A pesar de que el halo de clásico que ha rodeado a ‘Lemonade’ desde su lanzamiento no se ha traducido en ventas igual de significativas que las de Adele, sus casi 3 millones vendidos hoy solo se pueden considerar un enorme éxito y la crítica sí la ha reconocido como una obra relevante y de profundo valor artístico por su calidad y por los temas que plantea (feminismo, racismo, orgullo negro). La realidad es que, sin Adele de por medio, ‘Lemonade’ habría sido el disco más vendido de 2016 en el mundo y el Grammy a disco del año hoy sería suyo. Por impacto o recepción crítica, Justin Bieber, Drake y Sturgill Simpson estaban bastante descolgados de Adele y Beyoncé en las casas de apuestas y parecen haber permanecido fuera de la rivalidad.
Ante esta rivalidad, en las redes sociales la derrota de Beyoncé frente a la autora de ‘Hello’ se ha percibido como una derrota de la cultura negra frente al privilegio blanco en Estados Unidos. Es verdad que no todo el mundo opina en internet, que no a todo el mundo le interesan los temas que plantea ‘Lemonade’ y que las ventas de ’25’ pueden explicarse con motivos de identidad (la población blanca en Estados Unidos es aplastantemente mayor a la negra). Pero con los tiempos que corren en el país, la sensación en las redes sociales es que los Grammy tenían la responsabilidad de premiar a Beyoncé esta vez y no lo han hecho.
Sin que el repentino «activismo» de Beyoncé no deje de resultar algo sospechoso, ‘Lemonade’ representa la mejor evolución artística de Knowles que ha podido ser, así como un reconocible icono cultural de la época de enorme tensión racial que vive actualmente Estados Unidos y que también se ha reflejado en ‘To Pimp a Butterfly’ de Kendrick Lamar. De hecho, la victoria de ‘1989’ de Taylor Swift frente a este último tan solo un año antes puede explicarse con el mismo argumento que la victoria de Adele frente a Beyoncé: los Grammy son profundamente conservadores y fetichistas de la nostalgia cuando quieren… y ya van muchas veces.
’25’ es un buen disco, pero también es conformista en su nostalgia y no representa avance o cambio alguno, por muy discreto que sea, en la música actual. ‘Lemonade’ o incluso ‘Purpose’, sí. De hecho, la nostalgia de ’25’ no viene representada siempre con demasiada naturalidad: los Grammy la habrán premiado como canción del año, pero ‘Hello’ reproduce un dramatismo tan caricaturesco e inflado que parece una parodia de sí misma. Mientras, artistas negros como Beyoncé o Lamar están haciendo música infinitamente más interesante que Adele, pero la Academia prefiere premiar un disco con mayores ventas… a pesar de que estéticamente represente un estancamiento en lo de siempre… igual que ’21’, que también fue Disco del año.
Puede que ’25’ sea un disco de canciones “atemporales”, pero ‘Lemonade’ no solo es una obra musical más contemporánea y sofisticada, con canciones tan emocionantes y adheridas a nuestro tiempo como ‘Formation’, ‘Sorry’ o ‘6 Inch’, sino también un álbum visual, una película de una enorme riqueza visual y poética que daba al disco su verdadera dimensión política. ¿Esto tampoco ha importado a la Academia? Puede que Adele hiciera el disco más vendido del año, pero también hizo el más inofensivo: está claro quién hizo el mejor y el más representativo musicalmente y el deber de los Grammy es premiar discos relevantes de una época no solo por sus ventas sino por su sonido y por lo que signifiquen culturalmente. ‘Lemonade’ era ese disco. Pero si hasta Kanye, Bieber y Drake boicotean los Grammy por irrelevantes… ¿no será el momento de que Beyoncé haga lo mismo?