‘Like a Prayer’ es un trabajo de autoficción en el que Madonna habla de su vida en parte con fidelidad a la realidad, en parte no. Mientras el tratamiento de la muerte de su madre o de su divorcio de Sean Penn parece real, la letra de ‘Oh Father’ está algo más caricaturizada. La relación con su padre fue lo suficientemente buena como para haberle sacado al escenario de broma en alguna representación de ‘Papa Don’t Preach’ o como para, años después, en 2005, lanzar un vino junto a él. En cualquier caso, esta composición con Pat Leonard estaba dedicada al trauma que puede ejercer en nosotros la figura paterna, reforzado en la secuencia del álbum al aparecer justo después de la infantil ‘Dear Jessie’. La madre de Madonna había muerto cuando la artista tenía solo 5 años y solía contar en torno al lanzamiento de este tema que se aferró a su padre, totalmente horrorizada ante la posibilidad de perderle a él y quedarse sola con sus hermanos. ‘Oh Father’, de precioso vídeo dirigido por David Fincher y preciosos arreglos, narra lo que sintió cuando su padre volvió a casarse, pero apela bastante explícitamente a un maltrato que no se conoce que se produjera. En todo caso la canción se convirtió en un himno para todo aquel que tuviera una relación complicada con su progenitor (¿quién no la ha tenido alguna vez?) dejando a su vez por el camino un doble sentido religioso. Leonard contó a Billboard que ‘Oh Father’ es lo mejor que hizo junto a Madonna, y la declaración no es baladí: es nada menos que co-autor de ‘Like a Prayer’.
Madonna ha interpretado dos canciones en los Oscar que se han terminado haciendo con el galardón a Mejor Canción. En ninguno de los casos fue autora ni co-autora, sino solo intérprete, por lo que la cantante no puede decir aún que tenga un Oscar en casa, carencia muy recurrente hace unos años en las batallas de divas cada vez que salía Cher a colación. En cualquier caso, ‘Sooner or Later’ de ‘Dick Tracy’ y sobre todo ‘You Must Love Me’ de ‘Evita’ son excelentes canciones, y de hecho Madonna intentó meter mano en la letra de esta última, pues su objeto era mostrar a una Perón más compasiva y menos manipuladora de lo que quería retratar Alan Parker. Logró modificar parte del guión, pero no esta letra que volvió a reunir tras varios años separados a Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, autores de ‘Don’t Cry fo Me Argentina’ y de éxitos de otros musicales como ‘El fantasma de la ópera’ y ‘Jesucristo Superstar’. Aunque no se haya visto ‘Evita’, ‘You Must Love Me’ es una balada perfectamente comprensible que habla de la muerte planteando un sinfín de preguntas sin respuesta en las estrofas: casi todas las frases son interrogativas. El estribillo concluye un “tú debes amarme” que suena más desconfiado que subyugante en este contexto que nos habla de que “las certezas desaparecen”. Una de las pocas canciones a piano de Madonna (también hay que romper una lanza a favor de ‘Messiah’), que recientemente ha sido revisitada por Lana del Rey.
Es curioso cómo un par de singles del debut de Madonna fue ninguneado en el recopilatorio ‘Immaculate Collection’ de 1990 (se incluyeron 3 de 5) y en cambio reivindicados en ‘Celebration’ casi treinta años después, en 2009 (se incluyeron todos, los 5). Lo ochentero, o peor, ochentoso, pasó de ser algo peyorativo a “celebrado”. Y desde luego si me preguntaran cuál es el single más ochentoso de Madonna, me decantaría por ‘Burning Up’, con esa caja de ritmos recién salida de un bote de laca, o viceversa, y esas guitarras aportadas por Jellybean al borde del stadium-rock, que permitieron todo tipo de reinvenciones eléctricas en giras futuras, cuando de hecho la cantante aprendiera a tocar la guitarra. Madonna escribió sola esta “ardiente” canción sobre el deseo, que han terminado versionando lo mismo Iggy Pop que Britney Spears, y se la veía ya entonces insistentemente preocupada por el añadido de puentes y ganchos al margen del repetitivo estribillo. Del explícito “Do you wanna see me down on my knees?” al expresivo “I’M ON FIRE!”. La anécdota la dejó el director del vídeo décadas después en Rolling Stone: no solo contó que la canción no le gustaba, sino que Madonna estuvo a punto de morir en el rodaje sin saberlo, en concreto en la escena del lago, aplastada por la grúa y todo el equipo.
