Pablo und Destruktion: «El rock and roll y un concierto valen para mucho más que muchos tratados de filosofía»

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Pablo und Destruktion: «El rock and roll y un concierto valen para mucho más que muchos tratados de filosofía»

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Pablo und Destruktion (Asturias, 1984) es, más que un cantautor, un oráculo disfrazado de cantautor. Con ‘Predación’ (Sonido Muchacho, 2017), su cuarto LP publicado, el asturiano alcanza por fin el desenlace del relato iniciado con ‘Animal con parachoques’ (Pauken, 2012). Una historia dedicada al amor como fuerza destructora, creadora y, ahora, divina que, antes de materializarse en forma de vinilo, fue obra de teatro, ópera e incluso, libro. El último trabajo de Pablo G. Díaz (nombre tras el que se esconde Destruktion) es, más que un compendio de canciones, un ejercicio de criba, encriptación y autoexploración que surge tras una serie de cambios personales y profesionales en la vida del asturiano. Cada vez más aislado del mundo exterior, el músico vuelve a la vida pública para predicar la palabra del amor a través de su particularísima visión del folk, la música disco y… la Biblia y el Corán. Hablamos con él en una terraza cercana a la Plaza del 2 de Mayo (Madrid) en una entrevista que, al igual que ‘Predación’, pasa de lo profesional a lo personal, de lo personal a lo religioso, y de lo religioso, a lo esotérico. Una rallada mental made in Pablo und Destruktion.

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Decías que «Pablo und Destruktion tiene una prótesis de titanio, nueve tornillos clavados de lado a lado en su brazo (…), y actualmente se dedica a desatascar pozos negros en la comarca de la sidra, en Asturias».
(Risas) Pues es muy gracioso, porque eso lo escribí hace cinco años, lo dejé, y ahora he vuelto a la Comarca de la Sidra. A los pozos negros, no, pero estoy bastante metido en el mundo de puchar, que es coger estiércol de vaca y echarlo a una huerta que tenemos por ahí… o sea que he vuelto a ese punto.

Pero en la nota de prensa decías que no eras capaz de vivir solo de lo que cultivabas y que por eso habías vuelto.
Todavía no vivo solo de eso, pero voy progresando. Y estoy con compañeros de casa, todavía no estoy de ermitaño. Pero bueno, estoy bien. Ahora estoy un poco en plan de ermitaño en sociedad, de hacerme mi película. Estoy tanteando posibilidades para vivir con una especie de condón espiritual que me mantenga a salvo de contagios, y que yo mantenga a salvo a los demás de los contagios que puedan tomar de mí (risas). O directamente irme al monte.

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«Tienes alegrías y tristezas, personales y profesionales. Yo tuve bastante agitación en los dos campos, y bueno. Hice un disco».

¿Ha tenido algo que ver en tu decisión los últimos acontecimientos que viviste con la SGAE?
Algo, sí. Pero no tanto. Lo que pasa es que fueron muchas cosas. Cuestiones más personales, y luego lo de la SGAE, que entra en el saco de las cuestiones más profesionales. Como todo el mundo, tienes alegrías y tristezas, personales y profesionales. Yo tuve bastante agitación en los dos campos, y bueno. Hice un disco. (Risas).

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No llegaste al punto al que llegaste en Berlín, cuando compusiste aquel tema de las pupilas dilatadas.
¿De punto de majarada mental? No. Bueno. Distinto, fue distinto. Porque aquello era como más odio bruto y en esta última etapa fue más, en realidad, desamparo. Fue un sentimiento de desamparo social… pero bien, lo llevé con alegría. Hice mucho surf, como no he hecho nunca, e hice bastantes retiros surfero-espirituales que me ayudaron a superar el trance, pero sí que tuve: separación de mi pareja (de Fee), separación de sello, separación de banda…

A pesar de ello, seguís tocando juntos.
Sí, claro. Estuvimos dos años, y ahora divorciados. Porque nos queremos mucho, si no, no hubiéramos sido pareja. La cuestión está en rehacer el relato. Para mí este disco fue bastante importante para poder reescribir el relato de lo que soy yo, lo que es ella… y bueno, un poco el desamparo total con la SGAE, que de repente tengo un problema y pasan de mí. Decir, “hostia, cuidao”, que aquí, o peleas y te buscas tú la puta vida, o nada, el resto son luces de neón. En ese sentido sí que afectó.

