Madonna cumple hoy 60 años. En JENESAISPOP lo hemos celebrado con una «cuenta atrás» en la que hemos repasado sus 60 mejores canciones a razón de una por día, ampliando y alterando substancialmente el top que ya realizamos hace diez años. Ya se sabe que el tiempo sienta mejor y peor a según qué producciones, y que el ir y venir de las modas altera nuestra visión sobre algunas de ellas.
La mejor canción de Madonna iba a ser una cara B para ‘Keep It Together’, el último y olvidado single de ‘Like a Prayer’, pero era obvio que aquí había otro número 1 global e histórico para la cantante. Madonna es reconocida por haber servido de altavoz para la cultura underground en muchas ocasiones y ‘Vogue’ es el mejor ejemplo, no porque la canción use el verbo “grind”, sino porque adapta la cultura de las “balls” neoyorquinas retratadas en el documental ‘Paris Is Burning’, como muestra claramente la frase “life’s a ball, so get up on the dancefloor”. Son fiestas marginales, con frecuencia concurridas por público afroamericano y latino, que se convierten en un lugar de reunión y expresión para la población LGTB+, en las que cada cual puede ser uno mismo, reforzando la orientación sexual de cada cual o su identidad de género (“it makes no difference if you’re black or white / if you’re a boy or a girl”). Madonna ya había cantado a la libertad que da la pista de baile en ‘Into the Groove’, pero ahora lo hace en un himno más fino y elegante (si algo es ‘Vogue’ es el mismísimo retrato de la elegancia) con frases tan significativas como “la belleza está donde tú la encuentres” o “deja que tu cuerpo se deje llevar por la música”. Pero ninguna parte es tan reconfortante como esa que apela a la pista de baile como salvación para el ser humano: “cuando todo te falla y quieres ser algo mejor de lo que eres hoy / sé de un sitio en el que puedes escapar / se llama pista de baile, y para algo se ha hecho”.
Por supuesto ninguna de estas frases (ni su icónico recitado de celebridades inspirado por la preparación de la película ‘Dick Tracy’) habría pasado a la historia de la misma manera de no ser por la brillante producción de Shep Pettibone, introducida por vientos post-disco y chasquidos R&B, y una serie de beats puro “early 90’s” que no pueden haber sido más visionarios: ‘Vogue’ ha envejecido mucho mejor que otras joyas de su año también muy reivindicables como ‘Groove Is In The Heart’, que fue la canción del año para el NME; o ’Gonna Make You Sweat’, ahora mismo con una pátina kitsch/macarra que los beats y la percusión de ‘Vogue’ desconocen por completo. Madonna la mimó desde el minuto 1 e históricos fueron el vídeo en blanco y negro de David Fincher, la presentación en los premios MTV en plan María Antonieta o su paso por Reinvention Tour, donde ejercía de apertura, haciendo poses que incluían el pino puente («Strike a pose, there’s nothing to it!»).
Recientemente ha habido un claro repunte del voguing de mano de artistas como FKA twigs, Putochinomaricón o la propia Madonna en las presentaciones en vivo de ‘Living for Love’. También se intentan recrear fiestas de la cultura ball, que lógicamente no son lo mismo a nivel social, político, demográfico, etc, pero en las que el público y los participantes sí pueden expresarse y ser ellos mismos, como quizá no siempre han podido en su entorno. Este año el Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles se gastó su presupuesto en invitar a unas eminencias del “voguing” de Estados Unidos como jueces de una competición de jóvenes valores, y cuando uno de los maestros, Archie Burnett Ninja, interrumpió una actuación porque veía a los muchachos nerviosos, tengo que reconocer que me emocioné, haciendo hincapié en lo que la “música” en general y bailar en particular representa para mucha gente. Dijo algo así como: “no quiero que estéis nerviosos por el hecho de competir. Aquí todos somos familia. En este espacio todos somos amigos y estamos aquí únicamente para ser nosotros mismos y pasarlo bien”. Un mensaje de libertad y autoafirmación que no sabe nada de modas. «Soul is in the music, that’s where I feel so beautiful, magical».
Tras ‘Ray of Light’, Warner intuye a Madonna especialmente inspirada (y mimada por una vez por prensa e industria) y sugiere a la cantante que grabe otro álbum en lugar de salir de gira. Single y disco se llaman sencillamente ‘Music’, con un estribillo que clama de manera brillante que la “música” une “al burgués y al rebelde” y la jugada le sale redonda pese a que algunos dudan en principio de que Madonna pueda llevar a las masas algo tan underground en aquel momento como el “French Touch”. Daft Punk aún no han editado ‘One More Time’ (se adelantó por semanas), ‘Around the World’ había sido un decepcionante top 61 en Estados Unidos y ‘Music Makes You Lose Control’ de Les Rhythmes Digitales ha logrado solo un triste top 69 en las islas británicas. Madonna sustituye a William Orbit por Mirwais tras llegar una maqueta suya a manos de su sello Maverick y la cantante se embarca con él en una sesión de grabación en la que literalmente quiso “arrancarse el pelo” de la desesperación durante los dos primeros días porque Mirwais, francés de ascendencia afgana, no hablaba inglés. Ciertamente es una pena que no haya documentos audiovisuales de las sesiones, pues entre Mirwais incapaz de articular palabra y Madonna aportando letras como “Do you like to tango? Boogie-woogie. Do you like to bee bop? Boogie-woogie. Do you like to mambo? Boogie-woogie”, como decía la maqueta de ‘Music’, aquello tuvo que dar para reality.
Pero esa es la genialidad de ‘Music’, que de la cosa más boba, del tono más monocorde de Madonna, con tan solo dos acordes en toda la composición, ambos consiguieron una obra maestra minimalista, futurista y sutil que ha definido en parte el sonido del siglo XXI. Todavía no hemos llegado al año al que suena ‘Music’. Es habitual encontrar entre las referencias de la canción a artistas de funky como Cameo o Rick James, pero el uso de los sintetizadores Moog remite también a artistas electro como Kraftwerk (en el segundo 30 diría que casi-casi hay un sample de ‘Trans Europe Express’) y la canción no hace ascos al hip-hop en ritmos sincopados (muy bien representado por el personaje de Ali G del videoclip) ni a la música disco, como mostrará su mash-up con ‘Disco Inferno’ en ‘Confessions Tour’. Hay poquísimos elementos: un riff de guitarra rapidísimo, un característico platillo… pero cada uno logra aportar un gancho formando una pequeña orquesta de melodías paralelas. Por supuesto también hay vocoder (Madonna jamás se perdonará no haber usado efectos vocales antes que Cher), pero aquí su uso es mucho más radical: el público solo adivinará que Madonna repite “do you like my acid rock?” al ver el vídeo o adquirir el libreto del CD. La letra de ‘Music’, también con solo dos pinceladas, define perfectamente nuestra relación con la misma, afirmando que “la necesitamos cada día” y dejando un mensaje optimista sobre la vida 200% Madonna: “nunca pienso en el pasado / y nunca miro el reloj / me gusta el boogie-woogie”. Tiene mérito hacer algo tan tonto y tan inteligente al mismo tiempo. ¿De verdad tuvo que llegar el año 2000 para que una canción llamada ‘Music’ lograra ser un número 1 mundial?
‘Like a Prayer’, el cuarto disco de Madonna, fue el primero que no superaba en ventas al anterior, pero también el que consolidó a la artista definitivamente frente a un público más adulto, menos adolescente. El álbum presentaba una colección de singles menos sólida que ’True Blue’, pero era el primer disco enteramente co-escrito pista a pista por la artista, tratando temas como la muerte de su madre o su divorcio de Sean Penn, sin el añadido de ningún hit seguro aportado por terceros, como habían sido ‘Holiday’, ‘Material Girl’ o ‘Papa Don’t Preach’, en el que Madonna apenas aportó alguna línea. Su mano derecha fue Patrick Leonard y con él escribió nada más empezar las sesiones -de tan solo 2 semanas, a razón de canción por día- el corte titular, de nuevo una canción muy diferente a todo lo que había hecho anteriormente, no sólo por el añadido del góspel, sino por su peculiar fondo instrumental, totalmente orgánico. El tema se abre con unas extrañas guitarras de Prince no acreditadas, como contaba Leonard en entrevista con Billboard, y a duras penas se sostiene en el coro y en unas campanillas durante las estrofas, que tienen la rareza de presentarse así, poco más que a capella. Madonna diría que ‘Like a Prayer’ sería una composición mucho más importante para ella que ‘Like a Virgin’, pues era su autora, y en ella plasmó su sentido del amor y de la espiritualidad, no exenta de sexo. La canción es una ambigua declaración de amor a Dios, pero un Dios al que amar incluso desde un punto de vista sexual. Pat, a la postre co-autor del último Leonard Cohen, quiso quitar la frase “I’m down on my knees / I wanna take you there” porque le sonaba a “felación”, pero Madonna naturalmente se negó, pues seguramente era justo lo que buscaba. El teatral vídeo de Mary Lambert siguió los mismos derroteros, con la cantante besando a un santo negro, lo que incluía una crítica a la supremacía blanca y otra al racismo policial, que resultó tan polémico (Pepsi suspendió una campaña de 5 millones de dólares en torno a la canción) como avanzado a su tiempo. En parte, parecemos estar viendo un guión para un vídeo de Kendrick Lamar de 2016. Madonna parece haber tenido sus más y sus menos con ‘Like a Prayer’ (no es una de las 5 canciones que más ha tocado en vivo), pero su inclusión como cierre de la actuación de la Super Bowl de 2012 subrayaba el carácter celestial de la melodía, situándola como el mayor clásico de Madonna a ojos del gran público. De las funciones escolares de 1990 a los macroestadios de 2015 entonado como himno por la paz tras los atentados en Le Bataclan, pasando por la bellísima interpretación con participación ciudadana de ‘MDNA Tour’.
El recopilatorio ‘Celebration’ insufla nueva vida a las canciones del primer disco de Madonna. Se incluyen 5 y las 5, remasterizadas, logran sonar renovadas sin el añadido de remixes, simplemente sacando brillo a las pistas pre-existentes. Entre cencerros acreditados a Madonna y guitarras post-disco, ‘Holiday’ suena a día de hoy como un precedente de LCD Soundsystem y los Daft Punk de ‘Get Lucky’, pero The Avalanches la vieron primero incluyéndola en su lista de samples imprescindibles en el histórico ‘Since I Left You’. Estructuralmente, ‘Holiday’ es una orgía de ganchos sin orden particular, con las palabras «holiday» y «celebrate / celebration» repitiéndose constantemente en lo que se entienden como los supuestos puentes, estrofas y estribillos, aunque casi engancha más el diálogo entre palabra y guitarras, entre palabra y teclados, entre palabra y percusión, y finalmente entre palabra y solo de piano. Los autores de la canción, los desconocidos Curtis Hudson y Lisa Stevens (Pure Energy, el hijo de él ha trabajado luego con Kanye West o Mary J Blige), convirtieron su propia vida en unas vacaciones perpetuas, pues esta es una de las canciones favoritas de Madonna y la suele tocar siempre. Hace unos años hablaron en una larga entrevista sobre la canción, revelando cómo la fueron construyendo, que efectivamente pueden vivir de haber escrito ‘Holiday’, que la original era más soul y otras curiosidades. Aunque Hudson lamenta no tener créditos de producción, pues «Jellybean» se los quedó todos, solo tienen buenas palabras para esta maravilla de canción dance. «Alguna gente se queja de que Madonna te usa, pero yo no me sentí así», decía Curtis. “Sentí que, siendo mujer en la industria, sabía lo difícil que iba a ser. No tenía un grupo, estaba sola. Sabía a lo que jugaba, así que decía: «voy a jugar a esto y voy a llegar a lo más alto». Y yo lo respetaba. No era como otros artistas que se dejaban controlar: qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo, gente que no sabe cómo funciona el negocio y enseguida son cambiados por otro artista”. El autor se muestra muy orgulloso de ‘Holiday’: «Cuando mi hijo, Eric Hudson, estaba en el estudio con Kanye West, me llamó y me dijo: «Papá, yo creo que de verdad no has entendido el impacto que ha tenido ‘Holiday’ en la industria musical. Cada vez que le digo a alguien que mis padres la escribieron, flipan». Curtis Hudson llegó a colocar a Madonna otro tema llamado ‘Spotlight’, pero ya no dio con un pelotazo tan bueno como este, escapista como unas vacaciones imaginarias que nunca se acaban. Para Madonna, ‘Holiday’ también representa el nacimiento de la autocrítica en un momento tan temprano de su carrera. La cantante había escrito media decena de temas para su debut, y tenía otro par de Reggie Lucas, entre ellos ‘Borderline’, pero se da cuenta de que le falta un hit. Y si vas a sumar algo… que sea mejor que lo has hecho tú mismo, ¿no?
Por alguna razón, público y prensa musical tienden a obviar que ‘4 Minutes’ fue un contante y sonante hit mundial, exactamente la 4ª canción más exitosa en todo el mundo en 2008, por lo que ‘Hung Up’ está pasando a la historia como el último gran pelotazo de Madonna. Decepcionada por la recepción de ‘American Life’ y temerosa de que sus hijos crecieran señalados por pertenecer a la familia de la mujer más odiada del país, una antipatriota, Madonna quiso hacer un disco para pasarlo bien. ‘Hung Up’ era una revisión disco para la que logró permiso para samplear una canción de Abba -una rara avis, la segunda vez que lo daban tras Fugees-, en concreto una ‘Gimme Gimme! Gimme! (A Man After Midight)’ que aquí sonaba totalmente acelerada y desbocada para bien. Construida también sobre retazos de la letra de ‘Lovesong’, el inane tema que Madonna había escrito con Prince, ‘Hung Up’ es todo un festín de purpurina y bolas de espejos, con un fondo de tintes electro y un puente que no se decide entre el techno y el trance pero suena justo como Madonna buscaba: “Abba on drugs”. ¿Había canción aparte del sample? Digamos que Dover hicieron un disco entero sobre el bajo de ‘Hung Up’, reconociendo a Madonna como influencia. Nos quedó claro a qué se referían exactamente. Respecto al vídeo, Madonna fue más lista que nosotros una vez más. La primera sensación fue una decepción, cierta falta de guión, una muestra de buenas ideas mal explotadas… A la larga es uno de sus videoclips más icónicos, y no solo por el look maillot rosa, parodiado por La Terremoto de Alcorcón y La Hora Chanante, sino por los grandes planos del metro, esa putivuelta para ver a alguien que pasa y te gusta demasiado, la corte de bailarines callejeros haciendo “parkour” o la presentación de una coreografía que replicar. Mención aparte para la presentación en los Premios MTV Europe en una Lisboa que aún no se había cruzado en su camino como residencia: cantó como una hiena, pero a todo el mundo le encantó.
