Pablo und Destruktion: «Me parece fascista encasillar»

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Pablo und Destruktion: «Me parece fascista encasillar»

pablodestruktionJusto a la salida de ‘Vigorexia emocional‘, pude reunirme con Pablo G. Díaz de Pablo und Destruktion en Madrid. Hoy jueves 11 de junio que actúa en el Teatro Lara de la misma ciudad con casi todo agotado, recuperamos esta larga e intensa pero siempre interesante conversación a pesar de que, como diría él, seguramente haya pasado algo noticiable en estas semanas que debería aparecer en este artículo.

Pablo es un gran conversador, mucho menos denso y más divertido de lo que parece sobre vuestras pantallas, y definitivamente una rara avis en la música del país y el extranjero. Si no lo creéis, leed esta entrevista y después acudid no os perdáis su reciente desnudo en Facebook. Atentos a los enfoques filosóficos detrás de sus canciones o a la narración que culmina con la última pista, pero también a los momentos en que se interrumpe a sí mismo consciente de lo que se enreda.

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Foto: Javier Bejarano.

¿Por qué has grabado este disco en directo?
Es el primer disco que grabo con banda. ‘Sangrín’ lo grabé con pistas, con colaboraciones puntuales del batería de Triángulo y demás y después monté la banda, con la que al final decidí hacer este disco. Primero hice todas las maquetas y las llevé al local para que tuviera la esencia del directo, del local de ensayo. Es una forma más clásica de grabar. Los discos de los 60 y los 70 tienen este aroma. Primero se graba la sección rítmica y luego los arreglos.

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¿Hay pocas tomas, entonces?
Hicimos primera y segunda toma de la sección rítmica y eso se mantiene tal cual. De voces y arreglines sí que grabamos más hasta que salía la buena.

¿Era importante que el disco saliese antes de las elecciones?
No tenía nada que ver, la verdad.

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«En un modelo como el que tenemos ahora, en el que la política es un caos, las relaciones sentimentales son un caos. Todo el mundo anda sin cabeza porque ese es el modelo político que tenemos»

No es un disco político como sugiere la nota de prensa, ¿verdad?
En la nota digo que es un disco pasional, íntimo, pero que intento aunar conceptos religiosos, filosóficos o políticos. Hablar de amor es hablar de política, de filosofía, es hablar de todo porque condiciona casi cualquier acto humano. El amor es la sublimación sentimental de todo eso. Vivimos en sociedad porque necesitamos relacionarnos con otra gente y ahí empiezan las relaciones de amor. Una relación representa en escala micro lo que hay en escala macro, como pueden ser las dictaduras. Si el cabeza de familia es un dictador, el padre amarga a la madre, la madre a los hijos, y estos se amargan entre ellos. En un modelo como el que tenemos ahora, en el que la política es un caos, las relaciones sentimentales son un caos. Todo el mundo anda sin cabeza porque ese es el modelo político que tenemos. Hay una relación interesante y lo tuve en cuenta al hacer el disco, como en ‘Sangrín’, siendo sutil. No quise ir al panfleto y no quise posicionarme. No me voy a posicionar ni en el amor ni en la política porque son arenas movedizas. Es algo que va a cambiar y está sujeto a las leyes cósmicas.

¿Cómo es que no te vas a posicionar?
Casi nunca tengo un posicionamiento de «verdad absoluta». Defiendo más la vía del anarquismo porque va en contra de los términos absolutos y del juego de niños de «ahora va a venir el Mesías», que puede ser uno u otro, «y todo va a estar bien». El anarquismo, antes de convertirse en anarco-sindicalismo, tiene mucho que ver con lo liberal y habla de «ni siquiera la libertad como término absoluto». Se trata de una economía de fuerzas, de un equilibrio en el que tú puedas ejercer tu poder sin masacrar al otro, y eso lo puedes llevar al amor, a toda la vida. Es una filosofía completa que me resulta práctica para vivir y para trabajar también.

Tus entrevistas suelen ir enfocadas hacia la política, pero a mí me parece un disco de amor…
Me dan la chapa con la política por el momento histórico, igual que en ‘Sangrín’. Con el primer disco era folk marciano, pues «folk marciano». Luego, con la política, «pues artista político». En el siguiente disco me dirán lo del romanticismo y yo estaré tratando otro tema. Intento que mis discos sean una obra existencial, como señor que está vivo en un momento determinado, y en esa vida hay folclore, hay vidas hermosas y hay de todo.

