Cruïlla Barcelona 2014: el buen rollo al cubo de Macklemore & Ryan Lewis

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Cruïlla Barcelona 2014: el buen rollo al cubo de Macklemore & Ryan Lewis

El sábado, segunda jornada de Cruïlla en el Fòrum, llegamos justo a tiempo de ver a Jack Johnson en el Estrella Damm. El escenario apareció vestido con un aire típicamente hawaiano. Vasos, humo, carcajadas… Se oían diferentes idiomas y acentos porque Jack Johnson conseguía movilizar a personas de todas las partes del mundo. El cantante no se hizo esperar más, y se dirigió al público con un sonriente “Bona nit catalans!”. Empezaba el espectáculo.

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Jack Johnson comenzaba con ‘Good people’, generando desde el primer momento un ambiente íntimo y relajado. ‘Flake’ y ‘Taylor’ fueron las siguientes de la lista. Un gran solo del pianista Zack Gill coronó ‘Sitting, Waiting, Wishing’ como una de las joyas de su interpretación. Su improvisación, su toque descarado y su actitud alocada dieron a la función el toque dinámico que avivan al a veces demasiado calmado Johnson. Durante ‘Upside down’, la percusión nos transportó al Hawaii más feliz, bailando y cantando al son del bombo y el charles. En ‘You and your heart’ e ‘If I had eyes’, Zack volvió a dar un toque picante a la interpretación subiéndose al piano, bailando, aumentando el ritmo cardíaco de las voces que cantaban cada letra de cada canción. En ‘Radiate’ hacía sonar la melódica a la vez que tocaba el piano, mirando a los asistentes de reojo, lo cual fue respondido por un alud de gritos. El bajo marcaba el ritmo, y llegó un momento en el que hubo una fusión donde todas las voces se juntaron hasta conseguir un orgasmo instrumental, alcanzando el clímax con el entusiasmo que transpiraban los miembros del público. Con ‘Bubble Toes’, volvimos a ver la actitud más seductora de Jack Johnson, y Zack volvió a mostrar sus dotes de improvisación, recorriendo el piano con sus dedos a una gran velocidad. El pianista fue una caja de sorpresas durante toda la tarde, ya que cuando nadie se lo esperaba empezó a cantar en ‘Wasting time’. Y su voz fue un torrente de agua que arrastraba a todos los oyentes a su paso. El sol empezó a caer con ‘Hope’, y Jack hizo subir al escenario a Eduard Estivill y a su mujer Montse Domènech, conocidos artísticamente como Falsterbo para cantar ‘I got you’. Es un ritual que ya ha hecho en otras ocasiones como en un Cruïlla anterior y que siempre consigue el efecto de enternecer a toda la audiencia cuando en el estribillo cambia la letra por “I aquí ets tu, ja ho tinc tot amb mi, ja hi ets tu, ja no em cal cap altre que tu”. Después del single de su álbum más reciente, siguió con canciones como ‘Tape deck’, ‘Banana pancakes’, y ‘Shot reverse shot’, donde se respiró un ambiente fiestero entre todos los miembros de grupo. El hawaiano se despidió con su canción más conocida, ‘Better together’. En medio de la multitud, una chica subida a hombros de su acompañante, con el pelo alborotado, una sonrisa de oreja a oreja, y con sus brazos dibujando un corazón era el vivo retrato del espíritu que habían conseguido contagiar Jack Johnson y su grupo.

