20 años sin The Sundays: sus 20 mejores canciones

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20 años sin The Sundays: sus 20 mejores canciones

Nuestra reciente lista de mejores discos de 1997, en celebración de 50 grandes discos que este año cumplían 20 años, nos recordaba que hace 20 años que muchos artistas publicaron su última gran obra maestra y que también hay otros que llevan 20 años sin sacar nada. Es el caso de la banda británica The Sundays. Influidos por gente como los Smiths y Cocteau Twins, publicaron un debut que todavía suele aparecer en alguna lista con lo mejor de los 90, un segundo disco menos accesible y finalmente un tercero más próximo al folk que permanece injustamente infravalorado. En este especial recopilamos sus 20 mejores canciones (playlist best of The Sundays aquí) aprovechando que jamás tuvieron “greatest hits” pues a duras penas editaron media docena de sencillos. Este mes ha sido el vigésimo aniversario de su último concierto.

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1
Here’s Where the Story Ends
1990

Parte de la gracia de The Sundays es que sus dos compositores principales eran pareja y lo siguen siendo a día de hoy que se sepa, pues ambos han decidido mantener un perfil bajo en cuanto a popularidad, y a duras penas emerge una foto suya de vez en cuando. Hablamos de la cantante y letrista Harriet Wheeler y del guitarrista David Gavurin. Se conocieron en la Universidad, por lo que es fácil imaginar cómo llegaron a cantar cosas como “¿quién habría adivinado que los libros que traías eran lo único que me gustaba de ti?” en este tema que no llegó a ser single apropiadamente por la bancarrota de su sello Rough Trade.

Por el tipo de palabras repetidas (“cínicamente, cínicamente digo que “la vida es así””, «lo único que quería decir era incorrecto, incorrecto, incorrecto»), por su trato de la alienación frente al mundo (“la gente que conozco, los lugares a los que voy me hacen enmudecer”) y por la relación con el sexo (“los recuerdos de la caseta me hacen enrojecer”), la influencia de Morrissey es evidente. Y sin embargo, la canción funciona como un clásico absoluto gracias a su trotón ritmo de guitarra acústica, al punteo de eléctrica y sobre todo a su crescendo en el segundo estribillo, en el que después de que la voz de Harriet te lleve donde quiere, se impone la coda conclusiva, inesperada, tras un “fade-out” de la toma vocal que parecía el final de la canción. “Hasta aquí hemos llegado”, pero todo acababa solamente de empezar.

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2
Summertime
1997

The Sundays volvieron a alcanzar la perfección pop en los 3 minutos y medio del primer single del que ha sido su último disco, ‘Static and Silence’. ‘Summertime’, que tuvo a bien editarse en aquel verano mientras Canal+ tuvo el buen gusto de bombardearnos con su vídeo, era una búsqueda del amor perfecto en estrofas y una celebración del mismo en el estribillo. Si las estrofas contraponían una “habitación con forma de corazón” y otra “con forma de infierno”, y una serie de parejas enumeradas con la “Tercera Guerra Mundial”; en el estribillo Wheeler se elevaba gloriosa para proclamar por paseos de la mano y la luz del sol acabando con la oscuridad. “Somos guisantes de una misma vaina, ¿o es que he leído demasiada ficción?”, se preguntaba en la coda final de la canción, que contiene el mejor juego de guitarras de David Gavurin, entre el jangle y lo acuoso, con los metales acompañando estupendamente en última instancia y en segundo plano. Obra maestra de ultra cool vídeo.

3
Skin and Bones
1990

La canción que abría la -en general- considerada obra maestra de los Sundays, su debut ‘Reading, Writing and Arithmetic’ (gran título, por cierto) era esta ‘Skin and Bones’. Una canción dominada por un arpeggio muy Johnny Marr, quizá con un punto del rockabilly que también identificaba a Morrissey, que parece cargada de inocencia (“he descubierto que solo somos carne y hueso”) pero solo lo está después de haber conocido el cinismo (“lo vea el mundo o no, soy mejor hombre que los demás”) y el despecho (“cómo estás… no puedo decir que me importe después de todo”). Aunque si por algo ‘Skin and Bones’ merece este lugar es por el giro final de “Individual doubts”, que supone el gran gancho de la canción con el paso de los años.

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4
Can’t Be Sure
1989

El verdadero primer single con el que se presentaron The Sundays no era ‘Here’s Where The Story Ends’ ni ‘Skin and Bones’ sino este ‘Can’t Be Sure’. Toda una reivindicación del derecho a estar perdido y a expresar tus emociones en una Inglaterra llena de falsos modales, para poder encontrar tu camino cuando llegue el momento oportuno. “El deseo puede ser una cosa terrible, pero yo dependo del mío”, reivindica, antes de otra brillante coda -y van 4 de 4- en la que Harriet repite: “es mi vida, y aunque no pueda estar segura de si quiero más, ya veré más adelante”. Estupendo y minimalista cuerpo musical en el que la batería es apenas un tambor de acompañamiento para el fondo de guitarra. Producían su debut los propios The Sundays con Ray Shulman, un músico de rock progresivo que terminó produciendo también a The Sugarcubes a finales de los 80.