«Me parece fascista encasillar. Es simplificar algo complejo cuando la hermosura reside en la complejidad y en que se actúe diferente en función de las circunstancias»

Has usado «dar la chapa». Realmente te desagrada el encasillamiento.
Totalmente. Todos los encasillamientos. Me parece fascista encasillar porque en una situación intervienen muchos factores, pero lo resumimos en que el problema lo tienen los judíos, o lo tiene la casta. Es simplificar algo complejo cuando la hermosura reside en la complejidad y en que se actúe diferente en función de las circunstancias. Tú en un campo de concentración o en Senegal o aquí, te desarrollas como persona de forma distinta. Yo como artista «experimental», vivo de las experiencias y las intento analizar. Si tengo experiencias distintas y quiero seguir teniéndolas, no me voy a encasillar. Intento hacer un lenguaje artístico coherente, pero sobre distintos temas.

En lo estrictamente musical, ¿en qué te perjudica que te encasillen?
En que me reduzcan a un monigote, aunque ya soy dos o tres tipos… No soy un monigote, soy una persona. Los periodistas han reducido todo muy activamente y eso se nota. Los discos que más me gustan son de los 60, los 70, los 80… Discos de Gainsbourg en los que hay dub, chanson, surf… No se había llegado a la planicie total. Ahora un grupo industrial hace industrial, uno folk sólo folk, todas las canciones son iguales… No me puedo creer que la gente viva en un estado de planicie mental y espiritual perpetuo. Entonces, si no vives en ese estado de planicie perpetuo, tu disco no es honesto para mí. Trato de hacer discos honestos, tengo altibajos, tengo días distintos, pienso en cosas distintas… Este disco es conceptual y habla del amor, pero no es lo mismo ‘A veces la vida es hermosa’ que ‘Busero español’. Hablas de distintas formas.

Has metido dos puyas contra Podemos rápidamente sin venir tanto al caso, ¿en el fondo no fomentas cierto encasillamiento al volver a sacar la política?
Lo podría llevar a la religión también… lo llevo al pensamiento, a la racionalización de una pulsión que es el amor. El amor parte de un foco del sistema nervioso, puede partir del plexo solar, que es lo que dicen los chinos, «el amor te surge del corazón, aquí tienes un conjunto de nervios». Yo eso lo siento, lo paso por mi cerebro para hacer una canción que parte de un sitio espiritual. Al hacer el trabajo intelectual, tengo en cuenta los muebles que están dentro de mi cerebro, y dentro de esos muebles hay un proceso intelectual en el que tiene mucho que ver la política también. Creo que no son cosas separadas, todo forma parte de lo mismo, que son las relaciones sociales.

«Este disco habla mucho de la ética, de la culpa, de la redención, de la pena, del odio, del cariño puro, del amor platónico, del amor sexual… todo eso tiene que ver con la ética de una persona que se siente libre ante esas circunstancias»

El amor como refugio en un momento complicado socialmente, ¿podría ser el tema principal del disco?
Sí. Por ese hartazgo de hablar de política, hablo de la libertad y de defenderla. Podía haber amplificado ‘Sangrín’ y hablar de política y hacer un disco de demanda; o ejercer la libertad que tengo, por estar vivo. La ejerzo con mi entorno de personas con las que tengo una relación sentimental. El amor puede ser un ejercicio de la libertad. Cuando eres libre acotas con ética, y cuando eres libre y no crees en las leyes como forma para regularte a ti mismo porque crees que tú puedes regularte a ti mismo, necesitas ética. Y este disco habla mucho de la ética, de la culpa, de la redención, de la pena, del odio, del cariño puro, del amor platónico, del amor sexual… todo eso tiene que ver con la ética de una persona que se siente libre ante esas circunstancias: «decido yo». Y cuando «decido yo y nadie me va a meter preso»… las decisiones las tomas por la ética.

¿Todo esto lo tienes claro antes de ponerte a escribir?
Sí, lo rumio, leo, doy mil vueltas… De hecho voy a coger agua porque hasta se me seca la boca (risas, se va, vuelve al rato).

¿De todo esto iba tu columna para un periódico local?
Hice tres o cuatro pero me censuraban al final o se publicaban al cabo de un mes totalmente descontextualizadas… Hice una sobre emigración porque habían estado recogiendo a emigrantes en refugios y les deportaban. Hablé sobre este tema y pasó lo de Melilla, que murieron nosecuántos el año pasado y me lo publican después… cuando debería haber incorporado ese hecho noticiable al artículo. Era todo así.

