La verdadera influencia de ‘Blackout’ de Britney Spears

Mínimo una vez al mes surge en nuestros foros un debate tipo «revelación o timo» sobre ‘Blackout’, el quinto disco de Britney Spears. El debate se centra en la supuesta influencia que ha ejercido el álbum en los años posteriores a su lanzamiento a finales de 2007, en si de verdad merece el reconocimiento de álbum de culto que ha adquirido a lo largo de los años y en si su impacto en la industria fue real o solo un espejismo creado por la base de fans de la cantante, tan firme como dada a la fantasía. Dos frentes pelean en este debate por la verdad, en primer lugar, el que considera ‘Blackout’ uno de los discos más influyentes y mejor valorados de los últimos años, y en segundo, el que defiende que ni el disco era tan bueno ni tan innovador ni fue tan bien valorado. ¿Quién tiene razón?

Hace un par de años nos sorprendía la noticia de que ‘Blackout’ aparecía entre los 100 artículos más editados de la historia de Wikipedia. Era, en el puesto 71, el único álbum de la lista (ni siquiera ‘Thriller’ de Michael Jackson, quien también era uno de los personajes más editados, aparecía por allí). Para colmo, la misma biografía de Britney se colaba en el top 10, haciéndole compañía a Hitler, Bush y al mismísimo Jesucristo, mientras el artículo sobre la discografía completa de Spears era top 81. ¿Cuántas horas invirtieron los fans de Britney en maquillar su historia o añadir logros recientes a su currículum? Seguramente más de las que podamos contar.

Vale la pena, sin embargo, a casi 10 años del lanzamiento de ‘Blackout’ detenerse en uno de estos logros. Sucedió en 2012, cuando la biblioteca musical de Rock & Roll Hall of Fame incluyó ‘Blackout’ en su catálogo de discos importantes. Este archivo representa el «depósito más exhaustivo de materiales relacionados con la historia del rock ‘n roll, [cuya] intención es ampliar el conocimiento y la comprensión de [este género musical], sus raíces y su impacto en la cultura». El director del archivo, Andy Leach, aseguró a MTV que la biblioteca «se hizo con este disco hace unos meses como parte de un proyecto sobre la adquisición de los discos mejor valorados por la crítica de las últimas dos décadas».

La inclusión de ‘Blackout’ en esta lista es interesante porque es el único disco de Spears que aparece en los archivos, pero parece que nadie, mucho menos la base de fans de Britney, quiso centrarse en lo cuestionable del catálogo mismo. Sin ir más lejos, una sencilla búsqueda en sus archivos de Madonna (el único gran icono pop femenino que precedió a Britney) descubre las predecibles inclusiones de ‘Ray of Light’ y ‘Music’ pero también las de ‘Hard Candy’ y… ‘Remixed & Revisited’. ¿Exactamente cuál ha sido el impacto cultural de estos discos? ¿Ha olvidado el catálogo que ‘Hard Candy’ es uno de los discos peor valorados de la carrera de Madonna? ¿Qué demonios es ‘Remixed & Revisited’? Por otro lado, de manera inexplicable ni un solo álbum de Beyoncé aparece en los archivos todavía.

Sin embargo, por mucho que los fans de Britney se empeñen en utilizar la inclusión de ‘Blackout’ en Rock & Roll Hall of Fame como instrumento para demostrar su importancia, desde su llegada en octubre de 2007 ‘Blackout’ ha sido objeto de una controversia considerable. Tanta gente lo admira como obra musical que ha terminado convertido en un disco de culto como si de un lanzamiento underground se tratara. En parte, esto se debe a que el álbum, gracias a sus interesantes experimentos musicales, creó un nexo de unión entre fans y oyentes casuales de Britney que antes no existía o que solo existía a través de una sola canción, ‘Toxic’. De repente, gracias a ‘Blackout’ y, en cierta medida, al circo mediático que articuló su contexto, Britney pasó a gustarle no solo a fans del pop y a adolescentes sino también a oyentes maduros y de géneros más alternativos y oscuros que, hasta entonces, no es que repudiaran a Britney, es que ni la habían formulado siquiera en sus pensamientos.

Más allá de la variedad de opiniones que generó ‘Blackout’ entre el público general, el álbum despertó también opiniones encontradas en las revistas especializadas. Para empezar, no es el disco mejor valorado de Britney en el, por otro lado, cuestionable Metacritic, pero lo interesante es que ciertas revistas especializadas en vanguardia lo pusieron muy bien, concretamente Pitchfork, que lo llegó a comparar en un artículo con ‘Twin Peaks’, y Go!, que, antes de su cierre, aprovechó su crítica de ‘Circus‘ para destacar que ‘Blackout’ «fue ejemplar […] y el disco más extremo en la carrera de la Spears: un exceso de producción futurista, sin concesiones a lo que pide la post-adolescente o el oyente medio de FM, sin una puñetera balada, con influencias trituradas que iban del trance al dubstep pasando, cómo no, por el R&B, en el que hasta la respiración está pasada por mil filtros».