Desde España, muy empeñados en tirar piedras sobre nuestro propio tejado y el de nuestros amigos, siempre se ha hecho de menos a lo latino. Si Madonna cantaba en castellano había que capturar lo que menos se entendía de su dicción, si usaba unas castañuelas era kitsch, si se entregaba a los sonidos latinos eso no podía ser tan molón como ‘Into the Groove’. A día de hoy, ‘La Isla Bonita’ no puede ser considerada sino una canción “trendsetter” que se adelantó a la moda latina cuando Michael Jackson, que rechazó una primera versión instrumental de esta composición, no se atrevió. Madonna, de ascendencia italiana, sí lo tuvo claro, se la quedó para ‘True Blue’, y escribió la letra convencida de que ella y Patrick Leonard “habían sido latinos en otra vida”, convirtiéndola en el 5º single más exitoso de su carrera. Curiosamente se refería a ella como nos referimos hoy a la música latina que ha conquistado las listas de Estados Unidos. “Cuando viví en Nueva York durante tantísimos años, escuchaba constantemente salsa y merengue. Es la música que sonaba en la radio de todo el mundo en la calle”, decía, dedicando el tema “a la belleza y misterio de la gente latinoamericana”. Es una de sus canciones más tocadas en vivo, y no hay quien la mueva de la lista de sus más escuchadas de Spotify y de sus más vistas en Youtube. Mientras algunos se reían de “te dijo te amo”, de “cómo puede ser verdad” y de su referencia a “San Pedro”, la canción se convertía en un “sleeper” monstruoso en el que brillan un estribillo precioso (maravilloso “tropical the island breezes…”), un puente celestial (maravilloso x2 “I want to be where the sun warms the sky”) y la cálida interpretación, sosegada y tranquila como una confortable “siesta”, de Madonna. En el vídeo, un mejunje de culturas y estéticas acorde a la idea de que la isla de la que habla la canción no existe en verdad (“en aquel momento no era el tipo de persona que se iba de vacaciones a islas bonitas”, decía), había un cameo de Benicio del Toro.
Madonna aceptó grabar ‘Material Girl’ y ‘Like a Virgin’ para su segundo álbum porque ambas le parecían “irónicas y provocativas”. Pese a que me imagino dura la decisión de escoger cuál de las dos canciones daría nombre al disco y sería el primer single, ambas terminarían definiendo a la cantante por tratar temas muy particulares y desde un punto de vista diferente. Pese a que se empeñara en presentar a la protagonista como un personaje, y para muestra el desenlace del videoclip, ‘Material Girl’ define los anhelos de nuestra sociedad. Madonna, en su defensa orgullosa de lo que le gustan el dinero y los bienes materiales, está haciendo un alegato que le valdría no solo el sobrenombre de “material girl” sino de “ambición rubia”. Y la “ambición” ya no puede ser considerada una cualidad negativa para las mujeres si no lo es para los hombres. No obstante, Madonna llegó a decir que de haber sabido que la iban a llamar Material Girl ad nauseam no habría grabado este tema que “ni siquiera había escrito ella”. Eso sí, continúa apareciendo en sus giras y fundó una colección de ropa junto a su hija Lola así llamada, Material Girl, para Macy’s. Al margen del vídeo inspirado en ‘Los caballeros las prefieren rubias’, con sonora agresión de abanico LOL en las partes de “oh! oh!” (minuto 2.56), la canción habría funcionado igual porque, como ‘Like a Virgin’, acompaña a una melodía de 10/10 una grabación de 10/10 y una interpretación que sonaba deliberadamente tonta, cuando ya se iba viendo poco a poco que de tonta no tenía un pelo. Tampoco me resisto a mencionar ‘Angel’, en su momento número 1 en Los 40 Principales, como top 61 oficial de este top: quedó aplastada por la apisonadora que fueron las otras dos, pero a nadie se le ocurría hacer “skip” en este trío de ases al inicio de ‘Like a Virgin’.
Que Madonna adaptara un trip-hop en ‘Frozen’ estaba muy bien, era más o menos esperable tras ‘I Want You’, ¿pero qué demonios era ‘Ray of Light’? Recuerdo mayúsculo el impacto de su estreno en 40 Principales antes de la salida del álbum. ¿Madonna empezando una canción con un riff de guitarra y una sucesión de acordes que parece de The Cure? ¿Haciéndolas rugir todavía más en un desarrollo de canción que bebe algo de su admiración por The Prodigy? Vale, Maverick editó para América ‘The Fat of the Land’… ¿pero y ese poso de psicodelia sesentera? ¿Y esa loca estructura que se quitaba de encima el segundo estribillo cuando todavía faltaba por aparecer el 60% de la canción? Todavía a día de hoy se descubren nuevos detalles escuchando en diferentes equipos de alta fidelidad o con diferentes auriculares de alta calidad ‘Ray of Light’. William Orbit y Madonna realizaron con ella una de sus composiciones más minuciosas, jugando constantemente con los canales derecho e izquierdo y llegando a extenderla hasta los 10 minutos. Madonna dijo que le dio mucha pena tener que recortarla, si bien la versión oficial es comedida y loca en su justa medida, respecto a lo que luego ha aparecido por ahí. El tema se enriqueció con un premiadísimo vídeo que subrayaba su inspiración espiritual y de reconciliación con el mundo, con la contratación de un Jonas Akerlund que acababa de despuntar con la obra maestra ’Smack My Bitch Up’. Pese a que hubo cierta polémica sobre el plagio de una canción de 1971 de Curtiss Maldoon llamada ’Sepheryn’ (y de ahí venía esa esencia tan oldie y un tanto prog), porque al parecer Curtiss se enteró por la radio de la existencia de ‘Ray of Light’, él mismo y también Clive Maldoon estaban acreditados en el libreto del CD desde el mismísimo día de salida. ¿Problemas de comunicación con las editoras que tienen los derechos de las canciones? Saludos a Lana del Rey y Radiohead.
‘Like a Virgin’ se presentaba con dos singles que definirían a Madonna para siempre aunque no los había escrito ella. Los autores de ‘Like a Virgin’, la canción, son Tom Kelly y Billy Steinberg, los mismos que los de ‘True Colors’ de Cyndi Lauper e ‘Eternal Flame’ de Bangles. El último andaba enamorado tras una ruptura traumática y escribió esta letra concibiéndola como una balada romántica. Pero claro, la palabra “virgin” era rara y no sabían quién la podría cantar. Cuando se la pusieron a Madonna y a Nile Rodgers, a ella le encantó y enseguida supo que sería suya, pero Nile Rodgers puso el grito en el cielo y se negó a grabar algo que le sonaba totalmente tonto, llegando a descalificarlo como “queer”. Al cabo de 4 días y pese a que los propios autores habían dudado del gancho de la canción, pues ciertamente es bastante lineal, Nile reconoció que no se le iba la composición de la cabeza, por lo que accedió a grabarla. El resultado es un single muy original (habrá dos “Take a Bows”, pero nunca dos “Like a Virgins”), desprovisto de bastante sentido romántico en boca de Madonna, quien potenció su sentido sexual, estimulando la imaginación de Tarantino, quien una década después abriría el guión de ‘Reservoir Dogs’ con una disertación sobre si ‘Like a Virgin’ se refiere a una mujer que topa con una polla demasiado grande por primera vez. Bromas aparte, la grabación de estudio era absolutamente magistral como-las-que-ya-no-se-hacen, llena de detalles como el bajo a lo ‘Billie Jean’, esas baterías tan vívidas, los contados golpes de guitarra, los 3 toques de teclado antes del estribillo o los “hey” presentes o elípticos. Madonna viajaba del puente de Brooklyn a una góndola en Venecia en su videoclip, y después se disfrazaba de novia para presentar el tema en los Premios MTV. La canción no habría sido ni parecida en manos de cualquier otra persona. El resto es historia. Y también un poquito su última presentación en ‘Rebel Heart Tour’, con Madonna merendándose el escenario en solitario tres décadas después.
Madonna no había escrito algunos de sus primeros macrohits, pero sí escribió ‘Into the Groove’, en concreto mientras se enamoraba de un portorriqueño mirando a través de su balcón. Al final consiguió quedar con él, si bien la cosa estaba terminada para cuando se acabó esta canción. Sobre unos acordes de sintetizador ultra machacones y repetitivos, y con una especie de diálogo con sus propios autocoros del que debería tomar nota Taylor Swift (absolutamente adicta a las voces autodobladas, no siempre produciendo un efecto agradable), Madonna habla sobre su relación con la pista de baile con frases tan ilustrativas como: “Solo bailando me siento así de libre” o “deja que la música te libere”. Sobre la composición, ha dicho: “La pista de baile era un lugar muy especial para mí. Al principio quería ser bailarina, así que eso tuvo mucho que ver con esta canción. La libertad que siento bailando, esa sensación de dejarte llevar, expresarte a ti mismo a través de la música… La pista para mí es un lugar mágico y eso es de lo que va ‘Into the Groove’”. El tema pasa de querer «bailar a puerta cerrada cuando nadie te puede ver» a querer «bailar con alguien más», convertido en una celebración de uno mismo, pero rodeado también de otros que sienten lo mismo que nosotros por la música (en 2016 llega incluso a adquirir un significado más profundo tras el atentado de Orlando, sobre el que MTV escribe un artículo titulado “Only when I’m dancing can I feel this free”). ¿Genialidad o tontería? En 2009 llegaba a decir que esta era “una de esas canciones que se sentía retrasada cantando” pero “que a todo el mundo parecía gustarle”, y efectivamente por sonido ultra 80’s, título, letra y su pertenencia a la banda sonora de ‘Buscando a Susan desesperadamente’ es uno de los grandes clásicos de aquella década, reconocido por medios tan exigentes como Pitchfork o Rockdelux. Fue número 1 durante un mes en Reino Unido y en Estados Unidos no lo logró solo porque se editó como cara B. También dio todo un empujón a la reedición de ‘Like a Virgin’ en nuestro país. Su interpretación en la gira de 2008, saltando a la comba a los 50 años, venía a demostrar que el amor por la pista de baile no tiene por qué desaparecer con el tiempo. Y qué buena noticia, la verdad.
En tiempos de sororidad y empoderamiento femenino es imposible no situar ‘Express Yourself’ como una canción pionera, en la que Madonna anima a otras mujeres a ser libres y a no ser secundarias en su propia vida. La cantante declaró a New York Times que el mensaje de la canción es que “la gente siempre debería decir lo que quiera. A veces te censuras a ti mismo (…) El momento en que aprenda a no editarme a mí misma será el momento en que me considere una adulta al completo”. La letra es muy clara desde que arenga en la intro “come on, girls”, proclamando después que “ser lo segundo mejor no es suficiente” o que “lo harás mejor en solitario”, abriendo la doble lectura sexual. También hay quien ha entendido el “come on, girls” del inicio dirigido al público gay, en consecuencia con el homoerotismo del vídeo dirigido por David Fincher que, inspirado en el ‘Metrópolis de 1927’, costó 5 millones de dólares, siendo el vídeo más caro de la historia en su momento. Luego lo superó ’Scream’ de Michael Jackson, lo cual es bastante gracioso, puesto que Madonna le referencia en el vídeo de ‘Express Yourself’ al tocarse los genitales al modo en que lo hacía él. “Las mujeres también nos tocamos”, parecía querer decir. Pat Leonard se jactaba de haber escrito junto a Madonna la mayoría del álbum ‘Like a Prayer’ en tan solo un par de semanas, a razón de canción por día. Todo lo opuesto a ‘Rebel Heart’, que en 2015 era muy criticado por haber dado demasiadas vueltas durante un año en torno a lo que parecen ser hasta 3 álbumes bien distintos: el EDM, el clásico y el urban. En verdad, ‘Like a Prayer’ pudo beneficiarse de esa espontaneidad, pero tanto ‘Like a Prayer’ como ‘Express Yourself’, que en verdad no es co-autoría de Leonard, sino de Stephen Bray, hubieron de remezclarse para el “greatest hits” editado tan solo un año después, mejorando substancialmente en el caso que nos ocupa. ¿De verdad había sido su producción original la más atemporal?
Trágicamente, ‘Express Yourself’ también ha pasado a la historia, pese a ser un himno de sororidad desde el segundo 1, por las comparaciones que el tema recibió con ‘Born This Way’ de Lady Gaga en 2011. La canción de Madonna estaba abiertamente inspirada en Sly and the Family Stone, mientras Gaga aseguró que la suya era un estándar de música disco. Ambas tuvieron su encontronazo al respecto. Madonna popularizó la palabra “reductive” hablando de ello, y la entrevistadora, muy ágil preguntando aquello de “¿pero eso es bueno?”, ha pasado a la historia del pop. Por suerte para todes, a la larga han posado juntas y acarameladas y han sabido reírse de ello, especialmente Gaga en Saturday Night Live. Nunca he visto ambas canciones TAN parecidas, pero el mash-up estaba simpático y realzaba las dos.
Demasiado se habla de ‘Erotica’ y demasiado poco se habla de su claro precedente, un ‘Justify My Love’ que se editaba como single principal del primer recopilatorio de Madonna, el superventas aún a día de hoy ‘Immaculate Collection’. La canción, como todos los primeros singles de la artista hasta entonces, era un shock. Lo normal es que un “grandes éxitos” se promocione con algún retal descartado de sesiones anteriores, pero este no. Tenía que ser “inmaculado” e, irónicamente, ‘Justify My Love’ sería hasta entonces la canción más sexual de Madonna, elevando de manera exponencial el carácter sexual que habían podido tener ‘Like a Virgin’ o el vídeo de ‘Like a Prayer’. Estamos ante un rompedor spoken word susurrado, un poco al modo Gainsbourg y Birkin, co-escrito por Lenny Kravitz (a la postre guitarrista de ‘Ray of Light’ en unos premios MTV) y por la protegida de Prince Ingrid Chavez, que cuenta con un sensual ritmo electrónico bajo la producción de André Betts, a quien luego, sí, encontraríamos en ‘Erotica’. La base era del final de un tema de James Brown, ‘Funky Drummer’, que también habían tomado Public Enemy, aunque aquí se aproximaba a los albores del trip-hop. El vídeo dirigido por Jean-Baptiste Mondino, mostraba una sesión de sexo S&M, libre y consentido, en elegante blanco y negro, de la que Madonna sale tan contenta que se muerde las manos. Fue censurado y hubo de ser vendido aparte de recopilaciones, siendo certificado como cuádruple platino en Estados Unidos. Sí, casi medio millón de personas se compraron un VHS que duraba 5 minutos.