«A veces se es más honesto con la sociedad morreándote y partiéndote la cara que escribiendo unas diatribas de miles de páginas sobre conceptos teóricos»

¿El disco crees que refleja un momento concreto de la sociedad o es atemporal?
Es difícil. Las catedrales son atemporales, pero se hacen para proyectarse hacia el infinito. Pero reflejan un momento concreto, y yo, como buen interesado en la masonería, intento que vayan hacia el infinito, voy hacia lo atemporal. Pero es imposible abstraerse del entorno. Si lo pilla un sociólogo de estudios socioculturales, que todo lo relacionan con el contexto, lo hará. Yo reclamo lo más básico de lo humano. Ahora vivimos una época de mercancía y distracción de medios de comunicación, redes sociales… para distraer de una forma masiva, como podría ser con cualquier otra estupidez. Estamos agobiados con cambiar de ciudad, de pareja… Falta un poco de recogimiento, el refugio del que tú hablas, y hablar de los temas humanos más básicos, que es lo que yo quería reflejar. A veces se es más honesto con la sociedad morreándote y partiéndote la cara que escribiendo unas diatribas de miles de páginas sobre conceptos teóricos. Yo lo quiero hacer con mi vida: no andar tanto con las ramas, como ves que ando: hacer y tener experiencias. Y este disco son todo experiencias vitales mías.

¿’Mis Animales’ es una de las más canciones más relacionadas con el componente filosófico?
Yo creo que todas de una manera o de otra. Esa canción habla del momento del amor en que alcanzas la estabilidad y surge la entropía universal, la necesidad de caos y de romper una estabilidad, que eso es una ley universal: tendemos a la entropía, por eso hablo de «mis animales». Todo está bien hasta que te empiezan a pegar patadas dentro y lo que haces es galopar. Intentas alejarte de ellos pero no puedes. Habla sobre lo inevitable, sobre darte cuenta de que ciertas cosas son inevitables. ‘No sientes el peso’ es distinta: me doy cuenta de lo inevitable y le digo a la otra parte «nos vamos a hundir», «no depende de nosotros». Me influyó mucho un filósofo sufí, el que escribió las Rubaiyat, astrólogo y poeta, que hace referencia a la aceptación. El amor es una flor que luego se convierte en abono para que luego vengan otras flores y así sucesivamente. Eso afecta a la fugacidad del tiempo. Y yo intento transmitir ese proceso: primero como un capullo (‘Los días nos tragarán’), cuando está todo por venir; luego el momento de esplendor (‘Ganas de arder’, ‘A veces la vida es hermosa’, ‘Leona’) y luego cómo se acaba marchitando y se acaba convirtiendo en basura, pero una basura que tiene una razón de ser. Por eso tengo ‘Dulce amor’ como canción final de redención. Todo esto ha tenido un pico hacia lo más hermoso, luego ha vuelto a bajar hacia algo terrible y hediondo, pero con una razón de ser.

«La muerte en manos del azar me refuerza esas ganas de amar y de entregarme a una mujer en concreto o a un momento de hermosura»

Pero en ‘Ganas de arder’ hablas de la muerte…
Eso fue un viaje de placer, en el Pueblo do Barqueiro. Estaba en el hotel, acompañado, no había nadie, era un poco ‘El resplandor’, un hotel grande de pueblo, en pleno éxtasis amoroso cuando un farmacéutico jubilado que había empezado a pescar había muerto a 300 metros. Quería que estuvieran mezclados el amor y la muerte en este disco, y está en muchas canciones de manera simbólica, pero esta es la más directa de todas. Ya tengo claro que la jubilación no te garantiza nada, por eso digo «nadie se jubila tranquilo, yo lo sé y por eso me acerco». La muerte en manos del azar me refuerza esas ganas de amar y de entregarme a una mujer en concreto o a un momento de hermosura.

‘Busero español’, en cambio, es muy diferente…
Es sobre un viaje que hice desde Montepellier, que fui a ver una obra de teatro, a Colonia a tocar. Estaba jodido, en catarsis, sonámbulo de todas las noches por ahí y este autobús eran 19 horas de viaje. Venía híper sensible y esa es la canción más política, pero está relacionada con el resto. El autobús tenía estropeado el váter químico de verdad. En el autobús éramos todos unos tirados, moros, negros currando de cualquier cosa, rumanos, algunos eran gitanos que venían de España. El ambiente me mostró una cara de Europa real y evidente, de la que en cierta manera formo parte por estar tirado y por pertenercer de una profesión marginal…

… ¿te refieres a músico?
Sí… y me inspiró a hacer la letra de compasión, miedo, ira, heredada de mi relación personal, pero en relación con mis compañeros de viaje.

