Infieles a su máxima de no repetir nunca productor, el trío Guadalupe Plata ha repetido en los estudios La Mina de Raúl Pérez, en Sevilla, para grabar su quinto largo, como siempre homónimo. Amparándose en eso –como narra la delirante nota de prensa firmada por su mánager, Tony Anguiano–, han grabado su ‘Loveless’ particular, prolongando el trabajo de estudio casi hasta las 4 semanas, con el grupo componiendo sobre la marcha y añadiendo a su singular mezcla de blues pantanoso (concretamente del Pantano del Tranco, en la Sierra de Cazorla Segura) ejecutado a su estilo: con un barreño a modo de bajo, una guitarra desvencijada («con olor a incienso») registrada directamente desde su amplificador y un set de batería del que decir minimalista es exagerar.
Unas botellas de anís a modo de percusión, una “bandurria destartalada” y el chirrido de unas puertas viejas son los arreglos más novedosos de un ‘Guadalupe Plata’ en el que lo mejor es que sigue siendo lo de siempre. La propuesta de los paisanos de Zahara es tan enormemente personal que no requiere de renovaciones ni de experimentos para seguir sonando fresca. Es suya, inimitable, y así, por más que parezca que no es la primera vez que escuchamos canciones como la honky tonk ‘Duermo con serpientes’, el hillbilly de ultratumba de ‘Diente de plata’ o ‘Corral, corral’ (dedicada a un colega apellidado así, al que preguntan “¿por qué asustas a las chicas?” –el miedo que da esta canción parece la propia respuesta a esa pregunta–) o el boogie de ‘Maricarmen’, no importa: suena tan fascinante y peligroso como siempre, entreverado una vez más con el espíritu más oscuro de la España profunda y su folclore.
Hay, en todo caso, algunos pasos cambiados que contribuyen a cerciorarnos de que no estamos escuchando otro disco de los Guadalupe (la virgen de su pueblo además de darles nombre protagoniza la portada del disco: a ella, “la Chiquitilla del Gavellar” agradecen que evitara el robo de sus instrumentos primitivos a manos de “unos demonios”). El vals entre aullidos de ‘Oigo voces’, un homenaje a Screamin’ Jay Hawkins (que bien podría ser también a Tom Waits), los efluvios andinos que invaden ‘Lo mataron’ (relectura del cante andino ‘El afuerino’, con la colaboración del chileno Sebas Orellana de La Big Rabia), el blues con caja de ritmos de ‘Paloma negra’ o la perversión de las sevillanas que perpetran en “el hit” del disco, ‘Corralera del veneno’ contribuyen a dotar de una entidad propia estos poco más de 30 minutos que extienden la leyenda apócrifa del trío al que adora entre otros «el Papa» Iggy Pop y que tienen en el directo su verdadera razón de ser. Por eso lo más recomendable para disfrutar del todo del disco es acudir a conciertos de presentación como el que el próximo sábado, 15 de diciembre, ofrecen en Ochoymedio Club de Madrid, o el que ofrecerán en La [2] de Apolo, Barcelona, el próximo 11 de enero.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Corralera del veneno’, ‘Duermo con serpientes’, ‘Lo mataron’, ‘Paloma negra’, ‘Corral, corral’
Te gustará si te gustan: Tom Waits, Screamin’ Jay Hawkins, Dr. John, Los Hermanos Cubero.
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