El problema de ‘Blackout’ es la mitología que lo envuelve. En un artículo

de 2010 sobre la maqueta de ‘Telephone’ de Lady Gaga grabada por Britney, Rolling Stone lo llegó a calificar como el «disco más influyente del último lustro»; sin embargo, olvidó explicar el porqué (ni cabe decir que el autor de ese artículo es Rob Sheffield, conocido por su pasión por Britney). En los artículos tipo «el legado de ‘Blackout’ de Britney» disponibles en la red abundan los elogios hacia el sonido de sus canciones pero faltan pruebas que demuestren la influencia del álbum de la que tantos y tantas hablan. Las palabras de Go!, escritas por Javier Blánquez, de exquisito gusto, como sabréis si le habéis leído alguna vez, son algo esclarecedoras. Dejando de lado los extremos (ni el disco es ‘Revolver’ ni pasó tan desapercibido como algunos quieren creer), lo cierto es que ‘Blackout’ sí fue un disco influyente, concretamente en la completa integración de la electrónica y el interés por la manipulación vocal extrema al pop comercial del momento.

Para corroborar esto no hay que más que atender a las listas de las canciones más vendidas del año en el mundo realizadas por Mediatraffic. Un repaso a la lista de 2006 descubre que dominaron la radiofórmula del momento tanto la cazuela de Timbaland -era el año en que Justin Timberlake y Nelly Furtado triunfaban con sus respectivos discos- como, en general, un R&B y hip-hop bastante conservador e insulso que extendió su espectro hasta la totalidad de 2007 -‘Blackout’ salió a finales-. Este año, cuatro canciones de las canciones más vendidas del top 10 son de Timbaland o lo parecen, empezando por las dos primeras, ‘Umbrella’ de Rihanna, producida por Tricky Stewart y Kuk Harrell, y ‘Say It Right’ de Nelly Furtado, producida por Timbaland. El primer sencillo de ‘Blackout’, ‘Gimme More’, asoma desde el top 30 y es, con bastante diferencia y frente a canciones como ‘The Way I Are’ de Timbaland y Keri Hilson, ‘Smack That’ de Akon y ‘Fergalicious’ de Fergie, la producción más agresiva de la lista.

La tendencia estética del pop de radiofórmula presenta en 2008 un giro sutil a la electrónica en varias de las canciones más vendidas del año, entre ellas ‘When I Grow Up’ de Pussycat Dolls y ‘Disturbia’ de Rihanna, en la que abundan la manipulación vocal vía autotune y vocoder y los ritmos electrónicos de una manera muy parecida a como sucede en ‘Blackout’. De hecho, es la canción más «Britney» que ha hecho Rihanna hasta la fecha. Ya en 2009, la electrónica se establece firmemente en la radio con la llegada de Lady Gaga y la reinvención de Black Eyed Peas. Se podría decir que ‘Blackout’ supuso un punto de inflexión entre estos años y que les precedió a ambos. En 2010, ‘When Love Takes Over’ de David Guetta y Kelly Rowland vuelca por completo la radio y la redirige definitivamente al dance. Aquí, la influencia de ‘Blackout’ ya está diluida casi por completo y solo sus cacareados experimentos con el dubstep sobrevuelan el pop en años posteriores.

El principal éxito de ‘Blackout’ es que redefinió el «sonido Britney» gracias solo a dos productores principales, Danja y Bloodshy & Avant. Ambos esculpieron sus producciones a medida de una Britney cuya voz se prestó excitantemente a mil experimentos de producción, haciendo de ‘Blackout’ una clase magistral de producción pop, por resultados, prácticamente sin precedentes. Dejando a un lado la calidad de las canciones, que no entro a valorar, nadie puede negar que la base rompepistas de ‘Gimme More’ era la más contundente de todas en 2007, mientras ‘Piece of Me’, a su vez una de las canciones más vendidas de 2008, sencillamente fue la canción más moderna de su año. Recuerdo la crítica de El Cliché, tristemente desaparecida, que decía que «‘Blackout’ ha salido en 2007 pero suena a 2010». No pocas fueron las ideas que ‘Body Talk’ de Robyn tomó prestadas de ‘Blackout’ aquel año… y no solo porque ‘Criminal Intent’ fuera prácticamente una copia de ‘Freakshow’.

El «sonido Britney» no es un sonido original, por cierto, pues Robyn ya experimentaba con estéticas robóticas bastante antes que ella, mientras las partes más hip-hop del álbum no dejaban de ser una evolución más oscura y retorcida de lo que ya hacía Timbaland entonces. Pero tampoco hace falta recordar el éxito de Daft Punk y del ‘Believe’ de Cher en los noventa o remontarnos al ultra-autotuneado ‘American Life’ de Madonna para minar los logros artísticos de este disco porque ‘Blackout’ nunca fue un álbum innovador; sencillamente, gracias a esa mezcla de «influencias trituradas» y procesadas al extremo, como escribía Javier Blánquez, y a una visión del pop ligeramente avanzada a lo que triunfaba en su tiempo, mucho más extrema y agresiva, ‘Blackout’ actuó como catalizador de una pequeña pero importante (re)volución en la radiofórmula hacia el electro que cuesta creer hubiera sido posible sin él. Casi, casi, como creer que la carrera de Rihanna hubiera sido posible sin que Britney rechazara ‘Umbrella’, pero bueno, eso es otro tema…

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Publicado por
Jordi Bardají