Chelsea Boots / Guilty Pleasure

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Chelsea Boots / Guilty Pleasure

La banda madrileña Chelsea Boots publica esta semana su disco ‘Guilty Pleasure’, con la distribución de la major Universal, que tiene un catálogo nacional en el que caben tanto Lori Meyers como Álvaro Soler o Amaia Romero. Lo que nos dejaban ver sus singles previos es un grupo cercano a las sonoridades de Phoenix, lo que nos llevaba a preguntarnos si serían otros Polock que pudieran beneficiarse del hecho de que los franceses hace tiempo que no tengan un hit que trascienda mínimamente el underground. Sin embargo, ya desde el título de su álbum ‘Guilty Pleasure’ dejan entrever que van a ir algo más allá, pues este se define como «un disco de su tiempo, un tiempo en el que el reggaetón y el rock conviven en las playlists, en que los usuarios devoran sin complejos canciones antitéticas, estilos opuestos, inclinaciones contrarias». ¿Hasta qué punto no hacen ascos a nada?

Empezando por el principio, es justo decir que los acertadísimos sencillos principales, ‘Dreams Die On the Road‘ y la preciosa ‘This Roof Is Burning’, no solo se parecen a Phoenix. Especialmente la primera comienza más bien como una canción de Jackson 5 y sus cuerdas al final son muy Chic circa ‘I Want Your Love’. De la misma manera, la canción que en la secuencia se ha situado entre las dos, ‘DWCME’, contiene una línea de bajo que en un momento parece que se va a convertir en ‘Billie Jean’.

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Y después vienen las sorpresas, como la del súper buenrollero corte titular. O la de ‘Pressure’, como meter en una batidora, sí, a Daft Punk, pero también la euforia de un hit ochentero como ‘Let the River Run’. ‘Let It Rain’ presenta unos punteos shoegazers muy bien alternados con teclados y cierta querencia Brit-pop: casi es un milagro que la grandiosidad de los Oasis más sobrecargados no aparezca a su desenlace. Y ‘Love On Me’ ciertamente tiene un ritmo que podríamos considerar reggaetón, pero también es verdad que lleva trampa. Bajo la producción de Ramiro Nieto, Marti Perarnau y Daniel Núñez, y no la de DVLP, es más bien una canción simplemente con cierta onda latina similar a lo que ha hecho Javiera Mena en ‘Intuición’ o como lo que habrían podido producir Delorean. En todos los sentidos, seguimos escuchando al mismo grupo, definido también por la voz de Santi Isla, nasal como la de Brian Molko, pero mucho más dulce.

Más complicado es lo de la retahíla de baladas que pueblan la segunda mitad del álbum, antes y después de ‘Love On Me’, con menos carácter de grower que en la primera mitad había mostrado ‘Let It Rain’. ’Dandelion Skies’ y ‘Pretty Stranger’ no se harían tan pesadas si no se vieran sucedidas por ‘River’, en la que no queda muy claro si la referencia es Leon Bridges, Tobias Jesso Jr, Bruce Springsteen o Carole King, pero lo seguro es que no se ha igualado siquiera la intensidad facilona de una balada de los 90 de Bon Jovi. A continuación, ‘Fade to Black’ alterna la balada con los sonidos más stoner de Arctic Monkeys, si bien lo que logra levantar el álbum son lo que alguien ha decidido considerar bonus tracks.

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A todas luces es un error que un grupo novel haya extendido su primer disco importante hasta los 50 minutos, sin tener las 13 grandes canciones necesarias para ello. ¿No han aprendido nada oyendo el brevísimo ‘Wolfgang Amadeus Phoenix’? Sin embargo, es cierto que la ultra ochentera ‘I Hate Discos’ puede realmente ser otro single de éxito y ‘Natalie’ es una preciosidad que comienza acústica para luego añadir un buen desarrollo un pelín soul, que ya ha logrado despuntar en las plataformas de streaming.

Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘Dreams Die On The Road’, ‘This Roof Is Burning’, ‘Love On Me’, ‘DWCME’, ‘Natalie’
Te gustará si te gustan: Phoenix, Chic y las melodías tipo Paul McCartney producidas como por Delorean
Escúchalo: Spotify

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