… con los que estableces una relación de complicidad.
Sí, sí, «puedo sentirme unido a todos vosotros». Yo estaba ahí destrozado por varias cuestiones y en esa gira hablé con un iraquí recién refugiado, de una religión minoritaria, el tío con una borrachera de la virgen partiéndose el pecho en mi concierto, en el de Fee (Reega)… En Europa es otra situación. Ahora en España ya menos, ya te viene a ver gente… universitarios… Pero allí estás con gente así, que casi siempre te habla de amor, de sus familias, hijos, amantes… con un punto de estar destrozados por la emigración. En ese momento, pese a tener condiciones distintas en España, tienes empatía brutal hacia ellos e hice la canción así.

‘A veces la vida es hermosa’ es eufórica pero es un poco siniestra, no es optimista…
No. Tiene un punto violento «a tomar por culo, te voy a querer». Esa situación se me ha dado mucho, tengo «mis animales» dándome patadas, estoy sintiendo «el peso», pero por mis huevos vamos a querernos, porque a veces la vida es hermosa y es verdad. Pero al añadir «a veces»… es distinto. Cuando la vida no es hermosa, es otras cosas. Tiene esa sensación de fugacidad, de aprovechar el momento porque ya nos esperará lo turbio.

«Los cangrejos siempre me han hecho mucha gracia, una araña dura del mar, que tiene cáscara, que parece alienígena y aparte es una delicatessen. Siempre me ha llamado la atención»

Aparecen en la canción cangrejos, que para una persona vegetariana, será siniestro cazarlos…
Influye que estudié veterinaria (se ríe). Dentro de mis pajaradas mentales, estoy intentando tener una visión cósmica. Y esto ya es de majareta perdido (sonríe). Somos fragmentos del planeta Tierra que se hacen autoconscientes. Tenemos los elementos que componen el cosmos, donde hay planetas que no tienen vida, pero aquí se ha dado una situación física que han creado los genes y la replicación de los genes. Los animales son una recombinación de los mismos genes en un alto porcentaje y representan otra faceta de la existencia. Por eso me interesa la mitología clásica, la nórdica, la asturiana… Estás viendo partes de ti en otros animales. A mí los cangrejos siempre me han hecho mucha gracia y me pongo en la piel del primer humano que se come un cangrejo: una araña dura del mar, que está entre dos mundos, porque el mar siempre fue mítico, un tránsito hacia la muerte; y la tierra tiene el punto de estabilidad… Te comes esos animales, que los tienes que partir, que tienen cáscara, que parecen alienígenas y aparte son una delicatessen. Esa combinación siempre me ha llamado la atención (risas).

«Si pongo un vídeo en Youtube no tiene sentido que me ponga solemne, porque es ridículo. No es el canal para transmitir solemnidad, es el canal para transmitir lo absurdo, que es muy bonito también»

Después de todos estos conceptos, te pones a hacer el mónguer en un vídeo, ¿para equilibrar?
(risas) Lo hago para equilibrar, sí, y porque me gusta bailar. Si me ponen una cámara lo que me apetece es bailar, igual que si hago una entrevista lo que hago es hablar y las dos cosas las hago a conciencia. El punto del absurdo es necesario. Y descolocar. Los directos son más solemnes. Los vídeos son muy absurdos. Si hago un vídeo en Youtube no tiene sentido que me ponga solemne, porque es ridículo. No es el canal para transmitir solemnidad, es el canal para transmitir lo absurdo, que es muy bonito también. Y aquí puedo hablar y puedo dar más la tabarra. En los vídeos voy con mis amigos y me lo paso como Dios. Y si hay que hacer el mónguer pues se hace.

Háblame de los arreglos de ‘Califato’ y de ‘Bares vacíos’, con un piano bastante crudo. ¿La has hecho solo?
La compuse con un teclado cutre y la reprodujo la novia de Javi, Verónica Rodríguez, con un piano de pared, y luego las violas son de Sara (Muñiz). Me gusta que sólo tocan mujeres en esa canción. Habla de distintos sueños que tuve relacionados con el amor, hasta qué punto te pueden condicionar los sueños desde el subconsciente y el tema del ideal de mujer. Quería hacer un Frankenstein con todo lo que me gustaba. Hace 24 años tuve un sueño que se me ha repetido, la idea de ideal de mujer «Frankenstein», con trozos de una y de otra, era lo que quería contar.

Fee Reega no está en este disco como en el anterior.
No, está su influencia, pero ella no tocó. Pero bueno, estará en otros.

