¿Héroe o villano? Una vez finalizada ‘The Young Pope’ no parece fácil responder a esta pregunta tomando como referencia a Pío XIII, el personaje al que evoca un espléndido Jude Law en estado de gracia. Un nuevo Papa italoamericano que, a pesar de las esperanzas de los cardenales implicados en su elección, termina dando la campanada a base de excentricidades, mano dura y un perfil infinitamente más conservador que el de sus predecesores.
No sabemos si ha costado un triunfo convencer a Paolo Sorrentino (‘La Gran Belleza’, ‘La juventud’) para volver a la pequeña pantalla, pero una cosa sí está clara: el aclamado director italiano despacha en estos diez capítulos no solo una de las mejores series del extinto 2016, sino también uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. ‘The Young Pope’ no es solo poderosísima visualmente hablando (y lo es más cuando sabes que las escenas de la Santa Sede han sido grabadas íntegramente en los estudios Cinecittà); sino que además tiene uno de los mejores guiones que se han visto en televisión en los últimos tiempos.
Creada y dirigida por el mismo Paolo Sorrentino, ‘The Young Pope’ se conforma como una serie a medio camino entre ‘House of Cards’ y ‘Juego de Tronos’. Una especie de folletín de lujo en el que no faltan milagros, curas pederastas, lucha de poltronas y una enorme ristra de traiciones. Un guión anguloso con el Santo Padre como figura clave, convertido en una suerte de estrella del rock que, si bien al principio se antoja caricaturesco de puro estricto, termina convertido en un poderoso imán capaz de atrapar al espectador a base de altivez, condescendencia y unas respuestas tan afiladas que son capaces de desconcertar a los personajes más variopintos que tienen relación con la Santa Sede.
No es solo el talento de Sorrentino el que lleva a ‘The Young Pope’ al máximo nivel. Jude Law está absolutamente soberbio en su papel de Lenny Belardo, mostrando al espectador la dualidad del Sumo Pontífice (capaz de pasar de beato a impío en tiempo récord, por ejemplo) y dejando ver exactamente tantas caras como necesitamos ver para el correcto desarrollo de una intrincada historia. Junto a él hay otra actriz que merece una mención tan grande como la Basílica de San Pedro: la espectacular Diane Keaton (con una camiseta que reivindicamos a la de ya) convierte a la Hermana Mary en el personaje perfecto para balancear la serie. Tiene casi tantas aristas como el protagonista, y es difícil entender cuál es su bando ante el embrollo que monta Pío XIII a la hora de calzarse la tiara papal y vestirse como la mismísima Virgen de Almatosa para los Consistorios Públicos.
Y si necesitas un motivo más para ver la serie, un solo visionado a estos títulos de apertura bastarán para sanarte. 9.