«Se puede amar a Dios, se puede amar al Cosmos, se puede amar a la ideología… y ese es el problema, las ideologías son malas amantes»

No solo reescribiste el relato, también regrabaste el disco.
Sí, bueno. Regrabé porque reescribí parte de la letra. En este disco hablo mucho del amor -precisamente ahora empecé a leer la novela de Ray Loriga ‘Solo habla de amor’ y me siento muy identificado-. Es todo alrededor del amor. En el preludio hablo de la ‘Carta a los Corintios’, sobre el amor. Tanto porque tiene que ver con el matrimonio (que yo pasé), como con el amor como creador de significado (que a mí era lo que me molaba más). Todos estos discos, en realidad, son como un cuarteto del amor. Empecé con ‘Animal con parachoques’ un poco con el mal de amor personal. ‘Sangrín’ (Discos Humeantes, 2014) es más político, que para mí no deja de ser amor, también. Búsqueda de la fraternidad, del otro y tal. En ‘Vigorexia emocional’ (Marxophone, 2015) vuelvo como al amor romántico, un poco, porque no sabía hacia dónde tenía que ir. Y aquí, sí que después de todos estos fracasos y desamparos, sigo teniendo como el impulso de amar, entre comillas, porque sigo teniendo mis amorinos y tal, pero van cambiando. Pero llegó un punto en el que no te queda otra que amar a lo abstracto. Se puede amar a Dios, se puede amar al Cosmos, se puede amar a la ideología… y ese es el problema, las ideologías son malas amantes. Prefiero amar a Dios que amar a una ideología. Desde un sentido totalmente abstracto, libre de ninguna dictadura dogmática-religiosa. Pero bueno, el amor como principio creador de significados. Están ahí. (Señalando a la mesa) Esto es una mesa cuando le llamamos mesa. Y era la mesa en la que mi abuelo comía el desayuno cuando yo quiero esta mesa, porque era donde comía el desayuno, y cambia lo que es. Hasta las últimas consecuencias. Desde el discurso racionalista-materialista, siempre va a ser una mesa, pero es mentira.

“Ce n’est pas une pipe”.
Claro. Y ahí lo que le da el valor, para mí, es cuando hay un vínculo afectivo. Lo demás es spam, en cierta manera. Y claro, estamos tanto en lo virtual como en lo material, rodeados de spam. Comemos spam, comida que no ha cocinado alguien al que queremos, follamos con personas con las que tampoco tenemos afectos, trabajamos para empresas que nos da igual su empresa, en el sentido de su objetivo, su misión. Y eso yo creo que no sale gratis. A mí, al menos, en lo personal, no. Por eso en este disco traté de concebir el amor como eso, que no sea un amor romántico, melodramático, que no metiera a personas (y por eso reescribí el texto, para alejar ciertos símbolos que sí que referían a personas, y que no quiero estar pensando en ellas cada vez que las gire, cada dos años, las canciones) para tratar de hacer algo de la forma más digna posible.

«Estamos tanto en lo virtual como en lo material, rodeados de spam. Comemos spam, comida que no ha cocinado alguien al que queremos, follamos con personas con las que tampoco tenemos afectos, trabajamos para empresas que nos da igual su empresa»

Pero, por ejemplo, en ‘Puro y ligero’ haces una referencia muy específica a tu madre.
Sí, pero tuve que poner en valor. No puedo de repente borrarlo todo, porque estoy haciendo un proceso de purga. Y en el proceso de purga todavía salen esos restos que quedan. Y me pareció muy importante el sentirse culpable de no haber vencido al cáncer con la palabra. Que es de lo que va eso: «debí haberme explicado mejor para que el cáncer no fuera el único movimiento».