«Normal que la gaita estuviera prohibida por la Inquisición en distintas épocas, es música visceral: estás haciendo música con un estómago de vaca o de cordero lleno de aire que emite un sonido estridente. Quería sacarla del contexto folclórico para dejarlo en algo más roncón, como sintetizador ruidista medieval»

¿Por alguna razón?
No estábamos conviviendo y ella estaba de gira y no estaba cuando grabamos. Y en este disco hurgué en terrenos delicados relacionados con nosotros y era mejor dejarlo aparte. Pero hago un recital con ella de escritores rusos y volvemos a trabajar juntos.

Sobre ‘Califato’, fue de las primeras que compuse con el ordenador, grabé todos los sintes y después la llevamos a sintetizadores analógicos. Te habrá llamado la atención la gaita. Se me ocurrió porque la grabé con melódica y Alberto Acinas me dijo que quedaría bien una gaita. Hablamos con Dolfo Montes, que es un suicida que hace deportes suicidas varios y es bastante gurú, e hizo la gaita y lo metí en la banda a meter teclados y otros instrumentos. Una vez decidido que metíamos la gaita, me interesaba mucho, porque siempre estoy haciendo contrastes entre armonías clásicas y estabilidad, y ruidismo y caos por el otro, representando el bien y el mal. ‘Busero español’ es un tritono medieval y por eso perturba. Y en ‘Califato’ se mete una gaita, pero sin seguir la digitación clásica asturiana, sino como colchón, como sintetizador. Es un instrumento mítico hecho de tripa de vaca o de cordero, son tripas vomitando ruido. Normal que la gaita estuviera prohibida por la Inquisición en distintas épocas, es música visceral: estás haciendo música con un estómago lleno de aire que emite un sonido estridente. Ser consciente de lo que es una gaita es algo rarísimo y quería sacarlo del contexto folclórico (tararea algo muy alegre) para dejarlo más roncón, como sintetizador ruidista medieval.

¿Por qué tenías la urgencia de sacar otro disco sólo un año después?
Me planteé hacer un doble LP y esperar algo más, pero me picaba el niqui, como solemos decir. A mí me parece que el disco está bien acabado, tiene coherencia. Vi la selección de canciones, descarté un par que me gustan pero que no entran en un vinilo y podían ser redundantes y pensé que mejor para un single o ya veré. Esperar o no esperar… No sé lo que me va a durar la inspiración y ahora me noto en forma, entonces curro. Ya vendrán más. Tampoco veo «un disco nuevo, una nueva etapa». En un año saqué ‘Sangrín’, ‘Funeral de estado‘ y ahora este. Y como mucha gente mezcla de un disco o de otro en Spotify y Youtube, da igual. El disco sigue teniendo peso pero ya no tanto.

«El año pasado hice 96 conciertos, 3 discos en 14 meses, la promo, casi todo el booking, era una locura. Ahora se me va a meter en otro saco, más «lo alternativo dentro de lo establecido», cuando antes estaba en la marginalidad. Y no sé si me van a querer en ese saco, cómo van a responder promotores y demás»

¿A nivel artístico ha supuesto algo el cambio de management?
Me vine, porque vieron que fue relativamente bien lo de Sound Isidro con Nacho Vegas. En Discos Humeantes lo hacía yo todo solo. El año pasado hice 96 conciertos, 3 discos en 14 meses, la promo, casi todo el booking, era una locura. Esto me va permitir a nivel artístico centrarme en tocar y componer. Espero. Ahora se me va a meter en otro saco, más «lo alternativo dentro de lo establecido», cuando antes estaba en la marginalidad y no sé si me van a querer en ese saco, cómo van a responder promotores y demás. Yo estoy cómodo. He conseguido vivir de la música a base de pequeños conciertos, con alguno puntual un poco más grande. Dar ese paso no sé si va a funcionar.

La pregunta también es si te va a gustar a ti.
A mí tocar en un teatro me flipa. Me encantan los conciertos de casa, para 10 personas, hay comunicación, y en un teatro es eso pero amplificado. El problema son los festivales, con la gente borracha a las 5 de la tarde, otro concierto aquí y otro allá y todo disipado.

¿Y tocar con marcas?
Siempre se establece una relación de tú me das y yo te doy. Cuando es una marca de cerveza me parece una relación estupenda. Ellos quieren vender cerveza. No me piden nada más. Cuando el estado o un ayuntamiento quiere dar una imagen para tener votos, para una vez que tiene los votos dirigirlo de una manera o de otra, es mucho más complejo. Cuando es un acuerdo con calcetines es más sencillo, no veo problema. Otra cosa son qué marcas. No voy a tocar para quien sea. Pero cuando es cervecina o comida, pues me da igual.

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