La situación vivida por la industria musical desde, más o menos, la llegada del nuevo siglo ha producido importantes cambios en muchos aspectos pero no tantos en algunos otros. El contexto de consumo musical, los formatos, la distribución, el papel de las discográficas o el mismo modelo de negocio han sufrido modificaciones más o menos reseñables. Pero, sin embargo, uno de los aspectos en principio más obvios como es la diversificación de la música -la disparidad de las preferencias al poder optar a casi todo con facilidad- no acaba de explotar.
Quizá por una cierta necesidad de pertenencia a un colectivo (esa misma que hace que las grandes estrellas sigan llenando estadios) las listas de lo mejor del año no dejan de ser diferentes variaciones intencionadas de una colección de, no sé, ¿500 discos como máximo? Pues bien, entre esos 500 discos del pasado 2013 seguro que no estaba ‘I Blame Society’, de los neoyorquinos The Ballet, a un simple golpe de clic en las plataformas digitales.
Y mira que, por lo menos en España, podrían haber tenido alguna posibilidad dadas las conexiones: Greg Goldberg -autor de las canciones del trío- vivió en nuestro país durante una temporada en la cual aprovechó para descubrir a La Casa Azul (lo comenta en esta interesante entrevista en El Planeta Amarillo de hace ya unos años y también en esta otra más reciente durante el pasado Indietracks) y -curiosamente- la bajista del grupo es Marina Miranda, una antigua componente de La Pequeña Suiza que ahora vive en EE UU. Pero este ‘I Blame Society» parece seguir la línea subterránea de los dos primeros discos de The Ballet: su debut ‘Mattachine‘ (2006) -tan adictivo como deudor de los Magnetic Fields y los Hidden Cameras- y su continuación ‘Bear Life‘ (2009) -más personal y arriesgado-. Pequeñas joyitas bastante inadvertidas en los medios.
Sin embargo, bien puede que este nuevo álbum (el primero que sacan con el sello Fortuna Pop!) sea su disco más acertado. Y no tanto por canciones como ‘Alright’ -que lo abre- o ‘All the Way’ -que lo cierra-, algo más rockeras y oscuras a lo habitual en el grupo pero que, aun siendo interesantes, no aportan nada especialmente diferencial. Algo, que -sin embargo- sí hacen esos ejercicios de contención que son la ensoñadora ‘Cruel Path’ (es casi increíble que esta canción no sea de Don Lennon, otro de esos geniales desconocidos) y la sutil ‘Difficult Situations’. También ‘Feelings’, otro de los grandes momentos del álbum, que utiliza una delicada melancolía electrónica -muy cercana a los mejores Pet Shop Boys- y sirve de puente hacia una parte decididamente synth-pop en donde destacan la muy Stephin Merritt ‘Is Anybody Out There?’ y la realmente amenazante ‘Turn You’.
‘Turn You’ es, por cierto, el ejemplo perfecto de la actitud combativa de un grupo que -de manera muy similar a los Hidden Cameras- se define como «gay nerd band». Según comentó Goldberg a Drowned In Sound esta canción es una respuesta al mensaje algo conservador (por determinista) del ‘Born this Way’ de Lady Gaga. Nada de nacer así: esto es peligroso y te puedo convertir, ten cuidado conmigo. No sé si algún componente de The Ballet convertirá a alguien a la fe gay pero desde luego lo que sí conseguirán sin apenas esfuerzo es convencer a todo aquel que, por algún motivo, se quiera desviar de lo omnipresente y descubrir este disco lleno de tesoros.
Calificación: 8,1/10
Lo mejor: ‘Cruel Path’, ‘Difficult Situations’, ‘Feelings’, ‘Turn You’, ‘Is Anybody Out There?’
Te gustará si te gusta: cualquiera de los proyectos de Stephin Merritt, Don Lennon, Vitesse