‘Rain’ fue el quinto single de ‘Erotica’ en el verano de 1993, el cuarto en Estados Unidos, donde no se había editado la versión de ‘Fever’ que tanto había inspirado a Martes y 13. Sin embargo, como sucedía con ‘La Isla Bonita’ en ‘True Blue’, ha permanecido como el tema más popular de aquel álbum, siendo el más escuchado de ‘Erotica’ en Spotify a día de hoy, lo cual tiene mucho mérito, pues Madonna no lo ha cantado jamás en vivo tras la gira ‘The Girlie Show’ (donde lo mezclaba con ‘Just My Imagination’ de The Temptations) y tampoco lo incluyó en el CD recopilatorio ‘Celebration’, a la postre millonario. Pero ‘Rain’ sí es una clarísima favorita entre sus fans, pese a que no lograra elevar las modestas ventas de ‘Erotica’ demasiado. Sí tiene una de las melodías más luminosas y atemporales del largo, mientras la letra nos habla del efecto purificador de la lluvia, situándose como precedente de ‘Ray of Light’ (canciones como ‘Swim’ o ’Nothing Really Matters’) y también de otras más recientes como ‘Wash All Over Me’. Madonna se sitúa en la cima de una montaña para esperar la tormenta, dejando al referirse a “tu lluvia” un doble sentido sexual bastante cerdete, acorde a la inclusión del tema en ‘Erotica’. La cantante también celebra la llegada del sol en uno de los puentes, y habla sobre el arte de esperar y la comunión con el ser querido (o el objeto de deseo) en el doble “spoken word” en el que, haciendo uso del estéreo, por cada canal de cascos y altavoces, dice una cosa diferente. ‘Rain’ es también indisociable de su premiado y reconocidísimo videoclip de filtros azules dirigido por Mark Romanek, en el que aparece nada menos que Ryuichi Sakamoto, donde Godard y Fellini no quisieron hacerlo (el último fallecía poco después, a finales de aquel mismo año).
El primer single oficial de Madonna no puede faltar en este repaso por lo que significó para su carrera. ‘Everybody’ fue escrito en solitario por la cantante, escrito a imagen y semejanza de lo que ella misma escuchaba y bailaba en el neoyorquino Danceteria (donde luego se rodaría ‘Buscando a Susan desesperadamente’); testado en modo maqueta en este mismo club por el ya desaparecido Mark Kamins, su productor; sirvió para que la cantante fuera fichada por Seymour Stein en Sire Records y terminó cerrando su álbum de debut. No fue un hit en su época pero ella se ha encargado de convertirlo en clásico, incluyéndolo repetidamente en sus giras y en recopilatorios como ‘Celebration’. ‘Everybody’, con esa portada sin la cantante que llevó a muchos a pensar que era negra, presenta una suma de loops hipnóticos entre el funk y el R&B, además de un bajo bastante Blondie circa ‘Heart of Glass’, pero Madonna sabe romper la monotonía que plantea con una intro “spoken word” que adelantaría lo que luego serían ‘Justify My Love’ o ‘Erotica’, también con un puente de teclados más luminosos, y sobre todo con la “outro” “Dance and sing / get up and do your thing”, tan presta para ser sampleada en el futuro. ‘Everybody’ ha sido reivindicada como precedente de ‘Music’ o ‘Hung Up’, y ella se ha apañado para convencernos de que fue un tema avanzado a su tiempo en lugar de una imitación post-disco. Atentos al fiestón de su presentación en vivo en el londinense Koko en 2005 junto a Stuart Price: no puede sonar en ese momento más actual.