¿Pero eso es posible?
De una forma sencilla, médica, no. De una forma a largo plazo, generacional, de qué sociedades construimos… las sociedades se construyen por la palabra. ¿Qué mundos hacemos? Es la palabra, el Verbo Creador que aparece en el Nuevo Testamento, y antes es el Logos. La palabra forma unos pensamientos, y la palabra da forma a puentes, a fábricas, a bombas, a coches, a muchas cosas.

¿Crees que el cáncer es el resultado de una sociedad enferma?
Sí. De una sociedad enferma y de una sociedad cobarde, también. Porque, si no, moriríamos antes. De muchas cosas. Tampoco creo que llegue a una que sean Los Mundos de Yupi, ¿eh? Lo que pasa es que yo estoy en esta, y asumo que en esta pasan estas cosas, y que no todos los males se curan con medicinas. Me da igual alternativa o hipocrática. Y no quiero que esto tampoco quede con este tufillo hippie, pero creo que el Verbo tiene una posibilidad creadora y transformadora brutal. La mayor que tenemos. Y que nosotros somos simples portadores de Verbos. Y nosotros estamos hablando ahora, en esta entrevista, en una lengua que se ha empezado a crear hace miles de años, que se empezó a conformar como castellano hace mil y pico años, ahora tenemos un acento que nos da otra información, y nosotros somos vehículos de todo eso, que es eterno y que está en transformación eterna. Pero sigue ahí. Y me parece interesante ser consciente y ser responsable, y cuando uno es responsable, se arrepiente. Los que no se arrepienten son los irresponsables.

¿Y cómo se cambia, yéndote al monte?
No, o sea, tampoco quiero que esto esté rodeado de ese tufillo hippie. En el monte es más sencillo, porque no estás en mitad de la guerra simbólica. Madrid es un campo de batalla brutal en el que, cada vez que sales a la calle, ves 400 carteles de anuncios, de pósteres de perfumes y conciertos – que por eso digo a veces, también, que el enemigo está dentro-. Enciendes la radio y tienes un bombardeo de información, estás con el Twitter, estás con el Facebook… entonces, es un bombardeo simbólico total. Cuando uno puede tener una higiene simbólica, ser consciente de qué símbolos vienen, construir sus propios símbolos y liberarse un poco de ese bombardeo simbólico… pues yo me voy al monte (o vivo en Asturias, también, o soy más solitario, porque hay distintas formas de hacerlo) porque es más fácil. Pero gente más fuerte que yo lo puede hacer en mitad de una de las guerras más crueles que han existido, que es Twitter.

«Madrid es un campo de batalla brutal en el que, cada vez que sales a la calle, ves 400 carteles de anuncios. Enciendes la radio y tienes un bombardeo de información, estás con el Twitter, estás con el Facebook… es un bombardeo simbólico total. Cuando uno puede tener una higiene simbólica (…) Yo me voy al monte, pero gente más fuerte que yo la puede tener en mitad de una de las guerras más crueles que han existido, que es Twitter».

Ahora está más de moda Instagram.
Yo ni siquiera lo tengo, y afortunadamente no sé ni lo que es (risas). Lo abrió uno del grupo que lo tuvo ahí, puso 10 fotos y lo acabamos cerrando. Mejor para mí. Pero bueno, mi objetivo es tener un control de los símbolos que recibo, para de pronto, tener un control de los símbolos que emito. Es un poco controlar lo que como para que mis funciones fecales vayan lo mejor posible y evitarme cagaleras, hemorroides y demás. Pues eso, con el cerebro (risas). No, con el alma.

¿Hay cagaleras del alma?
Hombre, cagaleras mentales están a la orden del día y son muchas. Y yo tiendo, ¿eh? Soy bastante profuso en mi verborrea.