Reivindicada por Flaming Lips, que hicieron una versión alucinante, y nombrado el 2º mejor single de todo 1984 por Rolling Stone (en 2014, a 30 años vista, lo cual tiene mucho más valor, pues se llevaba por delante, entre hits de otros artistas, ‘Like a Virgin’), ‘Borderline’ es una de las canciones de amor perfectas de Madonna. La escribió el recientemente fallecido Reggie Lucas, quien estaba ejerciendo de productor del primer álbum, si bien la cantante no quedó satisfecha con el resultado y lo que escuchamos finalmente son “remezclas” y revisiones de Jellybean, autor de ‘Holiday’. En todo caso, la composición es sublime, con una melodía preciosa que va mutando: si el inicio “something in the way you love me won’t let me be” atrapa, el cambio de acordes en el estribillo “just try to understand” es precioso y el estribillo en sí vuelve a contener dos giros melódicos más. Además, la producción de teclados y sintes ultra cucos contiene elementos disco y synth-pop (en su vídeo vemos a Madonna donde más le gusta, en la calle), pero también muy soul, algo muy perceptible en los coros femeninos, logrando que la canción sea un emblema de inicios de los 80 pero al mismo tiempo disfrutable en cualquier tiempo. Seymour Stein, que había fichado a la artista para Sire Records a raíz de ‘Everybody’, tenía clarísimo que iba a ser un hit, y lo cierto es que fue el primer top 10 de Madonna, beneficiado por el “sleeper” que estaba resultando ‘Holiday’. Favorita de Jimmy Fallon, es curiosamente la última canción que Madonna ha interpretado en televisión por ahora. Accedió a volver al programa para conocer a Obama.
Cuando Madonna estaba mostrando el perfil menos underground de su vida, con la lucha por el papel de ‘Evita’ y todas las baladas que la rodearon, mejores (‘You’ll See’) y peores (‘One More Chance’), la cantante se sacó de la manga el mayor giro musical de su carrera. Su mejor “reinvención”©. La idea original era escribir canciones con Patrick Leonard, Rick Nowels, William Orbit y Babyface. Por suerte este último se cayó del proyecto, Madonna mandó a la mierda a Nellee Hooper (‘Bedtime Stories’) según una impagable carta enviada a Pat Leonard que se filtró, y Orbit quedó al mando del proyecto junto a la propia Madonna, tras declararse esta fan de sus primeros discos y de los remixes que había hecho para ella. De William le gustaba su apego por los sonidos “marroquíes e indios” y en ellos quiso trabajar para lograr una “mezcla de cosas antiguas y nuevas al mismo tiempo”. ‘Frozen’, el primer single de ‘Ray of Light’, es uno de los mejores exponentes de ese objetivo. Lo antiguo son esas cuerdas atemporales aportadas por Craig Armstrong (sigo recomendando el imprescindible ‘The Space Between Us’, del mismo año). Y lo nuevo los ritmos de trip-hop ahijados de la colaboración con Massive Attack dos años antes. La letra hablaba de abrirse al amor con un guiño a ‘Open Your Heart’, pero manteniendo un punto oscuro (“solo ves lo que tus ojos quieren ver”) que constatan producción y vídeo, del que se encargó nada menos que Chris Cunningham después de que a Madonna le encantara su vídeo para Aphex Twin ‘Come to Daddy’. El vídeo de ‘Frozen’ lograba ser místico y oscuro al mismo tiempo, con la cantante exorcizando demonios a través de pájaros, perros y tatuajes, y la canción fue un boom, alcanzando el número 1 instantáneo en Reino Unido o España -un mes entero en nuestro país- y el número 2 en Estados Unidos. Sí, lo juro: hubo un día en que ‘Frozen’ fue un macrohit de Madonna y no una película de Disney. Sigh…
La carrera de Madonna no está tan bien llevada como debería desde el punto de vista del márketing desde que la cantante abandonó Warner para irse a Live Nation, llegando a un acuerdo de distribución después con Universal. Las canciones siguen ahí, pero las elecciones de los singles, los vídeos, las secuencias y/o los tempos nunca son los óptimos, por no hablar del chorreo de filtraciones sufridos desde 2008. Sus problemas con Warner, no obstante, están justificados y se remontan al caos que supusieron los singles de ‘Music’ tras el exitazo que habían tenido ‘Music’ y ‘Don’t Tell Me’. Ese vídeo para un remix imposible de ‘What It Feels Like for a Girl’, la deliberada exclusión de ‘Amazing’ de la gira porque Madonna no quería promocionarla… y el absurdo ninguneo de Warner a ‘Impressive Instant’ cuando pedía a gritos ser la canción del verano 2001 con un vídeo robótico a la altura, que nos quedamos sin conocer. ‘Impressive Instant’ es lo más avanzado que grabaron Madonna y Mirwais, con el productor teniendo que volver del estudio de Londres a su casa en París para trabajar en su ordenador (suponemos que no era un portátil) los sonidos y las texturas que la cantante deseaba en esta canción. Madonna vuelve a cantar sobre los placeres de un encuentro casual, del flechazo, de alguien que se te antoja en una discoteca, concluyendo “eres justo quien estaba esperando / y ni siquiera sé tu nombre” después de un haber lanzado una tormenta de sintes y mensajes “I’m in a trance” que se clava tanto en el cerebro como la persona que menos te conviene. También continúa la celebración de la música (“I like to rumba / dance to a samba”) pero lo bueno es que en la producción encontramos todo un arsenal de voces tratadas no necesariamente con Auto-tune, sintetizadores analógicos, armonizadores, modificadores de pitch y todo tipo de virguerías. Mirwais indicaba que podía usar Auto-tune solo en una sílaba de una canción (“wine!!!”), y hasta “40 tomas de audio solo para una pista vocal”. ‘Impressive Instant’ es una obra de orfebrería en ese sentido, que además contó con un gran número futurista con humo y máscaras de gas en el Drowned World Tour que comenzaba en Barcelona. También había abierto los shows promocionales de ‘Music’ de manera exultante.
El cuarto single de ‘True Blue’ se convertía en el quinto número 1 en Estados Unidos de Madonna, siendo una de las canciones favoritas de la infancia de muchos de los nacidos a finales de los 70 o principios de los 80. ‘Open Your Heart’ tenía un enorme estribillo, pero como suele suceder en los mejores clásicos de la historia del pop, había mucho más arropándolo. Lo más evidente es un pre-estribillo que lo ensalza (“don’t try to run, I can keep up with you”), pero a nadie se le escapa el machacón ritmo percusivo de la canción que la hace parecer mucho más rapida de lo que es (¿solo 112bpms, en serio?), los teclados de Pat Leonard de corte oriental que sirven de leitmotiv o el puente “one is such a lonely number”. Quizá los metales han envejecido algo mal, pero seguramente en 1986 contribuyeran a que la canción fuera el tiro que fue. Curiosamente el tema original, llamado ‘Follow the Heart’, había sido escrito en clave de rock para Cyndi Lauper, si bien no se le llegó a enseñar. Madonna la viró hacia lo bailable y cambió la letra, siendo la primera canción que aceptaba para ’True Blue’ en 1985. Su co-autor Gardner Cole aseguró haberlo pasado mal con la espera, pues la primera canción que pasa la línea de corte de un álbum es habitual que quede fuera. Mención aparte merece el vídeo de Mondino en un peepshow, con homenajes a Dietrich y Minnelli, que entre acusaciones de pornografia y pederastia, Warner tuvo que defender en una reunión con MTV. El libro ‘Bitch She’s Madonna’ (Dos Bigotes, 2018) vuelve sobre este clip en diferentes capítulos, concluyendo en el correspondiente a la sexología que, “frente a lo políticamente incorrecto del argumento, lo que transmiten las imágenes es inocencia y ternura, y es esta sensación la que devuelve al espectador la idea de la diversidad erótica como un valor positivo”.
Madonna dijo en 1998 que ‘Drowned World / Substitute for Love’ era la canción más importante de ‘Ray of Light’. Abrió el disco, abrió la gira de ‘Ray of Light + Music’ a la que dio título y además fue un atrevido single que no se podía emitir ni con un “radio edit” que recortara del principio y del final. Pero estaba claro que sería una canción esencial para Madonna, en la que la cantante explicaría cómo su vida había cambiado tras la maternidad. En la letra, adaptada de un poema del diseñador de interiores, arquitecto y amigo suyo David Collins, fallecido repentinamente en 2013 a causa de un melanoma, Madonna da la espalda a la fama, a la superficialidad, a los bienes materiales e incluso al sexo, para entregarse a su “sustituto” para todo eso. Tras un inicio de ambient muy William Orbit, en el que se incluye un sample de ’Why I Follow the Tigers’, un tema de 1969 de The San Sebastian Strings; la inclusión de una línea de guitarra, ritmos jungle muy esporádicos y un par de notas de un piano totalmente pre-‘Play’ de Moby, que se editaría el año siguiente, aportan un gran dinamismo, llevando de la mano al clímax de la coda final. En ella Madonna, cada vez más agitada, se reafirma en sus ideas: “nada de guapos desconocidos, ni estimulantes, ni droga que pueda probar (…) nada de rollos de una noche, ni tierras lejanas, ni fuego que yo pueda prender”. Pero si la canción es tan especial es porque contiene un mensaje universal al margen de la maternidad, y es la salida de una situación en la que, rodeado de gente, te sientes aislado (“viajé por todo el mundo / buscando mi hogar / y me he encontrado en habitaciones repletas de gente / sintiéndome completamente sola”). Se refleja en un vídeo que en su momento se comparó con la muerte de Lady Di pero sobre todo es una crítica del mundo celebrity o ahora influencer. ‘Drowned World’, que nunca llega a mencionar un mensaje de moralina sobre la maternidad ni contiene referencia a géneros ni por tanto mensaje “femenino” -de hecho nunca llega a mencionar la maternidad, aunque en su vídeo sí aparece al final una niña que solo puede ser Lourdes León-; simplemente es un bálsamo para esos días en que follar con desconocidos o alternar no te llena, y te apetece encontrarte contigo mismo aunque sea durante 5 minutos y 9 segundos. En su reseña de 2017 del disco, Pitchfork se preguntaba si esto había sido una etapa aislada en la vida de Madonna, asegurando que no le pegaba nada renunciar a todo por la maternidad (y desde luego no lo hizo), pero en verdad detenerse en algunas de las cosas que plantea debería ser una receta obligatoria cada “x” tiempo, y más que nunca en la era de las redes sociales, aunque sea para decir que no.
Es una pena que Madonna no esté reivindicando en directo su catálogo del siglo XXI. Al no interpretar en vivo habitualmente ni ‘Don’t Tell Me’, ni ‘Hollywood’, ni ‘Hung Up’, ni ‘Sorry’, ni ‘4 Minutes’, ni ‘Celebration’, ni ‘Give Me All Your Luvin’, ni ‘Love Spent’, ni probablemente en el futuro nada de ‘Rebel Heart’, da la imagen de que sus segundos 15 años son muchísimo peores que los 15 primeros. Y si fuera el caso, no estaríamos aquí. ’Sorry’ fue en 2006 un número 1 mundial, sustituyendo en el conteo de Mediatraffic a ‘Hung Up’, todo ello pese a la falta de apoyo al single en Estados Unidos. Tal fue su pelotazo en Europa, siendo número 1 en Reino Unido, España o Italia, además de top 5 en Francia o Alemania. Se trata de una grabación prodigiosa, ligeramente inspirada en el crescendo de ‘Can You Feel It’ de The Jacksons (como ‘Material Girl’) pero independiente, en la que Madonna y Stuart Price constituyen un nuevo disco divertido-pero-nostálgico a lo ‘I Will Survive’, negándose a escuchar el reiterado perdón que pide un antiguo amante que va a volver a fallarnos. El vídeo reincide en la independencia femenina, cuestionando algunos de los estereotipos masculinos. Pese a lo kitsch de la demostración políglota, que contiene un error en neerlandés atribuido al traductor Babel Fish (“Ik ben droevig” es “estoy triste”), esa parte añade una segunda interpretación política anti-Bush, reforzada con las imágenes proyectadas durante la gira en un remix de ‘Sorry’. Los distintos ganchos confluyen a la perfección en una segunda mitad de canción absolutamente extática. Dicen Stuart y Madonna, únicos autores del tema, que como fans de los remixes, en este disco decidieron saltarse las versiones de estudio y actuar directamente en algo parecido a remezclas, y eso es algo muy perceptible cuando los “heard it all before” se superponen a los “sorry”, constituyendo el clímax de la canción.
Pocos adivinamos la primera vez que escuchamos ‘Music’ que ‘Don’t Tell Me’ sería el segundo single del disco. Y de qué manera funcionó. Madonna logró casar perfectamente el sombrero de cowboy que había gastado en el vídeo de ‘Music’ con la guitarra acústica de ‘Don’t Tell Me’ y sobre todo su videoclip ultra country, de divertida coreografía. Era un vídeo barato y sencillo, incluso Madonna pisa a un bailarín en el minuto 3.13 (¿quizá se habría repetido la toma si fuera al revés?), pero que daba una nueva vida a la canción, pues refuerza todo su significado. La clave de ‘Don’t Tell Me’ es la confrontación entre pasado y presente. El pasado, el punteo de guitarra acústica, bastante ‘No Scrubs’, se ve entrecortado digitalmente en un ejercicio de modernidad tan gratuito que se pensó que era un error. Las cuerdas en contraste con una rudimentaria caja de ritmos al final. El clasicismo de rodar en el desierto vs la falsedad del estudio. El amor contra la libertad. El conservadurismo del country, contrastado por el mensaje feminista “nunca me pidas que pare”. El macho man asociable a la estética cowboy, contrastado por unos bailarines que parecen recién salidos de Village People… y encima latinos. El tema había sido escrito por el cuñado de Madonna, Joe Henry, en clave de (interminable) tango texmex y llamado ’Stop’, pero ella lo adaptó, resultando uno de los que mejor resumen su filosofía de vida. Es una canción empoderada, aunque también contiene una pequeña fantasía de amor, en una ocasión a capella: “dime que el amor no existe, que es algo que hacemos únicamente tú y yo”. Madonna la presentaba en el show de David Letterman, pidiendo que no se rieran de ella porque acababa de aprender a tocar la guitarra. La actuación, como indicaron cierta vez en nuestros foros, parece una clase de este instrumento, pero como documento es bastante mono. También existe una actuación con el mismísimo Mirwais, con quien Madonna ha grabado ahora su 14º álbum. ¿Habrán creado maravillas como esta o la luz de él se apagó hace demasiados años?
