El éxito de ‘Masterchef’ parece no haber perdido fuelle, y menos aún el de los programas de cocina. Eso debe ser al menos lo que opina TVE; que el pasado martes estrenó ‘Cocineros al volante’, un programa culinario que -esta vez- busca encontrar el mejor food truck de España. Sorprende la temática del evento, sobre todo cuando en algunas ciudades de España este novísimo fenómeno se encuentra en un limbo legal. Es el caso, por ejemplo, de Madrid: a pesar del exitazo de iniciativas como MadrEAT, las regulaciones de Sanidad impiden que estas camionetas se instalen en la calle y funcionen normalmente a diario como sucede en Estados Unidos, por lo que tienen restringido su ámbito de actuación a ferias, festivales y verbenas.
Es por eso que quizá el programa se aleje bastante del que parece su inspirador norteamericano, ‘The Great Food Truck Race’, y se convierte en una suerte de Masterchef descafeinado donde los cocineros, en lugar de estar en un plató con sus respectivas cocinas y apechusques se encuentran dentro de un camión, con una cocina poco más grande que la habitación de una casa.
Si hay algo que agradecer al programa eso es el apoyo a esta interesante tendencia. A pesar del largo recorrido de los street food en otros lugares, en nuestro país este género aún no ha despuntado, y las autoridades parecen ignorarlo como si no estuviera. Y eso que este tipo de negocio podría crear puestos de trabajo, e incluso ayudaría a mejorar la tan cacareada racionalización de los horarios en nuestro país (piensen entre el hecho de sentarse en un restaurante una hora o, simplemente, bajar al food truck de la esquina y comprar algo sencillo para comer). Otro acierto ha sido la elección de Alejandro Alcántara como jurado, un hombre al que le puede la honestidad, y termina soltando perlas tipo «esto me parece a mí que es una guarrería».
Pero ‘Cocineros al volante’ falla donde últimamente suelen fallar los programas de TVE. El ritmo es bastante lento, y el montaje del programa se termina centrando en exceso en los pequeños detalles, aburriendo soberanamente al espectador. Demasiadas entrevistas con los concursantes, demasiadas declaraciones y una duración de noventa minutos que se hacen inacabables. Si esperabas un programa fresquito, este no es el tuyo. Tampoco es especialmente relevante el casting, en el que se notan algunos aciertos (Ali y Oli, dos guiris que son un espectáculo de ver; o Jonatan y Javier, que prometen demostrar al mundo –como ya sucedió en Masterchef EE.UU.– que la discapacidad visual no es un impedimento a la hora de cocinar. Por otro lado, tropezones como Agustín y María (resultaban insufribles como pareja) o Carlos, el flamante ganador de ‘Masterchef’… ¿No es un poco pronto para volvérnoslo a meter por los ojos? Huele un poco a estrategia de promoción cruzada entre ambos programas.
Calificación: 5/10
Destacamos: que hay incluso publicidad de ‘Masterchef’ (el libro de Carlos) incrustada en este programa.
Te gustará si te gustan: los programas de cocina.
Predictor: con lo aburrida que es la tele en verano, podría hasta funcionar.