Repites un par de veces en el disco lo de «hablar demasiado».
Sí, “no parar de hablar” en ‘El enemigo está dentro’ y en ‘Puro y Ligero’ y el “me callo” en ‘Conquistarías Europa’. Sí, sí. Y es que en este disco por fin empecé a encontrar el control sobre las cosas. Esto empezó como obra de teatro, el disco. Con música ruidista, y era todo texto y tal. Hicimos un concierto en Madrid y luego otro en Asturias en una cuadra, que fue con invitación. El objetivo era hacer con ello una ópera microtonal, pero yo tuve ahí como una especie de revelación mariana y dije que ese no era el camino, que lo iba a hacer en un libro. Lo hice. Me llamó una editorial para publicarlo, Hurtado y Ortega, y cuando ya estaba les dije que no, que tuve otra revelación mariana y que lo que tengo que hacer es un disco lo más de rock posible para equilibrar cosas que digo tan grandilocuentes, porque si no, iba a quedar demasiado maldito.

Te has hecho una obra de teatro, un libro…
Y al final he hecho un disco, lo he vuelto a mezclar, después lo he vuelto a reescribir, y ahora sale lo que ha quedado después de todo eso. ¿Y eso qué me da? Que después de un proceso creativo largo, el 80% del disco es privado. Y lo que queda es este disco, que es un 20% público, mejor o peor.

¿Y quién tiene acceso a lo privado?
Nadie. Por eso es privado. Bueno, la obra la vieron las 20 personas que fueron, que era gente que estaba directa o indirectamente relacionada con lo que contaba. La primera aquí sí que fue más abierta, pero no vino mucha gente. Era un sitio pequeño, en el Café Berlín. Y el libro solamente lo ha leído el director de una compañía de teatro en la que trabajo de actor, que es La Tristura (Celso, que es muy amigo), y entonces él… pues me hizo un poco las labores de lector, hasta que llegué a la conclusión de que la obra de teatro, más que una obra de teatro, es un rito, y por lo tanto hay que tenerle respeto y no se puede cobrar entrada ni presentarlo en teatros.

Pero en las iglesias cobran entradas. Al menos, en la catedral de Oviedo, por ejemplo.
Por eso la religión cristiana ha fracasado estrepitosamente (entre otras cosas).

Y los budistas piden por la calle, también.
Bueno, pero es limosna. Pero a ver, sí, me puedo poner a cobrar limosna, tal y como he estado en los primeros tiempos de mi vida profesional, pero en este caso no podría ser así, porque vendría más gente y se organizaría de otra manera. Y aparte, porque hay más gente implicada que no estaba tan de acuerdo. En el caso de la ópera, que era Agustín, de venir en plan limosna. Entonces de repente yo sentí un poder de la hostia. Tengo algo que me ha llevado más trabajo de lo que he hecho en toda mi vida, y no lo publico. Y de repente es como “qué guay”, porque de repente noto el poder de escribir. Es como, me invitan a comer durante toda la vida, ¿y de repente tengo que pagar por comer? Y se te elimina un poder, que es el poder de compartir, el poder del cariño que hay en esa comida colectiva. Aquí es algo parecido, en el poder que hay en ese ejercicio de reflexión, de escribir, de examen de conciencia, en realidad. Al publicarlo solo con la intención de girarlo, de que la gente lo vea, la gente, quien sea, no tiene ningún sentido. Si hubiera gente en un anillo de Saturno, ¿me importaría que lo vieran?, ¿me importaría su estado? No, a mí me importa el estado de la gente que conozco. Mejor o peor, y no creo que sea egoísmo.

Puedes lanzar una sonda a Saturno.
También (risas), y mira, que lo sepan en Saturno, pero aquí, no. Total, publicado está.

Decías en Público, en 2016, “creo que ‘Vigorexia emocional’ es el disco del que más orgulloso estoy y se va a valorar más cuando saque el siguiente”. ¿Ahora sería este del que más orgulloso estás?
Sigo muy orgulloso de él. Y sigo estando muy contento con él. Pero creo que mi mayor acto de esfuerzo ha sido el acto de escritura previo al disco, este disco también ha tenido mucho esfuerzo, y esfuerzo, que es lo que significa yoga, que es lo que significa yihad también, y que parten de la misma raíz etimológica, es el único camino hacia la virtud.

Utilizas mucha retórica religiosa en este disco.
La religión muchas veces son poemas que se toman en serio. Por eso, inevitablemente, tengo que manejar estos códigos.

