Descontextualizando a Kendrick: la polémica tras ‘Alright’

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Descontextualizando a Kendrick: la polémica tras ‘Alright’

kendrick-lamar-alright-video (1)Hace pocos días que Kendrick Lamar ha lanzado como single del para mí sobresaliente ‘To Pimp A Butterfly’ el tema ‘Alright’, que ha desatado cierta polémica en USA por parte de algunos sectores conservadores. Todo comenzó la pasada semana cuando en la gala de los premios Black Entertainment Television, poco antes de recibir el galardón al mejor artista de hip hop del año, Lamar presentó en directo la citada canción, delante de una gran bandera de su país (Pdr Snchz, Kendrick la tiene más grande) y subido a lo alto de un coche de policía atrezzado como si hubiera pasado por el tratamiento de un motín callejero.

Al día siguiente, algunos tertualianos de Fox News (canal de noticias muy conocido por su línea editorial altamente conservadora) se lanzaron al cuello de Kendrick por esa presentación que consideraban altamente ofensiva por incitar a la violencia. Especialmente elocuente se mostraba Geraldo Rivera, un periodista y presentador que quizá algunos recordéis por ser aquel corresponsal de guerra en Afganistán que fingió estar en un fuego cruzado cuando en realidad se encontraba a 480 kilómetros del escenario. Rivera soltó el auténtico WTF: «por esto pienso que el hip hop ha hecho más daño a los jóvenes afroamericanos en los últimos años que el propio racismo». Y continuó: «Este es exactamente el mensaje equivocado. Equiparar lo que sucedió en la iglesia de Charleston con los trágicos incidentes derivados del uso de excesiva fuerza por parte de policías es equiparar a un asesino racista con estos policías. Es un error, es contraproducente». En este punto, cabe recordar que Rivera tuvo que disculparse con la familia de Trayvon Martin tras acusar a la víctima de causar su propia muerte por llevar puesta una sudadera con capucha.

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Parece que Rivera es un espectador privilegiado capaz de ver la relación en la actuación de Lamar con los asesinatos cometidos por Dylann Roof en Carolina del Sur. ¿Alguien más? Pero, dejando a Rivera al margen, la displicencia del resto de tertulianos coincide con esa interpretación absolutamente caprichosa y descontextualizada: el moderador del debate Eric Bolling se centra en la interpretación de Lamar sobre un vehículo policial vandalizado y en las líneas «and we hate po po [«po po» es una forma de referirse a la policía, aunque también podría ser una deformación de «poor»], wanna kill us dead in the street fo sho» que, efectivamente, aluden a la ligereza de gatillo que los cuerpos de seguridad norteamericanos han demostrado en los últimos años, con cierta impunidad.

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Quedarse con esas dos líneas de esta canción y sacarlas de contexto es superficial y malintencionado. Como todo en ‘To Pimp A Butterfly‘, ‘Alright’ tiene un papel muy concreto. En la línea argumental de este teatral álbum, esta canción llega como un intento de frenar la caída en la depresión en la que Kendrick se ve inmerso a causa del éxito y que se expresa muy claramente en ‘u’, el corte precedente. ‘Alright’, a través de la voz de Pharrell Williams, arroja un mensaje positivista, clama que todo va a estar bien, que todos vamos a estar bien. Esa ha sido la respuesta de Lamar a estas críticas, que la canción alberga un mensaje de esperanza que pretenden transformar en odio.

Lo que no menciona K.Dot, quizá para no echar más leña al fuego, es que dentro del tema también se habla sobre la marginación del pueblo afroamericano («No te lo vas a creer, pero nos han hecho daño, nos han oprimido antes, tío, cuando nuestro orgullo era mínimo, preguntando al mundo «¿hacia dónde vamos?»») y se rebela contra el arquetipo de rapero negro que han establecido la industria (aquí personificada en una mujer llamada Lucy, de Lucifer) y la sociedad norteamericana (y eso no atañe solo a la raza blanca), otro de los ejes temáticos principales del disco. ‘TPAB’ pone de relieve las constantes contradicciones en las que entra la propia comunidad negra cuando se manifiesta por el racismo latente en la sociedad pero, a la vez, son más frecuentes los asesinatos entre afroamericanos («se me puede disparar la pistola, pero todo va a estar bien»), que se llaman entre sí «niggas», cuando es una palabra altamente ofensiva si viene de una persona de otra raza (de hecho, en la versión del álbum del single ‘i’, hay un extenso speech sobre el origen de la palabra y su uso). Curiosamente, los infinitos niggas de la versión original han sido sustituidos por hit its en esa actuación televisiva. Después de ver cómo un tema de Kanye era reducido a un amasijo de pitidos, ¿fue simple autocensura o una lección conciliadora?

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Lo que parece claro es que Kendrick juega, como en el álbum, con las contradicciones también en sus vídeos y presentaciones del álbum. Esa escenografía de los BET, con los coches destrozados y las explosiones, pero con numerosas y enormes barras y estrellas ondeando detrás, yo diría que alberga una carga de ironía importante. Esa actuación está directamente relacionada con el vídeo dirigido por Colin Tilley que se estrenó días después. El clip, rodado enteramente en blanco y negro, nos introduce en esa «guerra basada en el apartheid y la discriminación», para presentar luego a Kendrick como una especie de superhéroe que vuela libremente por Los Ángeles, un icono para su comunidad que termina abatido por el disparo de un policía. En el último plano, Lamar abre los ojos y sonríe, confirmando ese mensaje de esperanza al que aludía. Y quizá, sugiriendo lo inmortal de su mensaje, de su obra, del mismo modo en que él ha invocado el espíritu de Tupac en este álbum.

Efectivamente, hay fiesta, coches y chicas guapas en los vídeos de Lamar. Al fin y al cabo, son un símbolo de éxito en esta sociedad, ya sea en Compton, Miami, Kinsasa o La Línea de la Concepción. Pero incluso dentro de esos tópicos adheridos al hip hop, Lamar pone siempre un dedo en la llaga. Para empezar, las crews que aparecen en sus vídeos no son modelos y bailarines perfectamente coreografiados y atrezzados en lujosos escenarios, sino gente de su propio barrio, el marginal Compton, retratado con detalle en el clip de ‘King Kunta‘. El otro vídeo realizado para un tema de este álbum, el del primer single ‘i’, también sacaba una fiesta a la calle en esa búsqueda de la autoestima, a unas calles de las que no rehúye mostrar el alcoholismo, la miseria, la violencia doméstica, las tendencias suicidas y la delincuencia.

Esto refuerza la idea de la complejidad en ‘To Pimp A Butterfly’, quizá demasiada para que sus propios seguidores se detengan a analizarla. Un mensaje no es certero si es capaz de malinterpretarse tan fácilmente. Pero aunque sea mejorable, parece indispensable que alguien dentro de la cultura negra contribuya a derribar estereotipos, primero haciendo autocrítica (como es el caso de buena parte de este disco) y persistiendo después en una lucha pacífica para conseguir que la equidad sea real y el odio racial sea historia en un país que es tomado como modelo sociocultural en todo el mundo. Resulta significativo leer mensajes como el que alguien tan conocido como Dev Hynes colgó hace días en su perfil de Facebook, en el que mostraba su honda tristeza por tener miedo en USA por el hecho de ser un hombre negro.

Kendrick Lamar actúa este viernes, día 10 de julio, en Cruïlla Barcelona 2015, junto a Lauryn Hill, FFS, Jamie Cullum y Of Monsters And Men, entre otros.

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