La organización norteamericana RED HOT, cuyo objetivo es recaudar fondos y concienciar contra la propagación del VIH, vuelve con una nueva entrega dedicada a la obra de Arthur Russell, una obra heterogénea que en vida no fue reconocida -según unos por su indiferencia hacia la industria discográfica y según otros por ser un adelantado a su tiempo-, pero que con el transcurso de los años sigue creciéndose. En gran medida por las reediciones, publicaciones de material desconocido, versiones con cierta repercusión como la de ‘Get Around to It‘ por Tracey Thorn, formando parte de la banda sonora de la notable ‘Keep The Lights‘, por la biografía escrita por Tim Lawrence (‘Hold On To Your Dreams: Arthur Russell and the Downtown Music Scene, 1973-1992’) o por el entrañable documental de 2008 ‘Wild Combination. A portrait Of Arthur Russell’, al que ahora se añade este doble volumen de versiones que hará que su figura siga siendo conocida por cada vez más gente.
Red Hot Organization, siempre bajo la misma premisa benéfica y a través del pop, editó su primer recopilatorio ‘Red Hot + Blue’ en 1990, con versiones de Cole Porter realizadas por artistas como Neneh Cherry, U2, David Byrne, Annie Lennox, K.d. Lang, Tom Waits y Sinéad O’Connor, entre otros. Después vendrían las colaboraciones de Madonna, Lisa Stansfield o George Michael en ‘Red Hot + Dance’ con portada de Keith Haring; la incorporación de otros estilos como el country, el jazz, el hip hop y el rap en ‘Red Hot + Cool’ y ‘Red Hot: America is Dying Slowly’ con aportaciones de Wu-Tang Clan, Common o De La Soul, entre otros; los dedicados a las zonas geográficas más golpeadas por el sida, como ‘Red Hot + Latin’ o ‘Red Hot + Rio’; los homenajes a John Coltrane en ‘Red Hot On Impulse’, a Fela Kuti -padre del afrobeat- en ‘Red Hot + Riot’, o a Duke Ellington en ‘Red Hot + Indigo’; y al cumplir 20 años de lucha, con ‘Dark Was The Night’, reuniendo a la flor y nata del pop-rock -mayoritariamente norteamericano- no solo en un doble álbum, sino también para su escenificación en el Radio City Music Hall de Nueva York en 2009.
Arthur Russell, que fallecía en 1992 a los 40 años víctima de un cáncer complicado por el VIH, dejó un legado tan inabarcable que es imposible de abordar en un par de tardes. Su trayectoria musical, iniciada en los 70, asalta terrenos muy distintos entre sí, incluso con una vitalidad impensable en nuestros días, a veces bajo su nombre, otras con proyectos de los que era partícipe sin una continuidad definida –todo un suicidio comercial- como Loose Joints, Indian Ocean, Liquid Liquid, Dinosaur o Killer Whale. Sus primeros pasos fueron como violonchelista –aprendió a tocar gracias a su madre- en la costa oeste americana, muy lejos de Iowa, el estado que lo vio nacer. Su inquietud le llevaría inmediatamente a Nueva York, experimentando con el pop, la música clásica, el folk, el funk o la música disco tal y como hoy la entendemos. Un escenario, el neoyorquino de los primeros 70, favorecedor para la adrenalina que Russell necesitaba inyectar a su obra para condimentar los estilos mencionados, sobre todo el de la música de baile. No había acotaciones entre las luces más deslumbrantes del Studio 54, la oscuridad de otros espacios privados como The Loft -una única habitación de una casa acondicionada casi de forma improvisada por David Mancuso-, o las sesiones más experimentales -a la hora de mezclar unas canciones con otras- como las del Paradise Garage de Michael Brody, local en el que se inicia la residencia habitual de Larry Levan y que más tarde le catapultó como uno de los dj’s indispensables del momento.
