Hemos escuchado discos paralelos de Fiona Apple, álbumes de Prefab Sprout que no deberíamos, por supuesto todo tipo de filtraciones de discos, singles y EP’s con buena calidad y sonido de ultratumba, ¿pero cuándo nos hemos enfrentado a un lanzamiento del modo en que nos hemos enfrentado al disco 13 de Madonna? La primera tanda de filtraciones de 13 demos fue la más mediática, pero hubo más, mucho más: un par de tandas extra con dos decenas de canciones inéditas grabadas durante 2014, junto a diferentes versiones de varias canciones que iban del «modo piano» a «Máquina Total 4». ¿Cómo sonaría lo definitivo? Superad esto, fans del mundo: este es el hilarante aspecto actual del iTunes de un seguidor de Madonna.
Muchos artistas, como Bob Dylan, han publicado decenas de maquetas y descartes, pero hay que recordar que esto ha llegado al mundo antes que el propio álbum oficial, no décadas después como debería. ¿Cómo asumir esta cantidad de material? Si la carrera hacia el disco no había sido suficientemente surrealista a través de hashtags en Instagram tipo #unapologeticbitch y #unapologeticdog (habría matado por una campaña de ’69 Love Songs’ de Magnetic Fields con etiquetas tipo #punklove, #renodakota, #boaconstrictor, #veryfunny, #funnynotfunny), el asunto ha terminado con conversaciones tan repetidas hasta la saciedad en los foros de internet que se está batiendo un récord Guinness de «eye rolling» estos días.
-La versión final de ‘Rebel Heart’ es como la demo 5.
-No tengo la demo 5, ¿cómo suena?
-Peor que Demo 4, pero mejor que Demo 2.
-¡La Demo 2 es la acústica, es muy bonita!
-Ya, pero no es un pepinazo como la Demo Four.
-¡No quiero escucharla, no quiero que salga nunca!
-La verdad es que la maqueta era mejor.
Imaginad este «los zombis de ’28 días después’ no son zombis, son infectados», repetido ad nauseam. En cierta forma los seguidores de la cantante han parecido en estos cuatro meses los sufridores del ‘1, 2, 3’, aquellos concursantes del programa de Chicho Ibáñez Serrador que sabían qué se escondía detrás de cada tarjetita, si un pepinazo o una mierda, pero no podían comunicarse con los concursantes que escogían de verdad. ¿Ha escogido siempre bien Madonna el camino que seguir con esta enorme cantidad de maquetas o se ha equivocado de «tarjetita»?
Casi siempre ha elegido bien, pero no siempre. Poder seguir cómo ha sido la evolución de estas canciones ha sido una verdadera gozada en muchos de los casos. Hemos visto cómo el single principal, ‘Living for Love’, en lugar de extenderse, de añadir por añadir, en realidad quitaba cosas. Los cambios respecto a la maqueta son casi imperceptibles en las primeras escuchas pero están ahí y son muy significativos: la canción reducía en 30 segundos su duración, prescindía de gran parte del góspel, también de sus beats más Kiesza y también de su piano más housero para añadir otro mucho más clásico aportado por Alicia Keys, además de potenciar su arranque ultra Moroder. El sentido de la contención es exquisito, dando lugar a una de las producciones más complejas de la carrera de Madonna. Desde luego la de ‘Hung Up’ fue más deslumbrante, pero esta es mucho más elaborada y podemos decir ya que infravalorada. Pero el caso más extremo lo hemos vivido con ‘Illuminati’ y ‘Holy Water’, dos maquetas deleznables que han terminado resultando vibrantes con la producción de Kanye West: la primera con tal contraste de colores entre estrofas y estribillo (acorde con la letra) que te parece ya haber visto su videoclip, y la segunda con una base galopante a pesar de su coqueto minimalismo. Habla de sexo oral, se ríe de «Yeezus» con Kanye de cuerpo presente y hasta suenan chorros de fluido rosa en varios de sus momentos. Otra obra de teatro para su discografía, a la que añadiríamos ‘S.E.X.’, otra maqueta para olvidar convertida en un destacable número a lo Beyoncé en el que Madonna se venga de sus haters «rapeando» con los grillz puestos. Es tan tonta que da la vuelta y se convierte en imprescindible.
Pero lo más importante de esta era ha sido la creación del verbo «desaviccizar». No sabemos en qué cueva se habrá metido Avicii en las últimas semanas, ni qué tipo de whatsapps lloriqueando estará mandado a su novia a todas horas, pero no ha sido para menos. Madonna ha sido famosa por vampirizar a los productores con los que ha trabajado, por exprimirlos hasta dejarlos en la inutilidad más humillante. Con la salvedad de Pharrell, al que llegó tarde y pronto a la vez, Nile Rodgers tardó 30 años en recuperarse de ‘Like a Virgin’, William Orbit no volvió a igualar ‘Ray of Light’ jamás, Stuart Price se ha limitado a replicar trucos de ‘Confessions’ en discos de Killers y Pet Shop Boys, los tambaleantes Martin Solveig y los Benassi fueron rematados tras ‘MDNA’, y Mirwais… ¿en qué manicomio anda encerrado intentando superar el fracaso de ‘American Life’?
