El belga Tamino ha publicado este año un álbum llamado ‘Amir’ en el que se incluyen verdaderas maravillas como ‘Habibi’ o ‘Verses’. Nieto de una celebridad en Egipto, el cantante y actor Moharam Fouad, su música incluye rasgos arabescos pero también está influida por la chanson que tanto escuchaba su madre (belga) o la canción de autor en toda su variedad alternativa, desde Jay-Jay Johanson hasta Beirut. Hablamos con él durante una visita promocional a Madrid, ciudad en la que actúa este sábado 8 de diciembre. Será en Costello Club.
¿Cómo te presentarías para alguien que no te haya escuchado nunca?
Me llamo Tamino, tengo 22 años y hago música que te va a encantar o vas a odiar (risas) No hay punto medio a causa de la intensidad y la profundidad. En la música, en el arte, en la vida… las cosas pueden ser superficiales y mi música es de todo menos superficial. Si estás dispuesto a sentir cosas que no has sentido antes y a rendirte y dejarte llevar por la música, creo que te va a gustar la que hago.
¿Te parece que la música que se hace hoy en día es superficial?
No, no toda. Hay muchos artistas que buscan un sentido, una significación extra. No diría que es el estado de las cosas a día de hoy. Pero cuanto más estás en un ámbito grande y comercial, más espacio para las cosas superficiales encuentras, y es algo muy propio de esta era. Si ves programas de televisión de los 70 de América, como yo hago a veces en Youtube, verás a gente hablando durante una hora y media de cosas importantes. Los temas que tratan son interesantes, van de algo, estás viendo la televisión y tienes la sensación de estar aprendiendo algo. No es algo superficial. Y creo que eso ha desaparecido de la televisión. Pero aún algunas radios dan una oportunidad a la música que tiene profundidad. Estoy muy agradecido por que nunca habría esperado que mi música llegara a la radio, pero sí que ha llegado en algunos países.
¿Qué canciones tuyas han sonado en radio?
‘Habibi’, ‘Cigar’, ‘Tummy’, ‘Indigo Night’… Nada de lo que hago está hecho para la radio, y eso marca la diferencia. El 99% de lo que suena en radio está diseñado para la radio: algo que encaje y haga mucho dinero. Mis canciones proceden de otro lugar, de la necesidad de hacerlas.
«El 99% de lo que suena en radio está diseñado para la radio: algo que encaje y haga mucho dinero. Mis canciones proceden de otro lugar»
Nunca me has recordado a Adele, pero sí creo que vendió tal cantidad de discos porque su música sonaba auténtica en contraste con la artificialidad de los últimos años de la música pop. ¿A ti te preocupa conectar con la gente?
Siempre, el trabajo del artista es conectar con la gente.
Bueno, no sé, a veces no. Björk no parece muy preocupada por conectar con la gente.
Yo creo que sí le preocupa. Si vas a verla, vives esa experiencia. Es gente yéndola a ver para experimentar más o menos las mismas emociones, la sensación de pasar por algo juntos sin violencia. No es como un partido de fútbol (risas) En un partido de fútbol odias al de al lado. Es una competición. Pero un concierto no es una competición. Va sobre disfrutar. Björk parece muy de seguir su corazón. Cuando hace algo, no piensa en el oyente. Yo tampoco: hago música sin ningún compromiso. En el momento en que piensas en el oyente, empiezas a comprometerte, lo cual sería una pena.
«En un partido de fútbol odias al de al lado. Es una competición. Pero un concierto no es una competición. Va sobre disfrutar»
El disco parece un álbum de amor, ¿o hay más temas escondidos?
Claro que va de amor. Tengo 22 años, son canciones que escribí de los 17 a los 21 años, es un momento especial, la vida adulta empieza después del instituto. La infancia es estupenda, el instituto es una mierda y luego vuelves a vivir (risas) Todas las cosas empiezan a pasar entonces. Primero me mudé a Ámsterdam para estudiar música, es una ciudad pequeña pero con la sensación de ser grande. Tenía 17 años y no conocía a nadie. Experimentas el amor por primera vez y luego experimenté mi propia carrera por primera vez. Todo eso.
¿Cuáles son las canciones de este disco que escribiste entonces?
‘Cigar’, con 17 años. ‘Indigo Night’, con 18 años. Muchas canciones las hice en Ámsterdam. La más nueva sería ‘Persephone’, que hice este abril. Creo que los temas del disco son muy universales, sobre crecer. Es una lucha entre la indiferencia y la apatía, sobre estar alerta y sobre el romance. Son dos cosas que luchan entre sí, que surgen cuando eres adolescente y te das cuenta de que la vida no tiene sentido. La gente se plantea entonces cosas como: «Droguémonos». Yo no tomo drogas, pero me doy cuenta de dónde puede venir esa idea, porque es duro.