5
Leave This City
1997

The Sundays dejaron de sonar tan Smiths en su tercer disco para decantarse por un sonido más folkie que podríamos considerar un precedente del también infravalorado ‘Long Gone Before Daylight’ de los Cardigans. ‘Leave This City’, ni en sueños un single de ‘Static and Silence’, era una maravilla llena de nostalgia desde el segundo uno, cuando la voz de Harriet emerge, sin intro, para anunciarnos que “la pintada de la pared se ha marchado para siempre y han cerrado el cine”. Se trata de un regreso a la vieja ciudad, en la que todavía es un suplicio -atención a los preciosos agudos- “verte caminar, verte hablar”. Una canción que busca soportar el presente al contemplar el pasado y que quizá lo logra gracias a esas maravillosas guitarras en cascada en el estribillo, capaces de derretir “los días de enero y sus árboles con espantapájaros tan fríos”, y casi cualquier cosa.

6
She
1997

Pero en ‘Static and Silence’ también había canciones uptempo, aparte de la estupenda ‘Summertime’. Era el caso de esta vibrante ‘She’, una especie de versión femenina de ‘Jeremy’ de Pearl Jam, en la que una chica se enfrenta a sus inseguridades y pelea por ser más que una entre la “multitud”, en medio de una “guerra adolescente”. Aquí David se anota un tanto con una serie de guitarras absolutamente vibrantes cuando Harriet canta sobre un corazón latiendo a borbotones, si bien hay decepción final: “Ella se detiene, ¿se ha ido la música o lleva demasiado tiempo ahí (bailando sola)?”. Una grabación estupenda en cuyos créditos aparece, no en vano, en la mezcla, ¡¡¡Nigel Godrich!!!

7
Hideous Towns
1990

Otra canción del primer álbum de The Sundays que se podría haber trabajado como single si Rough Trade hubiera seguido en pie es ‘Hideous Towns’, sobre esas “ciudades abominables” que te “hacen vomitar” y que están no precisamente muy lejos de nosotros. Estamos ante una canción trepidante en ritmo y otra vez de potentísimo final como pensado para el directo, en la que se contempla con desesperanza cómo “unirte al ejército” o hacer “el servicio social” no ayuda a sentirte mejor. ¿Suena naíf? De nuevo, reivindicación de la inocencia adolescente a través de la cínica y repetida referencia a la “juventud sin esperanza” que resulta “zafia”.

8
Cry
1997

Como ‘She’, ‘Cry’ cuenta con una estupenda sección de cuerda muy asociable al tipo de arreglos que justo desde aquel 1997 también aplicarían La Buena Vida tras haber grabado precisamente en Londres. ‘Cry’ fue el segundo y último single de su último disco, editado con motivo de la Navidad de hace 20 años, acompañado por un par de demos del primer largo. Su título lo decía todo: estábamos ante una canción de luto por una pérdida en la que emerge una mandolina con su clásica vocación evocadora. La composición ha terminado siendo premonitaria de su despedida con sus “me diste tanto (…) pero ya no estás, y me hace llorar”.

9
I Can’t Wait
1997

Dos son los protagonistas de esta canción de 2 minutos de duración. La primera es la impaciencia, un sentimiento familiar al ser humano, que tantas veces ha aparecido en canciones, pero pocas con tanta fijación como en esta composición que pide un cambio y la salida del ostracismo cuanto antes porque no se puede “esperar para siempre”. La segunda protagonista es la bandada de pájaros que canturean de fondo, confirmando el carácter folkie del disco. ¿Alguien dijo “head in the clouds”?

10
A Certain Someone
1990

Si algo puede echarse en cara a los Sundays de la primera época es que la mímesis de los Smiths es en ocasiones un poco demasiado. Es claro en esta por otro lado interesante canción llamada ‘A Certain Someone’, de guitarras efectivamente ultra Johnny Marr, en la que brilla la letra de Harriet Wheeler, un alegato feminista. En ella se niega a “lavar la ropa” y “cambiarse de apellido” hasta que encuentra a “ese alguien” del título de la canción. Sin embargo, no es que esa persona “excepcional” le dé la felicidad: su voz suena más desesperada que alegre, en su “bloque de pisos” nunca llega a la “cima” y la habitación en la que viven es “fría”. Un claro retrato de la triste vida de esposa tradicional, como no hay tantos y menos tan rabiosos en el pop británico de entre décadas.

11
Your Eyes
1997

Nos vamos de ese piso frío a una “pequeña habitación en Notting Hill”, en la que “está tan oscuro que no se pueden ver las cosas como de verdad son”. Pero esta vez no es para hablar sobre la condición de la mujer, sino de una relación que ya no es lo que era. La decepción de una pareja que no ha funcionado es protagonista porque en el caso de él ha desaparecido “el brillo de los ojos”. Aunque a ella le da un poco igual: “me gustaría quedarme pero de todas formas me voy a Japón”, suspira Harriet en esta breve pero exquisita canción de 2 minutos en la que destacan esas flautas propias del folk de finales de los 60, que les sientan tan bien.