Es una pena que Madonna nunca se haya animado a reinventarse en plan “girl group” en un disco entero, siempre presionada por ser la más moderna del lugar y no repetirse a sí misma. No hay que olvidar que es de Michigan, y que en Detroit se fundó la Motown, donde permaneció hasta 1972. Muy obviamente, es la música que escuchó de pequeña, anteponiendo siempre -salvo en ‘American Life- la melodía a la producción sin que nadie se diera cuenta. Cuando más cerca estuvo del sello de The Supremes y The Marvelettes fue en ‘True Blue’, en la divertidísima ‘Jimmy Jimmy’, cuyo “why oh why oh why oh why oh why oh why oh why FOOLS fall in love with FOOLS like you” todavía arranca una sonrisa 30 años después; y en la canción titular, cuya métrica es la típica de las canciones doo-wop. Dedicada a su esposo por entonces Sean Penn, quizá el gran amor de su vida, puesto que “true blue” era una expresión que él usaba para designar el amor verdadero, se presentó con un vídeo que se aprovechaba de las continuas reposiciones de ‘Grease’, la cual se había estrenado en 1978, pero inspirada en los años 50. ‘True Blue’ es la canción de amor perfecta (“he estado con otros chicos (…) pero no importa dónde vaya, eres el único para mí”), con un estribillo absolutamente celestial (grandes extensiones de sílabas en “loooooove” y “dreaming oooooof”). Injustamente excluida de ‘Immaculate Collection’ y ’Celebration’, ‘True Blue’ era al fin reivindicada -incluso delante de Sean Penn, ahora su amigui- en la última gira ‘Rebel Heart’. Para esta versión, Madonna aprendió a tocar el ukelele (acordes diferentes, dos cuerdas menos que una guitarra), dejando uno de los momentos más intimistas que nunca se le han visto en vivo.
Tan infravalorado por la crítica (su peor disco según Metacritic) como sobrevalorado por algunos de sus fans (no es precisamente su álbum mejor acabado), ‘American Life’ tiene varias canciones en las que merece la pena detenerse, como la agradable ‘Love Profusion’ o la robotizada ‘Nobody Knows Me’. Entre la final ‘Easy Ride’, algo sobrecargada de arreglos para lo que cuenta; y ‘X-Static Process’, que se decidió dejar inacabada por razones desconocidas; ‘Nothing Fails’ es la perfecta entre las canciones acústicas. La que debió ser el segundo single tras ‘Hollywood’, sobre todo si se pensaba abortar el vídeo original de ‘American Life’. Guy Sigsworth, que había colaborado con Björk repetidas veces como músico o incluso como co-autor en ‘Hidden Place’, había escrito una maqueta llamada ‘Silly Thing’ para su esposa junto a la cantante Jem, y a Madonna le encantó desde la primera escucha. Toda la letra ya estaba escrita cuando la Ciccone decidió incorporarse a los créditos, pero hay que reconocer que ella y Mirwais transformaron una canción deslavazada, sin estructura ni gracia, y de arreglos pseudo-orientales horrendos, en una grabación tensa y emocionante, en constante crescendo, en la que la irrupción inesperada del góspel sobrecoge, pero no es lo mejor. Madonna y Mirwais convertían en oro esta composición, dándole una estructura rara en la que no se sabe muy bien qué es pre-estribillo, estribillo o post-estribillo, contraponiendo ganchos contradictorios (“no soy religiosa”, “quiero rezar por que te quedes conmigo para siempre”), y dejando la sensación tras las subidas y bajadas, de que rezar sí merece la pena cuando estás enamorado. Por si acaso. De manera trágica, no hay vídeo para ’Nothing Fails’, pero hay algo mejor: la gira de showcases acústicos de presentación de ‘American Life’ en que Madonna reprende a un fan entre el público: “Religion is love? No! Love has nothing to do with religion! Love DOES NOT divide!”. Un CD pirata, ese directo, que es todo un «must» para sus fans.
Más pruebas de que la verdadera obra maestra de los 80 y primer disco de madurez de Madonna es ‘True Blue’: ni su primer single ni el segundo fueron los mejores del álbum, aun siendo los dos sobresalientes y diferentes a lo incluido en su discografía hasta la fecha. ‘Papa Don’t Preach’, editado semanas antes del álbum (dejando a ‘Live to Tell’ como una especie de “buzz single” de la época), comenzaba caracterizado por unas cuerdas sintetizadas que después han sido replicadas en otros temas de la cantante como ‘Let It Will Be’ o ‘Messiah’, pero sobre todo cortaba el hipo por cómo su primera estrofa se convertía en todo un “cliffhanger”: “Papá, sé que te voy a decepcionar / porque siempre he sido tu niña pequeña / pero deberías darte cuenta de que ya no soy un bebé”. ¿Qué anticipaba? Madonna ya había desarrollado una imagen rebelde, también una gran cantidad de público gay. ¿Planteaba un golpe en la mesa feminista? ¿Una escapada de casa? ¿Una salida del armario? En verdad, la canción habla sobre un embarazo que la protagonista decide que no se va a interrumpir pero, cuando los conservadores trataron de apropiársela en su defensa del “derecho a la vida”, Madonna no les dio el visto bueno. ‘Papa Don’t Preach’, escrita por Brian Elliot -al que se llegó a través del mismo A&R que descubrió ‘Like a Virgin’- con alguna parte añadida por ella misma, no era una canción anti-abortista sino un claro “Papá, haré lo que me dé la gana” que además según el propio Elliot era “una canción de amor, solo que planteada desde un prisma diferente”. Madonna, que hacía una interpretación vocal más desgarrada de lo habitual, añadía que el tema iba sobre no dejar que “ninguna autoridad masculina te diga lo que tienes que hacer, bien sea el Papa, tu padre o la Iglesia Católica”.
Una de las ausencias más flagrantes de ‘Celebration’, el último recopilatorio de Madonna, es ‘Deeper and Deeper’. Realmente la canción no cumplió muy bien su cometido de reconducir la promo de ‘Erotica’ tras el escándalo del libro ‘Sex’. En realidad, no se entiende muy bien a quién se le ocurrió lanzar todo esto por Navidades en lugar de a 40 grados centígrados, pero el caso es que ‘Deeper and Deeper’ sí ha pasado a la historia como una de las canciones favoritas de sus seguidores por mucho que los streamings no acompañen. La canción es una confesión decadente sobre la inevitabilidad de caer en las redes del amor, mientras la producción es un disco Filadelfia, muy marcada por los característicos teclados. La producción tiene un puente español que muy evidentemente es obra de la co-productora Madonna y seguro que sacó una sonrisa a Luis Carlos Esteban, productor de ‘Bandido’ dos años antes. De hecho Shep Pettibone se opuso a ese puente (“no era muy partidario de meter ‘La Isla Bonita’ en la mitad de esta canción”, dijo), pero lo cierto es que había algo en medio de la grabación que no les funcionaba y, tras probar varias opciones, Madonna propuso esta, adelantándose varios años a Moloko (‘The Time Is Now’) o Saint Etienne (‘Pale Movie’) en esa deriva flamenca. Lo de ‘Deeper and Deeper’ sí que son castañuelas y no lo de ‘Malamente’. El vídeo es un homenaje a las películas de Warhol y Visconti, con cameos de Chi Chi LaRue, Joey Stefano, Debi Mazar, Sofia Coppola y su actual mánager, Guy Oseary.
1985 es probablemente el mejor año de Madonna, ciertamente todo lo que toca lo convierte en oro y ‘Dress You Up’, una de las canciones incluidas en ‘Like a Virgin’, editado el año anterior, lanzada como single en verano de aquel año ’85, es uno de sus momentos más “cool”. La escribieron dos chicas, Andrea LaRusso y Peggy Stanziale, pero fueron un poco tardonas y estuvieron a punto de quedarse fuera del álbum. Nile Rodgers dijo que no tenía tiempo suficiente para trabajar en ella, pero Madonna quedó totalmente fascinada por el texto que, alternando moda («tienes estilo, eso es lo que dicen todas las chicas», “todos tus trajes se hacen en Londres”) y sexo (“voy a vestirte con mi amor”, «déjame cubrirte con besos de terciopelo», «voy a crear un look hecho solo para ti»), la representa al 200%; e insistió en su grabación. La producción es un absoluto prodigio desde que se lanza la base principal, añadiendo después un bajo lustroso, unos teclados que no pueden tener más groove, un solo de guitarra y unos coros masculinos que no pueden sonar más sexys. ‘Dress You Up’ no cupo en el recopilatorio ‘Immaculate Collection’ (1990) pero se le hizo justicia en ‘Celebration’ (2009), abriendo nada menos que el CD2. Además, ha sido recuperada en su última gira en vivo, tras haber abierto la primera, ‘The Virgin Tour’.
Madonna quiere dar una imagen adulta tras ‘Like a Virgin’ y tras la buena acogida de ‘Crazy for You’, presenta álbum por primera vez con una balada, ‘Live to Tell’. No arriesgaría a decir que es una “balada experimental” porque era muy radiable recortada, pero sí es una balada diferente que dura 6 minutos, incluye una guitarra eléctrica, un falso final muy visible en los surcos del vinilo y después una resurrección abierta a las interpretaciones. ‘Live to Tell’ es una canción que habla sobre la mentira, la falsedad y el miedo a no poder revelar un secreto. Madonna solía decir que habla sobre “cicatrices de la infancia”. Parece una canción de amor decepcionada por una traición (“un hombre puede contar mil mentiras / he aprendido bien la lección”), pero su dedicatoria en un concierto contra el sida en el Madison Square Garden de Nueva York, para su amigo Martin Burgoyne, que moría luchando contra la enfermedad a los 23 años (el mismo destinatario de ‘In This Life’), le da un nuevo significado. ¿Y si habla sobre la imposibilidad de hablar de tu homosexualidad en los 80? ¿Y si habla sobre el miedo o el deseo a hablar del sida? ¿A qué se refiere ese “espero poder vivir para contar el secreto que he aprendido / hasta entonces, arderá dentro de mí”? En ese sentido, la coda parece un paso adelante hacia la esperanza: “si huyera, nunca reuniría la fuerza para llegar demasiado lejos / ¿cómo van a oír el latido de mi corazón? / ¿se apagará el secreto que escondo? ¿llegaré a envejecer? / ¿Me escucharán? ¿lo aprenderán? ¿cómo van a saberlo si no?”. A su vez, la cantante ha contado a posteriori que fue violada durante sus primeros años en Nueva York, la letra también puede ser interpretada como un paso adelante para contarlo, y si es cierto, como se asegura, que Martin Burgoyne, con quien compartió piso, fue una de las personas que más la apoyó al respecto, ‘Live to Tell’ bien podría tratar sobre las dos cosas a la vez. En cualquiera de los casos, una de las grandes muestras de las cosas que Patrick Leonard, que maquetó la canción, y Madonna, que escribió la letra, podían hacer juntos.
La canción de amor más infravalorada de Madonna. No por la crítica, que fue unánimemente positiva, como documenta la Wikipedia con multitud de ejemplos: hasta las reseñas más crueles con ‘Rebel Heart’ (Pitchfork, NME) alabaron ‘Living for Love’. Sino por un público que a veces tiene el listón más alto para la cantante que la mismísima crítica musical. Diplo dice que toquetearon 20 versiones diferentes, Madonna respondía que el número no era tan alto, pero que sí es cierto que el tema pululó entre la balada a piano con góspel, el house de Chicago y el house británico. En una entrevista concedida en noviembre antes de las filtraciones del disco, Madonna muestra a la revista MOJO dos versiones, aún indecisa entre las dos. Finalmente lo que oímos es una producción atemporal -como querían-, muy meticulosa salvo algún error en la masterización (en mi cabeza Madonna se volvió loca con las filtraciones y en 48 horas decidió terminar las canciones sola, siendo ella productora pero NO ingeniera de sonido), pero con infinito detalle y a cuál más acertado: la intro moroderiana, la inclusión del piano de Alicia Keys menos house y más clasicote, el post-estribillo instrumental a la moda pero sin renunciar al góspel, palmas de lo más vívido sin tratar, coros de MNEK (o alguien muy similar) y despegue final. Aunque lo mejor es la letra, una de las mejor construidas de su carrera, tan teatral en su narración de cómo sucumbimos tontamente al amor (incluso pasados los 50), pero no por ello dejamos de levantarnos para seguir peleando por él. Madonna nunca le ha hecho justicia en directo, apostando por un extrañísimo remix (aunque la caída en los Brits interpretándola, tan acorde a la letra, fue épica), ni tampoco en su feo vídeo con efectos especiales de sonido, pero eso no quita que sea una canción realmente emocionante que supone un enorme grower, como en la carrera de Michael Jackson lo era ‘You Rock My World’. Una canción en la que cuesta entrar hasta que te encuentras inmerso en ella en un bucle infinito.
