con producciones de escasa calidad le valió siempre el desprecio de la crítica musical, que no se lo tomó en serio. Solo cuando, a finales de los 90, la música lounge de los 70 recuperó auge gracias al acid-jazz y estilos similares, Santisteban recobró crédito gracias fundamentalmente al empeño del sello Subterfuge, que creó el subsello Música para un guateque sideral en el que recuperaría antiguas grabaciones del autor, masterizadas y editadas siempre bajo su supervisión y con su total implicación.
Así, álbumes como ‘Verano del 72’, ‘Jazz natural’ o ‘Café Ipanema’ sirvieron para poner en valor la calidad de composiciones como ‘Zorongo’, ‘The Girl From Spain’ o ‘Sabor a fresa’, preciosos retratos en los que jazz, soul, funk y bossa se fundían. Pero además, a menudo se olvida mencionar que también compuso decenas de canciones para artistas como Lola Flores, Karina, Peret, Carmen Sevilla (el pop que aquí reinaba hace cincuenta años, no lo olvidemos) y, sobre todo, Bambino, para el que escribió canciones como ‘Culpable’ o ‘Mi amor es mío’.