12
I Kicked A Boy
1990

‘I Kicked a Boy’ parece contener la nostalgia de ‘Back to the Old House’, pero en realidad es una canción cargada de culpabilidad porque la persona que narra no puede sacarse de la cabeza el día que “pateó a un niño hasta hacerle llorar”. Si bien aparece cierta justificación (“pude haberme equivocado, pero no lo creo, era un salvaje”) se desconoce si el peso de aquella acción es trágico en su locura violenta (“me casaría contigo / pero no me encuentro bien”) o una parodia de un/a maltratador/a que se hace la víctima (“me he estado preguntando mucho últimamente quién va a salvarme”).

13
Goodbye
1992

La quiebra de Rough Trade dejó a The Sundays en una absoluta crisis y estuvieron siquiera sin tocar durante 3 años hasta que firmaron con Parlophone para el segundo disco, ‘Blind’, publicado en 1992, y con cierta querencia por la calma y las ambientaciones a lo Cocteau Twins, como se retrata en la rareza ‘Life and Soul’. Su primer single es este ‘Goodbye’ que busca romper con el pasado y cuya principal baza son las guitarras de David Gavurin que irrumpen en el último minuto, camino a la reivindicación final: “dame una vida fácil y una muerte tranquila”.

14
Love
1992

Sí, The Sundays tienen una canción llamada ‘Love’ y es el encantador segundo single de ‘Blind’, que arranca con una estrofa de lo más chanante: “me veo a mí misma como un bebé blanco, el día que nací, me dieron un azote para enderezarme / he estado mejor y he estado peor”. Mientras el estribillo es una llamada a amarse a uno mismo por encima de a todos los demás, la canción avanza hasta la autoafirmación definitiva con la estrofa “si no tienes ni idea sobre la vida, me alegra decir que yo tampoco, pero no voy a encogerme de hombros y chuparme el dedo esta vez, porque hay algo que merezco”. Musicalmente, asoman las cuerdas que se desarrollarían en el disco siguiente.

15
Monochrome
1997

‘Goodbye’ y ‘Cry’ no son las únicas canciones de despedida de The Sundays que tenemos. La última canción de su último disco es esta joya contemplativa con cierto componente mágico entre sombras y una voz que parece hablarnos desde el cielo, posiblemente un OVNI. Los autores de ‘God Made Me’ y ‘On Earth’ la redondean con la voz de Harriet más aguda que nunca en “we stayed awake all night” y sobre todo con un precioso pedal de guitarra que emerge sutil en un momento clave de la narración, situada en julio de 1969.

16
My Finest Hour
1990

Otra buena canción de pop del primer disco, que técnicamente estuvo descatalogado entre 1990 y 1996 -en España doy fe de que era imposible conseguirlo incluso más allá, con todas las tiendas de discos que había en Madrid a finales de los años 90-, era esta ‘My Finest Hour’. Era una bonita canción de decidido estribillo, paradójicamente sobre la mala suerte pese a su título (“lo mejor que me ha pasado es encontrarme una moneda en el suelo”), que aísla a dos amantes del resto del mundo, pese a que la cosa una vez más no termina de arrancar: “la poesía no es para mí, así que me voy a casa, enséñame el camino”. Mención especial para el final, vocalmente tan Elizabeth Fraser.

17
Folk Song
1997

Como para recalcar su nuevo sonido y lo confortables que llegaron a encontrarse en él, The Sundays titularon una canción de su tercer disco ‘Folk Song’. Es un paseo solitario entre “árboles de plata y brisa susurrante”, acompañado de unas bonitas cuerdas, que casa totalmente con el otoño en que se editó.

18
When Thinking About You
1997

Una de las canciones que más gustaron del tercer disco de The Sundays era esta ‘When Thinking About You’, contemplativo y costumbrista, en el que Wheeler expresa su deseo de no despertar nunca cuando está embobada pensando en su chico. Entre sus momentos más hermosos, los agudos del estribillo y el piano -una rareza para ellos- que aparece en un puente hacia el final.

19
You’re Not The Only One That I Know
1990

Aunque algo sobrevalorada por sus seguidores, ya que su desafiante título promete algo más de lo que ofrece, ‘You’re Not The Only One That I Know’ es una agradable canción melódicamente, si bien lo que contiene es cierta arrogancia dirigida a su destinatario… con toda la pinta de ser impostada. Este autoengaño hecho canción se consuela falsamente con el gusto por estar solo… en medio de la desconfianza y el miedo a que el amor dure algo más de 2 horas.

20
Wild Horses
1992

The Sundays grabaron en 1992 una versión de ‘Wild Horses’, el tema de ‘Sticky Fingers’ (1971) de los Rolling Stones. En Europa simplemente la cara B de ‘Goodbye’, la adaptación fue incluida como bonus track en la edición americana de ‘Blind’, llevando a que el peor disco de The Sundays terminara siendo su único disco de oro en América. Estilísticamente, sí es un puente perfecto entre discos, al estar guiada por una acústica como las canciones del tercero, pero con los punteos de guitarra típicos del primero y las ambientaciones misteriosas de Cocteau Twins del segundo.

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