Comparar el primer single homónimo de ‘Like a Prayer’ con el primer single homónimo del disco siguiente de Madonna es un shock. Hay un puente entre medias, y es el lanzamiento de ‘Justify My Love’ como sencillo extraído de la compilación ‘Immaculate Collection’, pero aun así, el paso dado hacia el underground es decidido: pasamos de un góspel en una iglesia a un local de S&M. Madonna quería seguir escribiendo con Shep Pettibone (y con Betts) porque los sentía “conectados a la calle, seguían siendo jóvenes y hambrientos», y así Pettibone presentó a Madonna 4 ideas de canciones, que derivaron en ‘Erotica’, ‘Deeper and Deeper’, ‘Rain’ y ‘Thief of Hearts’. El primer single, ‘Erotica’, surgió porque Madonna estaba realizando el libro de fotos ‘Sex’ mientras grababa el disco. Al ver que algunas imágenes tenían temática dominátrix, Pettibone sugirió a Madonna que incorporara eso a la letra de alguna de las maquetas que trabajaban. Madonna desapareció de la habitación y después de media hora quien se acercó al micrófono y empezó a cantar ya fue Dita, en el icónico “My name is Dita, and I’ll be your mistress tonight”. En esta canción M adopta el alter ego de Dita, inspirado en la actriz Dita Parlo (también era el nombre falso que Madonna solía dar en hoteles), para recordar quién está al mando: “deja que mi boca vaya donde quiera”, “hay una satisfacción certera en cada muestra de dolor” y “solo hago daño a aquellos que quiero” son algunas de sus perlas, aunque por entonación “spoken word” vs “parte cantada”, hasta a veces parece que está mostrando las dos personalidades, la real y la fantástica, muy perceptible en la parte “I’m not gonna hurt you (I’m not gonna hurt you) Just close your eyes”. ¿En serio? Quizá lo mejor que pudo decir una crítica es que la canción daba “miedo”, pero a la vez era todo un atrevimiento que un/a artista de primera línea celebrara en un videoclip sexo lésbico, slings, saunas y lluvia dorada. Con el aliciente de que lo perpetrara una mujer. Todo tan a contracorriente que hasta la grabación empieza reproduciendo el sonido de un vinilo, justo cuando el vinilo estaba en su peor momento como se puede ver en este gráfico. Como anécdota, aparte de un sample de ‘Jungle Boogie’ de Kool and the Gang, la parte oriental viene de una cantante libanesa llamada Fairouz, que denunció, entre otras cosas, por la distorsión de su mensaje, que era “él me crucificó hoy”. Madonna llegó a un acuerdo con ella fuera de los tribunales.
La canción de Madonna más presta para cantar en un karaoke no es desde luego ‘Ray of Light’, sino ‘Crazy for You’, su primera balada original tras haber hecho un primer disco enteramente dedicado a la pista de baile. Estuvo, eso sí, a punto de quedarse por el camino. La primera versión grabada para la banda sonora de ‘Vision Quest’ no gustó nada a sus autores John Bettis, quien había escrito a principios de los 70 varios hits de los Carpenters, y Jon Lind; y una vez quedaron satisfechos a Warner le preocupaba mucho que ‘Crazy for You’ pudiera oscurecer la promoción del álbum ‘Like a Virgin’, con la que terminó coincidiendo de pleno a principios de 1985. Finalmente todo salió bien, produjo Jellybean en lo que también constituía un reto para el responsable del sonido “Holiday”, y el tema fue número 1 del Billboard e incluso nominado a un Grammy, un milagro para la Madonna de la época. Se nota ese viso de balada clásica del autor de temas como ‘Goodbye to Love’, pero con las sonoridades de los 80, y la curiosa incorporación de un oboe (atentos al listado de «canciones con oboe«, featuring ‘I Got You Babe’). Madonna suena tan exultante en esta canción de amor con glorioso cambio de melodía vocal en el segundo estribillo, que la única respuesta posible ante la declaración plena de amor que plantea, es positiva. Y eso que en un momento titubea, el de “estás tan cerca, pero a la vez tan lejos…” La banda sonora de ‘Vision Quest’ también incluía un tema escrito por la cantante llamado ‘Gambler’, favorito de nuestro colaborador Jaime Cristóbal (“Hit de ayer”, “Clásicos que nunca lo fueron”, Popcasting), que por alguna razón no está en Spotify.
En general un poco odiada por los propios seguidores de Madonna, que no podían soportar que la cantante ni siquiera fuera la responsable de cantar en ella el título, ‘4 Minutes’ es la canción favorita de la cantante en la era de las redes sociales, siendo ahora mismo la más reproducida en Spotify. ¿Gracias a Justin Timberlake? Bueno, hay unos cuantos fracasos de él que nos pueden venir a la mente, como su último single ‘Soulmate’. Quizá entre ambos hubo química, facilitada por una B12 que Madonna se sacó del bolso e inyectó en el culo a Justin cuando este se presentó en la grabación del tema visiblemente acatarrado. El corte, sobre un ritmo ultra Timbaland quizá ya demasiado sobado en 2008, pero luego sampleado por Girl Talk, añade unos polémicos metales sintetizados que le aportan singularidad frente a otras producciones suyas, aunque lo mejor es la enorme cantidad de ganchos que deja la letra al margen de “tic-tacs” y “yeaaahs”. Está ese irresistible “the road to hell is paved with good intentions”, el “grab a boy / grab a girl”, el sensual “I want somebody to speed it up for me / Then take it down slow”, y un largo etcétera. La producción consigue su objetivo principal: sonar apocalíptica, como la banda sonora de una película que lucha contra el fin del mundo. Pero además, aunque Madonna la promocionó como canción medioambiental, invita a pensar que lo único que merece la pena hacer si realmente quedan 4 minutos para que se acabe el mundo, es follar.
Una de las cosas que hizo a ‘Confessions On a Dancefloor’ tan millonario y bien recibido por la crítica fue lo tan “a su bola” que iba. Por supuesto había quien hacía música disco en 2005 y quien había publicado ya su disco dance a base de samples u homenajes a canciones pasadas, como Richard X, pero no dentro del mainstream. Hasta el punto de que las emisoras estadounidenses dieron la espalda a ‘Hung Up’ por su poso kitsch pese a que el tema estaba siendo el más descargado en el por entonces relevante iTunes. En 2005 era demasiado pronto para reivindicar el sonido Stardust de tan solo 7 años antes (sería como ahora hacer un homenaje a ‘We Found Love’) y la primera impresión es que ‘Get Together’ era una canción desfasada. Sin embargo, la grabación era magistral y pronto el single se crecía como favorito entre el público que lo atendió. La cantante, experta en cantar al amor fugaz y al “amor a primera vista” por razones evidentes, entrega aquí un llenapistas que va buscando su clímax a través del lanzamiento de propuestas de manera relajada, pero segura: “ven aquí”, “de verdad quiero estar contigo”, “espero que sientas lo mismo”, etcétera. Madonna canta tan serena porque está convencida de que le van a decir que sí. Stuart Price, co-autor y co-productor, hubo de pasárselo en grande machacando notas y añadiendo capas en la segunda parte de la canción (a partir del minuto 3.30), tan envuelta en humo y focos de luz como la propia pista de baile. Ante el decepcionante vídeo, hecho con animación a partir de una actuación en el Koko londinense, os dejamos con la despampanante presentación del tema en el ’Star Academy’ francés, con Madonna integrándose con el personal, envuelta en un vestido ultra Abba, y con músicos uniformados de blanco.
MAQUETAS ALERT! Madonna, ¡mira qué tracklist alternativo tan chulo de ‘Rebel Heart’ te traigo! La sola mención de las maquetas del último disco de Madonna filtradas en diciembre de 2014 produce récords de “eye rolling” en cualquier foro de la cantante. Sin embargo, ha sido uno de los momentos más excitantes e intensos para seguir su carrera. Aunque ella se sintió “violada” (luego retiró la expresión), lo cierto es que tuvimos gratis algo por lo que los fans de Bob Dylan pagan una verdadera pasta (sus Bootleg Series continúan a día de hoy, vamos por 1981). El debate sobre canciones mejoradas en el estudio (‘Devil Pray’, ‘Holy Water’, ‘Illuminati’, ‘Joan of Arc’, casi todas) y canciones empeoradas (‘Rebel Heart’, ‘Messiah’, ‘Addicted’) continúa a día de hoy. Hace solo unas semanas llenaba páginas y páginas de los foros de Popjustice y lo ha hecho en los nuestros desde su filtración hasta el reciente suicidio -¡ay!- de Avicii. Independientemente de que la producción de este fuera viejuna desde antes del día de salida, con la EDM ya dando sus últimos coletazos, y de que la versión final del disco sea inaudible, esté saturada y presente unos efectos incomprensibles; lo seguro es que ‘Rebel Heart’ cuenta con una secuencia de acordes sencilla pero preciosa y con una de las letras más bonitas que jamás haya escrito Madonna. La artista puede morir tranquila porque ya ha escrito la canción que resume su vida, sus momentos altos y sus momentos bajos, y es esta. Es su ‘Non, je ne regrette rien’, lo cual tiene todo el sentido si recordamos que la gira ‘Rebel Heart’ incluía una versión de Édith Piaf, aunque en ese caso se decantara por ‘La vie en rose’. La canción es una reivindicación de la diferencia desde el inicio “he vivido mi vida como una masoquista / escuchando a mi padre decir “te lo dije, te lo dije / ¿por qué no puedes ser como el resto de las chicas?” / Pero esa no soy yo y no creo que lo sea nunca”. También habla sobre la alienación (“he intentado encajar pero no era yo”, “he caminado sola, nunca satisfecha”), si bien la segunda estrofa es una feliz aceptación de uno mismo (de una misma), emocionante hasta provocar lágrimas de felicidad, que es lo difícil, por la convicción con la que es cantada (“he dejado atrás mi pasado y he mudado mi piel / Lo dejaré ir y empezaré de nuevo / nunca miro atrás, es una pérdida de tiempo / Sí, esta sí soy yo, y estoy exactamente donde quiero estar”). El estribillo, de frases largas, sobre la supervivencia y el desafío de “escoger la ruta menos transitada”, puede que no sea el más comercial de su carrera, pero sí uno de los más edificantes. Nunca sabremos qué habría pasado con esta canción de haberse masterizado apropiadamente, de haber sido producida por BloodPop como ‘Devil Pray’ o de haberse lanzado en modo remix, pero atendiendo a la sonrisa de oreja a oreja con la que Madonna la ha cantado en la última gira, esperemos que ocupe en su repertorio ese lugar que siempre tiene reservado para ‘Candy Shop’.
‘American Life’ contiene algunas de las melodías más ariscas en la carrera de una cantante que si por algo se había caracterizado hasta el momento era por el gusto por las melodías clásicas. Siempre se ha notado mucho que Madonna se crió en los 60 en ese sentido. El impacto que producía escuchar en la radio por primera vez ‘American Life’, el single, no fue positivo para casi nadie, pero el segundo single era mucho mejor por mucho que, por primera vez desde 1983, ni asomara la cabeza por el Billboard Hot 100… ni por el Bubbling Under. Aunque la letra de ‘Hollywood’ peca de escueta, hablando sobre la esclavitud y la adicción que genera la ciudad de las estrellas para los actores y sobre todo para las actrices, el vídeo de Mondino con la cantante inyectándose bótox lo complementa a la perfección. Pero lo mejor de ‘Hollywood’ es el avance de su trepidante línea de guitarra sobre una base bastante lo-fi, que culmina con un delirante uso del pitch masculinizando la voz de Madonna paso a paso, haciendo referencia a lo mierdera que es la radio… cuando ella venía de sonar a saco en ella con ‘Music’ y ‘Don’t Tell Me’. Mirwais cuenta que mientras Madonna quería usar Auto-tune en la canción, él quería evitarlo porque no quería que ‘Hollywood’ pareciera una canción dance, optando por modificar el pitch con otro aparato. También revela que la parte final era en principio mucho más larga. En resumen, partiendo del sonido ambiente de unos pajarillos, la canción merece el premio a los “mejores efectos especiales” de su discografía: es uno de los finales más apoteósicos de su carrera. También inolvidable es la icónica actuación en los premios MTV mezclada con ‘Like a Virgin’ y con la presencia de Britney, Aguilera y Missy Elliott.
“Vamos a por todas o nos vamos a casa”, dice el estribillo de ‘Bitch I’m Madonna’ y en esta canción Madonna decidió ir «a por todas» tras haberle pedido a Diplo que le mostrara lo más radical que tuviera en su portátil durante una sesión de estudio. Como dice la letra, «seremos friquis si nos lo proponemos». Inspirada por la letra “I look like Madonna, bitch I’m a farmer” de Lil B y redondeada por los sonidos clásicos de PC Music de una SOPHIE que por alguna razón no aparece acreditada tras haber declarado gracias a esta colaboración que Madonna controla todo y detrás de ella no hay ninguna discográfica, ‘Bitch I’m Madonna’ se convertía en el gran himno anti-ageism de la cantante, logrando el apoyo para su hilarante vídeo de Beyoncé, Katy Perry, Miley Cyrus, Kanye West y, sobre todo, Rita Ora. La idea de Diplo era hacer una canción que fuera “todos somos Madonna”, pero terminó, sobre todo, siendo un himno para la sororidad después del cual, y tras las contradicciones del violento ‘Bad Blood’, ya no es lo mismo la guerra entre divas. Nicki Minaj hace aquí uno de sus mejores raps, durante medio minuto que supone toda una inyección de adrenalina para un tema que ya era todo un tiro desde su maqueta. La canción es el mayor hit de la era streaming de Madonna, con 300 millones de reproducciones (y eso que jamás se subió a Youtube el bombazo de presentación en Jimmy Fallon, luego dicen que está «desesperada»), si bien los comentarios que recibió en el visor de Google fueron, en general, espantosos, con miles y miles de usuarios pidiendo a la cantante que se retirara o que hiciera música “acorde a su edad”. ¿El momento más sonrojante de Madonna o puede interpretarse como una victoria en toda regla? ¿Alguien quiere llegar a los 60 vistiendo de negro y haciendo calceta? Ahí queda un dato para la reflexión: la primera vez que Madonna fue llamada “abuela” por la prensa fue en el tabloide británico The People con motivo de la gira ‘Girlie Show’. La crónica del evento se llamaba “¡Abuelita, cálmese!”. Tenía 35 años.
En el álbum más genérico de Madonna hay un par de sorpresas alejadas de la tónica de R&B blandito. ’Bedtime Story’, casi-casi la titular, es una colaboración con Björk sobre la que suscribo lo que Igor Paskual explica en el libro ‘Bitch She’s Madonna’: es como si Madonna y Björk se hubieran anulado la una a la otra (aunque añadiría que es un precedente de ‘Ray of Light’). Mucho mejor es la sexual ‘Human Nature’, que incluye un sample de ‘What You Need’ de Main Source. ¿Por qué es tan querida esta hija de ‘Erotica’ y por tanto nieta de ‘Justify My Love’ y a la vez bisnieta de ‘Express Yourself’? A mediados de 1995, cuando se estrena su vídeo y a un año de ‘Evita’, se habla mucho de que Madonna está edulcorando su imagen para el gran público y de repente… vídeo de Mondino con estética S&M y chihuahua para esta canción en la que la cantante deja clarísimo que no se arrepiente de su pasado (su presente). Aunque un fracaso fuera del top 40 estadounidense en la época, es claramente favorita de la artista: la ha incluido en multitud de giras y hasta la cantó en aquella cosa de Coachella con Drake. El «no soy tu zorra, no me tires tu mierda» es todo un hito. Además, ‘Human Nature’ ha sido alabada en el último año por artistas de culto como Owen Pallett en una crítica para Pitchfork y Arca en un especial para el mismo site sobre las canciones más importantes de la historia del Orgullo LGTB+. Pallett dijo que pese a no ser tampoco muy fan de este disco, ‘Human Nature’ “presentaba uno de los más efectivos “grooves”” de Madonna, concluyendo: “pon ‘Human Nature’ en un disco de oro, pon ‘Take a Bow’ en mi funeral». Por su parte, Arca elogiaba la era ‘Erotica’ y ‘Bedtime Stories’, hablando en particular de ‘Human Nauture’: “Esta canción y su vídeo me impactaron fuerte y después me acariciaron suave, tenía una falta de disculpas tan panorámica y empoderadora que, a día de hoy, cuando la canción comienza, sonrío de oreja a oreja y quiero lamerme mi propia piel”. Sin duda, pues, una referencia para su propia imaginería.