«En este disco está muy presente todo lo que debemos, que me dé asco a mí mismo por haber dicho que no puedo tener hijos porque no tengo el dinero suficiente, y pienso en mis ancestros de hace 1.800 años, ¿tenían dinero ellos? El dinero no tiene nada que ver con tener hijos»

Parece que tuviera un recorrido narrativo.
Lo es, tiene una dramaturgia clara, basada en los cinco actos de la confesión, que son los cinco actos de la superación del trauma: examen de conciencia, acto de contrición, confesión, penitencia y absolución. Y vamos a ver, el psicólogo es el sustituto del sacerdote en una tradición cristiana lógica de confesar. Las cosas no aparecen por generación espontánea, y yo creo que debemos mucho a todo ese mundo previo. Y en este disco está muy presente todo lo que debemos, que me dé asco a mí mismo por haber dicho que no puedo tener hijos porque no tengo el dinero suficiente, y pienso en mis ancestros de hace 1.800 años, ¿tenían dinero ellos? No, tenían amor, o tenían descontrol, o tenían pasión, o tenían valor. Pero el dinero no tiene nada que ver con tener hijos. Y eso es la comodidad. Queremos estar cómodos, tener nuestro curro, nuestro tiempo libre, nuestras aficiones… vale. Pues entonces di que no estás dispuesto a renunciar a eso.

También tenemos control de natalidad.
Hay muchas formas de controlar la natalidad. Y durante muchos años no se tenía miedo a tener 9 hijos y que 6 murieran. Era ley de vida y era mejor para mucha gente eso a no tener hijos. La mayor vergüenza era no tener hijos. Y eso no lo digo yo, y no digo que yo piense eso, digo que durante años, siglos, milenios, se ha pensado eso. Yo soy un espectador impotente. Tengo 33 años, me gusta follar con condón, me gusta pegarme colocones de vez en cuando, me gusta comer, viajar, follar y no parar de hablar. Pero trato de reflexionar sobre eso cuando me pongo a hacer discos que, para mí, es lo más serio que hago en toda mi vida. El resto, pues tengo este rollo maldito, ligo, bailo, follo con una, la cago…

Escuchando los discos en orden, también tienen una narrativa.
También, total. Y ese era mi objetivo. Creo que con este acaba el relato.

Acabas cazando al animal.
Sí, claro. Yo parto de una intuición, que es: «¡Hostia! ¡El amor es una movida de la virgen, muy gorda!. ¿Por qué yo me pongo de tan mala hostia cuando me siento desengañado, cuando hay traiciones?, ¿por qué me eleva tan alto cuando consigo que haya comunión, que haya intimidad?». Vale, ahí está ‘Animal con parachoques’, lo más intuitivo desde un palo totalmente juvenil. Ahí era joven. Ahora no lo soy. Ahora soy un paisano de 33 años.

Eso aún está considerado como joven.
Está considerado como joven ahora, para el resto de la historia de la humanidad, yo era un señor. Un señor que hace quince años que tenía hijos. Entonces, que ahora seamos jóvenes es una particularidad histórica que seguramente dure muy poco. O igual no. Yo no tengo una impronta del futuro muy grande. Todos los poetas tienen una conexión con otros tiempos. Yo, como tipo de poeta, más que un poeta como Nostradamus, que prevé el futuro, yo lo que hago es sentir el pasado mucho más. Por eso tengo un alma más vieja. Y sí que noto estos pasados en los que yo, de otra manera, tendría que ser un señor que ha vivido guerras, que ha vivido paternidades, que ha vivido pobrezas, que ha vivido. Y yo no lo he vivido tan fuerte, pero en mi vida, que para cualquier otra persona hubiera sido más o menos normal, yo he sentido esas improntas. Que al final se trata de sensibilidad, y si a alguien le interesan las canciones, o los poemas, o la literatura, es porque te aporta una sensibilidad que de otra manera no tendrías. Igual que a mí me interesa la lavadora porque me aporta una función que, de otra manera, yo no tendría, que es la de pasarme en el lavadero cuatro horas al día. Al final es una cuestión de completar, de compaginarnos.

