El concierto de Metallica en 5 frases 0,60: verdades como templos y pequeñas decepciones

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El concierto de Metallica en 5 frases 0,60: verdades como templos y pequeñas decepciones

Metallica han pasado dos noches casi consecutivas por el antiguo Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid batiendo el récord de asistencia en este recinto, unas 17.000 personas gracias a la remodelación del espacio y a las posibilidades de su escenario circular en el centro de la pista, que permitió ver el show desde el 100% del graderío como si de un partido de baloncesto se tratara, sumando además casi toda la pista alrededor del escenario en medio. Os contamos lo que sucedió en la segunda noche, a través de los tópicos que han rodeado siempre el mundo del heavy metal. ¿Qué se cumplió para bien o para mal? ¿Y qué no?

El jevi nunca muere

Verdades como templos: A la vista de todo el mundo queda el exitazo de la gira de Metallica, con un llenazo absoluto en cifras récord con todo vendido con meses de antelación. James Hetfield se dirigió al público al poco tiempo de salir indicando que estaban allí porque «amaban la música y [les] encanta conectar con la gente». En otro momento de la noche celebró que el show hubiera reunido «a tres generaciones de fans» dirigiéndose directamente a un muchacho de 12 años que había acudido con su madre. Y había muchos otros menores acompañados de sus padres. Lars Ulrich dijo al final que hacía 37 años de su primera visita a Madrid y que ninguna de las «15 o 20 veces» que habían venido se habían ido decepcionados. El público tampoco. El show supo conectar ciertamente con varias generaciones de fans, algunos ya entrados en los 50 y lejos de sus tiempos melenudos por razones evidentes -otros conservando orgullosos las mismas-, a través de un repertorio sólido, y de un buen espectáculo muy cercano por la disposición del escenario, muy apañado en esa veintena de cubos luminosos que subían y bajaban con imágenes proyectadas. Por supuesto no faltaron tampoco destellos de fuego ni el guiño a la bandera española con el logo de la banda, ni mucho menos las canciones históricas: la alucinante ’Seek & Destroy’, ‘Fade to Black’, ‘For Whom the Bell Tolls’, una emocionantísima ‘Sad But True’ y luego ‘Master of Puppets’ como cierre de la primera parte.
Pequeña decepción: Ese apego al «metal», a lo verdaderamente «jevi», se llevó por delante la interpretación de los hitos de ‘Load’ y ‘Reload’: no sonaron ni ‘Until It Sleeps’, ni ‘The Memory Remains’, ni ‘Fuel’, ni ‘Ain’t My Bitch’, ni ‘Hero of the Day’. Vale que el jevi nunca muera, pero los que crecimos con su etapa post-grunge también estamos vivos y nos merecíamos nuestra dosis de nostalgia.

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El público rockero es súper fiel

Verdades como templos: Además del llenazo, parte del público acudió con las canciones del último disco de Metallica, ‘Hardwired… to Self-Destruct‘, muy bien aprendidas. Tras la intro con Ennio Morricone, atronó la salida de la banda con ‘Hardwired’, sucedida por una espléndida ‘Atlas, Rise!’ en la que James Hetfield no tuvo que cantar «atlas, rise!» ni una sola vez: ya lo hacía el público. En esos primeros minutos de la noche ya se vio que la idea de llenar el escenario circular de micrófonos para que Hetfield cantara una estrofa en cada uno es brutal. No había grandes pantallas, ¿pero quién las necesitaba?
Pequeña decepción: Amparándose en los 2 millones de copias que ha vendido este nuevo disco, todo un éxito en los tiempos que corren, Metallica dieron bastante bola a este último álbum, para tedio del público casual que no se lo había empollado. ‘Moth Into Flame’ fue absolutamente vibrante, pero no tanto ‘Dream No More’ o ‘Halo On Fire’, mientras la batucada al final de ‘Now That We’re Dead’ fue un tanto Safri Duo y de primero de efectismo.

Los jevis son los mejores músicos

Verdades como templos: No vamos a descubrir América al hablar de las cualidades como músicos de Metallica: parece mentira que sean 4 personas sobre el escenario en lugar de 6. Mientras subían y bajaban del escenario sonaban extrañas intros y outros con instrumentos pregrabados levantando innecesarias dudas, porque el vigor y la destreza de Hetfield, Hammet, Ulrich y el más recientemente incorporado al bajo Robert Trujillo estuvieron fuera de toda cuestión…
Pequeña decepción: … lo que no quita que hubiéramos agradecido que la voz de Hetfield se hubiera escuchado un poco más alta, facilitando la comprensión de las letras como sucede en disco. Aunque se agradeció la ausencia de virtuosismo gratuito, sí hubiera agradecido un desboque mayor de la sección rítmica. Iba preparado para más momentos ametralladora a cargo de Ulrich y Trujillo. Me sigo quedando con el sonidazo y la potencia de Queens of the Stone Age: de lo más bruto que ha pasado por mis oídos.

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Las baladas jevis son las mejores

Verdades como templos: No faltó ‘Nothing Else Matters’ como bis, y seguida de esa obra maestra llamada ‘Enter Sandman’ fue de lo mejor de la noche. Pero sin embargo me quedo con el inicio de ‘One’, el icónico tema inspirado en ‘Johnny cogió su fusil’ que todavía puede llevarte a las lágrimas en dos segundos. El paso de la primera parte en plan balada a la segunda metalera retrata el absurdo y la rabia de la guerra como pocos. Sin duda, el highlight de la noche.
Pequeña decepción: ¿Dónde quedó ‘The Unforgiven’? En serio, ¿cómo puede un grupo mimar una canción hasta el punto de ofrecer dos partes de la misma, para después pasar de tocarla en directo? Me he pasado toda la noche soñando con ella… ¡Jamás os lo perdonaré, Metallica!

Los jevis son las mejores personas

Verdades como templos: Ya lo dijo el líder de Motociclón: «los jevis son la buena gente» de la industria musical. A pesar de su imagen de duros, James Hetfield fue un líder ultra cercano, que se deshizo en elogios hacia el público, y hacia sus «hermanos» en la banda. Tan majos son Metallica que Hammet y Trujillo se marcaron una versión medio instrumental… ¡de una canción de Barón Rojo! En concreto interpretaron ‘Los Rockeros van al Infierno’, cuando el sábado habían hecho ‘Vamos muy bien’ de Obús. Al cierre definitivo, reparto masivo de púas y baquetas conmemorativas durante minutos y minutos con las luces ya dadas. No hace falta decir nada más.
Pequeña decepción: El 95% del público se comportó y se mostró amigable y buenrollero, comentando espontáneamente cómo había ido el concierto anterior, o compartiendo minis de cerveza. Pero un pequeño porcentaje decidió dar la nota demostrando que no todo el mundo es tan buena gente: el personal de seguridad se aburrió de pasearse por la pista apagando cigarrillos porque hace eones que en los estadios cerrados está prohibido fumar, e intentando contener a la gente que se tambaleaba absolutamente ebria, no haciendo pogos, que ojalá, sino cayéndose medio dormida sobre el hombro de al lado. Hay gente que vomitó in situ, ¿de verdad hace falta empedarse a estos niveles un lunes a las nueve de la noche? ¿De verdad merece la pena pagar 100 pavos para no enterarte de nada? ¿No les dan pena los miles de personas que se han quedado sin entrada? 8.

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Metallica petandolo en Madrid con #mothintoflame #metallica

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