Casi en paralelo, Russell, en otras formaciones como The Flying Hearts o The Necessaires, dio rienda suelta a su lado más formal, deambulando entre el folk, la poesía –mantuvo una estrecha amistad desde muy joven con el poeta Allen Ginsberg- o el pop-rock, a veces tocando el violonchelo, otras a los teclados o a la guitarra y hasta en numerosos momentos cantando. Después vendrían desavenencias y rupturas, no solo con compañeros de grupo sino también con las discográficas, desembocando en proyectos más experimentales e inaccesibles al público, llegando a publicar en el sello de Philipp Glass en un tono más ambient sin el objetivo aparente de sacar a la luz todo aquello que grababa: tan solo tenía en mente componer frenéticamente y actuar lo máximo posible. Se tiene la certeza de la existencia de bastante material inédito, en torno al millar de cortes, muchos de ellos sin acabar, que están en manos del que fuera su pareja hasta el final de sus días, Tom Lee. Para ello decidió fundar el sello Audika Records y gestionar el desbordante legado de Russell. Una pequeña parte se editó en el recopilatorio ‘Another Thought’ (1994), dos años después de su muerte, un compendio de canciones en tono cantautor sin dejar de lado su chelo que remueven la fibra emocional al mostarnos las composiciones de sus últimos años de enfermedad. Mucho más tarde, en 2008 se publicaría ‘Love Is Overtaking Me’, donde resuena buena parte de su lado más folk o country, sin desestimar bases electrónicas como acento más que como referencia.
En ‘Master Mix: Red Hot + Arthur Russell’ encontramos la adaptación de veintiséis canciones del norteamericano de participantes que poco tienen en común entre ellos. Aunque eso sea habitual en este tipo de recopilatorios/homenajes, en este sirve para apreciar las distintas caras que Russell podía mostrar. Intachables son las versiones de Sufjan Stevens (‘A Little Lost’), Blood Orange (‘Is It All Over My Face’), Robyn (‘Tell You’) o José González (‘This Is How We Walk On The Moon’), sin olvidarnos de los rotundos once minutos de Hot Chip en ‘Go Bang’. Y la aparición es doble, porque Alexis Taylor en ‘Our Last Night Together’ revela su lado más acústico, en claro contraste con la versión disco que hace junto a sus compañeros de grupo. Scissor Sisters salen bastantes airosos haciendo ‘That’s Us / Wild Combination’, uno de los pequeños hits en la carrera de Russell, que presenta el mismo garbo que otras aportaciones, de una aureola más seria, minimal y oscura, como las de Richard Reed Parry (Arcade Fire) en ‘Just A Blip’ o Redding Hunter en ‘Close My Eyes’.
Pocos inconvenientes podemos poner a esta tarea que ha costado un par de años ejecutar, si acaso la curiosidad por imaginar cómo habría sido la participación de Stephin Merritt de The Magnetic Fields. No porque hubiera sido anunciada su participación y luego no sucediera como en el caso de Owen Pallett, Twin Shadow, Washed Out o Cut Copy, sino simplemente por el empleo de la acústica y los elementos electrónicos con un ramalazo similar. También habría sido curioso el caso de David Byrne, no olvidemos que Arthur Russell tocó el chelo en la mítica ‘Psycho Killer‘ de Talking Heads, así como fantasear con cómo habrían quedado composiciones como ‘Is It All Over My Face?‘ de Loose Joints o ‘Kiss Me Again‘ de Dinosaur, que habrían conectado a muchos con su genuino autor.
Clasificación: 8/10
Lo mejor: acabaríamos antes con las menos mejores…
Te gustará si te gustan: David Byrne, Stephin Merritt, las ambientaciones de Caribou, Jens Lekman o la conexión -como explicaron en el programa Retromanía de José Manuel Costa y Abraham Rivera en Radio 3, sobre Arthur Russell- con el trabajo de Nicolas Jaar en el disco ‘Space Is Only Noise‘
Escúchalo: Está en Deezer y Spotify pero siendo una causa benéfica…