«Al final, los avances tecnológicos que parten de avances poéticos, casi sin excepción, son los que nos liberan. No son los políticos»

Hay un documental que habla de la lavadora como herramienta de liberación de la mujer.
Absolutamente. Es que, al final, los avances tecnológicos que parten de avances poéticos, casi sin excepción, son los que nos liberan. No son los políticos. Yo creo que son poetas e ingenieros, de la mano. Los políticos luego ordenan eso. Y yo creo que la virtud del político es ordenar los acontecimientos que crean poetas e ingenieros. Todo está bien si tiene su función y si está en su sitio. La ansiedad es una enfermedad de puta madre. Yo cuando tengo ansiedad lo que hago es irme a mitad del bosque y tener miedo. Porque la ansiedad está para el miedo, como las presas. Concentrar toda tu sangre en los órganos fundamentales para estar alerta para que no te cace el lobo. Hemos construido una sociedad basada en el estrés y en la ansiedad porque hemos construido una sociedad de presas, y no de depredadores. Los depredadores no tienen ansiedad, tienen otras enfermedades. Nosotros tenemos ansiedad porque estamos continuamente bajo el yugo de ser cazados. Por nuestro trabajo, por nuestra pareja. Entonces, las cosas en su contexto están muy bien. Por eso es tan difícil tener una certeza. La política es una mierda, no es una mierda. Todo es encontrar esa posición, ese equilibrio. Y por eso es tan jodido.

«Me he rallado hasta el infinito para no ser sacrílego al folclore. Para mí el folclore tiene este componente sagrado, pero no religioso. Eso es otra cosa»

Cuando hablabas de que tu alma es vieja… sí que es cierto que tu música parte de un folclore ancestral, e incluso la semiótica que utilizas es absolutamente folclórica. No sé si es algo que haces adrede, queriendo parecerse a ello, o simplemente te sale solo. Por ejemplo, incluyes ‘A la mar fui a por naranjas’ en este disco, como en tus conciertos cantas ‘Pozu María Luisa’ o ‘Santa Bárbara Bendita’.
‘A la mar fui a por naranjas’ la canto porque fue la primera canción que escuché en toda mi vida, me la cantaba mi madre por las noches, a modo de nana, antes de dormir. Y el ‘Pozu María Luisa’ la conocí porque me la cantó mi abuelo. Una nana me parece un acto que justifica la presencia del ser humano en el cosmos. Probablemente de los pocos. Un acto de hermosura y de programación sentimental de las personas… acojonante. Y a mí me programaron, para bien o para mal (para bien, creo) en estas canciones de ultra-sensibilidad eterna. Porque estas canciones, a lo mejor tienen mil años, porque no se sabe dónde parten muchas de ellas. Se van construyendo con las décadas o con los siglos. Y tienes una cantidad de sabiduría concentrada brutal.

Pero una canción folclórica te la tiene que transmitir alguien que quieras, en un contexto de amor. A mí me decía mi abuelo “Cuidau con esta canción”, y la del ‘Pozu María Luisa’ tengo mucho cuidado de cuando la toco porque esta canción se toca con un minero muerto en el brazo. Cuando muere un minero muerto en la mina, se saca. Entonces, “cuidau con lo que andes cantando por ahí”. Y yo lo he tenido muy en cuenta. Se transmiten con un compromiso, con una lealtad, con un amor… algo que ahora está muy perdido, también. Y para poder transmitir eso hace falta de la intimidad y la privacidad. Por eso a mí ahora me interesa componer muchas más canciones de ese tipo, aunque solamente las conozcan mis amigos, mis hijos, mis amores… y ellos que hagan lo que les dé la gana. Y alguna la compartiré, pero con mucho cuidado de cómo se comparten. Por eso he dado tantas vueltas al disco, lo he reescrito, me he rallado hasta el infinito para no ser sacrílego al folclore.

