Estafado o fascinado. No hay más. Así sales de ver la arriesgada ‘Enemy’. Cuenta el director Denis Villeneuve que rodó esta adaptación de ‘El hombre duplicado’ de Saramago (escrita por el español Javier Gullón, guionista de ‘Hierro’ o ‘Invasor’) como un entrenamiento, como un ejercicio de libertad creativa antes de filmar su primer proyecto hollywoodiense, la irregular pero interesante ‘Prisioneros’ (2013). El resultado es notable, una adaptación muy libre y personal en forma de hipnótico thriller psicológico.
A pesar de que hay algo de impostado jugueteo en su gusto por la complejidad estructural y el cripticismo argumental, sobre todo en un final algo efectista y demasiado orientado a generar debates semánticos, ‘Enemy’ es una de las ficciones sobre el tema del doble -doppelgänger- más atractivas que se han realizado hasta la fecha. Una película cargada de sugestivas lecturas, de turbias dobleces sobre las represiones, proyecciones y recovecos del subconsciente.
Villeneuve sitúa la historia en un Toronto color beis, onírico y cronenbergiano, como de distopía futurista, y la envuelve en un ambiente misterioso y subyugante. Poco a poco va desplegando las piezas del puzzle: un apocado profesor de historia de vida rutinaria (fantástico Jake Gyllenhaal) encuentra a un hombre idéntico a él (también Gyllenhaal), un actor de tercera, enérgico y seguro de sí mismo. El primero tiene como pareja a una atractiva rubia, independiente y sexualmente activa. El ¿segundo? está casado con una atractiva rubia, embarazada y celosa.
Con un ojo puesto en ‘El doble’ de Dostoyevski y otro en los ambientes enrarecidos del cine de David Lynch (hasta aparece Isabella Rossellini), Villeneuve realiza una absorbente fábula sobre la identidad masculina (esas mujeres-araña), un perturbador thriller psicosexual (el prólogo no engaña) de inquietante atmósfera y compleja estructura dramática (mejor verla dos veces). Como advierte la cita con la que empieza la película: una invitación a descubrir el orden del caos. 8,9.