imeldaNo hay mejor momento que la noche para que Imelda May se sienta como en casa. Su vestido blanco y negro, ceñido con un cinturón rojo de cuero y su peinado lacado la convierten en una mezcla de Cruella De Vil y Elvis Presley, una combinación marcada por el descaro, la picardía y la seducción. No pudo empezar de otra forma que presentando su nuevo single ‘Tribal’, extraído de su nuevo álbum, del mismo nombre. El Escenario Deezer que había permanecido quieto durante la espera empezó pronto a sacudirse al ritmo de la irlandesa. ‘Wild woman’ fue la siguiente arma de su lista, donde la energía salió por su garganta como una bestia que lleva años en cautividad. Imelda dedicó la tercera canción a todas las mujeres del público: ‘Big Bad Handsome Man’. Un grito agudo resonó por todo el Fòrum, a lo que Imelda respondió con un fuerte aullido a la vez que invitaba al público a seguir el ritmo con las palmas. ‘Wicked Away’ fue una de las canciones más sensuales del concierto, acompañada por las luces azules de los focos. Aunque Imelda no coquetea. Imelda no insinúa. Imelda es una seductora nata, una femme fatale. Consigue lo que quiere cuando lo quiere, y eso se demostró en cada una de sus melodías. Si alguien tenía alguna duda sobre el espíritu rockero que corre por sus venas, quedó descartada con la actuación de ‘Five Good Men’. “¡Es Elvis!”, decía una chica del público. Como modo de introducción a ‘Hellfire Club’, Imelda explicó que el título de la canción que iba a continuación se refería a “una casa repleta de mujeres y bebidas” situada tras unas colinas de Irlanda. Tras este breve relato, vimos una Imelda agresiva, canalla, burlesca. A la vez que cantaba y bailaba, daba toques en su muslo con la pandereta siguiendo el compás. Con ‘Ghost of love’, ‘Round the bend’ e ‘It’s good to be alive’ los oyentes lo dieron absolutamente todo: parejas bailando swing, gente saltando con la mano alzada, risas de complicidad… era una gran fiesta. Volvimos a ver la parte más seductora de Imelda con ‘Gypsy in me’, esta vez con un toque más melancólico, más cercano al blues. En ‘Road Runner’ Imelda marcaba el ritmo con cada parte de su cuerpo: muñecas, talones, moviendo la cabeza, animando al público a seguir el ritmo con saltos y aplausos… cuando acabó, la audiencia respondió con una fuerte ovación y un fortísimo aplauso. Imelda sabe cómo bordar un buen final, y así lo hizo con ‘Johnny Got a Boom Boom’: todos los miembros del grupo sacaron a exhibir cada uno de sus instrumentos: trompeta, batería, guitarra, bajo… transmitiendo una energía que hizo vibrar a todos los presentes.

