A Perfect Circle / Eat the Elephant

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A Perfect Circle / Eat the Elephant

En ‘10.000 Days’, el último disco de Tool (su banda mater), Maynard James Keenan colocaba a su madre, Judith Marie, a la altura de la más alta de las divinidades surgidas de la Tierra. Una mujer que padeció un gran calvario en vida –vivió en silla de ruedas sus últimos 27 años (unos 10.000 días…)– pero que dejó una importantísima huella moral en el músico sobre la que siempre han pivotado sus valores, sus ideas y sus letras. Resultado de la mezcla de aquella impronta con una visión ácida de la religión institucionalizada, unas creencias espirituales autodidactas y sincréticas y una tendencia a la crítica social feroz, las canciones de Keenan sientan muchas veces como los capítulos más punzantes de ‘Black Mirror‘: un oscuro reflejo en el que da miedo mirarse. En consonancia, ‘Eat The Elephant’, su última obra al frente del supergrupo A Perfect Circle, es un disco que, escuchado con atención, humildad y autocrítica, te puede romper el corazón y la conciencia por su alto contenido crítico-ético. Porque, mientras fracasa en su obsesiva búsqueda de divinidad en la humanidad, en la búsqueda frustrante de una humanidad pura y buena en la que merezca la pena creer, Keenan arrasa con todo, iracundo y corrosivo, configurando un discurso agitador y contestatario muy necesario en nuestros días.

Hemos tenido que esperar casi década y media para escuchar el cuarto disco de la banda encabezada por Keenan, Billy Howerdel y James Iha (de The Smashing Pumpkins), pero ha merecido la pena. Y no solo porque el arsenal lírico-discursivo de Maynard se haya actualizado y sincronizado con la era actual de la hiperconexión, sino también porque en lo estrictamente musical A Perfect Circle han vuelto siendo totalmente reconocibles. Sin buscar comparaciones con ‘Mer de Noms’ y ‘Thirteenth Step’, la característica voz telúrica de Keenan sigue igual, las guitarras profundas e incisivas, el piano casi apocalíptico y las baterías apremiantes se mantienen intactas y con el mismo veneno curativo que hace quince años. Siempre más cerca del rock alternativo que del progresivo o que de cualquier cepa del metal, y más en la órbita estética-espiritual de Tool que en la de The Smashing Pumpkins.

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Esta cualidad morfológico-identitaria de ‘Eat The Elephant’ ya se fue intuyendo a medida que aparecieron los diversos adelantos: ‘The Doomed’, combativa y emocional, ‘Disillusioned’, trascendental y romántica, y ‘TalkTalk’, con ese deje toolero que le da el salto de voz catártico del verso “Get the fuck out of my way”, refuerzan el estilo genuino de A Perfect Circle. Puede que sean los tres mejores temas del disco, pero esa misma identidad estilística aparece en la lenta progresión de intensidad de ‘The Contrarian’ y en la envoltura con eco de sus guitarras en el tramo final; en ‘By and Down the River’, la canción estructuralmente más toolera; en la densa ‘Feathers’; e incluso en la inaugural y desalentadora ‘Eat the Elephant’, que recuerda a ‘Annihilation’, de ‘eMOTIVe’, su álbum de versiones.

Por otro lado, ninguna de las canciones que se sale de la norma resulta molesta o inconveniente. La apertura y los arreglos de violín y piano de ‘So Long, and Thanks for All the Fish’, el aire a Pearl Jam de ‘Delicious’ o la siniestra agresividad de ‘Hourglass’ –hola, Marilyn Manson– refrescan de algún modo el discurso musical y lo distancian ligeramente de un canon al que no tendría sentido aferrarse quince años después.
Volviendo al apartado lírico, podría decirse que ‘Eat The Elephant’ contiene música ética más que protesta. Las dianas de las críticas de Maynard son una sociedad alienada por las nuevas tecnologías y el consumismo –“So we dive like crows towards anything glittering” (‘Disillusioned’)–, los mentirosos –léase Trump– (‘The Contrarian’), los charlatanes que dicen y no hacen (‘TalkTalk’), el orden establecido que bendice al rico y condena al pobre, al pacífico y al decente –“Behold a new Christ / Behold the same old horde / (…) New beginning, new Word / And the word was death / And the word was without light” (‘The Doomed’)– y la inexistente justicia divina (‘Delicious’).

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Por eso, tras el despliegue de los problemas diagnosticados por Keenan, y con la amenaza de una guerra nuclear, más hambre y destrucción de fondo, ‘Hourglass’ subraya de forma tan agresiva que ya ni siquiera somos capaces de reconocer las señales de alerta y peligro inminente: “No hope left in the hourglass / (…) Tick tick tick, do you recognize the sounds as the grains count down?”.

Pero Maynard también aporta recetas contra la inacción. “Just take the step / (…) Just take the bite / Just go all in”, dice desde un comienzo como solución para enfrentarnos al elefante que hay en la habitación. “We got mountains to climb / No time to coddle you”, concluye en ‘Get the Lead Out’. Y, mientras tanto, “Echa un vistazo a tu alrededor, encuentra un camino en el silencio / Acuéstese con la espalda apoyada en el suelo / Desconecta y vuelve a conectarte”. Si el mundo no cambia, cambia tú.

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Calificación: 7,9/10
Lo mejor: La identidad de ‘Disillusioned’, ‘The Doomed’ o ‘TalkTalk’, la urgencia agresiva de ‘Hourglass’ y, sobre todo, el discurso.
Te gustará si te gusta: la esencia de A Perfect Circle, Tool y las propuestas de rock alternativo que se ponen trascendentales y/o profundas.
Escúchalo: Spotify

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