El ansiado regreso de Madonna con William Orbit dejó resultados desiguales. Por un lado la decepcionante ‘Some Girls’ -un estandar de electro sin sal- o la triste réplica de hits pasados que es ‘I’m a Sinner’ -demasiado ‘Amazing’… que ya era demasiado ‘Beautiful Stranger-. Pero también dio algunos de los grandes atrevimientos de ‘MDNA’, como ‘Gang Bang’ o ‘Falling Free’ -lo más cerca que puedo imaginar a Madonna de Joanna Newsom-. El disco empieza de manera totalmente hedonista, con Madonna enfundada en un traje de cuero y bebiendo “Tanqueray” en una fiesta escapista que empieza con ‘Girl Gone Wild’ y sigue con ‘I’m Addicted’, ‘Turn Up the Radio’, ‘I Don’t Give A’… Es Madonna bailando, ligando, mandando todo a la mierda después de su divorcio, pero solo para al final del disco llegar a casa y exclamar, en “caída libre” algo así como: “¡pero si estoy más sola que la una!”. El disco se cierra con una preciosa canción de despedida, de querer “dejar marchar”, muy obviamente dedicada a Guy Ritchie (sus últimos segundos son demoledores) y el punto de inflexión entre las dos partes tan diferenciadas del álbum es ‘Love Spent’, pues es al mismo tiempo la última pista de las divertidas y la primera de las tristes. Un tema que casi queda fuera del disco y de la gira pero que es su gran joya perdida: dos canciones en una en la que los trapos sucios (“¿te habrías casado conmigo si yo fuera pobre?”) van dando paso a la catarsis, con otro ritmo, una locura de beats a destiempo y la cantante elevando los pies del suelo para retar una y otra vez “quiero que me tomes como has tomado tu dinero”, mientras Orbit lanza por los aires todos los sintes que tenía a tiro. Una verdadera rareza que tiene el gracejo además de estar guiada por un banjo y contener un guiño a ‘Hung Up’ que añade significados: ¿era esta toda una “LoveSong” adaptada para Guy, y nadie había caído?
‘Nothing Really Matters’ es la prueba definitiva de que el álbum espiritual post-maternidad de Madonna no es una reinvención familiar y católica con la cantante adoptando el rol de madre tradicional, idea que indirecta pero expresamente terminó influyendo a Adele al plantear el multimillonario ‘25’. En el disco Madonna incluye una canción en sánscrito, lo promociona con imaginería hindú y en el vídeo de esta canción se disfraza de geisha, obsesionada con el papel de uno de los personajes del famoso libro de Arthur Golden, Hatsumomo. Sin duda lo oriental le resulta más exótico y adecuado, menos rancio. Además, ‘Nothing Really Matters’ es una canción electrónica, con elementos de house y ambient que, al margen de los productores Orbit y Marius DeVries, cuenta con más ingenieros de sonido que músicos de estudio. Y eso que el solo de “piano” en escala descendente en el puente “give me comfort in your arms” es uno de los grandes momentos de la grabación. Muy evidentemente dedicada a Lourdes León desde la primera estrofa “cuando era joven (…) era una egoísta (…), pero ya nunca volveré a ser así gracias a ti”, es a pesar de eso una canción completamente universal que sirve simplemente para dejar el pasado atrás y entregarse a un futuro lleno de luz. Porque “nada se lleva el pasado como el futuro”. El tema sería una decepción comercial, atascado en el top 93 de Estados Unidos debido a una descoordinada edición del CD single y a la intro ambient, que impidió su radiodifusión. Sí sirvió para alimentar las ventas del álbum tras ser interpretada en los Grammys, kimono de Gaultier mediante. Es la única vez de toda la historia que la ha cantado en vivo, aunque en la gira ‘Drowned World’ pegaba absolutamente todo en el segmento de ‘Nobody’s Perfect’. Una nueva reinvención estética que Madonna ya no ha vuelto a repetir, ni bien ni mal, para un quinto single.
Después de “Confessions” muchas canciones de Madonna se consideran “genéricas” o “trend-chasing”, pero algunas se revitalizan con el paso del tiempo. A veces se le ha exigido tanto a la Reina del Pop que el subconsciente nos traiciona: he llegado a leer en los comentarios del site (escrito por un fan) que Madonna escogió como productor a Diplo por el éxito de ‘Lean On’ cuando publicaron sus singles juntos meses antes del tema de Mø, y yo estaba convencido de que ‘Only Girl’ de Rihanna era un año anterior a ‘Celebration’ hasta que me he puesto a mirarlo. Sí es cierto que en el año de ‘The Girl and the Robot’ Paul Oakenfold no era un nombre en el que mirarse especialmente, y el eurodance de tintes trance no era lo más sofisticado sobre la faz. ‘Celebration’, editada para el recopilatorio homónimo, parecía una canción funcional, de vídeo con remix aburridísimo y cameo de Lourdes León cual Paquirrín y nueva rima de “hesitation” con cualquier otro “-ation”, al que nadie prestó mucha atención. Y de repente llegó 2012, la gira MDNA, una de las más ambiciosas técnicamente de la artista y la 2ª más exitosa de su carrera, y Madonna convirtió esta canción entonces en trallazo total, cerrando con ella, en glorioso mash-up con ‘Give It To Me’ y ‘Girl Gone Wild’, como homenaje a la cultura dance en un número lleno de cascos y plataformas de DJ digno de ver en DVD (la versión Youtube no le hace justicia). Lección aprendida: no tienes que ser la más innovadora del lugar 365 días al año; a veces basta con hacer una canción así de saltarina. ‘Celebration’ fue la última vez que Madonna fue apoyada por la radiofórmula británica (51 años), por lo que podría ser su último top 3 en el que parecía su mercado principal. Sobre todo si sigue sacando una media de un single cada 4 años y mantiene su filosofía de no colaborar en discos ajenos.
Desde hace unos años ‘Take a Bow’ es un hit de Rihanna con 500 millones de escuchas en las plataformas de streaming, pero hubo un buen día en que también se llamó así un single de Madonna que fue número 1 del Billboard Hot 100 durante 7 semanas, el más longevo de toda su discografía. Hoy permanece algo olvidado por la propia dejadez de la cantante, que muy rara vez la ha cantado en directo, hasta el punto de que ni siquiera es una de sus 100 canciones más veces interpretadas en vivo según Setlist.fm. La ha cantado alguna vez suelta, pero no ha sido incluida como fija en ninguna gira. Madonna reconoció estar nerviosa como nunca en su vida al cantarla en los American Music Awards, pero quien lo pasó peor fue su acompañante Babyface, que celebró que no se pudiera ver cómo le temblaban las piernas gracias al traje que llevaba. Definitivamente interesada en dulcificar su perfil tras ’Erotica’ y el libro ‘Sex’, Madonna quiso colaborar con Babyface después de lo que le había gustado ‘When Can I See You’ de su álbum de 1994. También podemos entender la aproximación al R&B de ‘Bedtime Stories’ en relación a las pesadillas que reconocía tener con Whitney Houston, que se había comido el mundo con ‘El guardaespaldas’ mientras ella se había comido los mocos con ‘Erotica’.
‘Take a Bow’ es una rareza en la discografía de Madonna por empaparse del edulcorado sonido de Babyface hasta proporciones empalagosas, pero también cuenta con una melodía incontestable tanto en las estrofas como en la declaración de amor que supone el estribillo, así como en el tercer verso con la referencia a Shakespeare (“all the world is a stage”). Cuenta Babyface que estaba muy nervioso de tener que trabajar con Madonna por su fama de perfeccionista, pero que esta canción que escribieron ellos dos solos a partir de un beat y unos acordes básicos que tenía él en un cajón, salió fácil y deprisa, y que fue Madonna quien insistió en incluir cuerdas reales, algo que nunca había hecho él. Hablar de ‘Take a Bow’ también es hablar de su vídeo rodado en Ronda con temática torera, en contraste con sus aires orientales, provocando el escándalo nacional y la no cesión de una plaza de toros como boicot a la cantante obedeciendo a “criterios moralistas” (la nota de El País de 1994 no tiene desperdicio). Resultó una influencia expresa para videoclips del siglo XXI de Justin Timberlake (‘Sexyback’, del mismo director, Michael Haussman, con la española Elena Anaya) y de Britney Spears (‘Radar’). Con esta autoría Madonna pasó a ser la autora femenina con más números 1 en el Billboard, superando a Carole King. Como curiosidad extra, el hecho de comenzar la letra diciendo el título de la canción pero sin volver a repetirlo en ningún momento, fue una idea llevada a cabo aposta.
Uno de los aciertos en la producción de ‘Ray of Light’ junto a William Orbit fue la incorporación de la psicodelia al corte titular. Madonna había hecho muchas cosas pero rara vez había sonado “psicodélica”. Ambos dieron un paso más peleando por componer la canción para la banda sonora de la versión 1999 de “Austin Powers” al escribir ellos dos solos esta maravilla llamada ’Beautiful Stranger’. Por primera vez Madonna iba a recibir comparaciones con gente como Led Zeppelin, The Doors, los Beatles, los Monkees o incluso Love, en concreto a ‘She Comes In Colors’, a la que se parece bastante. Madonna dijo no haberlos escuchado en su vida… ¿pero tampoco Orbit? ¿De verdad se atrevería a negar a una banda tan influyente como Love? En cualquier caso, Madonna se recrea en la melodía de esta canción dedicada a su novio de la época, el escritor Andy Bird, extendiendo las sílabas al final de cada frase, aunque lo más llamativo es el uso de guitarras eléctricas y flautas, al modo del citado pop psicodélico de 1967. Seguramente fue eso lo que más gustó a los productores de “Austin Powers” y se editó un vídeo que merece la pena destacar. ¿Cuántas veces se ha integrado así de bien película y vídeo musical hecho ad hoc? Madonna quería trabajar con el director Brett Ratner desde que este se encargara de ‘Brown Sugar’ de D’Angelo, y Mike Myers, protagonista de la peli, pudo pasarse por el set de rodaje al margen de la película, dispuesto a hacer el tonto así de bien. El resultado fue un videoclip repetido en MTV ad nauseam y una larga lista de reconocimientos que incluyó un Grammy, un premio MTV, así como versiones de grupos indies que se han extendido hasta nuestros días por la vía de DMA’s o The Big Moon, quienes la tocaron el año pasado en Tomavistas.
Una de las baladas más bonitas que jamás ha cantado Madonna es ‘The Power of Goodbye’, el cuarto single de ‘Ray of Light’. Ya el inicio es abrumador (“ya no me quieres / así que debo irme / el encanto se ha roto / te quise tanto”), pero además cada frase es alargada aportando cierto dramatismo en la interpretación vocal de una cantante que se sabe recién salida de las clases recibidas para el musical ‘Evita’. Dramatismo que subraya la inclusión de la sección de cuerdas de Craig Armstrong, que en aquella época editaba el sublime ‘The Space Between Us’. Sin embargo, ‘Ray of Light’ es un disco espiritual y luminoso y Madonna sabe sacar la parte positiva de la relación que se ha acabado, añadiendo frases de sabiduría y resignación como “eres la lección que he tenido que aprender” o “no queda nada que perder / ni corazón que dañar / ni poder más grande / que el poder del adiós” y conceptos como “libertad” y “creación” a raíz de esa separación. El vídeo, centrado en una metafórica partida de ajedrez inspirada en ‘El caso de Thomas Crown’ (1968), es uno de los más hermosos que Madonna ha rodado, con final abierto (¿suicidio? ¿calma total?) y un momento totalmente abrumador en el que el ser querido se escapa de tus brazos, representado con la multiplicación de planos cortos. El coautor de la canción Rick Nowels se desharía en elogios hacia Madonna subrayando la rapidez con que escribió esta letra, y un total de 9 canciones en un par de semanas, recalcando que no recibía el crédito como autora que merecía. Dijo de ella que era “profunda, poética e inteligente” y la comparó con Paul Simon y Joni Mitchell “cuando se pone”.
‘Like a Prayer’ es un trabajo de autoficción en el que Madonna habla de su vida en parte con fidelidad a la realidad, en parte no. Mientras el tratamiento de la muerte de su madre o de su divorcio de Sean Penn parece real, la letra de ‘Oh Father’ está algo más caricaturizada. La relación con su padre fue lo suficientemente buena como para haberle sacado al escenario de broma en alguna representación de ‘Papa Don’t Preach’ o como para, años después, en 2005, lanzar un vino junto a él. En cualquier caso, esta composición con Pat Leonard estaba dedicada al trauma que puede ejercer en nosotros la figura paterna, reforzado en la secuencia del álbum al aparecer justo después de la infantil ‘Dear Jessie’. La madre de Madonna había muerto cuando la artista tenía solo 5 años y solía contar en torno al lanzamiento de este tema que se aferró a su padre, totalmente horrorizada ante la posibilidad de perderle a él y quedarse sola con sus hermanos. ‘Oh Father’, de precioso vídeo dirigido por David Fincher y preciosos arreglos, narra lo que sintió cuando su padre volvió a casarse, pero apela bastante explícitamente a un maltrato que no se conoce que se produjera. En todo caso la canción se convirtió en un himno para todo aquel que tuviera una relación complicada con su progenitor (¿quién no la ha tenido alguna vez?) dejando a su vez por el camino un doble sentido religioso. Leonard contó a Billboard que ‘Oh Father’ es lo mejor que hizo junto a Madonna, y la declaración no es baladí: es nada menos que co-autor de ‘Like a Prayer’.