Pero lo que ha pasado con Avicii es harina de otro costal. Madonna no ha exprimido a un co-productor para este disco: ¡lo ha exprimido y ha prescindido de él ANTES de terminar el mismo disco! La comunión melódica entre Madonna y el sueco es sobresaliente: Madonna siempre ha estado cómoda trabajando con artistas europeos, adora a Abba y la suma de electro con folk la inventó ella en ‘Music’ mucho antes que él. Fruto de esta colaboración han surgido temas como ‘Addicted’, con una letra 100% Madonna y una progresión 100% Avicii, y la excelente ‘Devil Pray’. Sin embargo, la maqueta ultra country de este último tema ha pasado por el filtro moderno de DJ Dahi y Blood Diamonds dando lugar a una grabación completamente distinta, más actual y a la vez atemporal y divertida con el mismísimo diablo haciendo coros. Quizá agobiada por que le dijeran que ha llegado tarde de nuevo al EDM, que aún me imagino que baila en secreto en la soledad de su cuarto, Madonna ha quitado todo rastro del sonido Avicii en el disco y así, dos llenapistas invencibles como ‘Wash All Over Me’ y ‘Rebel Heart’, que estaban llamados a cerrar de manera gloriosa, aparecen contenidos hasta el extremo. El primero se ha convertido en balada, no decimos más, pero hay que detenerse en el segundo. Entendemos que lo ha sacrificado en pro de la coherencia del álbum, ¿pero dónde está la petición de Change.org para que Avicii incluya su remix en su inminente disco veraniego? Y es que al margen del potencial de su estribillo, ‘Rebel Heart’ estaba llamada a ser su ‘Rien de rien’. Y no exagero, su letra, que arranca con un «no puedo ser como las otras chicas», no puede estar más relacionada con el himno retrospectivo y autoafirmativo de Édith Piaf que, dado su amor por Francia, M debe de conocer muy bien. Ese arranque de estribillo «so I took the road less travelled by» no puede sonar más épico.
Este himno absoluto capaz de congratularte con el mundo y ponerte una sonrisa en la cara en el segundo cero aparece finalmente, en cambio, convertido en una especie de sintonía de película de Sundance que cierra el disco -porque sólo encaja realmente como apertura o cierre- dejándote pensando: «¿qué ha pasado? Tengo que volver a esto porque no sé si lo he entendido». Cabe pensar que Madonna haya querido renunciar a sufrir el inevitable ninguneo de las radiofórmulas incluso a un temazo como este. Que haya pasado de sacar un hit tan claro para llevarse otro chasco. Que no nos vendan la moto de que no hay discriminación por edad: si radiaron aquella cosa llamada ‘One More Chance’ podría radiarse cualquiera de las canciones nuevas. ¿Acaso se ha cansado de intentarlo y por eso ha concentrado todos sus esfuerzos, la producción, la pre-venta, los banners de iTunes y Youtube en el álbum y su coherencia por encima de las canciones individuales? Por lo demás, no se entiende este extremo de la desaviciización, hasta el punto de que cuando le preguntan por Avicii en las entrevistas, Madonna puntualiza que quería trabajar «con su equipo» y… ¡se rasca el ojo como quien miente como una bellaca! (minuto 1.55 del siguiente vídeo). Si no fuera porque hasta ‘The Nights’ está vendiendo más que ‘Living for Love’, pensaríamos que Madonna ha hundido la carrera del pobre hombre, que además de estar de baja por enfermedad, tiene nombre de «loser», Tim.
Casi cuesta mirar a Avicii y Diplo en la misma foto, pero el caso es que las partes por separado han dejado unos cuantos descartes que merece la pena reivindicar. Al margen de las pocas canciones que sonaban mejor en modo maqueta (añado ‘Messiah’ sin esas inexplicables cuerdas sintetizadas de la versión final), hay que rescatar unas cuantas caras B, y eso que nunca me he sentido atraído ni siquiera por los descartes de ‘Ray of Light’, ‘Music’ o ‘Confessions on a Dancefloor’. Pero sí hay que guardar en el disco duro la sensual ‘Never Let You Go’, el potente country de ‘Revolution’, la bailable ‘Two Steps Behind Me’ dedicada a sus competidoras, el tema sobre la «Reina asesinada» ‘Queen’ o ese ‘Trust No Bitch’ que suena aún a medio cocer pero promete llegar tan lejos como un ‘Holy Water’. ¿Será ese tema el que veremos en lo próximo de Major Lazer, como se rumoreaba?
Queda, en efecto, la impresión de que, con las mejores 12 pistas, este podría haber sido el mejor disco de Madonna recordando que estamos, sin pero posible, ante el mejor elenco que jamás se ha visto en un disco de la artista. ¿Cómo superar un álbum de Madonna en el que están Blood Diamonds, Diplo, SOPHIE, DJ Dahi, Kanye West y Avicii, entre muchos otros, sin que nadie la desluzca? No se me ocurre grupo de artistas más excitante para alguien que sigue a Madonna desde hace décadas y además la música que se hace hoy en día. Ella ha reconocido en diversas entrevistas que el resultado final está influido por las filtraciones, que necesitaba un mes más para terminar de atar cabos, y quizá eso haya tenido algo que ver con algún pero encontrado en el resultado final. En cualquier caso dudo mucho que esa posible obra perfecta hubiera sido tan sumamente divertida de seguir. Todo ha sido tan rocambolesco que, exactamente como si fuera una obra maestra, ‘Rebel Heart‘ sólo deja una pregunta posible: después de todo este chute… ¿ahora qué?
Madonna actúa el 24 de noviembre en Barcelona. Entradas a la venta este día 13 de marzo, aquí.