‘Terminator: Génesis’, una obsolescencia programada

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‘Terminator: Génesis’, una obsolescencia programada

nextekSi Enid (Thora Birtch) y Rebecca (Scarlett Johansson) de ‘Ghostworld’ tuvieran la posibilidad de sentarse hoy en la cama de su dormitorio para comentar ‘Terminator: Génesis’, podrían repetir sin problemas uno de sus diálogos más memorables. “Es tan mala que casi es buena”, diría la primera. “Sí, pero se han pasado de buena y ahora vuelve a ser mala”. No hay mejor manera de explicar esta nueva entrega de esta saga, que por momentos brilla tanto en su estupidez que desde un punto de vista irónico podría ser aplaudida hasta que descubres que no, que todo lo que estás viendo va en serio. Y entonces llega la bajona.

Para empezar, no creas a los que dicen que esta quinta entrega, que oficialmente es la cuarta (a James Cameron la anterior ‘Terminator Salvation’ le pareció tan abominable que ni siquiera la tiene en cuenta), es un reboot. Mentira. Si no eres un seguidor acérrimo del universo ‘Terminator’, si no te sabes de memoria las anteriores películas y si no eres capaz de explicar todas las líneas temporales por las que han paseado los protagonistas, no merece la pena que compres una entrada. Estarás completamente perdido y no entenderás la infinita cantidad de chistes internos y homenajes que salvan del desastre esta experiencia.

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Si lo eres, vale, la verás obligado por ese afán de completar que mueve a cualquier fan. Pero no esperes salir contento de la sala. Emocionado quizás, gracias a esos guiños antes mencionados y, sobre todo, a los pequeños pasajes musicales rescatados de anteriores bandas sonoras que aparecen salpicados a lo largo de la película. Pero nada que no olvides cuando levantas tu culo de la butaca.

Bueno, miento. Las parrafadas de Schwarzenegger explicando la ciencia detrás de todo lo que pasa en el filme, al más puro estilo Joey de ‘Friends’ en ‘Los días de nuestra vida’, pasarán a la historia como un momento cumbre de la comedia involuntaria. Porque es involuntaria… ¿verdad?

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Sea cual sea la respuesta, el bueno de Arnold es de lo poco que merece ser aplaudido en este título tan lioso como innecesario en el que demuestra, como repite cien veces su personaje, que puede estar “viejo pero no obsoleto”. A Emilia Clarke, que hace lo que puede como Sarah Connor, le sientan mejor los dragones que los robots. Al tercer protagonista, que hace de Kyle Reese, todo le queda grande como para merecer ser mencionado. Y con el que hace de John Connor, tres cuartos de lo mismo. Cuadro completo. ¿Moraleja? ¡Cómo molaban los Guns ’N Roses! 3,5.

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