Madonna ha interpretado dos canciones en los Oscar que se han terminado haciendo con el galardón a Mejor Canción. En ninguno de los casos fue autora ni co-autora, sino solo intérprete, por lo que la cantante no puede decir aún que tenga un Oscar en casa, carencia muy recurrente hace unos años en las batallas de divas cada vez que salía Cher a colación. En cualquier caso, ‘Sooner or Later’ de ‘Dick Tracy’ y sobre todo ‘You Must Love Me’ de ‘Evita’ son excelentes canciones, y de hecho Madonna intentó meter mano en la letra de esta última, pues su objeto era mostrar a una Perón más compasiva y menos manipuladora de lo que quería retratar Alan Parker. Logró modificar parte del guión, pero no esta letra que volvió a reunir tras varios años separados a Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, autores de ‘Don’t Cry fo Me Argentina’ y de éxitos de otros musicales como ‘El fantasma de la ópera’ y ‘Jesucristo Superstar’. Aunque no se haya visto ‘Evita’, ‘You Must Love Me’ es una balada perfectamente comprensible que habla de la muerte planteando un sinfín de preguntas sin respuesta en las estrofas: casi todas las frases son interrogativas. El estribillo concluye un “tú debes amarme” que suena más desconfiado que subyugante en este contexto que nos habla de que “las certezas desaparecen”. Una de las pocas canciones a piano de Madonna (también hay que romper una lanza a favor de ‘Messiah’), que recientemente ha sido revisitada por Lana del Rey.
Es curioso cómo un par de singles del debut de Madonna fue ninguneado en el recopilatorio ‘Immaculate Collection’ de 1990 (se incluyeron 3 de 5) y en cambio reivindicados en ‘Celebration’ casi treinta años después, en 2009 (se incluyeron todos, los 5). Lo ochentero, o peor, ochentoso, pasó de ser algo peyorativo a “celebrado”. Y desde luego si me preguntaran cuál es el single más ochentoso de Madonna, me decantaría por ‘Burning Up’, con esa caja de ritmos recién salida de un bote de laca, o viceversa, y esas guitarras aportadas por Jellybean al borde del stadium-rock, que permitieron todo tipo de reinvenciones eléctricas en giras futuras, cuando de hecho la cantante aprendiera a tocar la guitarra. Madonna escribió sola esta “ardiente” canción sobre el deseo, que han terminado versionando lo mismo Iggy Pop que Britney Spears, y se la veía ya entonces insistentemente preocupada por el añadido de puentes y ganchos al margen del repetitivo estribillo. Del explícito “Do you wanna see me down on my knees?” al expresivo “I’M ON FIRE!”. La anécdota la dejó el director del vídeo décadas después en Rolling Stone: no solo contó que la canción no le gustaba, sino que Madonna estuvo a punto de morir en el rodaje sin saberlo, en concreto en la escena del lago, aplastada por la grúa y todo el equipo.
‘Rain’ fue el quinto single de ‘Erotica’ en el verano de 1993, el cuarto en Estados Unidos, donde no se había editado la versión de ‘Fever’ que tanto había inspirado a Martes y 13. Sin embargo, como sucedía con ‘La Isla Bonita’ en ‘True Blue’, ha permanecido como el tema más popular de aquel álbum, siendo el más escuchado de ‘Erotica’ en Spotify a día de hoy, lo cual tiene mucho mérito, pues Madonna no lo ha cantado jamás en vivo tras la gira ‘The Girlie Show’ (donde lo mezclaba con ‘Just My Imagination’ de The Temptations) y tampoco lo incluyó en el CD recopilatorio ‘Celebration’, a la postre millonario. Pero ‘Rain’ sí es una clarísima favorita entre sus fans, pese a que no lograra elevar las modestas ventas de ‘Erotica’ demasiado. Sí tiene una de las melodías más luminosas y atemporales del largo, mientras la letra nos habla del efecto purificador de la lluvia, situándose como precedente de ‘Ray of Light’ (canciones como ‘Swim’ o ’Nothing Really Matters’) y también de otras más recientes como ‘Wash All Over Me’. Madonna se sitúa en la cima de una montaña para esperar la tormenta, dejando al referirse a “tu lluvia” un doble sentido sexual bastante cerdete, acorde a la inclusión del tema en ‘Erotica’. La cantante también celebra la llegada del sol en uno de los puentes, y habla sobre el arte de esperar y la comunión con el ser querido (o el objeto de deseo) en el doble “spoken word” en el que, haciendo uso del estéreo, por cada canal de cascos y altavoces, dice una cosa diferente. ‘Rain’ es también indisociable de su premiado y reconocidísimo videoclip de filtros azules dirigido por Mark Romanek, en el que aparece nada menos que Ryuichi Sakamoto, donde Godard y Fellini no quisieron hacerlo (el último fallecía poco después, a finales de aquel mismo año).
El primer single oficial de Madonna no puede faltar en este repaso por lo que significó para su carrera. ‘Everybody’ fue escrito en solitario por la cantante, escrito a imagen y semejanza de lo que ella misma escuchaba y bailaba en el neoyorquino Danceteria (donde luego se rodaría ‘Buscando a Susan desesperadamente’); testado en modo maqueta en este mismo club por el ya desaparecido Mark Kamins, su productor; sirvió para que la cantante fuera fichada por Seymour Stein en Sire Records y terminó cerrando su álbum de debut. No fue un hit en su época pero ella se ha encargado de convertirlo en clásico, incluyéndolo repetidamente en sus giras y en recopilatorios como ‘Celebration’. ‘Everybody’, con esa portada sin la cantante que llevó a muchos a pensar que era negra, presenta una suma de loops hipnóticos entre el funk y el R&B, además de un bajo bastante Blondie circa ‘Heart of Glass’, pero Madonna sabe romper la monotonía que plantea con una intro “spoken word” que adelantaría lo que luego serían ‘Justify My Love’ o ‘Erotica’, también con un puente de teclados más luminosos, y sobre todo con la “outro” “Dance and sing / get up and do your thing”, tan presta para ser sampleada en el futuro. ‘Everybody’ ha sido reivindicada como precedente de ‘Music’ o ‘Hung Up’, y ella se ha apañado para convencernos de que fue un tema avanzado a su tiempo en lugar de una imitación post-disco. Atentos al fiestón de su presentación en vivo en el londinense Koko en 2005 junto a Stuart Price: no puede sonar en ese momento más actual.
Después del polémico vídeo de ‘Like a Prayer’, que costó a Madonna la pérdida de un patrocinio de Pepsi, y del sexualizado vídeo de ‘Justify My Love’, la cantante fue más allá todavía en ‘Erotica’. A los 34 años y recién divorciada, Madonna no piensa más que en follar. Pero hay unos cuantos paréntesis en el disco sobre otros temas como la espiritualidad o el sida y ‘Bad Girl’ es el de la culpabilidad. Planteada como canción de desamor decadente (“no quiero generarte ningún dolor / y todavía te quiero igual”), contiene una letra en la que el látigo sirve aquí más para autofustigarse que para dar unos azotes a otro. ‘Bad Girl’ no es ninguna celebración de “mala mujer” o de “chicas malas”, y de hecho en el vídeo dirigido por David Fincher (’Seven’, ‘La red social’, el clip de ‘Express Yourself’) vemos a Madonna muerta como víctima de su propia mala vida (“Chica mala / borracha ya a las seis / besándose con cualquiera / he fumado demasiado hoy / y no me siento orgullosa de actuar así”). Estaba inspirado en la película protagonizada por Diane Keaton ‘Looking for Mr. Goodbar’, sobre una chica entregada a la promiscuidad, estrenada a finales de los 70, y Madonna llevó este mismo tema a Saturday Night Live, donde dio un protagonismo inusual a su banda de músicos.
“¿Qué hace esta canción tan arriba?” y “¿Qué hace está canción tan abajo?” son los obligados comentarios de todo top que se precie. Es parte del juego y de la gracia del asunto. Qué hace ‘Gang Bang’ por encima de ‘Secret’ lo digo ya: divertirnos. No se entiende a Madonna sin el uso del humor y esta canción es la mayor ida de olla de su carrera, una de sus canciones más divertidas y teatrales, como se pudo ver durante su presentación en vivo en el ‘MDNA Tour’, de las mejores que ha hecho. Pistola y botella en mano, la cantante sorteaba asaltantes y se frotaba las tetas con las manos de un muerto, como protagonizando ese imaginado videoclip que Quentin Tarantino no tuvo “tiempo” de rodar. Una pena porque Madonna había tenido bastante protagonismo en el guión de ‘Reservoir Dogs’. M demuestra que aquí la que lo tiene más grande es ella, destrozando totalmente lo que era una composición bastante flower power de Mika con un ritmo techno, bastante “spoken word”, de nuevo el uso paródico del drop dubstep que ya había dejado caer en ‘Give Me All Your Luvin’’, y finalmente una delirante carrera #DriveBitch. Apuntada como la mejor canción de ‘MDNA’ por Playground y como la peor por Rockdelux, es una pena que no fuera el primer single del disco. Vender no habría vendido nada, pero la cara que se nos habría quedado…
Sean Penn tiene ’True Blue’… ¿y Madonna solo ha tenido canciones de despecho para su segundo marido? Incluida en el disco que lanzó con el nacimiento de Rocco, solo podemos suponer que ‘I Deserve It’ es la gran canción de amor dedicada a Guy Ritchie. Y es una canción de amor pura y enorme, compuesta a partir de los tres acordes más sencillos del mundo, con solo una pequeña variación al final de cada frase y en el estribillo, y un puente que interrumpe el ritmo de la composición para anunciar: “no me arrepiento de nada / no hay nada que olvidar / todo el dolor ha merecido la pena / no estoy huyendo de mi pasado / intenté hacer lo mejor posible / sé que me lo merezco”. Es un mensaje de calma y pacífico post-‘Ray of Light’, aquí decorado simplemente con una caja de ritmos rudimentaria, como a punto de quedarse sin pila en mitad del desierto, y unos marcianos sintetizadores de Mirwais que convierten esta explosión de amor en excitante psicodelia, al final casi en lujuria. El productor quiso dejar sin tratar la voz de Madonna, buscando un sonido impoluto, y esa “pureza” que ansiaba se nota en lo crudo de la toma vocal, con esas oclusivas tan marcadas -más incluso de lo que suelen estarlo en inglés- que hacen sonar “this guy was meant for me” casi como “the sky was meant for me”, acentuando el doble sentido espiritual; o que incluso consiente un error de concordancia: hacia el final Madonna canta en una ocasión “many road” en lugar de “many roads”, y no hubo repetición de la toma. La canción ha sido uno de los momentos más mágicos que jamás he visto a la artista en directo, en concreto la noche que comenzaba su gira mundial ‘Drowned World’ en Barcelona en 2001 (creo que fue ahí donde definitivamente tuve mi «crush» con ella), y ha sido versionada por los siempre exigentes y críticos con el mundo del pop Dean & Britta. Por supuesto, sin superar la original.
‘Secret’, extraído de ‘Bedtime Stories’, ha sido uno de los primeros singles menos rompedores de la carrera de Madonna, aunque hay quien consideró su apuesta por las guitarras acústicas en mitad de la revolución electrónica y grunge de los 90 tan revolucionaria como la de dos décadas después ‘FourFiveSeconds‘. Al fin y al cabo es el año de ‘Music for the Jilted Generation’ de The Prodigy y el año de ‘Monster’ de R.E.M. La voz de Madonna aparece en primer plano, suave, hablando ahora de “tocar el alma” a diferencia de lo mostrado en el single ‘Erotica’, en un tema que había hecho con Shep Pettibone pero que rehizo por completo Dallas Austin en otra de las muestras de lo “culo inquieto” que puede llegar a ser la cantante en el estudio, como se vio en su primer disco remezclando todo con Jellybean o en el último hasta ahora, ‘Rebel Heart’, prescindiendo del sonido Avicii. ‘Secret’ es una intrigante canción (nunca se revela de qué secreto se habla) sobre quererse a uno mismo, de melodía preciosa, fusilada por Marta Sánchez en cuestión de meses en ‘Dime la verdad’ (abril de 1995), que tan solo habría agradecido algún puente hacia el final que evitara tanta repetición. Tan pronto como en 1994, cuando aún algunos no teníamos ni tarifa plana a partir de las 18.00, Madonna envió un mensaje a sus fans de internet promocionando el single, que podéis escuchar bajo estas líneas.
‘I’m Breathless’, inspirado en la película ‘Dick Tracy’, no cuenta como disco de estudio de Madonna aunque de hecho lo es (no, no es la banda sonora de la película, ese disco es otro). En su momento todo un artefacto kitsch, y ahí está ‘I’m Going Bananas’ para comprobarlo, ha envejecido bastante bien debido a su inspiración en algo tan atemporal como el jazz de los años 30, exactamente el que sonara entre 1929 y 1931, los años de Los Intocables. ‘Sooner or Later’ ganó el Oscar a mejor canción, ‘Something to Remember’ lo habría merecido y ‘Hanky Panky’ (que podríamos traducir libremente como «guarrerías«) era el número más pop, aunque no el mejor producido. Madonna desahoga aquí su gusto por el S&M en la cama en una letra políticamente incorrecta (“nada como un buen azote”) y llena de humor (“no me llenes de babas con besos / para eso ya tengo a mis hermanas”), que se terminó de venir arriba con su ilustre presentación en vivo en Blonde Ambition Tour, donde ya se veía muy bien qué tipo de animal escénico era. Acertadísima en melodías al margen del estribillo como las mejores composiciones de ‘True Blue’ («treat me like I’m a bad giiiirl»…) y divertidísima en sus acelerados 170 bpm’s (!), la canción es todo un precedente de unas de las declaraciones más delirantes de la carrera de Madonna, hechas a raíz del estreno de ’50 sombras de Grey’: «me pasé toda la película esperando a que pasase algo excitante en esa cosa que llaman la habitación roja, y me quedé en plan «¿¿un montón de azotes??»».