Otra gente empieza a buscar cosas hermosas que le rodean. Si miras al universo, te puedes sentir muy pequeño de dos maneras, la nihilista, preguntándote qué significa este mundo. O puedes ser más positivo y reparar en la música, en la naturaleza. Cosas que son más grandes que la vida y entonces te sientes pequeño, pero agradecido por ser parte de ello. El disco va de buscar el equilibrio entre la mente y el corazón.
«Después de grabar, me enteré de que algunos músicos eran refugiados, lo cual hizo la colaboración más especial, porque eran personas tan cálidas, amables, positivas, optimistas… Mi respeto hacia ellos fue incluso mayor porque algunos habían perdido todo»
He leído que la parte orquestal del disco la han tocado refugiados. ¿Cómo surgió?
Unos músicos me contactaron para hacer una noche de música árabe. Y querían hacer música de mi abuelo, que fue una celebridad, pero no me sentía preparado ni cómodo, porque no hablo árabe. Tenía que prepararlo fonéticamente, por lo que no me sentía cómodo. Pero les pedí que tocaran conmigo, y dijeron que sí. Después de grabar, me enteré de que algunos de ellos eran refugiados, lo cual hizo la colaboración más especial, porque además de ser unos músicos espectaculares, eran personas tan cálidas, amables, positivas, optimistas… Mi respeto hacia ellos fue incluso mayor porque algunos habían perdido todo y aun así eran personas totalmente encantadoras.
¿Esto fue en Ámsterdam?
Fue en Bruselas. Esa parte la grabamos hará casi un año, en enero o febrero.
Te preguntaba por si había algún comentario social en el disco a raíz de esa experiencia o ya estaba escrito cuando hablaste con ellos.
El único comentario social que hay en el disco es el que se dirige a la apatía, la mía y la del mundo, como te decía al principio. Planteo un contraste entre «lento» y «rápido». A través de la rapidez, de la inmediatez de los medios de comunicación de hoy en día, no puedes motivar a nadie. Si quieres conmover a alguien ha de ser a través de lo lento. Esto se lo puedes aplicar a cualquier cosa. No vas a ser consciente de los problemas de los demás si no eres consciente de tus propios problemas.
«Grabábamos algo, y a las dos semanas lo revisitábamos. Teníamos una visión desde fuera que nos permitía decir: «¿esto es bueno o una mierda?»»
El disco tiene arreglos espectaculares, pero luego ha gustado mucho la canción de ‘Verses’, que es acústica. ¿Es de tus favoritas o de las que consideras más especiales?
Todas merecen para mí estar el disco, porque si no, no estarían. Esta me encanta de verdad. Es una canción de amor en el sentido más… (piensa)
¿Puro?
Sí… Quiero decir que las canciones de amor necesitan una fricción y un contraste para ser especiales. Por ejemplo, si dices «eres mi mundo, lo haces todo fantástico», tienes que decirlo antes de algo oscuro. Si no, no es una canción de amor. Y esta es una canción muy simple, gentil, encantadora.
¿Y siempre fue así de desnuda?
Tuvo orquesta, pero la quitamos al final. A veces añades demasiadas cosas…
¿Es algo que has hecho en este disco? ¿Quitar arreglos?
Sí, sí, sí. Porque lo hemos ido grabando en diversos países de Europa, entre promo, conciertos y otras cosas. Pero ha estado bien porque grabábamos algo, y a las dos semanas lo revisitábamos. Teníamos una visión desde fuera que nos permitía decir: «¿esto es bueno o una mierda?» (risas)
«Los libros sí logran darme más hype que los discos, me motivan muchísimo a componer».
He leído que usas tonalidades de la música árabe para cantar, que le hace sonar a la gente como si estuvieras desafinando, ¿en qué canción lo podemos notar?
(risas) No me sorprende. Es algo intermedio. Tienes acordes menores y mayores, pero la música árabe no hace acordes, sino melodías, y en esas melodías hay más opciones. Si te fijas en los sentimientos, los acordes mayores suelen ser alegres, y los menores, tristes. En medio hay algo, lo cual es hermoso si lo que quieres expresar no son cosas alegres ni tristes. Es algo que encontramos en la música árabe.
El disco me suena un poco francés también, y he leído que tu madre escuchaba a Gainsbourg, y me pregunto si ha sido una influencia para ti, o qué lo ha sido, porque tampoco me suenas cercano a la música alternativa.
La música siempre va a ser una influencia, pero no escucho música en esos términos. No tengo música en la cabeza cuando escribo. Cuando leo libros, me inspiro más, me afecta más. Para la música, sé lo que me gusta, sé con lo que he crecido, hay enlaces y conexiones, pero cuando escribo, no digo «voy a hacer una combinación de este cantante, ese y aquel, y esta cantante y esa y aquella». Los libros sí logran darme como más hype, me motivan muchísimo a componer.
¿Qué libros te han inspirado más?
‘El profeta’ de Kahlil Gibran ha sido un libro muy importante para mí. También ‘Los hermanos Karamázov’ de Dostoyevski. Por el contraste que presenta entre apatía y amor, hablando también de religión. No soy religioso, pero me interesa mucho el tema. Ese libro toca tantos temas que es imposible que no te inspire.