Para mí el folclore tiene este componente sagrado, pero no religioso. Eso es otra cosa. Es un poco arte sacro esa propia poética que se genera, los lazos que se establecen. ¡Las fiestas de un pueblo! Encierran todo las fiestas de un pueblo. Es cuando la gente se parte la cara y la gente liga. Y cuando conciben. Eso hace que el resto del año haya paz social. Pero si eso se hace todos los fines de semana o todos los días, ya no hay vínculos. Genera caos social. Las canciones antes configuraban el mundo. Y sobre todo, cuando es a niños, les estás programando. Ahí te viene una tabula rasa que tú estás programando. ¿Y cómo lo programas, con Mickey Mouse?, ¿con Pocoyo?, ¿con basura capitalista?, ¿o lo programas con canciones eternas, con el amor de cantársela cuando se está durmiendo? Yo me metía en la cama, y a continuación eran cientos de millones de monstruos. Ardiendo. En mi habitación. Hasta que llegaba mi madre a la media hora, tres cuartos de hora, me traía un vasín de agua, se ponía al lado y empezaba “a la mar fui por naranjas…” y empezaba a cantarme una tras otra, de popurrí. Y los monstruos iban desapareciendo uno por uno, hasta que no quedaba ninguno, y me dormía.

Eso es muy bonito.
Y tenía sueños lúcidos, hasta los trece o catorce años. Por la forma de dormir que me daba mi madre. Veía como muy rápidamente todo este mundo de monstruos, de miedo, pero luego los iba amansando, los amansaba, me dormía tranquilo pero consciente, e iba creando mis propias historias. Eso fue muy guay cuando despertó la pubertad, porque claro, podía ligar en mi mundo virtual. Cuando quería cambiar de sueño, me tiraba por la ventana y al caer al suelo aparecía en otro sueño. A no ser que no hubiera ventanas, que entonces tenía que construir un edificio. Lo construía y me tiraba por la ventana. Y eso era por las nanas. Por el proceso de introducción al mundo del sueño.

Se supone que empiezas a controlar tus sueños cuando aprendes a volar.
Yo volé mucho. Y luego, cuando con quince años se empezaron a crear estas convenciones (también empecé a fumar porros), se piró.

«La educación ha cumplido su trabajo de matar el alma, matar la creatividad, matar el amor y convertirnos en “macarras”, “guays” y “nerds”»

¿Los porros no te ayudaban?
Qué va. Fatal. Pero yo creo que se fueron porque, de repente, ya era una persona en sociedad. La educación ha cumplido su trabajo de matar el alma, matar la creatividad, matar el amor y convertirnos en “macarras”, “guays” y “nerds”, y el amor bruto posesivo adolescente ha cumplido su misión también de concebir a las personas como objetos de uso, y con ansiedad, y también el poder (one more time), el poder empieza a acabar con la virtud. Y con esa moral primitiva, y que nos olvidamos. A los tres años empezamos a saber lo que está bien y lo que está mal. Sabemos que está mal criticar al raro de la clase, aunque lo hagamos. Sabemos que está mal pegar al que es más débil que tú, aunque lo hagamos. Sabemos que están mal muchas cosas, que luego nos vamos olvidando, y que luego, una vez que nos olvidamos, las volvemos a construir desde la falsedad y la falacia para ocultar a los que realmente lo están haciendo mal, llenándose la boca con palabras bonitas, y nosotros creyéndoselas. Pero yo creo que hay una moral instintiva. Y a mí eso me interesa mogollón, porque si hay una moral instintiva, hay otras cosas.

Dices en el disco que “el amor detesta”. San Agustín decía que quien ama no peca.
Pero ya es un amor de San Agustín, que parte del amor de San Pablo, que fue el gran ideólogo del amor. Y este amor que escojo ahí, es un amor de Ovidio. Es un amor mucho más salvaje y primitivo. El amor como premio al valor. La comodidad es enemiga del amor, por eso tener hijos, quererse… las canciones grandes para mí, y las elevaciones espirituales, casi nunca tienen que ver con la comodidad. La comodidad trae otras cosas, y para eso hay otros músicos cantando esas otras cosas.