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MacklemoreEl escenario de Estrella Damm estaba a rebosar. No cabía ni un alma más para ver a Macklemore & Ryan Lewis y ellos supieron jugar con la tensión del momento. Después de 5 minutos de fuerte intriga, estalló la música, se encendieron las luces, y cayó la bandera de ‘The Heist’, mostrando a toda la banda, menos al cantante. El público enloqueció al ver a Macklemore salir finalmente a escena. La bandera catalana de fondo y la camiseta del Barça con el número 10 en la espalda del cantante presidirían el concierto. Entre las primeras canciones que sonaron estuvo ‘Ten Thousand Hours’. Era imposible no saltar con el público: el entusiasmo era contagioso. Macklemore cantaba y se movía con fluidez, creando una adicción cada vez mayor a cualquiera que estuviese escuchándole. Al acabar, Macklemore hizo una reverencia que llegó hasta el suelo, entregándose a su devoto público. “He estado esperando toda mi carrera tocar aquí en Barcelona. Y finalmente estamos aquí. ¡Hola, Barcelona!”, bramaba en inglés Macklemore. Este interactuó con el público de forma constante, cercana, divertida. Y así fue como introdujo uno de sus hits: “He oído cosas de las playas de Barcelona, de las chicas y he oído cosas de «Thrift Shop»». Al oír esas últimas dos palabras ya nada pudo parar al auditorio: Macklemore nos había sumido en el éxtasis. No quedó ni un pie en el asfalto. ‘Can’t hold us’ fue otra de las canciones en sonar. Y no, tampoco hubo persona que se quedara quieta. Palabra por palabra, todos los presentes cantaban a voz en alto, eufóricos. El grupo no dejó de tocar ‘Wing$’, canción que fue in crescendo, motivando cada vez más a cada uno de los miembros de la estrada. En ‘Neon Cathedral’ el cantante sacó su parte más contestataria, introduciéndola con frases como “I believe in no state, no religion, no institute, no government”. Su espíritu crítico también se vio reflejado en canciones como ‘Same Love’, donde invitó a los asistentes a pensar sobre la importancia del amor y del derecho que tenemos todos y cada uno a amar a quien queramos, sin importar la condición sexual. Siguiendo con ese momento íntimo presentó a cada uno de los miembros del grupo con comentarios cargados de fresca ironía. Pero cuando se paró a hablar de Ryan Lewis, puntualizó que durante estos años se había convertido en su mejor amigo y en su compañero de viaje, momento en el que el artista dejó los cascos y se acercó para dar un abrazo a Macklemore. Los asistentes cantaron a coro “Ryan Lewis” hasta que este regresó a su mesa de mezclas. Para volver al espíritu desenfadado del espectáculo, Macklemore sacó el “showman” que lleva dentro con ‘White Walls’: otra vez las manos en alto, los pies en el aire, y los empujones para poder estar más cerca. Macklemore parecía contento, fueron dos las veces en las que se lanzó al público. Algunas de las manos fueron a partes no muy ortodoxas. Ese es el problema cuando en primera fila te encuentras con las groupies que gritan histéricas cada vez que Macklemore respira. Y el cantante se dirigía a sus oyentes una y otra vez: “Hemos sentido algo especial hoy. Nunca he oído a la audiencia gritar cada jodida palabra de las letras como hoy. Sé que no os conozco personalmente, pero lo que puedo decir es que hoy me siento como si fuéramos una gran familia. Puedo sentir el amor alrededor». Petardos, fuegos artificiales y confeti verde, blanco y naranja presentaron ‘Irish Celebration’, mientras Ryan Lewis agitaba la senyera. En esa canción se acabó de forjar una conexión difícil de explicar entre la audiencia y Macklemore. Antes de acabar con lo que fue un auténtico espectáculo, Macklemore regaló al público el bis de una de las canciones más aclamadas, ‘Can’t Hold Us’.

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Nos encontramos en la recta final del Cruïlla Bcn, ya el domingo, con el concierto de Zaz, donde se pudo entrar en calor con canciones como ‘On Ira’, ‘Gamine’ y ‘Cette Journée’. Su actitud era juguetona, acercándose a cada miembro de la formación mientras seguía cantando entre salto y salto. En ‘Les Passants’ y ‘Comme ci Comme ça’ los oyentes la aplaudían, atraídos por el romanticismo y toque bohemio de la voz de la francesa. Durante varios momentos de su actuación Zaz se dirige al público en francés, pero sin querer sonar elitista, con la aparente intención de acercarse más a su público más fiel. Hablaba tan emocionada que muchas veces las palabras iban más rápidas en su mente que en sus labios. También habló en español, y en ese idioma presentaba ‘La révolution des Colibris’, canción en la que se cambió para vestirse con un vestido que cubría sus hombros con plumas de varios colores, transformándose en un auténtico colibrí mientras explicaba la historia de la pieza que iba a sonar. En ‘Éblouie par la nuit’ y ‘Si je perds’ también tradujo partes de su letra al español, donde confesó: “Nosotros, los seres humanos, tomamos conciencia de lo que tenemos cuando lo perdemos”. Después, devolvió el espíritu alegre con ‘J’ai tant escamoté’ mientras sonaba una caja de música que transportaba a un circo de París. Cerró su concierto con un enérgico ‘Je veux’, agradeciendo por enésima vez la asistencia de los presentes.

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Fotos: rousgamonal.

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