Tras el fracaso comercial de ‘American Life’, el disco con peores críticas de Madonna, la cantante quiso resarcirse con un álbum que fuera todo diversión y que evitara a Lourdes y a Rocco ser hijos “de la mujer más odiada de América”. ‘Confessions on a Dance Floor’, co-producido por Stuart Price, se concibió como una sesión de 56 minutos “non-stop” en la que predominara el fluir del todo pese a las distintas inspiraciones más disco (‘Future Lovers’) o más rock (‘I Love New York’) de cada pista. Pero las canciones funcionan muy bien por su cuenta, como es el caso de ‘Forbidden Love’ -el segundo tema así llamado de su carrera, de momento- o los singles. ‘Jump’, el cuarto, no tuvo ninguna repercusión comercial ni permanece en la imaginería popular, pero es una de las composiciones más edificantes de Madonna, una canción de superación que anima desde su texto a dar un paso adelante (“a saltar”), con el mérito de que la música y la producción inspiran exactamente lo mismo sin recurrir a lo evidente. Sus agitados -en contra de lo que parece- 126 bpm han de tener mucho que ver, también la energía de las cuerdas sintetizadas y quizá algo también su conexión con ‘West End Girls’, el mayor hit en Estados Unidos de Pet Shop Boys. No hay sample ni co-autoría, pero les devolvió el favor tocando en la misma gira de ‘Confessions’ el remix que Neil Tennant y Chris Lowe hicieron de ‘Sorry’.
Muchas canciones de ‘Ray of Light’ que no fueron single serían merecedoras de entrar en este top. No se puede entender la carrera de Madonna sin el tema sobre la muerte de su madre y la aceptación de su propia muerte que es ‘Mer Girl’. Tampoco sin ’Shanti/Ashganthi’, la canción en sánscrito, para bien o para mal, estaríamos hablando del mismo disco. La que precede a esta habría sido un excelente sexto single para el álbum y algunos habrían disfrutado a lo grande de un vídeo de esta producción que yuxtapone varias cosas, empezando por un fragmento de un poema de Max Blagg llamado ‘What Fits?’ que se usó en un anuncio de GAP, con un guiño al jungle. Pero lo mejor es la sublime incursión de las guitarras eléctricas distorsionadas del minuto 2.50, un recurso no tan habitual en la electrónica, aquí recalcando la diferencia entre “cielo” e infierno. Porque ’Sky Fits Heaven’ presenta beats tan oscuros como sucias suenan esas guitarras, polos opuestos de ese piano tan Robert Miles y tan luminoso de esta canción por la que Moby, que aún no había sacado ‘Play’, habría matado. Una lucha constante de contrastes que llevaba el trabajo de Madonna con William Orbit definitivamente a otro nivel.
Madonna graba una serie de baladas a principios y mediados de los 90, muchas de ellas para bandas sonoras o para edulcorar su imagen con el objetivo de quedarse con el papel de ‘Evita’ de Alan Parker. ‘This Used to Be My Playground’ (milagroso número 1 en USA), ‘I’ll Remember’ o ‘You’ll See’ son algunas de las que serían recopiladas, junto a alguna de los 80, en el disco ‘Something to Remember’. La más significativa en lo artístico, pues anticipaba el sonido de su obra maestra ‘Ray of Light’, fue una versión de Marvin Gaye para un tributo a este, ‘I Want You’, grabada “junto a Massive Attack” (sic). Iba a ser el primer single del recopilatorio de baladas de Madonna, de hecho, y se grabó el vídeo, pero en ese momento no se pudo por cuestión de derechos, probablemente porque ‘Something to Remember’ y el disco tributo a Marvin Gaye se editaban con 15 días de diferencia. Madonna llegó al entonces trío de Bristol a través de Nellee Hopper, con quien había grabado ‘Bedtime Stories’ en 1994 y al que terminaría abandonando poco después en favor de William Orbit. Fue Hopper quien sugirió que Madonna grabara ‘I Want You’ para ese álbum de homenaje a Gaye, después de que una sesión con Chaka Khan no fuera nada bien. Anticipando lo que pasaría más adelante en Massive Attack, Andrew Vowles permaneció a lo suyo, Daddy G se quedó en casa y fueron principalmente 3D y Nellee Hooper quienes revistieron de delicioso trip-hop esta canción sobre el deseo que Madonna interpreta muy bien, postulándose a su vez como candidata para cantar el siguiente single principal de Massive Attack, ‘Teardrop’… aunque perdiendo la batalla al final contra la tótem Elizabeth Fraser de Cocteau Twins. En cualquier caso, no solo encontraríamos en ‘I Want You’ ritmos parecidos a los que luego oiríamos en ‘Ray of Light’ sino también las cuerdas, llevando a Madonna a la contratación de Craig Armstrong para ese siguiente disco. De hecho, se lanzaron 2 versiones del tema: una con la orquesta en segundo plano y otra solo con la orquesta, sin ritmos. El vídeo, inspirado en el relato ‘A Telephone Call’ de Dorothy Parker, colaboradora del prestigioso The New Yorker durante los años 20 y los años 30, muestra a Madonna esperando una llamada tan desesperada y obsesionada como la protagonista del relato (“Por favor, Dios mío, haz que me llame ahora. Querido Dios, haz que me llame ahora y no te volveré a pedir nada más, de verdad”), con un uso del blanco y negro romántico y retro, también sexy, pero muy distinto al de ‘Justify My Love’ o ‘Erotica’.
“That’s corny”. Así definía Madonna ante un fan hace unos meses el tercer single de ‘Like a Prayer’, ‘Cherish’, uno de sus múltiples tops 2 en USA. “Es una de las canciones más “retarded” que he escrito”, reconocía en otra ocasión. La letra dice en uno de sus momentos “los encuentros sexuales casuales nunca me han dejado satisfecha” y la verdad es que no le pega mucho a su personaje. Sin embargo, de alguna forma el reconocimiento de la canción como “corny” la realza, ya que su propia gracia es su carácter deliberadamente “cursi”. Madonna se inspira en ella en el “doo-wop” y las “girl groups”, esto es, la música que escuchaba de niña a principios de los 60. Antes que una artista de producciones avanzadísimas, Madonna siempre ha sido una gran cuidadora de las melodías, quizá por la música que estaba de moda cuando era pequeña, y este es uno de los mayores exponentes. De hecho, Patrick Leonard añadió a la letra que había hecho ella una línea en guiño a otro ‘Cherish’ que se había perpetrado en 1960: el maravilloso de The Association (“Cherish is the word I use (to describe all the feeling that I have hiding here for you inside)”, comenzaba y terminaba aquella). Estamos sencillamente ante una declaración de amor que de alguna manera habría pegado más en ‘True Blue’ que en ‘Like a Prayer’, un álbum sobre su divorcio. Con todo, el vídeo de Herb Ritts, con sirenos y en blanco y negro, terminó de convertirla en éxito, si bien no era muy necesario extender la versión álbum del tema hasta los 5 minutos y 1 segundo. Los singles en los 60 duraban 2 o 3 minutos y las diferentes versiones reducidas que se han hecho le han sentado muy bien.
‘Rebel Heart’ es un disco mal masterizado en algunas de sus partes (‘Hold Tight’, ‘Rebel Heart’), pero cuando está bien hecho, sí está a la altura de los mejores momentos de la carrera de Madonna. El trabajo de Kanye West es hipnótico en ‘Holy Water’ o ‘Illuminati’, pero la revelación del disco es la suma de un BloodPop que aún no había conocido a Justin Bieber, y de DJ Dahi. Juntos elevan una canción que habían escrito Madonna y Avicii inspirados en alguna canción tradicional de folk, en la que el pre-estribillo incluía marihuana, whisky, éxtasis y esnifar pegamento… solo para recordar que eso “no nos dará las respuestas”. El contraste entre la imaginería tradicional de la americana (“Mother Mary”, “gone astray”, “stranded in the dark”) y las distorsiones vocales no puede ser mejor idea, y la única pena es que Madonna no se decidiera a hacer el vídeo que propuso Joseph Khan contraponiendo a la vieja y a la joven Madonna, que yo diría que básicamente terminó siendo el mejor vídeo de Taylor Swift.
Tras la decepción de ‘Hard Candy’ y en plena batalla con Lady Gaga, la gente esperaba una especie de venida de Cristo de Madonna. Que trajera bajo el brazo el futuro. Y nada más lejos. A Madonna se le ocurrió volver con lo más mónguer que tenía en su siempre concurrido de gente portátil. Denostada por casi todo el mundo en su momento, ‘Give Me All Your Luvin’’ está envejeciendo medio bien, aún es pinchada y suena fresca y divertida, gracias a su melodía bobalicona tan parecida al hit underground ‘L.O.V.E. Banana’ de Joao Brasil y Lovefoxxx; a su aceleradísima línea de guitarra surfera enlatada, tan tarantinesca; y a la suma de Nicki Minaj y su subyugante “MOVE!” con M.I.A. Sí, fue un desperdicio que llamara a M.I.A. para esto y que rechazara su tema ‘Sexodus’. Sin embargo, poco se ha hablado del uso totalmente cómico y caricaturesco que Madonna hace de uno de los inventos más ridículos de la historia de la música: el drop dubstep, por suerte ya en extinción. Merecido top 10 en USA por los pelos (¿el último?), merecido hit en España, uno de los mayores de 2012 (¿el último?), gran vídeo y gran presentación en vivo en el ‘MDNA Tour’.
Madonna ha tenido muchos momentos bajos de popularidad, especialmente la edición del libro ‘Sex’, por cerda, y del disco ‘American Life’, por antipatriota. Desde ‘Hard Candy’ la pérdida de público es menos dramática, más escalonada, pero constante, siendo la opinión generalizada que no saca música «acorde a su edad». Una de las cosas que más repiten como loros los de «Madonna, tú antes molabas«, es que desde ‘Hard Candy’ la cantante se suma a las modas en lugar de crearlas, cuando curiosamente había llegado un año más tarde que Bowie al rescate de Nile Rodgers, o más de 5 años tarde al sonido Massive Attack, por citar un par de ejemplos. En cualquier caso, con Pharrell de The Neptunes, 5 años después de ‘Milkshake’, construyó este tema de tintes trance en el estribillo -su gran himno bakala- que por alguna razón que se me escapa ha terminado siendo uno de sus vídeos más vistos en Youtube (en su momento sonó muy poquito y el vídeo tipo arte pop es muy poquita cosa). Pero su victoria final fue desde luego anticiparse 5 años al uso de la misma base de Pharrell -sí, la que robó a Marvin Gaye, la de ‘Got to Give It Up’- en el macrohit mundial ‘Blurred Lines’. Madonna llegaba tarde a esta base siendo 2008, pero Robin Thicke no, siendo 2013. Eso sí, denuncia que se ahorró por el camino porque la base de los 3 temas es clavadita…
Aunque ignorado en las listas de los mejores discos de los 80 en favor casi siempre de ‘Like a Prayer’, alguna vez de ‘Like a Virgin’ o incluso ‘The First Album’, ‘True Blue’ es en verdad el disco más escuchable de principio a fin y más regular de la primera Madonna, y por algo el más vendido de toda su historia. Y sí, entre los pros está la súper bubble ‘Jimmy Jimmy’, sobre enamorarse del malo de la ciudad, que tanto pegaba con la portada del álbum o con el vídeo de la propia ‘True Blue’. El que tendría que haber sido el sexto single pero ya solo se editó en algunos lugares pese al éxito de ‘La Isla Bonita’ -el “quinto single” más exitoso de toda la carrera de Madonna- fue ‘Where’s the Party’. Eso es lo que te preguntas cuando llegas a una ciudad que no conoces o cuando “trabajar de lunes a viernes te resulta demasiado”. Además de un estribillo que Madonna ruge, ‘Where’s the Party’ despunta por una intro instrumental que sirve de leitmotiv, y por el hábil uso de puentes y outros. El de “slow down, you move too fast / gonna make the good times last” es casi mejor que el propio estribillo. Como arranque de cara B en la edición vinilo levanta a un muerto o como mínimo es el antídoto perfecto para una resaca de lunes por la mañana.
El primer disco de Madonna no es su mejor álbum de los 80, pero sí podemos considerarlo el más influyente. De hecho, a la larga recibió las 5 estrellas de Allmusic y fue el que más pistas colocó en el recopilatorio ‘Celebration’: todos sus singles, 5. Cuando Charli XCX, Sky Ferreira o ahora Troye Sivan referencian a la primera Madonna, es más por el aire hedonista y disco de ‘Holiday’, los sintetizadores y ritmazo de ‘Burning Up’ o el inicio de ‘Lucky Star’, lleno de magia efervescente y el mejor arranque posible para el primer disco de M; que por las ansias de mundo adulto de ‘Like a Prayer’. Madonna escribió en solitario 5 de las 8 canciones de aquel debut, es verdad que las 2 mejores no, pero entre ellas sí estaba ‘Lucky Star’, el único top 4 de este debut en el Billboard Hot 100. La canción fue producida por el recientemente desaparecido Reggie Lucas y después «remezclada», como se indica en los créditos, por Jellybean, al no quedar Madonna 100% satisfecha con el trabajo de Reggie. Especialmente engrandecida en el remáster de ‘Celebration’ (2009), es una gozada asistir en esa reciente mezcla a su combinación de guitarras cristalinas post-disco y luego distorsionadas; a los diferentes tipos de sintetizadores, unos más desbocados, otros casi tropicales; o a los coros tan disco-soul. Aunque quizá repetitiva de más en ese constante recurrir a las mismas estrofas, palabras y estribillos, algo por otro lado muy común en la música disco, ‘Lucky Star’ brillaba sobre todo melódicamente en el puente del “heavenly body”. Y ya se iba viendo lo que realmente iba a ser para Madonna un «cuerpo celestial»…
El último álbum de Madonna hasta ahora recibe el nombre de ‘Rebel Heart’ porque, hasta que se produjo su filtración en la red, pretendía ser un álbum doble que captara por un lado su cara más «rebelde» y por otro la más «sensible» o próxima al «corazón». En esta última faz, el álbum contenía muchas de las letras más íntimas de su carrera, como era el caso de ‘Wash All Over Me’, en la que afrontaba su muerte como persona y como artista. ‘Joan of Arc’ es también una carta abierta en la que la cantante muestra su lado más humano, reconociendo cuánto le siguen afectando las críticas. «Nunca lo admito, pero duele», dice antes del estribillo. «No puedo ser un superhéroe ahora mismo / incluso los corazones de hierro pueden romperse», reconoce luego. «Algún día no me importará, pero de momento no lo he logrado», confiesa en un esperanzador puente hacia el final. Aunque se presentó en la tele, se planteó como single en Francia y se radió un poquito en BBC 2, el tema ha quedado simplemente como favorito de sus fans, infinitamente mejorado respecto a su maqueta, realzado como precioso medio tiempo con sintetizadores y con un sencillo pero eficiente punteo de guitarra tocado por Dan Warner, quien ha trabajado en decenas y decenas de discos latinos, y con la propia Madonna desde hace una década.