El 21 de octubre de 2003 Elliott Smith se apuñaló a sí mismo con un cuchillo de cocina, y la noticia, aunque sea una mala metáfora, se sintió también como una cuchillada para los millones de admiradores de este músico increíblemente talentoso. Tanto como frágil y quebradizo en el plano personal. Aunque, como decían en la web de fans Sweet Adeline en 2011, son diez años sin Smith, pero ni un solo día sin recordarle. Así que este triste aniversario es una buena excusa para rememorar su amplísimo cancionero y reivindicar su figura para aquellos que aún no hayan entrado en contacto con la obra de valor descomunal del que podía haber sido el Brian Wilson de su generación.
Con 34 años, el que era posiblemente el más dotado compositor de su generación se infligía a sí mismo esa muerte con la que muchas veces antes se había especulado, gracias (es un decir) a su recurrente adicción a diferentes sustancias (sobre todo, medicamentos contra la depresión) y a un periodo bastante negro que sobrevino tras la publicación y promoción de ‘Figure 8’, en el año 2000, en el que la ingesta de grandes cantidades de diversas sustancias le condujo a una etapa de conciertos cancelados, peleas, detenciones y paranoia. Tras este terrible periodo, al fin un tratamiento de rehabilitación consiguió ayudar a Smith, culminando la composición y grabación casi completa de ‘From A Basement On A Hill’. Por eso, cuentan, su desaparición cuando parecía que había pasado lo peor resultó aún más incomprensible si cabe.
Aunque sus amigos cercanos afirman que era un tipo generoso, divertido y muy normal, si nos ceñimos a sus canciones es inevitable dejarse llevar por la idea de que Steve Smith (Elliott fue adoptado como nombre artístico en su adolescencia porque el suyo le parecía un tanto ridículo) era un hombre profundamente atormentado y deprimido, al que los malos tratos y abusos por parte de su padrastro (sus padres, una profesora de música y un estudiante de medicina, se divorciaron seis meses después de nacer él) y la inacción ante ellos de su madre y su familia le marcaron profundamente de por vida. Incluso en sus canciones más bonitas, encontraba el vehículo para retratar su dolor hacia aquellos episodios, como en la maravillosa ‘Waltz #2 (XO)’ («ella no muestra ningún tipo de emoción, mira al aire como una inerte muñeca china. Ya no llegaré a conocerte, pero te querré de algún modo»).
A los catorce años, Smith se fue a vivir a Portland con su padre y empezó a compaginar sus primeros intentos serios en la música, grabando maquetas en cassette, con sus primeras incursiones en el alcohol y las drogas. Durante sus estudios universitarios (se licenció en Filosofía y Ciencias Políticas), formó la banda de indie rock Heatmiser con su compañero de clase Neal Gust, logrando un contrato discográfico con el pequeño sello Cavity Search y cierta repercusión que les llevó a publicar su último álbum ‘Mic City Son’ en Caroline Records, subsello alternativo de Virgin, un disco en el que canciones como ‘Plainclothes Man’ ya muestran perfectamente el personal estilo de Smith.
Elliott grababa maquetas de incontables canciones al margen de su banda, algunas de las cuales cayeron en manos del sello Kill Rock Stars, que decidió publicarlas tal cual, en su formato demo. Así llegó ‘Roman Candle’, nueve canciones esqueléticas que sientan las bases de su carrera en su característico estilo de tocar la guitarra, con acordes heredados de Dylan y Cat Stevens, y voces dobladas por él mismo, tan quebradizas como emotivas. Tras ese debut, siguió un álbum homónimo en el que proseguía esa línea lo-fi pero ya con canciones sublimes como ‘Needle In The Hay’ (que, curiosamente, suena en la escena del intento de suicidio de Richie en ‘Los Tenenbaums’ de Wes Anderson), ‘St. Ides Heaven’ o ‘Clementine’.
Conscientes de su potencial, el sello invitó a Smith a trabajar con Tom Rothrock y Rob Schnapf, que se habían encargado de la producción del existoso ‘Odelay’ de Beck. El resultado fue ‘Either/Or’, primera gran obra maestra de Smith y en la que comienza a dar muestras de que aquellas canciones en forma de boceto eran algo meramente circunstancial y que no estaba en absoluto reñido con un sonido mucho más amplio y poderoso, como atestiguan ‘Ballad Of Big Nothing’ o ‘Alameda’. Sin embargo, continúa siendo demoledor en su faceta intimista, con canciones tan memorables como ‘Between The Bars’ (recientemente recordada por Madonna), ‘Angeles’ o ‘Say Yes’, preciosa canción de amor aunque con ciertas sombras.