Decías hace un año que el conflicto estaba entre nomadismo-sedentarismo.
Sí, eso lo decía antes de darme cuenta de que el conflicto estaba entre el esfuerzo-yoga-yihad. Porque la yihad, en el Corán, en una etapa del Corán, en la etapa de La Meca, la yihad es individual, es la primera etapa de Mahoma. Pero bueno, ahí no quiero hablar mucho, porque luego se lía. La virtud que tiene ese texto es que ahí, Mahoma abraza unas incoherencias brutales. Y ahí es donde está la verdad, porque no hay certezas. La yihad significa esfuerzo, y primero es un esfuerzo individual, por predicar con el ejemplo, pero sobre todo, para que uno mismos se construya como individuo.

«Hemos construido una sociedad basada en el estrés y en la ansiedad porque hemos construido una sociedad de presas, y no de depredadores»

Eso lo decías también, “cuantas más capas de contradicción tenga una canción, mejor”.
La magia consiste en mantener el equilibrio entre contradicciones. Entre fuerzas antagónicas. Cuantas más contradicciones tiene, más poderoso es el acto mágico de querer a una persona. La magia es algo habitual, con lo que convivimos todos los días.

Quizás sea por tus contradicciones que te han acusado varias veces de mantener una retórica machista.
Puede ser. Pero si tendemos a las certezas, tendemos a los totalitarismos, tendemos al trazo grueso y al pensamiento plano en el que estamos cómodos, diciendo “esto es una verdad universal”… Hay una cuestión, que es la de la “mano derecha”, que es de la que parten todos los monoteístas. En la mano derecha están todas las verdades universales objetivas, que Filón de Alejandría lo llamaba el Logos, y el Nuevo Testamento lo llama el Verbo. Por medio de la religión, de la ciencia, de la política, de la filosofía, podemos llegar a alcanzar eso de una manera colectiva. La mano izquierda dice “el universo está lleno de verdades subjetivas”. Solo por la auto-edificación y por la antinomia (que eso es el rock and roll, el conflicto, el llevar la contraria). El “conócete a ti mismo y conocerás a las estrellas y los astros” del templo de Delfos. Puedes conseguir crear unas leyes subjetivas que, si son lo suficientemente profundas, van a conseguir estar en armonía con las leyes del universo, que nunca vamos a alcanzar. Eso está considerado satanismo por la mano derecha. De la mano derecha parte la Ley de la Gravedad, la evolución de Darwin, que es útil… pero luego lo ves que ahora se está planteando que no opera en todo el universo, porque estamos planteando multiversos en los que hay otras leyes físicas. Entonces, ni siquiera la Ley de la Gravedad es universal, como para que me digan que lo es el comunismo, que lo es el feminismo, que lo es el fascismo. Por supuesto que no.

Entonces creo que es menos soberbio, aunque pueda parecer lo contrario, crearse uno sus propias leyes por medio del esfuerzo, del autoconocimiento y demás, y tratar simplemente de que esas leyes estén en armonía, no convencer, no hacer proselitismo. Simplemente, en el mejor de los casos, yo la única interacción que quiero tener con el mundo externo, en todo caso, es de estímulo. Porque, para mí, lo que es una ley, para otro no es nada. Entonces, prefiero que no sea nada a que sea algo malinterpretado. Por eso estoy encriptando más la forma de escribir, estoy encriptando más hablar de la vida. Porque prefiero que no me entiendan a que me malinterpreten y se lo tomen en serio.

No cabe todo lo que sabes en un disco. Deberías escribir un tratado de filosofía.
No, porque no va a valer para nada. ¿Cuántos tratados de filosofía hay ahí, de puta madre, que no han servido para absolutamente nada? Y como mucho han servido para guerras y para conflictos. Creo que el rock and roll, y que un concierto valen para mucho más que muchos tratados de filosofía. Lo mejor que puedo hacer con mi vida, siendo como soy… tengo la sensación de que es porque tengo la flora intestinal un poco regular, y que eso hace que pasen muchas partículas sin digerir a mi torrente sanguíneo y las note fuertemente. Creo que lo mejor que puedo hacer es escribir canciones, y hacer alguna foto, algún vídeo, dar alguna entrevista, y que entre todo eso, exista un relato.

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