Ayer 4 de julio fue el día de «América», el día en que Estados Unidos celebra su independencia y en el que el presidente del país, Barack Obama, y su esposa Michelle invitan a veteranos y veteranas de la guerra a una noche de jolgorio en la Casa Blanca. En esta celebración suelen actuar artistas populares norteamericanos y ayer les tocó a dos de los mayores iconos de la música afroamericana del momento, Janelle Monáe y Kendrick Lamar.
Al final de su actuación, Obama elogió a Monáe y a Lamar por su contribución a la cultura popular de Estados Unidos. «Os digo una cosa», empezó, «he tenido la oportunidad de conocer a estos dos y ambos son grandes artistas con mucho talento, populares y que están haciendo grandes cosas, pero también están muy concienciados en cuanto a sus responsabilidades y obligaciones e invierten mucho tiempo y esfuerzo en nombre de muchas causas importantes. Por eso, estamos orgullosos de ellos».
En su concierto, Monáe interpretó varios temas de su repertorio, así como una versión de Prince, a quien rindió tributo recientemente en los premios BET. Lamar, por su parte, rescató (y censuró, que era la casa del Presidente) ‘Bitch Don’t Kill My Vibe’, entre otras. Obama tampoco dejó pasar la oportunidad de avergonzar a su hija mayor, Malia, en público invitando a este a cantarle un cumpleaños feliz (la joven cumple años el mismo día que Estados Unidos).