‘Say Yes’ era una de las cinco canciones de Elliott que sonaban en ‘El Indomable Will Hunting’. Sorprendentemente, una de las nueve nominaciones al Óscar que obtuvo el film de Gus Van Sant fue para ‘Miss Misery‘ como mejor canción, un tema previamente inédito de Smith que obviamente hablaba de la depresión y, se dice, de un fallido intento de suicidio. Aunque no se llevó la estatuilla, que fue para ‘My Heart Will Go On’ (‘Titanic’), es evidente que la carrera del cantautor de Omaha cambió para siempre. El vídeo de su actuación en la ceremonia, su apesadumbrada figura con traje blanco y con la voz temblorosa secundada por una orquesta, es imborrable.
Después de aquello, en una especie de carambola en la que tuvo que ver el contrato de los desaparecidos Heatmiser con Virgin, Smith pasó a formar parte de Dreamworks, el sello discográfico de Spielberg, y en él produjo el excelso ‘XO’, posiblemente su álbum más bello, de nuevo producido por Rothrock y Schnapf y exquisitamente arreglado por Smith, que hizo un magnífico uso del incremento de presupuesto contando con amplias secciones de cuerdas y vientos, además de músicos excelentes como Jon Brion o Joey Waronker, mostrando influencias de The Beatles, The Kinks o Big Star.
‘Figure 8’, el último álbum que publicó en vida, era continuista con el sonido amplio de ‘XO’, pero fue recibido con algo menos de entusiasmo, pese a que hoy podamos decir que se trata posiblemente de su mejor y más completo álbum. Sin renunciar a esa necesaria faceta «pequeña» en cortes como ‘Somebody That I Used To Know’, ‘Everything Reminds Me Of Her’ o ‘Easy Way Out’, canciones como ‘Son Of Sam’, ‘Wouldn’t Mama Be Proud’, ‘L.A.’ o ‘Stupidity Tries’ redoblaban su apuesta por un sonido profundo e incluso más rockero. Por otra parte, temas como ‘Everything Means Nothing To Me’ o ‘Pretty Mary Kay’, posiblemente dedicada a su madre, introducían toques de psicodelia inéditos en su música hasta entonces. El muro de Sunset Boulevard frente al que posa Elliott en la foto de Autumn DeWilde que ilustra la portada es aún hoy un lugar en el que sus fans le rinden homenaje con mensajes, flores y velas.
‘From A Basement On A Hill’, pese a estar inacabado, fue publicado por deseo de los herederos del músico, que encargaron el trabajo de postproducción a Rob Schnapf y Joanna Bolme, ex novia de Smith con la que compartió además (junto a otro gran amigo y colaborador, Sam Coomes) la banda Quasi (que, casualmente, acaba de publicar su nuevo álbum). El resultado, aunque imperfecto y deslavazado, sobre todo por unas voces incompletas que tuvieron que ser rescatadas de las demos previas, es un disco imprescindible para cualquier seguidor de este artista, de un sonido aguerrido y crudo, con canciones tan necesarias como ‘Pretty (Ugly Before)’, ‘A Fond Farewell’, ‘Coast to Coast’, ‘Memory Lane’ o ‘Twilight’, una canción que introducía esos ambientes psicodélicos que ya estaban en su álbum previo.
Pese a que su carrera en solitario duró apenas una década, en sus seis álbumes de estudio hay suficientes grandes canciones para ser asimiladas durante muchos años más. Resulta frecuente, en su escucha, encontrarse con frases, arreglos, cambios de acorde o melodías que antes habían pasado desapercibidos y que, de repente, se vuelven imprescindibles. Cuando uno recuerda a Elliott Smith, su figura de artista permanentemente a punto de romperse, es tan doloroso pensar que le perdimos hace hoy diez años como reconfortante saber que su vasta obra seguirá perennemente rica y viva.
Hoy se celebra en Barcelona un homenaje a Elliott Smith por parte de artistas como The New Raemon, María Coma, Anímic, Joan Colomo o Espaldamaceta. Los beneficios del evento se destinarán a la Elliott Smith For Abused Children Foundation.