Después del polémico vídeo de ‘Like a Prayer’, que costó a Madonna la pérdida de un patrocinio de Pepsi, y del sexualizado vídeo de ‘Justify My Love’, la cantante fue más allá todavía en ‘Erotica’. A los 34 años y recién divorciada, Madonna no piensa más que en follar. Pero hay unos cuantos paréntesis en el disco sobre otros temas como la espiritualidad o el sida y ‘Bad Girl’ es el de la culpabilidad. Planteada como canción de desamor decadente (“no quiero generarte ningún dolor / y todavía te quiero igual”), contiene una letra en la que el látigo sirve aquí más para autofustigarse que para dar unos azotes a otro. ‘Bad Girl’ no es ninguna celebración de “mala mujer” o de “chicas malas”, y de hecho en el vídeo dirigido por David Fincher (’Seven’, ‘La red social’, el clip de ‘Express Yourself’) vemos a Madonna muerta como víctima de su propia mala vida (“Chica mala / borracha ya a las seis / besándose con cualquiera / he fumado demasiado hoy / y no me siento orgullosa de actuar así”). Estaba inspirado en la película protagonizada por Diane Keaton ‘Looking for Mr. Goodbar’, sobre una chica entregada a la promiscuidad, estrenada a finales de los 70, y Madonna llevó este mismo tema a Saturday Night Live, donde dio un protagonismo inusual a su banda de músicos.
“¿Qué hace esta canción tan arriba?” y “¿Qué hace está canción tan abajo?” son los obligados comentarios de todo top que se precie. Es parte del juego y de la gracia del asunto. Qué hace ‘Gang Bang’ por encima de ‘Secret’ lo digo ya: divertirnos. No se entiende a Madonna sin el uso del humor y esta canción es la mayor ida de olla de su carrera, una de sus canciones más divertidas y teatrales, como se pudo ver durante su presentación en vivo en el ‘MDNA Tour’, de las mejores que ha hecho. Pistola y botella en mano, la cantante sorteaba asaltantes y se frotaba las tetas con las manos de un muerto, como protagonizando ese imaginado videoclip que Quentin Tarantino no tuvo “tiempo” de rodar. Una pena porque Madonna había tenido bastante protagonismo en el guión de ‘Reservoir Dogs’. M demuestra que aquí la que lo tiene más grande es ella, destrozando totalmente lo que era una composición bastante flower power de Mika con un ritmo techno, bastante “spoken word”, de nuevo el uso paródico del drop dubstep que ya había dejado caer en ‘Give Me All Your Luvin’’, y finalmente una delirante carrera #DriveBitch. Apuntada como la mejor canción de ‘MDNA’ por Playground y como la peor por Rockdelux, es una pena que no fuera el primer single del disco. Vender no habría vendido nada, pero la cara que se nos habría quedado…
Sean Penn tiene ’True Blue’… ¿y Madonna solo ha tenido canciones de despecho para su segundo marido? Incluida en el disco que lanzó con el nacimiento de Rocco, solo podemos suponer que ‘I Deserve It’ es la gran canción de amor dedicada a Guy Ritchie. Y es una canción de amor pura y enorme, compuesta a partir de los tres acordes más sencillos del mundo, con solo una pequeña variación al final de cada frase y en el estribillo, y un puente que interrumpe el ritmo de la composición para anunciar: “no me arrepiento de nada / no hay nada que olvidar / todo el dolor ha merecido la pena / no estoy huyendo de mi pasado / intenté hacer lo mejor posible / sé que me lo merezco”. Es un mensaje de calma y pacífico post-‘Ray of Light’, aquí decorado simplemente con una caja de ritmos rudimentaria, como a punto de quedarse sin pila en mitad del desierto, y unos marcianos sintetizadores de Mirwais que convierten esta explosión de amor en excitante psicodelia, al final casi en lujuria. El productor quiso dejar sin tratar la voz de Madonna, buscando un sonido impoluto, y esa “pureza” que ansiaba se nota en lo crudo de la toma vocal, con esas oclusivas tan marcadas -más incluso de lo que suelen estarlo en inglés- que hacen sonar “this guy was meant for me” casi como “the sky was meant for me”, acentuando el doble sentido espiritual; o que incluso consiente un error de concordancia: hacia el final Madonna canta en una ocasión “many road” en lugar de “many roads”, y no hubo repetición de la toma. La canción ha sido uno de los momentos más mágicos que jamás he visto a la artista en directo, en concreto la noche que comenzaba su gira mundial ‘Drowned World’ en Barcelona en 2001 (creo que fue ahí donde definitivamente tuve mi «crush» con ella), y ha sido versionada por los siempre exigentes y críticos con el mundo del pop Dean & Britta. Por supuesto, sin superar la original.
