Tras marcharse Holly Herndon, aún adolescente, desde su Tennesse natal a Berlín para sumergirse en su escena tecno, regresó a EEUU para cursar un máster en música electrónica que culminó con la publicación de su alabado primer largo, ‘Movement‘. Ahora, mientras cursa un doctorado sobre composición en el Departamento de Investigación de Música y Sonido creada por Ordenadores (sí, tal cosa existe) de la prestigiosa Universidad de Stanford, Herndon presenta un ‘Platform’ bajo el auspicio del potente sello 4AD (aunque co-editado junto a su sello de siempre, RVNG Intl), que le está reportando la etiqueta de gran esperanza blanca de la electrónica de este siglo.
Quizá por esa procedencia académica, el aspecto técnico marca claramente la música de Herndon: el desafío a los límites convencionales de texturas sonoras, frecuencias y patrones rítmicos es su carta de presentación, partiendo de los logros que en los años del clicks and cuts realizaron y auparon a la primera línea a figuras como Matmos, Autechre o Herbert. Esto augura, en las primeras escuchas, que podemos estar ante un buen ladrillo musical para aquellos que no estamos especializados en música electrónica. Sin embargo, la gracia de esta pelirroja de apariencia frágil es que sabe imprimir un fuerte componente emocional a esas bases de apariencia gélida, inhumana. Y lo hace, sobre todo, por su interés específico en el tratamiento de las voces, retorciéndolas en un collage que las convierten en un elemento sintético más.
En buena parte de los diez cortes que conforman ‘Platform’, los ganchos melódicos están pervertidos en pedazos esparcidos de forma aparentemente aleatoria y abrupta que, maravillosamente, terminan conformando una línea vocal adictiva, que por momentos (‘An Exit’) no queda lejos de los logros de los adalides del vaporwave. El turbador efecto logrado es el de estar presenciando un avistamiento alienígena, observando extrañas pero bellas figuras luminosas en una atmósfera que no pocas veces resulta asfixiante o aterradora. Ocurre, sobre todo, en «singles» como ‘Home‘ (cuya letra -«I know that you know me better than I know me / when was I assigned to you?»- no habla sobre una relación viciada sino que establece una especie de diálogo con el software-espía de la NSA que revelaron las filtraciones de Edward Snowden), ‘Chorus‘, ‘Interference‘ y, muy especialmente, en un ‘Morning Sun‘ en el que despliega toda su vocación pop, empleando melodías de tintes épicos que la emparentan, en cierto modo, con Depeche Mode (no cuesta imaginar la propia ‘Home’ cantada por Dave Gahan).
Otra artista cuyo nombre resulta inevitable ligar a Herndon es el de Björk. La audacia de la islandesa parece un referente para Herndon tanto en los citados clicks and cuts, tan presentes en la indietrónica de ‘Vespertine’, como en la experimentación vocal, que obliga a pensar en ‘Medúlla’ como un disco más influyente de lo que aparentaba en su momento. Ambas facetas confluyen en una ‘Unequal’ que, con esos nítidos y amplificados sonidos de elementos reales, logra trasladarnos a un escenario natural. Lo logra empleando la técnica sonora que estimula la ASMR: traducida como Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, es un mecanismo biológico que ofrece respuestas físicas a estimulaciones auditivas muy concretas, con grabaciones de sonidos comunes (desde un leve susurro a deshacer un paquete) en alta calidad, y que han derivado en un extraño método de relajación 2.0.
Este singular recurso sonoro está presente de forma más (‘New Ways To Love’) o menos (el arisco ‘DAO’, en el que juega con los registros de una soprano) discreta en buena parte de las canciones, si bien es más llamativo su empleo en interludios como ‘Locker Leak’ (una colaboración en la que se mezclan con apariencia aleatoria palabras extrapoladas de anuncios comerciales, creando frases desconcertantes) o el estimulante/incómodo ‘Lonely At The Top’, en el que la sugerente voz de Claire Tolan (artista especializada en ASMR) nos traslada a una sesión de algún tipo de «terapia» para reconfortar a uno de esos implacables líderes globales que propician nuestras miserias. ¿Soy yo, o cuando entona esos «no sé lo que haríamos sin ti» y «te lo mereces tanto» parece claro que va con segundas? Puede parecer solo una boutade de artista, pero usando esa herramienta digital, la norteamericana logra romper la barrera de lo sintético en su música.
Cortes como estos evidencian el valor de lo que Herndon logra en ‘Platform’, una insospechada puesta en común de elementos tan dispares como la crítica socioeconómica (o al menos, un cuestionamiento), la experimentación sonora (y visual: absolutamente todos sus vídeos son un complemento imprescindible a su obra), el arte y el pop, en una obra de múltiples capas y lecturas, que revela nuevos y sorprendentes detalles a cada escucha. ‘Platform’ es raramente bailable y difícilmente tarareable, pero también es una de las experiencias musicales más audaces y fascinantes que hemos escuchado en los últimos tiempos.
Holly Herndon actúa en Sónar 2015, el sábado 20 de junio en SonarComplex (Sónar Día).
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Morning Sun’, ‘Home’, ‘Chorus’, ‘An Exit’
Te gustará si te gustan Björk, Grimes, Oneohtrix Point Never.
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