‘Secret’, extraído de ‘Bedtime Stories’, ha sido uno de los primeros singles menos rompedores de la carrera de Madonna, aunque hay quien consideró su apuesta por las guitarras acústicas en mitad de la revolución electrónica y grunge de los 90 tan revolucionaria como la de dos décadas después ‘FourFiveSeconds‘. Al fin y al cabo es el año de ‘Music for the Jilted Generation’ de The Prodigy y el año de ‘Monster’ de R.E.M. La voz de Madonna aparece en primer plano, suave, hablando ahora de “tocar el alma” a diferencia de lo mostrado en el single ‘Erotica’, en un tema que había hecho con Shep Pettibone pero que rehizo por completo Dallas Austin en otra de las muestras de lo “culo inquieto” que puede llegar a ser la cantante en el estudio, como se vio en su primer disco remezclando todo con Jellybean o en el último hasta ahora, ‘Rebel Heart’, prescindiendo del sonido Avicii. ‘Secret’ es una intrigante canción (nunca se revela de qué secreto se habla) sobre quererse a uno mismo, de melodía preciosa, fusilada por Marta Sánchez en cuestión de meses en ‘Dime la verdad’ (abril de 1995), que tan solo habría agradecido algún puente hacia el final que evitara tanta repetición. Tan pronto como en 1994, cuando aún algunos no teníamos ni tarifa plana a partir de las 18.00, Madonna envió un mensaje a sus fans de internet promocionando el single, que podéis escuchar bajo estas líneas.
‘I’m Breathless’, inspirado en la película ‘Dick Tracy’, no cuenta como disco de estudio de Madonna aunque de hecho lo es (no, no es la banda sonora de la película, ese disco es otro). En su momento todo un artefacto kitsch, y ahí está ‘I’m Going Bananas’ para comprobarlo, ha envejecido bastante bien debido a su inspiración en algo tan atemporal como el jazz de los años 30, exactamente el que sonara entre 1929 y 1931, los años de Los Intocables. ‘Sooner or Later’ ganó el Oscar a mejor canción, ‘Something to Remember’ lo habría merecido y ‘Hanky Panky’ (que podríamos traducir libremente como «guarrerías«) era el número más pop, aunque no el mejor producido. Madonna desahoga aquí su gusto por el S&M en la cama en una letra políticamente incorrecta (“nada como un buen azote”) y llena de humor (“no me llenes de babas con besos / para eso ya tengo a mis hermanas”), que se terminó de venir arriba con su ilustre presentación en vivo en Blonde Ambition Tour, donde ya se veía muy bien qué tipo de animal escénico era. Acertadísima en melodías al margen del estribillo como las mejores composiciones de ‘True Blue’ («treat me like I’m a bad giiiirl»…) y divertidísima en sus acelerados 170 bpm’s (!), la canción es todo un precedente de unas de las declaraciones más delirantes de la carrera de Madonna, hechas a raíz del estreno de ’50 sombras de Grey’: «me pasé toda la película esperando a que pasase algo excitante en esa cosa que llaman la habitación roja, y me quedé en plan «¿¿un montón de azotes??»».